EPILOGO
TRES meses más tarde...
El nuevo establo estuvo terminado un par de semanas antes de que llegaran los esquiladores. La primavera florecía por todas partes, y Tori y Grant apenas pudieron tomarse un respiro antes de que la lana empezara a amontonarse.
Habían terminado de esquilar a todas las ovejas ese mismo día y, al igual que todos los años, celebraron una fiesta en el pueblo para festejarlo. Pero esa vez, y tras enterarse de que Sutherland se había casado con la copropietaria de Belmont Court, junto con los barriles de cerveza muchos de los que se habían ido regresaron también a su antiguo hogar.
Victoria y Grant se unieron a las celebraciones, pero cansados después de un día de arduo trabajo, decidieron regresar pronto a su casa.
«A su casa.» Era una frase preciosa. Y Belmont Court se estaba convirtiendo en un lugar de ensueño, en especial desde que Grant se había empeñado en gastarse gran cantidad de dinero en reconstruirla. Si Tori sonreía al ver lo bonito que había quedado algo, él se esforzaba aún más en complacerla. Un día, ella le dijo que no hacía falta que se gastara tanto dinero y Grant le respondió:
—Como no tenemos que construirle una casa a Camellia, podemos permitírnoslo.
Y era verdad. Cammy vivía con el barón unas colinas más allá.
La pareja no tenía prisa por llenar la casa de bebés, y se pasaban el día cabalgando por el campo.
Casi a punto de llegar a Belmont Court, Tori y Grant se detuvieron en lo alto de una pendiente para observar las vistas. Las luces de la fiesta resplandecían a lo lejos y aún podía oírse la música del baile. Cuando finalizara la temporada de cría, se irían a la casita que Grant le había comprado a Victoria junto al mar, cerca de la que tenía la familia Stanhope y en la que él había pasado largas temporadas de pequeño. Tori estaba impaciente por verla, y sentía aún más curiosidad al observar cómo todos se reían cuando ella mencionaba la «casita» y cuando les preguntaba si era «bonita».
La joven suspiró. Que Ian no estuviese allí era lo único que enturbiaba su felicidad.
Adivinando sus pensamientos, su marido le dijo: —Seguro que esta aventura le hará bien.
Ella se abrazó a él. Habían sabido que Ian no sólo se había escapado de sus secuestradores, sino que había liderado un motín y se había hecho con el barco, partiendo hacia rumbo desconocido. Circulaban rumores acerca de un pirata de pelo oscuro, cara marcada y corazón de hielo que surcaba los siete mares, y Tori se negaba a creer que la coincidencia entre el inicio de las hazañas de ese lobo de mar y la fecha en que Ian escapó, fuera mera casualidad.
—Mi primo siempre cae de pie, y ahora que la policía tiene una pista tan sólida, no tardaremos en encontrarle.
—Lo sé —suspiró Tori—. A mí me encontraste.
Su marido la besó en el cuello y, al sentir que se estremecía, sonrió satisfecho.
—No te preocupes, amor. —Le acarició el vientre, que empezaba a abultarse—. No es bueno para el bebé.
SOBRE LA AUTORA:
Antigua deportista de élite y entrenadora profesional, Kresley Cole vive actualmente cerca de un lago de Florida... entre caimanes, serpientes, escorpiones, nutrias y todo lo demás que puede esperarse a dos millas de Walt Disney World. Pero le encanta practicar esquí acuático y cada noche goza de una exhibición de fuegos artificiales que le asombra y fascina. Conoció a su marido Richard, sueco de nacimiento y también antiguo deportista de élite, en el equipo de esquí de la universidad de Alabama. Después de casarse, se dedicaron a competir profesionalmente por todo el mundo, pero se dieron cuenta que vivir durante cinco años de acá para allá y volando durante diecinueve horas a Australia un Miércoles para regresar un Viernes ya no era suficiente desafío. De modo que se mudaron a Gainesville, restauraron una antigua cabaña y se licenciaron en Magisterio por la Universidad de Florida. Con los diplomas en las manos volvieron a la misma casa cerca de Disney y consiguieron lo que ellos llaman “un trabajo serio”. Desde que se publicó su primera novela en el 2003, Cole ha estado presente en las listas de los libros más vendidos del género. Su primer libro, The Captain of all Pleasures, ganó el Romantic Times a la mejor primera novela romántica, galardón que también obtuvo If you Dare, la primera entrega de la trilogía Hermanos MacCarrick.
Mientras que Richard trabaja como analista financiero (se parece a Rain Man con los números), Kresley se pasa el día escribiendo y ejerce de “madre” de unos maravillosos labradores y dos alocados gatos.