¿Sarah.
¿La ex de Christopher.
¿Por qué está aquí.
Son muchas las preguntas que comienzan a llegar a mi cabeza. Por el momento, ninguna puede ser respondida. Al menos, solo hasta que ella empieza a hablar.
—Te lo vuelvo a preguntar, ¿qué quieres y qué haces aquí.
—Te diré que en el último tiempo me he estado acordando de ti y por lo tanto quise venir a verte.
—¡¿Y qué crees, que te dejaré volver a entrar en mi vida así de fácil..
—Sé que es difícil, pero estoy aquí para que me perdones.
—Está demás decir que no te quiero cerca y mucho menos de regreso en mi vida. —Ante estas últimas palabras es fácil darse cuenta de que Chris está muy molesto, pero aun así trata de verse sereno.
—Tranquilo, cariño —le digo en voz baja, acercándome un poco a él.
—Estoy bien —me responde—. Dime la verdad, ¿a qué viniste. —le pregunta nuevamente a Sarah.
—Ya te lo dije, vine a verte y a saber cómo estás.
—¡LUEGO DE QUE ME ROBASTE. —grita muy alterado—. ¿¡Luego de arruinarme.. ¿¡Luego de que ya tengo mi vida hecha otra vez.. ¡Por qué mejor no te largas y no vuelves más. Después de lo que me hiciste no quiero saber nada de ti, ¡absolutamente nada.
—Sé que estás molesto conmigo pero...
—¡Pero nada. —la interrumpe—. ¡No quiero volver a verte. Ahora, será mejor que te largues de aquí y no vuelvas a poner un pie de nuevo en mi empresa.
—Bien. Me iré, pero te prometo que no será la última vez que me veas o sepas de mí.
Apenas expresa esto, se da vuelta y sale de la oficina.
—Peter, síguela, por favor, y asegúrate de que salga del edificio. —Se dirige al guardia que se halla a un costado.
—Sí, señor. Como usted ordene —le responde, retirándose.
Una vez solos, me acerco a mi novio y, simplemente, lo abrazo. Sé y entiendo que este momento sea difícil para él, por lo que las palabras sobran. Que de un día para otro llegue tu ex novia y venga como si nada hubiese pasado, claro que no es común, y mucho menos de tu agrado.
—Todo va a estar bien, cariño. Te lo prometo —aseguro con la intención de brindarle calma y serenidad.
—¿Por qué tenía que llegar justo ahora. ¡Cuando logro rehacer mi vida.
—Eso es algo que no puedo responder, pero te aseguro que estaré ahí cuando me necesites.
—Gracias, nena. Sé que puedo confiar en ti.
Seguimos abrazados, pero Christopher es quien se aparta para tomarme de las manos y apoyar su frente contra la mía. Esta acción es algo que ya hemos hecho antes y que nos da fuerza para enfrentar los problemas. La primera vez fue cuando pasó lo de Melissa.
Por cierto, he sido una ingrata. Debería llamar a mamá y preguntar por cómo están. Desde que regresamos, apenas he tenido tiempo de llamarlas.
—Debo llamar a Mónica.
—Sí, cariño, por supuesto. Te dejo solo para que hables más tranquilo.
.Okay. ¿Podrías traerme un té. Con lo que sucedió, seguro ya está frío el café.
—Enseguida lo traigo.
Nos soltamos de las manos y Chris se sienta en el sillón de su escritorio mientras yo tomo la bandeja y la taza para llevarlo nuevamente a la cocina. Cuando ya estoy saliendo, me doy la vuelta, ya que puedo sentir la mirada de mi novio sobre mí. Al contemplarlo, le lanzo un beso y él me responde con un guiño, cosa que él sabe que me encanta.
Me vuelvo a girar y continúo mi camino hacia la salida, abriendo la puerta para ir a preparar su té.
Christophe.
¿Por qué tenía que aparecer luego de tanto tiempo.
¿A qué se debe su regreso.
Acaso, ¿no le bastó con el dinero que me robó y viene por más.
No entiendo nada. Solo espero que me obedezca y no regrese de nuevo por aquí. De todos modos, sé que es difícil, la maldita de Sarah siempre fue llevada a sus ideas y muchas veces ese era el motivo principal de nuestras discusiones. Solo espero que no joda lo que ahora tengo con Ash.
Gracias a ella tengo una estabilidad emocional que no tenía desde hace mucho tiempo. Es todo lo que necesito y, simplemente, haré todo lo posible para que seamos marido y mujer.
Mientras espero que mi novia me traiga el té que tanto preciso, decido llamar a la recepcionista y dejar unas cosas en claro.
—Dígame, señor Adams.
—Mónica, por favor, la señorita que subió hace un rato tiene prohibida la entrada al edificio. Si la ves, mírala muy bien para que la reconozcas por si pretende regresar de nuevo.
—Por supuesto, señor. Como usted diga.
—Otra cosa. Avísales también a los guardias. Esta mujer solo traerá problemas.
—Claro, señor. Le informo que ahí viene saliendo del elevador seguida por Peter.
—Muy bien, si sucede algo, solo avísame.
Apenas termino de hablar, cuelgo la llamada y justo en ese instante viene entrando Ash con el té que le pedí.
—Aquí tienes, cariño —dice, colocándolo a un costado de la laptop—. ¿Te sientes bien.
—La verdad, no —le respondo con sinceridad. Puedo ver su cara de angustia, pero no logro saber si es por mí o por lo que podría pasar, por lo que me levanto y la abrazo—, pero tú tranquila, —le pido, mirándola a los ojos—, te prometo que pase lo que pase, nada cambiará entre nosotros.
—Debo confesar que tengo miedo —me informa algo nerviosa.
—No te preocupes, si viene por alguien es por mí, pero no se lo haré tan fácil.
—Aun así, Chris, de solo saber que hay alguien por ahí, detrás de mí, y ahora vuelve tu ex, es inevitable pensar que algo malo va a suceder...
—Lo sé, no creas que a mí no me preocupa. Solo debemos tratar de mantenernos en calma.
—Trataré, pero no te aseguro nada. Será mejor que nos pongamos al día con todo lo pendiente. Creo que, además, sería bueno salir con nuestros amigos para distraernos un rato.
—Creo que sí. Le preguntaré a Michael a ver si se anima a ir con Rachel.
—Por mi parte, invitaré a Sophie, hace rato que no hemos salido juntas.
—Me parece bien.
Nos despedimos y Ashlee sale de mi oficina.
Ashle.
Estamos en nuestro departamento, preparándonos para salir, junto a nuestros amigos. Sin duda, lo necesitamos. Decidimos ir al local de un amigo de Chris.
Nos juntaremos en la entrada del local. Sophie me avisa que irá junto a Mónica, la recepcionista de la empresa, y con dos amigos de ella para no "tocar el violín", ya que Michael irá junto a su prometida y nosotros. No es un problema, ya que consideramos que mientras más personas asistan, mejor.
Luego de la inesperada visita de Sarah a la empresa, transcurre una semana en la que comenzaron a llegar notas hacia mí de parte del chico misterioso. Sarah, entretanto, llama por teléfono para ver si existe la posibilidad de ver a mi novio, pero él no da su brazo a torcer y no acepta las llamadas, y por último, yo aprovecho y le ofrezco trabajo a una señora de Alemania de nombre Helga, quien es muy amorosa y hogareña; me recuerda inmediatamente a mi mamá.
Le estoy ofreciendo venirse a vivir con nosotros, ya que lo conversamos con Christopher, y sería mucho más útil tener a alguien que trabajara todos los días. Todavía no me da una respuesta.
—¿Cómo me veo, cariño. —le consulto cuando salgo del baño con mi vestido color vino tinto de un solo hombro y que me llega hasta un par de dedos sobre la rodilla.
—Radiante y hermosa no es suficiente —me responde como si me fuera a comer.
—No me mires con esa cara, que ya sé lo que piensas, y créeme que no sucederá.
—¿Y qué sería lo que pienso. —formula con mirada inocente, abrazándome y disimulando no saber de qué hablo.
—Tú lo sabes, no te hagas el tonto. Mejor terminemos de arreglarnos para salir.
—Nuestra salida puede esperar... ven aquí.
Apenas terminó de hablar, me toma por sorpresa, besándome de manera arrebatadora y pasional. Suelta mi boca y busca mi cuello y hombro. Sus besos son suaves caricias que me ponen la piel de gallina. Aunque quisiera parar y salir ya, es imposible que me resista a sus besos y caricias, por lo que terminamos en nuestra cama haciendo lo que aquí acaba de empezar.