Al día siguiente, me despierto para seguir con la rutina. Es jueves. Eso, al menos, hace que me alegre, ya que mañana es la fiesta de Mason y, sin duda, necesito distraerme.
Me levanto y comienzo con mi día. Primero es la ducha, así que entro de inmediato al baño y busco una toalla para dejarla lista para secarme. Me acerco a la bañera y abro la llave para que el agua caliente comience a caer mientras me voy sacando la ropa. Una vez dentro, dejo que el agua caiga sobre mí, limpiándome los pensamientos y dejándome totalmente en blanco, liberándome de emociones y sensaciones de momento. Me lavo el pelo y millones de burbujas tengo sobre mi cuerpo gracias a mi adorado jabón de vainilla.
Luego de unos treinta minutos en la ducha, salgo de esta totalmente relajada, envolviéndome en la toalla. Me acerco al lavamanos y tomando el secador empiezo a secar mi pelo. Después de otros quince minutos, ya con el pelo arreglado y mi cara maquillada, salgo del baño y voy a mi armario para buscar la ropa que usaré hoy. Me decanto por una falda tubo de color gris, junto con un chaquetón negro y una blusa blanca. Esta vez sin corbata, pero sí con mis infaltables tacones de color negro. Lo dejo todo encima de la cama, eligiendo la ropa interior, decidiéndome por una de encaje blanco, junto con unas medias de color piel para poder usarlas con los tacones negros que elegí hace unos minutos.
Me visto y ya estoy en condiciones presentables para llegar a mi trabajo. Me reviso por última vez en el espejo de cuerpo entero que tengo en mi habitación y estoy conforme con el resultado. Salgo del cuarto y me preparo para salir, tomando lo necesario. Reviso que no falte nada dentro de mi bolso, como mi celular, mis llaves, en fin. Todo está en su lugar. No tengo hambre, así que decido comer más tarde algo liviano en la oficina.
Al llegar a mi escritorio, me sorprendo al ver que Christopher me está esperando, apoyado sobre mi mesa. Se ve tan guapo en su traje azul marino, pero lo que más llama mi atención es el hermoso ramo de flores que trae en sus manos. Son rosas blancas y rojas, realmente bellas.
—Hola, Ashlee. Buenos días —saluda con una bella sonrisa.
—Hola, Christopher. Buenos días para ti también —respondo, acercándome a él.
Nuestras respiraciones comienzan a agitarse de lo cerca que estamos. Me entrega el ramo de flores y dice.
—Son para ti. Espero te gusten.
—Gracias —contesto, oliendo las flores—, son mis favoritas. Están hermosas.
—No tanto como tú. —Me es imposible no sonrojarme ante sus palabras.
Sigo escondiendo mi cara tras el ramo, aunque estoy segura de que Christopher sabe perfectamente como estoy en este momento. Suavemente, quita el ramo de mi cara y con su mano toma mi rostro por la barbilla, alzándola para mirarme fijamente a los ojos.
—Eres tan bella que te ves muy tierna cuando te sonrojas. —Apenas termina de decirlo, me da un suave beso en los labios que consigue erizarme todo el vello del brazo.
—Christ… Christo... —me interrumpe cuando coloca un dedo sobre mi boca.
—Shhh, no digas nada, por favor —añade con mirada suplicante.
—Está bien —respondo sonriendo—, pero creo que es mejor que comencemos a trabajar.
—Estoy de acuerdo. Antes de irme a la oficina quería preguntarte si te parece bien que almorcemos juntos.
—Me encantaría. ¿A qué hora te acomoda.
—A la una ¿está bien.
—Perfecto. Ahora, si me permites, tengo algunos pendientes.
—Sí, claro, adelante.
Dicho esto se aleja de mí y me permite llegar a mi escritorio, mientras se va a su oficina.
Como siempre hago, saco el teléfono de mi cartera para dejarlo sobre el escritorio y en silencio. El bolso lo guardo en el último cajón del pequeño estante y enciendo, finalmente, la computadora. No pasa ni un minuto cuando ya veo que tengo algunos correos entrantes, entre ellos uno de Christopher.
DE. CHRISTOPHER ADAM.
PARA. ASHLEE THOMPSO.
HORA. 09.37 A.
ASUNTO. ALMUERZO DE HO.
Ashlee, espero nuestro almuerzo de hoy con ansias. Estoy seguro que pasaremos un momento muy agradable.
También espero que te hayan gustado las flores que te he regalado esta mañana. Las compré especialmente para ti.
Adoro ver tu sonrisa como cada día.
Nos vemos más tarde.
CHRISTOPHER ADAM.
Presidente ADAMS Inc.
Es inevitable, como siempre, que una sonrisa aparezca en mi rostro, además de mirar hacia su puerta. Por un momento, pienso en entrar y sorprenderlo, pero sería muy obvio, así que opto por contestar a su e-mail. No me siento preparada para verlo en ese plan.
DE. ASHLEE THOMPSO.
PARA. CHRISTOPHER ADAM.
HORA. 09.40 A.
ASUNTO. HORAS DE TRABAJ.
Christopher.
Las flores son hermosas y mis favoritas, muchas gracias.
También espero el almuerzo de hoy. Pero quiero recordarte que el jefe se molesta por los asuntos personales dentro de la empresa. No quisiera verme perjudicada por esto.
ASHLEE THOMPSO.
Secretaria de presidencia ADAMS Inc.
Su respuesta como siempre llega sin más.
DE. CHRISTOPHER ADAM.
PARA. ASHLEE THOMPSO.
HORA. 09.42 A.
ASUNTO. SEGURAMENTE A TU JEFE NO LE IMPORT.
Ashlee, por esta vez no creo que a tu jefe le importe lo que estés haciendo ;.
Aprovecho de pedirte que vengas a mi oficina un momento.
CHRISTOPHER ADAM.
Presidente de ADAMS Inc.
No quiero responderle, así que solo me levanto y voy a su oficina. Toco y espero su permiso para entrar.
—Pasa —se escucha desde adentro.
Abro la puerta, me asomo y veo que me mira con una sonrisa. Termino de entrar y me doy la vuelta para cerrar la puerta. Comienzo a darme la vuelta de nuevo, para decir algo, pero me veo interrumpida al sentir unos labios depositarse sobre los míos. Ni siquiera siento cuando se acerca a mí, pero no me quejo, sino que empiezo a adorar esos labios de una forma que no pensé podía hacerlo. Es inevitable abrir la boca, y él se aprovecha, consiguiendo que el beso sea más profundo y pausado al unir su lengua a la mía y comenzar un juego entre ellas.
Varios minutos transcurren desde que comenzamos con esta peculiar batalla, porque ninguno da su brazo a torcer, hasta que nos separamos para poder respirar, ya que la falta de aire se nos hace presente.
—Dios, ¿qué es lo que acaba de pasar. —pregunto más para mí que hacia él, pero aun así me escucha. Mantengo los ojos cerrados, no me atrevo siquiera a mirarlo.
—Lo que debía pasar —oigo que dice, como si fuera la respuesta más obvia del mundo.
—¿Por qué me besaste. —formulo a la vez que abro los ojos y me atrevo a mirar los suyos, esos ojos que me llaman a admirarlos.
—Porque lo deseaba, Ashlee. Te deseo —me mantiene cerca de él, afirmándome por la cintura—. Cuando estoy cerca de ti algo me pasa y no puedo evitarlo. No sé qué es, pero siento que cuando estás a mi lado estoy tranquilo y en paz, como si nada importara.
No. No puede ser cierto. Christopher, ¿se me está declarando. Es absurdo, apenas y nos conocemos. Es decir, sí, yo también estoy sintiendo cosas por él, pero me asusta. Me aterra que esto sea solo un juego. No sé qué decir. Otra vez me siento sin palabras al estar al lado suyo.
—Yo... No sé qué decirte.
—No es necesario que digas nada, Ash, puedo sentirlo cuando me besas, porque lo haces con las mismas ganas con las que lo hago yo.
—Supongo que sí. No lo sé.
—Tranquila. Todo estará bien.
Seguimos sin soltarnos. Él me afirma por la cintura, mientras que yo tengo mis manos apoyadas en sus antebrazos. Noto que se acerca a mí, pero no me besa, sino que se acerca a mi cuello y comienza a acariciarlo de manera dulce con su nariz.
Es tan calmada y suave su forma de tocarme, que siento como si me perdiera en un mundo paralelo donde solo estamos él y yo. Comienzo a sentir sus caricias con más cariño y me sorprendo al pensar en Scott, porque el toque que me da Christopher es muy similar al que me hacía Scott, sintiendo, por un momento, como si lo estuviera traicionando.
De golpe, me separo de Christopher y éste se sorprende. Me mira confundido, no entiende nada de lo que acaba de pasar.
—Lo siento. Yo... no puedo hacer esto.
Me alejo de mi jefe, me acerco a la puerta y al tocar el pomo, una lágrima traicionera cae por mi mejilla, liberando un sollozo de mi boca. No puedo moverme, porque puedo sentir, de pronto, que mi cuerpo no responde a mi orden de moverse. Siento como Christopher me abraza por la espalda y me susurra al oído.
—Shh, tranquila, Ash, no pasa nada.
Sin entenderlo ni pensarlo, me doy vuelta y lo abrazo por el cuello. Su cercanía me es adictiva y a la vez me hace sentir en paz. Noto que aparta una mano de mi cintura y me alza la barbilla para que lo mire a los ojos.
—¿Qué pasa. ¿Hice algo malo. Si es así, perdóname, te aseguro que no fue mi intención.
Mientras me limpia las lágrimas le respondo.
—No es nada, solo me acordé de alguien.
—¿Quieres hablar de ello.
No estoy segura. Son muy pocas personas las que saben de mi historia con Scott y lo doloroso que fue perderlo. Por lo tanto, niego con la cabeza, dándole finalmente mi respuesta.
—Entiendo. Aquí estaré si lo necesitas. Ven aquí.
Me lleva consigo al sofá, donde nos habíamos reunido con Jacobson. Me abraza todo el tiempo, no deja de acariciarme para que me calme y yo, por mi parte, no dejo de recordar a Scott. Toda su dulzura la recuerdo con el más mínimo toque de Christopher. Es tan doloroso y vergonzoso a la vez… Me estoy sintiendo como una niña chiquita.
Varios minutos pasan y ya estoy más tranquila. No me atrevo a mirarlo a la cara, pero siento que debo darle una explicación por mi comportamiento repentino.
—Me acordé de alguien. Alguien que fue muy importante para mí —asiente y eso me da la confianza para seguir hablando—. Ese alguien fue un ex novio que tuve. Él… lo era todo para mí. —Lo miro con expresión triste.
—Si lo era todo, ¿por qué terminaron. Digo, si se puede saber, claro.
—Nunca lo hicimos —me mira con cara de confundido—, él murió.
—Lo siento mucho —me toma las manos—. ¿Fue hace mucho.
—Hace tres años.
—¡Guau. No sé qué decir. Me imagino lo difícil que fue para ti.
—Lo fue. De hecho, todavía me cuesta superarlo. Nos íbamos a casar —explico con total tristeza, cuando otra lágrima traicionera cae y esta vez es Christopher quien la elimina de mi rostro.
—Lo lamento. No debe de ser fácil para ti.
—No lo es. Aunque hayan pasado tres años, no consigo superarlo. Es muy difícil cuando sientes que has perdido lo más importante de tu vida.
No puedo mirarlo a la cara, porque comienzo a sentirme culpable.
—Ash, estoy aquí para ti si lo necesitas.
—Gracias —luego de un momento intento levantarme y Christopher se da cuenta, por lo que me permite hacerlo—. Creo que será mejor volver a trabajar, ya hemos perdido bastante tiempo.
Christopher mira el reloj en su muñeca y asiente.
—¿Estás segura que estás bien. ¿Te sientes bien para seguir trabajando.
Me gusta que se preocupe tanto por mí. Por un lado, no puedo evitar sentirme acogida por él, pero también es inevitable el no pensar en Scott, todavía me cuesta superar su partida. Pero creo que ya es hora de comenzar a cerrar un ciclo. Me lo merezco. Además, de que tanto Sophie como mi mamá me lo dicen a menudo.
Es definitivo, me daré una nueva oportunidad en el amor.
—Sí. Ya me siento mejor. Gracias.
Me separo de Christopher y le sonrío para que vea por sí mismo que ya me siento mejor. Me acompaña a la puerta y la abre para permitirme pasar.
—Te aviso cuando esté lista para el almuerzo.
—No te preocupes, trabaja tranquila —me da un suave beso, que se puede notar lleno de amor—, en la mejilla y me deja libre.
Le sonrío en respuesta y me marcho a mi escritorio.
****.
Miro el reloj de la computadora y veo que ya son la una y media de la tarde. No me doy cuenta y mi mañana ha pasado sumamente rápido después de lo sucedido. Tomo mi bolso, junto a mi celular, y me levanto para ir a la oficina de Christopher.
—Permiso —digo apenas entro.
—Pasa, Ashlee, ¿ya estás lista.
—Sí. Ya estoy lista. Podemos irnos cuando quieras.
—Muy bien. Yo también lo estoy. Esperaba por ti.
Se levanta de su silla y toma solo su billetera, guardándola en el bolsillo, al interior de su traje.
—Vamos —dice una vez que se acerca a mí y me ofrece su brazo. Lo acepto y nos encaminamos a la puerta, no sin antes mirarme con esa sonrisa que me cautiva cada día.
—¿Por qué me miras tanto. —pregunto de pronto.
—Porque me encanta hacerlo. Además, es mejor verte con una sonrisa a que salgan lágrimas de tus ojos —acota como si fuera la cosa más simple.
—Lo siento por eso, no debió pasar.
—Ash, no te preocupes. No te juzgaré ni emitiré algún comentario que pueda molestarte.
—Gracias.
Seguimos caminando hacia el ascensor. Christopher aprieta el botón de llamado y se abren las puertas. Entramos y se cierran mientras giramos para quedar frente a la puerta. Mientras bajamos todo está en silencio. No sé definirlo si es incómodo o tranquilizador, así que decido romperlo.
—Quiero darme una oportunidad —admito de pronto.
—¿Cómo dices. —pregunta con expresión de total confusión.
—En el amor. Después de lo que pasó más temprano, me di cuenta que en realidad no puedo seguir aferrada a algo que no volverá.
—Entiendo.
—Creo… que sentía que lo traicionaba, pero que conociéndolo como lo conocí, él hubiera querido que siguiera adelante.
—Es razonable. Nadie querría aferrarse a un pasado sin darse una oportunidad o liberarse de aquello que nos está haciendo mal.
—Sí. Sé que Scott así lo hubiera querido.
—Me alegra escucharte decir eso.
Nos interrumpe el timbre, indicando que ya hemos llegado al subterráneo. Nos acercamos a su auto y antes de llegar, Christopher lo activa con su control de mando a distancia, sacándole el seguro a las puertas. Cuando ambos ya nos hemos colocado el cinturón de seguridad, emprendimos rumbo a algún restaurante.
—¿A dónde vamos. —pregunto algo ansiosa.
—Es una sorpresa.
—Me encantan las sorpresas —aseguro, sonriendo.
De un momento a otro, todo queda en silencio de nuevo, ninguno de los dos habla, pero puedo notar que Christopher deja de mirar por algunos segundos hacia la calle para mirarme a mí.
—¿Puedo encender la radio. —formulo con la esperanza de que acepte, ya se está volviendo algo perturbador este silencio que nos rodea.
—Adelante —dice, mirándome con su habitual sonrisa.
Me acerco a encender la radio y justo comienza a sonar una canción suave. Creo que ya la he escuchado antes en una serie de televisión llamad. “Smallville.. Si mal no recuerdo se llam. “Everything. y es de un grupo llamad. Lifehous.. Recuerdo que la letra es hermosa.
“Find me here.
And speak to me.
I want to feel you.
I need to hear you.
You are the light.
That's leading me.
To the place.
Where I find peace again….
Al terminar la canción una lágrima escapa de mis ojos. La limpio antes que mi jefe se dé cuenta que he vuelto a llorar. No me percato que la canción me ha llegado al corazón. No es como otras veces en que la he escuchado. Esta vez se siente diferente, como si hubiera estado oyéndola en el momento preciso y con la persona indicada.
—Llegamos —dice Christopher, trayéndome de regreso a la realidad—. ¿Vamos.
—Sí, por supuesto. Vamos que muero de hambre.
Nos bajamos del auto y entramos al restaurante. Me sorprendo al ver que es de comida mexicana. Una de mis favoritas.
Este hombre me asombra día a día. Es como si supiera cuáles son mis gustos, ya que justo me regala lo que más me gusta.