Christophe.
La salida junto a mi socio Michael y su prometida Rachel está resultando mejor de lo que lo pensé. Ashlee y Rachel congenian de inmediato, no paran de hablar de variados temas y, la verdad, me da risa, porque parecen cotorras. Aun así estoy contento, tengo la esperanza de que esta salida valdrá la pena. En el caso de Michael, puedo notar que está sorprendido de ver a Ashlee en una faceta más relajada y no solo como siempre la ha visto, siendo mi secretaria.
Ahora estamos en la mesa de un pub tomando unos tragos. Hemos bailado un poco, pero en este momento queremos charlar con tranquilidad. Las chicas beben mojitos, Michael una cerveza y yo disfruto de mi whisky en las rocas.
—¿Cómo lo estás pasando. —le pregunto a Ashlee.
—No pensé que lo pasaría tan bien. ¡Me encanta. —dice entusiasmada. Río junto a ella.
—No sabes cuánto me alegra escucharte.
—De hecho, ya quedé con Rachel en que tendríamos una especie de “noche de chicas” junto a Sophie.
—Que bien, cariño. —Me acerco a besarla un breve instante. Todavía noto lo nerviosa que se pone cuando hacemos esto en público. Ya han pasado dos semanas desde que comenzamos nuestra relación y me fascina el efecto que provoco en ella.
—Ya, par de tortolos. No sean tan empalagosos —nos molesta mi amigo.
—Déjame ser, hombre. Estoy en una relación y soy feliz —le respondo.
—Sí, cielo, déjalos tranquilos. Acaso, ¿ya olvidaste cuando tú y yo comenzamos. —inquiere Rachel en nuestra defensa, regañándolo dulcemente.
—Tienes razón, cariño. Lo siento, amigo, es que hace mucho no te veía así.
—Tranquilo, hombre, no pasa nada —abrazo a Ashlee—. No me importa verme ridículo de empalagoso, con tal de hacer feliz a mi chica —finalizo, besando la frente de mi novia.
Ashle.
Lo estoy pasando genial. Jamás pensé que me llevaría tan bien con los amigos de Christopher. Son estupendos y no paro de hablar con Rachel, la novia de Michael, el socio de Chris. Es una chica muy simpática. Estoy segura que podremos llegar a ser grandes amigas.
Estoy disfrutando de esta noche. No he tenido momento para aburrirme hasta ahora.
De pronto, comienza a sonar una canción que me encanta y que prácticamente, y por obligación, debo hacer que Chris la baile conmigo.
—Vamos, cariño, a bailar —lo animo, agarrándolo del brazo, tratando de llevarlo a la pista de baile.
—Amor, no tengo ganas. Ve tú —se resiste.
—Por ningún motivo. ¡Esta canción es tuya. Acaso, ¿no has visto al modelo del vídeo. Es muy parecido a ti. Casi podría jurar que eres tú.
Y tengo razón al 100%, porque el modelo con el que se hizo este vídeo es idéntico a mi querido jefe. Dios, el chico se ve tan sexy en el vídeo.
—Está bien, vamos. Creo que no ganaré esta batalla —admite, rindiéndose y yendo conmigo a la pista.
“Oh, oh, oh, oh, oh, oh, o.
See, I know a little bit something goo.
Always comes out of a little bit something ba.
And I wasn't lookin' for someone ne.
'Til you came down, givin' me the best that I've had….
Apenas comenzamos a movernos, puedo notar como Chris se relaja y disfruta conmigo.
“And now you're on my ski.
Body to bod.
Workin' me ou.
Yeah you, you play to wi.
Rockin' me stead.
Round after round….
Entre acercamientos y algunos pasos sensuales, seguimos bailando y disfrutando de nuestro momento. Termina la canción y volvemos a la mesa donde están nuestros acompañantes.
—¿Ves, amor. No fue tan malo.
—No, no lo fue, pero ahora me dejas con la duda. ¿Cómo dijiste que se llama la canción.
—Se llam. «First Love. y es de Jennifer López.
—Tomo nota. La buscaré por Internet.
—Verás que tengo razón —comento orgullosa.
—Te creo, cariño, te creo. —Me besa.
Christophe.
Después de un día agotador, solo quiero llegar a mi departamento y darme una ducha. Lo paso de reunión en reunión con socios y nuevos clientes. Aunque me habría gustado pasar el resto de la tarde junto a mi chica, ya que me vi obligado por ella misma a regresar a mi departamento a descansar.
Finalmente, cuando abro la puerta y entro, voy a la cocina para sacar de mi pequeño botiquín una pastilla para el dolor de cabeza. Saco también del gabinete un vaso y voy al fregadero a llenarlo con agua. Me la tomo y espero a que haga efecto, mientras dejo el vaso a un costado. Después de ello, me dirijo a mi habitación para tumbarme sobre la cama.
Toda mi tranquilidad se ve interrumpida cuando suena mi teléfono. No me fijo en quién me está llamando, así que solo contesto con algo de desgana.
—¿Hola.
—Hola, hijo. ¿Cómo estás.
—¡Mamá. ¡Qué sorpresa escucharte. Estoy muy bien. Y ustedes, ¿cómo están.
—Todos muy bien, cariño. Gracias por preguntar.
—Bueno, mamá, y a qué debo tu llamada.
—Estamos tan contentos por ti, hijo mío, que queríamos invitarte a ti y a tu novia a una cena en casa el fin de semana.
—Guau, me halagan. Me encantaría ir. Voy a comentarle a Ashlee y te llamo para confirmar ¿de acuerdo.
—Por supuesto, hijo. Anhelamos verte. Hace mucho no vienes por casa.
—Lo sé, mamá, también los extraño.
—¡Entonces, amor, no se hable más. Te vienes este fin de semana y nos traes a tu chica. Deseamos conocerla.
—Lo prometo. Allá estaremos.
—Los esperamos. Me tengo que ir, amor, papá me necesita.
—Dale mis saludos, por favor. Los amo.
—Y nosotros a ti, mi cielo.
Varios días han pasado desde que hablé con mis padres. Los extraño mucho. Hace ya un buen tiempo que no he podido ir a visitarlos, porque siento que la empresa consume mi tiempo. Así que de todas maneras iré a verlos. Y si Ashlee acepta acompañarme, este viaje será mucho mejor.
Ashle.
—Cariño, necesito que vengas un momento.
—Enseguida voy —digo y cuelgo el teléfono que me comunica con Chris. Llevo mi libreta y lapicero en caso de que necesite que haga algo importante.
Me encamino a su oficina.
—Pasa —expresa cuando toco la puerta.
—Permiso —contesto al entrar—. ¿Necesitas algo.
—Sí —responde, mirándome serio—, necesito que reserves este fin de semana para mí, porque nos iremos de viaje.
—¿Cómo dices. Que yo recuerde, no tienes nada agendado para el fin de semana —menciono, revisando mis apuntes.
—Lo sé. Es solo que algo surgió a última hora y necesito que me acompañes.
—Está bien. ¿Qué día nos iremos.
—De jueves a domingo. Y por la oficina no te preocupes, ya dejé a Michael y a su secretaria Sandra al tanto. Ellos se harán cargo.
—Bueno, veo que ya tienes todo controlado, así que no me queda más que aceptar este viaje.
—Deberás hacerlo, amor —manifiesta muy seguro, levantándose de su escritorio y acercándose a mí—, porque este viaje es importante para mí y tú debes ir conmigo. Quiero… que conozcas a mis padres.
Acaso, ¿está hablando en serio.
—¿Es en serio. —pregunto todavía sin creerlo.
—Sí, amor. Este será un fin de semana especial. Ayer mi madre me llamó para invitarnos a comer a la casa. Así que nos tomaremos el fin de semana.
—Cariño, no estoy segura. Yo... Acaso, ¿no es muy pronto.
—Tranquila, todo irá bien, lo prometo.
—Está bien —me rindo—, qué tan malo puede ser.
Christopher me abraza de inmediato. Es increíble que con tan solo un abrazo suyo todo a mí alrededor se calme.
Ansiaba conocer más acerca de mi jefe, así que ya estoy nerviosa por lo que pueda llegar a suceder este fin de semana.
Trato de no pensar demasiado. Las pocas veces que hemos hablado de sus padres, siempre me ha dicho que son personas muy sencillas y amorosas.
—¿Quieres ir a cenar después del trabajo.
—¿Dónde quisieras ir.
—La verdad, pensaba hacer algo en casa. Estoy feliz porque aceptaste, por lo que se me antoja cocinar algo para ti.
¡Guau. Siempre he considerado que un hombre que cocina es muy sexy, así que feliz acepto la invitación.
—Me parece bien. Me gusta tu idea.
—Perfecto. Entonces, terminemos rápido para que podamos irnos. Ya tengo pensado qué cocinaré para mi chica.
Me sonríe como siempre, y yo siento que ya me derrite. Nos besamos dulcemente y nos despedimos, al menos, por un rato, para que ambos concluyamos nuestros asuntos y así podamos marcharnos pronto.