La fiesta está en su punto máximo. Hace unas horas que hemos llegado y tengo que confesar que hasta el momento no me he aburrido para nada.
He bailado con Sophie, Mason y otros compañeros de trabajo. También he tomado algunos tragos, por lo que ya me siento algo mareada. No soy de las que se emborrachan para pasarlo bien, pero lo que sí sé es que me encuentro mareada y que si sigo tomando, lo más seguro es que deba ir muy pronto al baño a vomitar. Lo bueno es que Mason también se preocupó de la comida, por lo que nadie ha pasado hambre por una buena cantidad de horas.
—¿Por qué tan sola. —pregunta una voz a mi espalda. Esa cadencia se me hace conocida, pero ¿cómo llegó aquí. Me doy la vuelta para enfrentarlo.
—Porque quería descansar un rato. Ya me duelen los pies de tanto bailar.
—¿Y por qué no regresas a casa, entonces.
—Porque todavía es temprano y, además, estoy pasándolo muy bien.
Se queda en silencio, observándome, como si tratara de analizarme. Por mi parte, todavía estoy atónita con su presencia.
—¿Qué haces aquí. —formulo para quitarme esta duda de encima.
—Acaso, ¿me estas echando. —responde haciéndose el ofendido.
—No. No lo hago. ¿Cómo supiste que aquí era la fiesta.
—Tengo mis métodos —contesta finalmente como si fuera lo más obvio del mundo.
—Eso sí que no lo pongo en duda.
—Te extrañé, por eso vine hasta aquí, cariño. Quería estar contigo —dice y se acerca para abrazarme por la cintura.
—También te extrañé. Creo que de alguna manera me leíste el pensamiento, porque deseaba estuvieras aquí —confieso, colocando mis brazos alrededor de su cuello. Definitivamente, el alcohol hace que me sienta menos cohibida ante Christopher, como usualmente me ocurre.
—Pues ya ves que aquí estoy.
—Y no sabes cuánto me alegra —admito coqueta.
—¿Quieres quedarte o nos vamos.
—Solo quiero estar contigo, no importa dónde sea.
—Entonces, vámonos. —Deja de abrazarme para tomarme de la mano y salir de la casa y la fiesta.
Antes de llegar a la puerta, logro ver a Sophie que está totalmente sorprendida ante quien me acompaña. Gracias a Dios Christopher no se da cuenta, pero cuando volteo de nuevo hacia mi amiga, noto que me dice entre señas y su mirada que muy pronto tendré que darle explicaciones. Dios, no sé cómo lo haré, pero si tengo claro que debe ser con la verdad, porque mi amiga es capaz de hacerme de todo para que lo confiese.
Una vez que salimos de la fiesta, recuerdo que vine en mi auto, por lo que interrumpo la marcha hacia el suyo.
—Christopher, vine en mi auto y tu trajiste el tuyo, ¿cómo nos iremos.
—Iremos en el tuyo. Yo manejaré, eso es claro. Haré una llamada para que vengan por mi auto y nos vamos. Espérame aquí un momento.
—De acuerdo. De todos modos, no creo poder moverme mucho, de lo contrario vomitaré.
Christopher asiente y sonríe tras oír mis palabras. Todo en mí parece causarle gracia. Se aleja un momento y acerca su celular a su oreja para hablar. Pasan unos minutos y regresa a mi lado.
—Todo listo. En cinco minutos llegan por mi auto. Esperamos y nos vamos, ¿sí.
—Mejor para mí. Mientras no me mueva estaré encantada.
—Yo también lo estaré, porque así tendré excusas para seguir cerca de ti.
—No tienes excusas y creo que lo sabes.
—¡Que directa, señorita Thompson. —comenta, burlándose.
—Creo que el alcohol ayuda un poco, señor Adams —digo en respuesta, cuando me acerco más a él, besándole la mejilla con un sonoro beso.
Christopher ríe ante mi acto tan cariñoso. No estoy acostumbrada a ser así, pero con él ya es difícil evitarlo. Amo estar a su lado, porque él me hace olvidarlo todo. Me abraza una vez que dejo de besarlo, besándome la cabeza.
—Te quiero, Ashlee.
Abro los ojos sorprendida, pero cuando voy a responderle somos interrumpidos por una voz que saluda a Christopher, por lo que debemos soltarnos. Se aleja un poco más para saludar a nuestro nuevo acompañante.
—¡Hey, John. Gracias por venir.
—No hay problema, Chris, cuando me necesites solo llámame.
—No quería dejar mi auto solo, ni dejar a mi novia sola.
—No tienes que darme explicaciones, aunque me sorprende que menciones a una novia.
—Pues ya ves. Alguien ya me atrapó —se gira y me guiña el ojo—. Ven, Ash. —Me estira su mano para que la tome. La acepto y me acerco al par de amigos.
—Ashlee, quiero presentarte a John, un socio y amigo. John, ella es Ashlee, mi novia.
Aunque solo hemos hecho un trato para que yo lo ayude con Eric, tengo que confesar que me agrada mucho que me haya presentado como su novia. Todavía no tenemos nada formal, pero es casi como si así lo fuera, y es todo un sueño.
Una vez más, mi cerebro no permite que mi boca emita palabra alguna, por lo que me veo en la obligación de sonreír y darle la mano a John en forma de saludo.
—Un placer, John —expreso finalmente.
—El placer es mío, Ashlee —responde alegre—. Es agradable que por fin alguien haya atrapado a Chris después de lo de Sarah.
Advierto que Christopher se tensa a mi lado al escuchar ese nombre. Debe ser alguien de su pasado que fue importante para él. De lo contrario, no veo que exista motivo para su inusitada reacción.
—John... —Lo mira fijamente y en forma de advertencia.
—Lo siento, amigo. Pensé que ella ya lo sabía.
—Tranquilo, Christopher, no te alteres, por favor.
—Estoy bien. No se preocupen, solo no me gustaría volver a escuchar ese nombre.
—De acuerdo —respondemos él y yo al unísono.
Luego de un par de minutos de silencio, es Christopher quien lo rompe cuando saca de su bolsillo las llaves de su auto y se las entrega a John.
—Aquí tienes las llaves. Te agradecería que lo llevaras a mi edificio, por favor. Y una vez más, disculpa la demora por la hora.
—Ya te dije que no es problema. Además, justo estaba por aquí cerca. —John le guiña el ojo a Christopher, recibiendo las llaves, y se va hacia el auto de su amigo. Una vez arriba, enciende el motor y se marcha.
Estoy buscando entre los bolsillos de la pequeña cartera las llaves de mi amado Peugeot. Al encontrarlas, se las doy al señor ceño fruncido con una sonrisa, pero la tensión en su cuerpo sigue presente.
Abre la puerta del copiloto y me subo sin esperarlo, Chris entiende y se sube también, rápidamente. Cuando estoy sentada con el cinturón de seguridad puesto, cierra la puerta y rodea el vehículo para subirse en el lado del conductor. Se acomoda y enciende el motor.
Está callado, intranquilo y nervioso. No recuerdo haberlo visto así antes, por lo que no sé si es bueno o malo. No sé qué decirle y solo decido mirar por la ventana. Varios minutos pasamos en silencio hasta que llegamos a mi casa. No espero a que se baje y me abra la puerta. Estoy realmente molesta, como nunca lo he estado con él. Chris, por su parte, me llama y yo hago caso omiso de su voz. Al llegar al ascensor, decido encararlo y preguntarle qué está pasando para que tenga es. repentino cambio de actitud.
—No sé quién será Sarah, ni que tan importante sea o haya sido para ti, pero creo que merezco que me cuentes sobre ella por mucho que te cueste hacerlo. Yo lo hice contigo y te hablé de Scott. Si estamos intentando algo, creo que lo básico es la confianza.
—Por favor, te diré, cariño, lo prometo, pero no me siento preparado para que sea ahora mismo. Fue muy duro para mí.
—¿Y crees que me gusta verte así. Solo te mencionan un nombre y te tensas por completo. Estoy para ayudarte, así como tú dices estarlo para mí —suspiro un momento y luego sigo hablando, pero cuando sale de mi boca lo que digo, me doy cuenta de mi error y vuelvo a callar—. ¡Dios. ¡Actúo como una novia celosa y no somos nada.
Me ruborizo, y como de costumbre me es imposible mirarlo luego de lo que acabo de decir. Estoy callada, viendo al suelo, hasta que percibo una mano que me levanta la cabeza por la barbilla, y lo primero que veo es esa boca que deseo tanto que sea solo mía, junto a esos ojos azules que hacen que me pierda en ellos.
—Lo siento. No debí actuar así, ni menos decir lo que dije. Solo estamos.... —me interrumpe. Esta vez no es con su dedo, sino con su boca.
—Me gustaría que lo fueras, Ash.
No me atrevo a decir algo en respuesta, así que opto por cambiar el tema.
—Será mejor entrar, está comenzando a hacer frío.
Christopher no dice nada. Sabe cómo me siento, ha sabido leerme en muy poco tiempo. Se aleja un poco de mí y me permite presionar el botón de llamada del ascensor para ir a mi departamento. Unos segundos después, las puertas se abren y entramos en él. Presiono el botón de mi piso y subimos en silencio. Al momento del timbre, indicando que hemos llegado al piso correspondiente, salgo de mi trance y descendemos del elevador.
Mientras nos dirigimos a mi puerta, busco las llaves para abrirla. Estoy nerviosa. El alcohol me ha desinhibido, pero a la vez me ha puesto más nerviosa y, además, algo cobarde.
Al momento de encontrarlas, éstas caen al piso, por lo que me agacho para recogerlas, así como también lo hace Christopher. Las logra tomar antes que yo y nos levantamos, acercándose a la puerta para abrirla.
Por su expresión no puedo notar si está feliz, molesto o pensativo. Pero sí está serio, sin gesto alguno.
Entramos a mi departamento y yo dejo mi cartera en la mesita que se halla a un lado de la puerta. Christopher, en cambio, deja las llaves en la misma mesa.
Se acerca a mí sin decir nada, me abraza por la cintura y me mira fijamente a los ojos, volviendo a repetir lo que dijo hace un rato.
—Te quiero, Ashlee. Me gustaría que fueras mi novia.
—Yo.... No sé qué decir.
—Sincérate contigo, antes que nada.
Suspiro, y gracias a que el alcohol se está yendo de a poco, puedo pensar con más claridad.
—Tengo miedo de querer y de sufrir. Tengo miedo a enamorarme y no ser feliz. Tengo miedo a que nos juzguen los demás por quien eres y por quien soy yo.
—Conmigo no sufrirás porque te quiero. Conmigo serás feliz porque valdrá la pena enamorarte. Conmigo no tendrás que pensar en lo que digan los demás de ti ni de mí porque yo haré que no te importe.
Dicho esto me regala una sonrisa que de algún modo me tranquiliza. Lo abrazo, colocando mis manos alrededor de su cuello. Cierro los ojos y me tomo unos segundos para proseguir, diciendo.
—Te quiero, Christopher. No sé qué has hecho en mí, porque logras que olvide lo malo y consigues que solo piense en lo feliz que me hace el estar a tu lado.
—Yo también soy feliz a tu lado. No sé qué pudo haber pasado entre nosotros en tan poco tiempo en comparación a los dos años que llevamos trabajando juntos, pero debo confesar que soy feliz porque sucedió —cierra los ojos y se toma unos minutos antes de volver a hablar—. Sé que te preocupa saber quién es Sarah y porqué fue tan importante para mí. No es fácil esto, pero te prometo que te lo diré. No sé cómo ni cuándo, pero lo haré —me mira nuevamente a los ojos—. Quiero estar contigo, y tú, ¿quieres ser mi novia.