Christophe.
Comienzo a despertar. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que he llegado a la habitación. De pronto, entre mis sueños y mi realidad, siento que la puerta se abre, pero no sé quién pueda ser. Puedo oír que dan pasos pequeños y con cuidado para no despertarme.
Se acomodan a mi lado.
Tras un breve momento de silencio, alguien me toma la mano con mucha delicadeza y le da algo de calor. Logro reconocer esa caricia, porque es Ashlee quien vino, quien comienza a hablar.
Cuando termina de decir lo que siente, muevo un poco la mano, con tal de que la sienta. Lo hace, levantando la cabeza para mirarme.
Aún con lágrimas en sus mejillas y un poco de maquillaje corrido, sigue siendo hermosa.
—No debes pagarme nada, lo hice porque te amo —le digo.
—¿Me-me amas.
—Sí, Ashlee. Te amo desde el minuto uno que entraste a mi vida y me aceptaste para formar parte de la tuya. Gracias a ti he sido más que feliz en tan poco tiempo.
Le sonrío y ella lo hace también, agregando que se ha limpiado unas lágrimas que ha derramado.
—Chris yo... también te amo. No pensé que estabas despierto. En tan poco tiempo has cambiado mi mundo… No pensé que llegaría a sentir tanto cariño, el cual ahora me doy cuenta que es amor absoluto. No sé cómo agradecerte esto que estás haciendo por mí.
La observo fijamente, como ella a su vez me observa a mí. Es como si nos dijéramos todo con la mirada. Soy feliz al verla feliz, porque se ha convertido en mi vida y en mi todo.
—Sí, hay una manera, y aunque no es la situación ideal, quiero pedirte una cosa.
—Sí, dime, ¿qué necesitas. ¿Debo llamar a una enfermera. ¿Te sientes bien.
—No, nada de eso. Me encuentro bien.
—Entonces, dime, ¿qué puedo hacer por ti.
—Solo necesito y quiero que me digas sí.
—No entiendo.
—Ashlee... como te dije, no es la ocasión ideal ni el momento preciso, pero quiero pedirte que... seas mi esposa. ¿Te quieres casar conmigo.
Abre los ojos como platos de manera inmediata, y sin querer abre también la boca en señal de incredulidad. Levanto mi mano hacia su rostro, cerrándosela, y le acaricio la mejilla. Está como en un total trance.
—¿No dirás nada. —pregunto expectante.
—No sé qué decir, cariño, me tomas por sorpresa.
—Solo dime que sí.
—¡Por supuesto que sí. ¡Acepto ser tu esposa.
Como todavía no puedo levantarme del todo, mi intención de hacerlo se ve interrumpida, Ash lo entiende y es ella quien se acerca a mí. Logro quedar semi-sentado mientras la recibo en mis brazos.
—Te amo, Christopher. Te haré el hombre más feliz del mundo. Te lo prometo.
—Ya lo soy, te lo aseguro.
Se separa de mí y nos volvemos a acercar, esta vez para besarnos. Comienza siendo un beso suave que, poco a poco, va tomando forma a algo más significativo. Mi necesidad de tenerla por completo para mí ya me es imposible de resistir, pero me veo en la obligación de contener mis ganas, ya que todavía me encuentro en el hospital.
Sus labios son tan adictivos, dulces y suaves, pero esta vez con un toque salado, debido a sus lágrimas que caen y terminan en su boca.
—No llores, por favor —digo una vez que me separo de ella y le limpio su humedecido semblante.
—Es de felicidad, Chris. Junto a ti nunca lloraré por tristeza.
—Haré que lo cumplas. Quédate siempre junto a mí.
—Lo haré.
—Ahora, dime, ¿cómo va todo con tu hermana.
—La verdad, espero que bien. Apenas saliste de pabellón, el doctor Phillips nos dijo que te habían trasladado a una habitación y quise venir a verte de inmediato. Mi madre se quedó esperando por noticias de Mel.
—Cariño, agradezco que hayas venido a verme, pero no debiste dejar sola a Ellen.
—En un momento más iré con ella otra vez. Quería asegurarme que tú estabas bien.
—Como ves, ahora lo estoy, y sobre todo porque mi chica aceptó casarse conmigo.
Con mi comentario esboza una sonrisa. Me encanta saber que soy yo quien la provoca.
Si no fuera porque estoy en el hospital, estaría gritando de alegría porque mi hermosa novia aceptó ser mi esposa.
—No quisiera dejarte solo, pero necesito regresar con mi madre.
—No te preocupes por mí. Yo estaré bien. Lo prometo.
—De acuerdo. Te vengo a ver más tarde.
—Te amo, cariño.
—Y yo a ti, amor.
Nos volvemos a dar un beso, esta vez más breve. Nos separamos y Ash se despide para regresar más tarde.
Una vez solo en la habitación, me hago la promesa de que mi historia junto a Ashlee será inolvidable, tanto para ella como para mí. Me preocuparé de hacerla feliz hasta el día que yo muera.
Ashle.
Luego de dejar a Christopher en la habitación, me dirijo a la zona de espera del pabellón de operaciones donde se encuentra mi madre. Al llegar, la veo conversando con el doctor.
—Hola, doctor. Dígame, por favor, como va todo.
—Ashlee, llegas a tiempo. Le decía a tu madre que todo ha salido perfecto con la operación de Melissa.
—¡Que alivio. ¿Y cómo la ve a ella.
—Por el momento, ha reaccionado bien. Pero debemos esperar al menos cuarenta y ocho horas para asegurarnos que su cuerpo haya aceptado parte de la médula ósea donada por Christopher.
—Entiendo. ¿Y cuándo podremos verla.
—Por ahora, es mejor dejarla descansar. Ya la estamos trasladando a su habitación. Les sugiero que vayan a descansar también o a comer algo, y luego, en unas dos horas, ya podrán ir a verla.
—Como usted diga, doctor —le responde mi madre.
—Con su permiso, debo retirarme. Las veo más tarde.
—Sí, doctor, por supuesto. Adelante.
Se despide de nosotras y se retira. Me quedo sola en la zona de espera, junto a mi madre.
—Estoy tan contenta, hija. Estaré por siempre agradecida con Christopher por esto que ha hecho por tu hermana.
—Bueno, hablando de eso. Creo que podrás agradecerle siendo la mejor suegra de todas.
—¿De qué estás hablando.
—Cuando lo fui a ver a la habitación comencé a hablarle y no me di cuenta que había despertado hasta que se movió y me habló.
—¿Y qué fue lo que te dijo.
—Que estaba haciendo todo esto porque me ama y que no debía pagarle nada.
—Qué bueno, hija. Que alegría por ti.
—Y no solo eso. Me dijo que como forma de agradecimiento podía aceptar ser su esposa.
—¿Y tú que hiciste.
—¿Tú qué crees, mamá. ¡Por supuesto que acepté. Yo también estoy enamorada de él.
—¿Estás hablando en serio.
—Claro que sí. Si no me crees, entonces, vamos a preguntarle.
Tomo su mano y me encamino nuevamente a la habitación de Chris. Al cabo de unos minutos, hemos llegado. Abro la puerta, dejando entrar primero a mi madre para luego hacerlo yo.
—Hola, Chris —saluda mi madre—. ¿Cómo te sientes.
—Hola, Ellen. Ya mejor. No siento dolor ni nada.
Mi madre se acerca y le toma la mano con cariño.
—Cómo puedo agradecerte esto que has hecho por mí. La felicidad y el bienestar de mis hijas es mi prioridad, sobre todo después de la muerte de Arthur. Acabas de pedirle la mano a mi Ashlee y le has salvado la vida a Melissa. Estaré eternamente agradecida.
—Para mí es un placer —le sonríe de regreso—, y veo que fue imposible para mi novia guardar el secreto. —Me mira con gesto de reproche, cuando una pequeña risa escapa de sus labios.
—Lo siento, cariño. No pude evitarlo.
—Está bien. Ya habrá tiempo para hacerlo como corresponde.
Me acerco también a él, tomando su otra mano.
—¿Puedo preguntar cuando tomaste la decisión.
—Ya lo tenía planeado, Ellen. En muy poco tiempo me enamoré de tu hija como un loco adolescente y pude notar que ella lo hizo de mí, por lo que solo debía dar el siguiente paso.
Me besa la mano con mucho amor y luego, brevemente, la boca.
—¿Cómo va todo con Melissa. ¿Terminaron de operarla.
—Sí, cariño, ya terminaron. El doctor Phillips nos dijo que la trasladarían a su habitación para que descanse y se recupere.
—Estamos esperando poder ir a verla, pero antes quería pasar a verte para agradecerte.
—Gracias, Ellen. Espero todo vaya bien con Melissa de ahora en adelante.
—Espero lo mismo, amor, pero estoy segura que gracias a ti podrá estar perfecta.
—Ya ansío el día que puedas convertirte en mi esposa.
—Todavía no creo que vayan a casarse.
—Yo tampoco, mamá —digo, reafirmando su opinión.
—¿Sabes qué sucede, Ellen. Con las experiencias que te da la vida, creo que a partir de cierta edad ya puedes saber a ciencia cierta si las decisiones que tomas para tu futuro son las correctas o no. Y a pesar de que llevamos tan poco tiempo de relación, a diferencia de que nos conocemos hace dos años, puedo asegurarte que estoy completamente enamorado de tu hija.
—Déjame decirte una gran verdad. Suenas tal y como mi difunto marido. Estoy segura de que habría estado orgulloso de tenerte como yerno.
—Debo apoyar a mi mamá en eso, Chris. Papá siempre fue un gran hombre. Todavía lo extrañamos en casa.
—Prometo hacerte feliz cada día.
—Estoy segura que lo harás, Chris. Hija, ¿por qué no me acompañas a comer algo.
—De acuerdo. También tengo un poco de hambre. ¿Estarás bien, cariño.
—Sí, mi cielo. Ve tranquila.
.Oka.. Nos vemos más tarde.