Capítulo 21

 

 

Ashle.

 

Luego de despedirme de Chris y volver a la habitación, seguimos conversando un buen rato con mi madre y mi hermana. Estoy más relajada porque mi madre está más tranquila con respecto a todo y Mel no ha perdido el ánimo, a pesar de la situación en la que se encuentra.

Decidimos ir a almorzar con mamá y dejar descansar a Melissa, lo necesita. Desde que llegamos solo hemos estado aquí en el hospital, acompañando a mi hermanita. Le envío un mensaje de texto a Christopher, dándole la dirección del restaurante al que vamos.

Caminamos a la salida, como mi madre no sabe manejar y yo dejé mi auto en Chicago, tomamos un taxi. Al subir le damos la dirección al conductor y este nos lleva a nuestro destino.

 

****.

 

—Ahora sí te ves mejor, cariño.

—Gracias, amor. Necesitaba cambiarme de ropa y tú también lo harás.

Inmediatamente, me miro la ropa que llevo puesta.

—¿Qué tiene de malo la que llevo puesta. —pregunto curiosa.

—Nada. Es solo que prefiero comprar algo de ropa nueva, ya que no alcanzamos a armar bolso ni maleta antes de venir.

—Chris, no es necesario, tengo algo de ropa en casa de mi madre.

—Lo sé, Ash, pero quiero hacerlo. Ya tengo todo listo. Una colega asesora de Miriam, mi asistente de compras, recomendada por ella, no tiene problemas en ayudarte. Ya me reuní con ella y muere por conocerte.

—¿Muere por conocerme. —inquiero dudosa.

—Bueno, como toda mujer o la gran mayoría de ellas, a la que le encantan las compras, me comentó que sus últimos clientes han sido hombres, así que está ansiosa de trabajar contigo.

—Está bien. ¿Y cuándo debo juntarme con ella.

—Había pensado que fuera después de almuerzo. Mientras antes se haga, mejor.

Justo viene mi madre regresando del baño y se une a nosotros.

—¿De qué me he perdido hasta el momento. —formula al instante.

—Le estoy diciendo a Ashlee que vaya a comprarse algo de ropa, ya tengo todo arreglado.

—Me parece estupendo. Te vendría bien distraerte, hija. Ve y disfruta lo que Christopher tenga preparado para ti.

—De acuerdo —digo resignada. Precisamente, no soy de las mujeres entusiastas con las compras, ni nada de eso. Así que por eso no me encuentro tan feliz con la idea—. ¿Qué harán ustedes mientras tanto.

—Yo iré a casa y luego volveré al hospital.

—Yo tengo que resolver unos asuntos pendientes.

—¿De la empresa.

—Sí, amor. No te había dicho nada para no preocuparte, pero no es nada grave.

—De acuerdo.

 

****.

 

Por suerte, ya estoy terminando de hacer las compras. Le dije a Susan, la asistente, que solo compraría lo justo. Venimos de paso y no quiero abusar del dinero de Christopher, porque al final será él quien pague todo, por más que me dijera que gastara lo que fuera.

—Espero estés a gusto con todo lo comprado —me dice la pelirroja.

—Con esto es más que suficiente. De hecho, es bastante más de lo que estoy acostumbrada a gastar en ropa.

—Pero déjame decirte que te veías preciosa con todo lo que compraste. Estoy segura que Christopher estará feliz.

—De seguro —admito riendo.

Somos interrumpidas por mi teléfono que comienza a sonar dentro de mi cartera. Al sacarlo, veo que es mamá quien llama.

—¡Hola, mamá. ¿Pasa algo.

—Sí, hija. Tu hermana tuvo una descompensación. Necesito que vengas conmigo. No puedo más.

—Calma, por favor. Llamo a Chris y vamos para allá.

—Está bien, Ashlee, pero que sea pronto.

Nos despedimos y marco de inmediato el número de mi novio.

—¿Hola.

—Cariño, soy yo. Necesito que vengas a buscarme al centro comercial. Mel tuvo una recaída.

—De acuerdo. Estoy en diez minutos allí. Te veo en la entrada.

—Nos vemos. Te quiero.

—Y yo a ti.

Cuelgo mi móvil y lo guardo en mi cartera.

—¿Paso algo, Ashlee. —pregunta Susan, sentándose a mi lado en la banca.

—Mi hermana tuvo una recaída. Está enferma.

—¡Dios Santo. Lo lamento mucho.

—Gracias. Debo ir hacia la entrada. Christopher pasará a buscarme.

—Sí claro, por supuesto. Vamos para allá.

Nos levantamos de la banca y  caminamos hacia el acceso del centro comercial. Solo pasan un par de minutos cuando veo que Christopher se viene acercando con el auto.

Una vez que se detiene y sale de él, nos ayuda a guardar las bolsas en el maletero y nos despedimos de Susan para ir al hospital.

—¿Qué fue lo que pasó.

—No lo sé. Mamá solo me dijo que Mel tuvo una descompensación, no me entregó mayores detalles.

—Todo estará bien. Esperemos a ver qué es lo que nos dice el médico.

—Eso espero. Muero si le pasa algo a mi hermana.

—No te agobies.

—Me preocupa mi mamá. Todo esto ha sido tan duro para ella.

Chris toma mi mano y la acerca a su boca para besarla.

—Todo estará bien —repite.

Luego de unos quince minutos conduciendo llegamos al hospital y vamos inmediatamente a la habitación de Mel. Al llegar, vemos al doctor Phillips acompañando a mi madre y a mi hermana.

—Díganos, doctor, ¿qué sucedió. —pregunta mi novio en el acto.

—Melissa tuvo una descompensación. Su cuerpo está comenzando a rechazar los medicamentos. Necesitamos hacer el trasplante lo antes posible.

—¿Ya están los resultados.

—Sí, Ashlee. Lamentablemente, ni tu madre ni tú son compatibles para la donación.

—¡No es posible. ¡Pero si somos su familia directa.

—Lo sé. A veces ocurre que ni los familiares son compatibles.

—¿Cómo encontraremos a un donante, doctor. —pregunta mi madre desesperada.

—De hecho… ya lo tenemos.

—¿Cómo es posible. —digo sorprendida.

—El donante se encuentra en esta misma habitación. Tuve que solicitar en administración que me entregaran los resultados con urgencia máxima.

—¿Quién es ese donante.

—Es Christopher. Vino hoy temprano y me pidió realizarse los exámenes correspondientes. Me ha pedido no decir nada —se gira hacia él mientras yo lo miro más que sorprendida—, pero lo siento. Ante la situación es necesario que lo sepan.

—Me alegra saber que puedo ayudar a Melissa.

Corro a abrazarlo.

—¿En serio te hiciste esos exámenes. ¿Y los problemas de la empresa.

—No hay problemas, solo fue mi excusa para venir a hacerme los exámenes.

—Aunque me da pena no poder ser yo la donante, porque Mel es mi hermana, estoy feliz porque tú si puedas serlo.

—No hay tiempo que perder —nos interrumpe el doctor Phillips—, debemos hacer el trasplante lo antes posible.

—Sí, doctor, por supuesto. Cuando usted diga.

Chris se despide de nosotras y se va a preparar junto al doctor.

Estoy demasiado feliz de que mi novio pueda ser el donante que Mel necesita.

 

***.

 

—Estoy feliz y agradecida de que podamos salvar la vida de tu hermana —dice mi madre, mientras esperamos cualquier novedad de parte del médico—, pero también estoy muy nerviosa, ya llevamos cerca de una hora esperando.

—Solo debemos tener paciencia, mamá. Te aseguro que ya vendrá el médico y nos dará algo de información.

—Gracias, hija, por traer a Chris a tu vida. No sé qué pasaría con tu hermana si él no estuviera aquí.

—Es una gran persona. Estoy feliz de estar junto a él. No sé cómo pagarle todo lo que está haciendo por mi hermana.

—Estoy segura que él no necesita que le devuelvas el dinero ni nada. Solo encárgate de hacerlo feliz, no importa cuántos problemas se les presenten en el camino. Siempre preocúpate de salir adelante.

—Lo sé, mamá —aseguro, limpiando unas lágrimas que caen por mis mejillas—. Siempre sabes qué decir en el momento indicado.

—Es una de mis virtudes —comento, guiñando el ojo.

Nos abrazamos cálidamente. Se siente bien saber que hasta el momento todo el sufrimiento de mi hermana se ha acabado.

Tiene solo dieciséis años, tiene tanto por vivir, recorrer, soñar. Estaré agradecida con Christopher de por vida. Incluso, si en algún momento del futuro no llegáramos a estar juntos.

De pronto, se abre la puerta de la zona de pabellón y de ella sale el médico vestido con el típico traje de color verde, quien se acerca a nosotras.

—¿Cómo va todo, doctor.

—Hasta el momento, estamos terminando de trabajar con Christopher. La extracción de parte de su médula está siendo todo un éxito.

—Qué alivio. —Suspiro relajada.

—Solo venía a informarles, debo volver a la cirugía. En unos veinte minutos estaremos listos con Christopher y lo trasladaremos a una habitación para que descanse.

—Está bien. Esperaremos aquí ante cualquier cosa que pase.

—Nos vemos más tarde.

—Hasta luego, doctor —se despide mi madre cuando él también lo hace para volver a pabellón.

—Qué alegría. La primera parte está casi lista.

—Ya quiero ver de nuevo a Chris. Estoy muy agradecida con él.

—Lo sé, mamá. Ya nos avisarán cuándo podamos verlo, y también a Mel.

—Será nuestro ángel por siempre. Es un amor de persona.

—Estoy totalmente de acuerdo contigo.

Seguimos con mi madre en la sala de espera, y luego de unos quince minutos sale una enfermera para decirnos que ya trasladaron a Chris a una habitación. Nos da la información necesaria y luego se retira.

Estoy ansiosa por verlo para agradecerle lo que está haciendo por Mel. Ni siquiera la conoce lo suficiente como para hacer esto por ella.

 

****.

 

Estoy frente a la puerta de la habitación de Chris. Dejo un momento a mi madre en la sala de espera para poder verlo. Prometió que cualquier cosa que sucediera con Mel me avisaría. Tengo nervios, no sé si estará despierto o durmiendo, lo que menos quiero es molestarlo en este momento. Lo dejaré descansar, pero me es imposible esperar más.

Entro con cuidado, casi sin hacer ruido, pensando que puede estar durmiendo. Asomo la cabeza y compruebo que lo está.

Me dirijo a la cama y me siento en la silla que se sitúa a un lado, y la acerco aún más a la cama.

Se ve tan tranquilo y pacífico durmiendo. Sus facciones se notan aún más duras, hacen notar su masculinidad, pero a la vez, se ve tan adorable, como si pudiera transmitir delicadeza, consiguiendo que su belleza se vea más nítida.

Le tomo con cuidado la mano, tratando de no despertarlo, y lo acaricio. Suspiro y comienzo a hablarle.

—Amor, no sé cómo podré agradecerte esto que hiciste por mi hermana. Jamás pensé que tuviéramos que pasar por esto. Estoy agradecida de ti, de haber permitido que yo entrara a trabajar a tu empresa. Estaba tan feliz ese día, porque había conseguido lo que tanto anhelaba. Necesitaba el empleo para poder ayudar económicamente a mi madre y así mantener con bien a mi hermana y a ella también. En tan poco tiempo has cambiado mi mundo en 180º. No pensé que llegaría a sentir tanto cariño por ti que no sé cómo definirlo —seco unas lágrimas que silenciosamente caen por mis mejillas—. Estoy inmensamente feliz a tu lado. No sé cómo pagarte todo esto.

De pronto, siento un leve movimiento sobre mi mano. Levanto la cabeza y veo que Chris me observa.

—No debes pagarme nada, lo hice porque te amo.