Todavía me encuentro analizando lo que acaba de pasar hace unas horas. Ya nada será como antes, eso es seguro. Aún puedo sentir su boca sobre la mía y no logro evitar llevarme una mano hasta mis labios, como si pudiera tocarlo.
Después de que me deseó una buena noche, quedamos en que pasaría a buscarme mañana a las ocho de la mañana. Cuando me bajé de su auto y estaba por entrar a mi edificio, me giré para despedirme con la mano y Christopher me guiñó el ojo y emprendió rumbo de regreso.
Me siento extraña, pero a la vez tranquila. No sé el porqué. Quizás sea por el hecho de que nos «declaramos» y sinceramos. Pero como ya he dicho antes, no me quiero ilusionar y quizás salir herida de todo esto.
Para relajarme decido tomar una ducha. El agua caliente cayendo sobre mí siempre trae un efecto relajante. Me acerco a mi closet y busco un pijama que consta solo de una camiseta de algodón con mangas y un pantalón holgado. En invierno es lo ideal para dormir calientita.
Me dirijo al baño y voy directamente hacia la ducha para abrir la llave, dejando que caiga el agua caliente para que se tempere el ambiente. Mientras me saco la ropa, busco una toalla del pequeño estante donde están guardadas. Agarro una de color lila, mi favorito. Y cuando estoy lista, entro en ella y comienzo a disfrutar del agua cayendo sobre mi cuerpo. Lavo mi cabello con mi «dos en uno» –champú y acondicionador–, con aroma a fresas. Al terminar, voy de regreso a mi habitación, me visto y me voy a la cama, cayendo bastante rápido en los brazos de mi gran amigo Morfeo.
Christophe.
Ver como Ashlee entra a su edificio y me saluda con la mano, hace que se vea totalmente adorable, como si deseara verla siempre así, sonriéndome, sabiendo que yo he hecho de su día un momento feliz.
¡Pero en qué estoy pensando. ¡Mierda. Es solo mi secretaria, la cual me está ayudando a sacarme al viejo Jacobson de encima. Ya estoy cansado de decirle que no, que no me casaré con su hija. No me interesa. Además, siempre he odiado los matrimonios arreglados.
Crecí viendo un matrimonio lleno de amor, como el de mis padres, que a pesar de no tener un solo centavo lograron sacar adelante una familia con tres hijos. Es por esto y porque siempre creí en lo que el amor significaba. Sí, suena cursi, lo sé, solo llámenme tradicional.
Durante todo el transcurso, desde el departamento de Ashlee al mío, solo hay una cosa o, más bien, una persona en mi mente. esa chica rubia de ojos azules tan tierna y dulce, con labios tan suaves y... ¡detente.
Llego a mi edificio y aparco mi auto. Salgo de este y subo inmediatamente a mi departamento. Como solo vengo pensando en Ashlee, sin poder quitármela de la cabeza, comienzo a sentir cierta incomodidad en mi ropa, específicamente en mis pantalones. Creo que necesito urgentemente una ducha para calmarme. En este momento, la ducha ideal es una de agua fría.
Dios mío, Ashlee, ¡qué me estás haciendo.