HEINRICH SCHLIEMANN (Neubukow, ducado de Mecklenburgo-Schwerin, 6 de enero de 1822 - Nápoles, Italia, 26 de diciembre de 1890). Arqueólogo alemán, descubridor de los restos de la antigua Troya. No tuvo estudios y pasó su infancia y juventud trabajando en los oficios más diversos. Pero, como agente de una casa de comercio, aprendió hasta ocho idiomas y acumuló una discreta fortuna.
Consiguió la ciudadanía estadounidense en 1850. Convencido desde niño de la veracidad histórica de los poemas de Homero, se retiró de los negocios con sólo 36 años para consagrarse a la búsqueda de las ruinas de Troya. Estudió arqueología en París y recorrió medio mundo para documentarse; y, por fin, en 1868, se trasladó a Grecia y Asia Menor para excavar.
Enfrentándose a las teorías establecidas sobre la ubicación de Troya, localizó la ciudad en Hissarlik (Imperio Otomano) y la desenterró en 1873-74 con la única ayuda de su esposa Sofía, una estudiante griega con la que se había casado a través de una agencia matrimonial; en realidad, excavaron tan profundamente que desenterraron una ciudad de la Edad del Bronce anterior a la Troya homérica.
Tras sostener un pleito con el gobierno turco en torno a la propiedad de las joyas que había descubierto, excavó las tumbas de los reyes micénicos en Micenas (Grecia) entre 1876 y 1878, en la isla de Ítaca en 1878, en Troya (1882-83 y 1888-90), ahora ya asistido por especialistas de prestigio.
En 1884-1885 desenterró los restos de un gran palacio en Tirinto, Grecia. Gracias a sus hallazgos, se piensa que el relato de Homero sobre la guerra de Troya se basa en hechos reales.
Durante esas excavaciones comenzaron a formarse los métodos de la arqueología de campo moderna; al mismo tiempo, los libros y artículos de Schliemann transmitieron al gran público la emoción que sentía por la arqueología, contribuyendo a popularizar esta rama del saber. Sus publicaciones pusieron de manifiesto la riqueza de las civilizaciones de la Grecia prehistórica, como la micénica o la de Hissarlik; incluso intuyó la existencia de la civilización minoica, todavía desconocida por aquel entonces.
En Nápoles se desplomó paralizado y sin habla en una plaza pública y, como no llevaba dinero ni documentación, el hospital lo rechazó como indigente. Heinrich Schliemann falleció el 26 de diciembre de 1890 en Nápoles.