98

Los noticieros del mediodía abrían con la espectacular noticia y con una foto de carnet a toda pantalla de Mazarine Cavalier. Cádiz había engañado al mundo del arte firmando cuadros que no eran de su total autoría. Algunos lo colocaban como el estafador más grande de todos los tiempos. Sus peores enemigos lo denostaban. Corresponsales en London, New York, Tokio, Bruxelles, Stockholm, Milano, frente a las fachadas de las más prestigiosas casas de subastas, mostraban la indignación en cadena que se iba produciendo en el mundo. Directores de museos eran entrevistados y no salían de su asombro. Pedían justicia, explicaciones, la devolución del dinero, la destrucción de los cuadros… La polémica estaba servida.

Mazarine, que en ese momento miraba las noticias, al ver su fotografía en la pantalla se quedó paralizada. Un latigazo en el corazón le advirtió del peligro. ¿Qué locura había hecho su pintor? ¿Por qué lo hacía? No entendía nada de nada. Abrió la puerta y corrió enloquecida a La Ruche.