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Las campanas de Nôtre Dame tocaban enloquecidas la música lúgubre que anunciaba una inminente desgracia. Mazarine se subió a la barandilla del puente, manteniendo la mirada sumergida en su intenso afán de sueño y muerte. A un lado, el Palacio de Justicia se imponía altivo. Al otro, todo el arte del mundo reunido: el Musée du Louvre. ¿Dónde había ido a parar la justicia en el arte?
La justice n’existe pas… l'art, una comedia de víboras hambrientas… l’amour… Je suis une goutte absente de rien. Ohh… Cádiz, Cádiz maldito. Necesito diluir tu rostro en un mar de disolvente; pulverizar tu mirada hambrienta. Te apoderaste de todo lo que yo tenía y no tenía, pero era mío… Me pintaba como detrás de un espejo, a mí misma. En esos cuadros estaba mi resurrección, ¿no lo sabías?, y tú me la robaste. Te llevaste mi alma. Me heriste de muerte con tus manos engañosas que acariciaban y usurpaban. No sé dónde esconderme de tanto abandono que me persigue como una hiena y siempre me encuentra. Redimirme, ¿sería posible redimirme mientras el agua lava tus huellas de mi cuerpo? Te bebiste mi esencia. No soy, no queda nada en mí; me busco entre mis recuerdos y ya no estoy. Se acabó.
—Mazarine… —una voz tímida volvía a llamarla.
No escuchaba.
«Lo importante está en el fondo. Caer, caer, caer y no volver a subir. Que mis pies se hundan en el barro, que me trague la tierra; ese es mi entierro».
—No lo haga, por favor…
Todo le resbalaba al fin. Las angustias ya no angustiaban, los dolores ya no dolían, las esperas ya no esperaban. La soledad, por primera vez, era bella. El miedo había vencido al miedo.
Ojos Nieblos se fue acercando despacio.
—Es demasiado valiosa para perderse así…
En la balaustrada, los pies de Mazarine vacilaban inseguros.
Saltar, solo necesitaba dar un salto y todas sus penas se ahogarían. Estaba a la orilla de encontrar su paz; a la orilla… ¿de su valentía… o de su cobardía? La esencia estaba en el centro, en el abismo que la separaría de todo.
«Quien no sabe vivir no merece vivir».
—Déjeme que la ayude… Yo también he sentido lo mismo que usted.
Un pie en el aire, el otro… y la gabardina negra se desplegó como un ave fénix… el ansiado vuelo.