38
SAMANTHA
Justo en el límite del bosque, percibo un hedor metálico. Lo reconozco incluso antes de que ella hable y, esta vez, no me pilla desprevenida. Cierro los ojos y cojo aire antes de darme la vuelta y verle la cara.
—Bien hecho, Samantha. —Emilia emerge entre los árboles. Su ropa está chamuscada y sucia, su varita echa humo. La explosión de Molly debe de haberla alcanzado. Estupendo. Sólo espero que así no siga interfiriendo en la línea telefónica—. Para ser sincera, estoy impresionada. Eres la única que queda en la Expedición y aún sigues en pie. Bueno, más o menos.
—¿La única? —Soy incapaz de ocultar mi sorpresa. Molly me pesa y Kirsty se apoya en mí, casi incapaz de mantenerse erguida. Noto que está fulminando a Emilia con la mirada, pero, si no tiene fuerzas ni para responderle airosamente, no va a ser capaz de defenderme de ningún modo. Lo único que puedo hacer es intentar que Emilia siga hablando—. ¿Qué les has hecho a los ZA?
—Oh, es posible que haya ocurrido un percance relacionado con su transportación. Para ser franca, todo ha sido demasiado fácil. —Las luces continúan parpadeando hacia mí; ojalá pudiera responder con algún tipo de señal a Arjun. Me pregunto si verá a Emilia desde su sitio—. Sólo ha sido cuestión de ir despejando la competición, un participante cada vez.
—Yo sólo quiero salvar a la princesa —digo.
—Qué amable por tu parte… Pero piensa que los demás participantes también tenían eso en mente y ya no están aquí. Y, tranquila, la princesa se curará. Las dos sabemos que la poción está casi lista y cada uno de los equipos derrotados me ha proporcionado el ingrediente que necesitaba. Siempre y cuando yo sea quien la elabore, la familia real tendrá que cederme la corona o arriesgarse a ver a su querida Evelyn destruir su reino.
—¡No te lo permitirán!
—¿Y qué alternativa tienen? Están desesperados. La princesa se está deteriorando con rapidez; la poción amorosa le está haciendo perder la cabeza y el control de su poder a un ritmo vertiginoso. Está destrozando todas las habitaciones donde la alojan. Si sigue así, acabará arrasando Kingstown. Ya no pueden detenerla, ni siquiera matándola. Necesita el remedio. Y, a cambio, el poder del trono de Nova pasará a mis manos. —Sus ojos pierden su aspecto soñador; ahora están brillantes como el acero—. Dame el último ingrediente —ordena muy seria.
—¿Cómo sabes que es el último? ¿Y si hay más?
—No juegues conmigo, Kemi.
No me muevo. No puedo. Estoy paralizada por el miedo.
—Bueno, entonces te lo quitaré yo. —Se abalanza sobre mí e intenta arrebatarme el bolso empujando a Molly.
—¡No la toques! —grito cuando al fin se despiertan mis instintos. Tengo la cara llena de lágrimas. Dejo a Molly, que por suerte sigue dormida, en el suelo—. Toma. —Me quito el bolso del hombro y se lo ofrezco.
Lo agarra.
—Buena elección.
—No eres más que una traidora, Emilia —le espeto.
—Te iba a dejar con vida, Kemi —responde con la voz llena de odio. Tira su varita humeante y saca una pistola, que apunta hacia mí—. ¿A quién mato primero? ¿A ti? —Mueve la pistola hacia Molly—. ¿O a tu hermana?
—Adelante —digo—. Jamás podrás gobernar Nova cuando el mundo vea lo que estás haciendo.
—¿Cómo? —Alza la vista y aparta la pistola.
El aire se llena con el ruido sordo de la hélice de un helicóptero y el viento se agita y me azota la cabeza. Un foco se posa sobre nosotras y un hombre se asoma por la ventana con una cámara de vídeo al hombro. Es Dan. Me saluda y levanta el pulgar.
—¡Sonríe, Emilia! —exclamo—. Estás en antena en retransmisión mundial.
Mi plan ha funcionado. ¿Por qué luchar contra los medios si puedo usarlos en mi favor?
Emilia se cubre la cara con los brazos y sale corriendo hacia el bosque. Las puertas del helicóptero se abren y por el lateral lanzan varias escalas de cuerda.
Cuatro hombres vestidos con uniforme caqui y grandes armas colgadas a la espalda descienden por las escalas y nos rodean.
—¡Se ha ido por el bosque! —grito, aterrada ante la idea de que se vuelva a escapar. Uno de los hombres da una orden y los demás se adentran en el bosque para buscarla.
Dan es el último en bajar, justo antes de que el helicóptero se aleje, y viene corriendo para ayudarme con Kirsty.
—¡Lo conseguiste! —Sonrío.
—Gracias por la exclusiva del siglo. Me transporté directamente a Zambi después de recibir tu llamada, pero me preocupé al ver que no me enviabas tu ubicación exacta. Cuando por fin recibí la llamada de Arjun, pensé que sería demasiado tarde.
—Emilia estuvo interfiriendo en la señal hasta que Molly nos salvó de los murciélagos vampiros. ¿Grabaste cuando Emilia nos apuntó con la pistola?
—Lo he grabado todo. Ahora el mundo sabrá que ella está detrás del sabotaje de la Expedición Salvaje. Además, he traído refuerzos. —Hace un gesto a unos hombres que se acercan.
El jefe del grupo lleva en el brazo varios galones de oro. Una insignia en su pecho reza: Protege. Sustenta. Progresa.
—Soy el coronel James Odoyo, de la Agencia de Protección de las Tierras Salvajes de Zambi —se presenta, extendiendo la mano.
—Soy Samantha Kemi. Estas son mi hermana, Molly Kemi, y nuestra buscadora, Kirsty Donovan. Otro amigo, Arjun Patel, que les llamó para que vinieran, sigue en el coche. Por favor, necesitamos atención médica urgente.
—Les llevaremos a un hospital. Pero antes debemos registrarles para asegurarnos de que no llevan sustancias ilegales provenientes del unicornio.
Asiento con la cabeza y, a continuación, registran nuestros bolsos y nos cachean, excepto a Kirsty, cuyo hombro sigue sangrando a chorros. Tiene la mano apretada contra la herida, y hasta los guardas se dan cuenta de que puede ser peligroso que la retire. Molly sigue inconsciente en el suelo. Yo mantengo la cabeza alta. Gracias a Emilia, no tenemos nada que esconder.
Una vez que el coronel Odoyo está seguro de que no llevamos nada que proceda del unicornio, nos conducen fuera del bosque, hacia los camiones que nos van a llevar de vuelta. Veo que Arjun ya está sentado en el asiento trasero de uno de ellos, así que coloco a Molly a su lado.
—Nada de hospital… —me susurra Kirsty cuando estamos en el interior del camión—. Tenemos que irnos directos a la terminal de transportación.
—Pero…
—No rechistes. Encárgate tú.
Doy un golpecito en la ventana.
—Coronel Odoyo, ¿podría llevarnos a la terminal de transportación de Zambi? Necesito llevar a mi hermana a casa.
—El hospital está de camino, señorita —responde.
—Por favor. Sé que en Zambi no siguen la tradición de la Expedición Salvaje de Nova, pero he de regresar. La vida de nuestra princesa está en juego. —Necesito contarle a alguien (a Renel, al rey, a quien sea) lo que Emilia ha hecho y ver si podemos conseguir la cola de unicornio de otra manera.
El hombre que está sentado junto al coronel Odoyo se da la vuelta con una amplia sonrisa.
—¡Conocemos a la princesa Evelyn! Mi mujer la sigue en todas las revistas. Vino a Zambi de visita el año pasado y tuvimos que hacer cola en la calle para que pudiera verla. Dijo que en persona es mucho más delgada que en las fotos.
—Entonces, ¿nos ayudará?
El coronel Odoyo cambia el rumbo del camión y nos lleva a la terminal.
—Vosotras podéis iros a hacer lo que tengáis que hacer. Pero tus amigos —señala a Kirsty y Arjun— necesitan tratamiento primero.
En la terminal, el coronel Odoyo demuestra que tenía razón: no van a dejar que Arjun y Kirsty se vayan. Ninguno de los dos está en condiciones de viajar. Arjun aún está débil a causa de su primera transportación y creo que se alegra de poder regresar en avión más adelante. Kirsty se halla extrañamente callada, aunque ha perdido tanta sangre que es normal que apenas pueda discutir. A Molly y a mí nos permiten utilizar nuestros billetes de vuelta, sobre todo porque regresamos a casa, así que Dan se ofrece voluntario para quedarse y asegurarse de que cuiden bien de Kirsty y Arjun. Y quiere actualizar su blog lo antes posible.
Antes de atravesar la barrera de seguridad, Kirsty me llama y me dice que quiere hablar conmigo en privado. El único lugar que encontramos es el baño de señoras. ¡Qué elegancia! Doy por hecho que quiere disculparse por raptar a Molly, así que me pongo de inmediato a la defensiva y entro de brazos cruzados. Lo que hizo fue estúpido, arriesgado, peligroso…
Pero entonces me empuja dentro de uno de los servicios, cierra la puerta y echa el pestillo. Apenas hay espacio para las dos.
—¿Qué narices…? —mascullo con la pierna aplastada contra el retrete.
Ella se retira la camiseta del hombro mientras se retuerce de dolor y me enseña el agujero profundo, desgarrado, donde el unicornio clavó el cuerno. Al verlo, me tapo la boca con la mano.
—Sam —dice apretando los dientes—, concéntrate. —Entonces saca unas pinzas—. El unicornio me ha tenido que dejar incrustada alguna astilla del cuerno en el hombro.
—Oh, no. No voy a hacer eso.
—Tienes que hacerlo.
—Dios… ¿Para qué? No sé si voy a poder.
—Ya no tenemos la cola, Sam. Pero, por suerte, puedes utilizar esto en su lugar.
Tengo la mente en blanco.
—Supongo… supongo que podría funcionar… —murmuro mientras me empiezo a dar cuenta de que quizá no esté eliminada de la Expedición. El cuerno tiene las mismas propiedades que la cola, aunque su uso es mucho menos común debido a lo difícil que es conseguirlo.
—Estupendo, así no me habré dejado cornear en vano. Iba a vender las astillas, pero resulta que tú las necesitas. Después de todo, no habría sido capaz de conseguirlas sin…
—Sin Molly, exacto.
—Sam, ella me insistió en que la trajera. Sé que… —Se queda callada—. Bueno, en fin, hazlo rápido. —No es que sea una disculpa, pero Kirsty es la buscadora (y la persona) más fuerte que conozco. Ha sufrido mucho. Creo que el hecho de haber recibido una cornada de unicornio ya es suficiente castigo. Coge aire—. Venga, estoy lista.
—De acuerdo. —Cojo las pinzas y, sin contar hasta tres ni aumentar innecesariamente los preámbulos, las hundo en el agujero intentando causar el menor daño posible, aunque no veo ningún fragmento de cuerno cerca de la superficie.
—¿Estás segura…?
—Tiene que estar ahí. Sigue buscando. Los unicornios no pueden embestir con el cuerno sin dejar un fragmento dentro. Por eso los buscadores suelen provocarlos, para que claven el cuerno en un tronco… No en sus cuerpos.
—Parece lógico.
Al final, después de hurgar en la herida de un modo desagradable, veo una astilla plateada. Agarro el extremo con las pinzas y tiro. La suelto dentro del monedero de mi cartera, que Kirsty tiene abierto. Luego saco un segundo fragmento que veo brillar en la herida.
—Que nadie los encuentre —me advierte.
La herida tiene un aspecto terrible. Cojo un montón de papel higiénico y se lo aprieto contra el hombro.
—¿Puedo llevarte ahora a un médico, por favor?
Asiente sin fuerzas.
—Sí. Y luego tienes que irte. Vuelve y haz la poción amorosa, Sam. Voy a contarle a Dan el plan de Emilia para que se entere todo el mundo; pero ella va a moverse con rapidez, así que tienes que darte prisa.
—En cuanto estés a salvo —asiento.
Le agarro la mano hasta que los médicos se hacen cargo de ella. Antes de que se lleven también a Arjun, que va en una silla de ruedas, le doy un fuerte abrazo.
—Siento lo de la cola de unicornio —me dice.
—No lo sientas —replico—, Kirsty ha encontrado una alternativa. —Es como si las astillas de cuerno me quemaran en la cartera.
Él abre los ojos como platos.
—No me extraña que no quisiera que nadie le mirara la herida. ¡Vamos, vete! Dale caña a esos alquimistas.
Le doy un beso en la mejilla. Después, Molly y yo atravesamos la barrera de seguridad y nos dirigimos a las plataformas de transportación.
—Tú primero —le digo.
Ella asiente y da un paso hacia la pantalla. Introduce los brazos y, al ser dotada, no necesita que nadie tire de ella desde el otro lado, en especial porque el destino es su casa, un lugar que conoce bien y en el que su presencia es fuerte. Será un viaje rápido y fácil para ella, lo que me alegra.
Una vez que estamos en casa, me quedo callada. Molly les cuenta lo sucedido a mis padres, pero, cuando llega a la parte de su intervención mágica, se la salta. Dice que perdió el conocimiento y que se despertó cuando yo la rescataba. Me contempla con ojos resplandecientes. Cree que lo hice yo, no se da cuenta de que fue ella sola. La corrijo y sonríe con timidez, como si no se lo creyera.
—Pero conseguimos la cola de unicornio, ¿verdad, Sam? —dice con un brillo en la mirada.
—No exactamente. —Dudo si hablarles de Emilia, pero no sé por qué se lo voy a ocultar, sobre todo si ya lo habrán visto en las noticias.
La historia me sale de corrido y la expresión de mis padres va cambiando del horror al enfado y después al alivio, puesto que hemos salido vivas.
Luego llego a la parte en que realizo la pequeña operación de cirugía menor a Kirsty, y mi padre hace un gesto como de ir a ponerse malo. Yo saco la cartera y coloco las dos astillas de cuerno sobre la mesa.
Mientras las miro, siento cómo actuarán con los otros ingredientes; es como si ya estuviera viéndolo. De repente, mis manos están ansiosas por mezclar, por convertir en polvo los fragmentos y empezar a elaborar la poción. Pero sigue faltando algo.
—Tengo que hablar con la familia real.
Me dirijo al convocador y mi familia hace un corrillo para observarme. Coloco la mano en la pantalla. Tarda un momento, pero pronto aparece la cara hostil de Renel y se me hace un nudo en la garganta.
—He tenido otro desencuentro con Emilia Thoth —consigo decir.
Me interrumpe antes de que siga:
—No importa, la princesa se va a salvar. Emilia ya no es un problema.
—¿Cómo? —Me quedo boquiabierta.
—ZA ha elaborado el remedio.
Estoy demasiado estupefacta para hablar. Mi padre toma la palabra:
—¿Han encontrado la receta para la poción amorosa y todos los ingredientes?
Renel mira fijamente levantando la barbilla, como dignándose a contestar.
—Zol lleva desarrollando una versión sintética del remedio en los laboratorios de ZA desde que la Expedición comenzó, con un equipo de científicos y mezcladores expertos. La familia real ha acordado que la solución aportada por esta dotadísima familia es la mejor opción para la princesa y que los ingredientes sintéticos han demostrado ser tan potentes como los naturales.
—¿Y qué pasa con el remedio espejo? ¿No dijiste que el Cuerno sólo aceptaría una poción natural?
—El Cuerno quedará satisfecho cuando la vida de la princesa esté fuera de peligro. Por supuesto, ZA no ganará exactamente la Expedición, pero la princesa se curará. ¿Qué diferencia hay? Los salvoconductos de las Tierras Salvajes proporcionados para la Expedición van a ser rescindidos y la familia real solicita que cesen de inmediato todas las actividades relacionadas con la Expedición.
—¡No! —grito. No puede acabar cuando estamos tan cerca, después de todo lo que hemos pasado.
—La familia real les pide que destruyan cualquier resto de poción amorosa que esté en proceso, ya que vuelve a ser una mezcla ilegal, y agradece a la familia Kemi su participación en la Expedición. Buenas noches.
El convocador se corta. Vuelvo a presionar el cristal una y otra vez, pero la comunicación no se activa.
Mi madre me pone la mano en el hombro.
—Lo sentimos, Sam.