Miércoles, 1 de julio
día del dominio en canadá, luna nueva
Esta tarde nos ha visitado un inspector escolar; me ha pillado sentado en una silla plegable en el jardín delantero. ¡No quería creerse que estoy enfermo! ¡Va a informar al colegio! Parece que no cayó en la cuenta de que estaba tomando un Lucozade e iba vestido con pijama, bata y zapatillas. Quise enseñarle mis asquerosas amígdalas, pero retrocedió y pisó la pata del perro. El perro, que se duele por nada, se puso un poco agresivo. Mi padre salió para separarlos, pero las cosas pueden ponerse feas para nosotros.
Jueves, 2 de julio
El médico ha dicho que puedo volver al colegio mañana, depende de cómo me sienta. Y como depende de eso, me sentiré mal.
Viernes, 3 de julio
¡Una familia de piel oscura se ha mudado a la antigua casa del señor Lucas! Sentado en mi silla plegable, miré con atención sus muebles cuando los sacaban del camión de mudanzas. Las señoras de piel oscura llevaban dentro de la casa unas enormes ollas, así que da la impresión de que es una familia numerosa. Mi padre dice que es el «principio del fin de nuestra calle». Pandora, que es miembro de la Liga Antinazi, dice que cree que mi padre es un posible racista.
Estoy leyendo La cabana del tío Tom.
Sábado, 4 de julio
día de la independencia, ee.uu.
La calle está llena de gente de piel oscura que va y viene en coches, furgonetas y minibuses. Entran y salen en tropel de la antigua casa del señor Lucas. Mi padre dice que es probable que haya tres familias metidas en cada habitación.
Pandora y yo vamos a darles la bienvenida a nuestro barrio. Estamos dispuestos a mostrarles que no todos los blancos son unos fanáticos racistas.
Bert Baxter sigue en el hospital.
Domingo, 5 de julio
tercer domingo después de la santísima trinidad
Me he quedado en cama hasta las seis de la tarde. ¿Para qué iba a levantarme? Pandora ha ido a una gincana.
Lunes, 6 de julio
La señora O’Leary quiere organizar una fiesta del barrio con motivo de la boda real. Los únicos que se han apuntado hasta ahora son la familia Singh.
Martes, 7 de julio
Bert Baxter se ha escapado del hospital. Llamó al Consejo Nacional de Libertades Civiles y le dijeron que podía marcharse sin el visto bueno de los médicos. Lo tenemos en nuestra habitación de invitados. Mi padre está que se sube por las paredes.
Pandora, Bert y yo nos hemos apuntado a la fiesta del barrio. Bert tiene mucho mejor aspecto, ahora que puede fumar todos los Woodbines que quiere.
El padre de Pandora ha venido para hablar con mi padre sobre qué hacer con Bert y Sabre. Se han emborrachado y han empezado a discutir de política. Bert ha empezado a aporrear el suelo y les ha pedido que bajaran las voces.
Miércoles, 8 de julio
Mi padre está desesperado con los ronquidos de Bert. A mí no me molestan porque me pongo tapones en los oídos.
He ido hoy al colegio. He decidido hacer los exámenes preparatorios de ciencias domésticas, arte, trabajos con madera y literatura inglesa. He dejado la geografía, las matemáticas y la historia para la secundaria. Pandora va a hacer nueve asignaturas del nivel preparatorio. Pero siempre ha tenido más ventajas que yo. Es socia de la biblioteca desde que tenía tres años.
Jueves, 9 de julio
Mañana es el último día de clase, hasta dentro de ocho semanas.
Pandora se irá pronto a Túnez. No sé cómo podré sobrevivir sin mi amor. Hemos probado unos besos a la francesa, pero como no nos gustaron, hemos vuelto a la inglesa.
Mi piel está estupenda. Debe de ser la combinación del enamoramiento y el Lucozade.
Viernes, 10 de julio
Hoy ha sido un día mágico en el colegio. Todos los profesores estaban de buen humor. Corría el rumor de que alguien había visto al viejo ojos saltones de Scruton riéndose, pero no lo creo.
Barry Kent trepó por el asta de la bandera y dejó que ondearan a la brisa unas bragas de su madre. Pandora dijo que probablemente era la primera vez que las ponían a ventilar.
Sean O’Leary cumple hoy diecinueve años. Me ha invitado a su fiesta de cumpleaños. Es sólo al otro lado de la calle, así que no tengo que ir muy lejos.
Estoy escribiendo ahora mi diario por si bebo una copa de más. La gente parece ponerse beoda con sólo traspasar el umbral de la casa de los O’Leary.
Sábado, 11 de julio
Primera resaca de verdad. A los catorce años, cinco meses y nueve días. Me ha acostado Pandora. Me subió por la escalera como si fuera una bombero.
Domingo, 12 de julio
cuarto domingo después de la santísima trinidad
Esta mañana mi padre nos ha llevado a mí, a Pandora y a Bert a la perrera Wagtails. La señora Kane, la propietaria, se niega a tener a Sabre por más tiempo. Ha sido muy emocionante el reencuentro de Bert y Sabre. La señora Kane es una mujer dura, se puso muy desagradable cuando mi padre no quiso pagar la factura de la estancia de Sabre; se alisaba constantemente su bigote negro con los dedos callosos y soltaba palabras impropias de su sexo.
Bert dijo que no pensaba separarse otra vez de Sabre. ¡Dijo que Sabre es el único amigo que tiene en el mundo! ¡¡Después de todo cuanto he hecho por él!! Si no fuera por mí, sería un cadáver y Sabre, un huérfano viviendo con la Sociedad Protectora de Animales.
Lunes, 13 de julio
¡Bert ha estado hablando con la señora Singh! ¡Habla el hindi de corrido! Dice que ella ha encontrado unas revistas indecentes debajo del linóleo del cuarto de baño. ¡Una herencia de ese gusano de Lucas!
El señor Singh se siente ultrajado. Ha escrito a los agentes inmobiliarios para quejarse de la profanación de su casa.
Bert me enseñó una de las revistas. En mi opinión, no son indecentes, pero es que yo soy un hombre de mundo. La he metido debajo del colchón, con los Big and Bouncy. Se llama Amateur Photographer.
Martes, 14 de julio
La asistenta social de Bert ha venido esta noche. Se llama Katie Bell. Ha hablado con Bert de forma estúpida. Dice que han ofrecido a Bert una plaza en el Hogar de la Felicidad Concejal Cooper. Bert le ha dicho que no quiere ir. Katie Bell dice que tiene que ir. Hasta mi padre ha dicho que le da pena Bert. ¡Pero no tanta pena como para invitarle a vivir con nosotros permanentemente!
Pobre Bert; ¿qué va a ser de él?
Miércoles, 15 de julio
Bert se ha ido a vivir con los Singh. El señor Singh se ha llevado la caseta del perro, de modo que la cosa es definitiva. Bert parece de lo más feliz. Su comida favorita es el curry.
Pandora me ha dejado tocar sus pechos. Prometí no contárselo a nadie, pero no hay nada realmente que contar. No podría decir dónde empiezan sus pechos, con todas esas capas de ropa interior, vestido, chaqueta y anorak.
Estoy leyendo Sexo, los hechos por el doctor A. P. G. Haig.
Jueves, 16 de julio
11 de la mañana. Mi padre ha recibido su cheque del paro. Saltó y chilló como un vaquero por todo el pasillo. Ha invitado a Doreen Slater a salir con él para celebrarlo. ¿Adivinas quién se queda con Maxwell? ¡Sí, querido diario, has acertado! ¡Yo!
11 de la noche. Maxwell acaba de dormirse en este momento. Pandora me ha llamado a las nueve y media para preguntarme qué tal iban las cosas. No la entendí bien porque Maxwell chillaba con todas sus fuerzas. Pandora dice que debo probar con vodka en leche caliente y metérsela por la fuerza en su repugnante garganta.
Acabo de hacerlo y ha funcionado.
No es mal chico cuando duerme.
Viernes, 17 de julio
LUNA LLENA
Mi amor precioso deja mañana nuestras costas. Voy a ir al aeropuerto para despedirme de ella. Espero que su avión no sufra de fatiga del metal. Acabo de mirar el mapamundi para ver dónde está Túnez y me he quitado un peso de encima al comprobar que Pandora no tendrá que sobrevolar el triángulo de las Bermudas.
Si algo le pasa a mi amor, nunca volveré a sonreír.
Le he comprado un libro para que lo lea durante el vuelo. Se titula ¡Nos estrellamos!, y el autor es un tipo llamado William Goldenstein, III. Es muy bueno para saber qué hacer si sucede lo peor.
Sábado, 18 de julio
Pandora leyó ¡Nos estrellamos!, en el autobús camino del aeropuerto. Cuando anunciaron su vuelo se puso histérica y su padre tuvo que subirla en brazos por la escalerilla. Saludé con la mano al avión hasta que desapareció en una gran nube; luego subí tristemente al autobús y he vuelto a casa. No sé cómo aguantaré los próximos quince días. Buenas noches, mi hermosa tunecina.
Domingo, 19 de julio
quinto domingo después de la santísima trinidad
Me he quedado en cama, y mirando Túnez en el mapa.
Lunes, 20 de julio
No he recibido aún una postal de mi amor.
Martes, 21 de julio
Bert ha venido esta mañana. Dice que Túnez está llena de peligros.
Miércoles, 22 de julio
¿Por qué no he recibido todavía una postal? ¿Qué puede haber pasado?
Jueves, 23 de julio
He preguntado a nuestro cartero por las comunicaciones entre Túnez e Inglaterra. Dice que son «diabólicas», que el servicio de correos tunecino depende de los camellos.
Viernes, 24 de julio
cuarto menguante
He ido a ver al señor Singh. Dice que Túnez es muy poco higiénico. ¡Todo el mundo, salvo yo, parece que conoce bien Túnez!
Sábado, 25 de julio
¡pandora!, ¡pandora!, ¡pandora!
¡Oh!, mi amor,
mi corazón te anhela,
mi boca está seca,
mi alma arde.
Estás en Túnez,
estoy aquí.
Recuérdame y deja caer una lágrima.
Vuelve bronceada, morena y sana.
Qué afortunada eres que tu padre sea rico.
Volverá dentro de seis días.
Domingo, 26 de julio
sexto después de la santísima trinidad
He merendado en casa de la abuela. He estado triste y ensimismado por el viaje de Pandora a Túnez. La abuela me ha preguntado si estaba estreñido. Casi le cuento la verdad, pero ¿para qué voy a intentar explicar el amor a una mujer de setenta y seis años, que piensa que la palabra es obscena?
Lunes, 27 de julio
¡Una postal vía camello! Dice:
Queridísimo:
Las condiciones económicas aquí son horrorosas. Iba a comprarte un regalo, pero, en vez de eso, di todo mi dinero a un mendigo. Tienes un corazón tan generoso, Adrian, que estoy segura de que lo entenderás.
Todo mi amor hasta el infinito.
Para siempre,
Pandora
¡Imagínate, dar mi regalo a un sucio y vago mendigo! Hasta nuestro cartero se ha indignado.
Martes, 28 de julio
¡Es un milagro que conserve la fuerza para sostener mi pluma! He dedicado todo el día al trajín de ayudar en los preparativos para la fiesta del barrio en honor a la boda real. La señora O’Leary vino para preguntarme si podía ayudar con las colgaduras. Le dije: «Creo que es mi deber patriótico». La señora O’Leary me dijo que si yo me subía a la escalera, ella me pasaría las colgaduras. No me pasó nada al subir los primeros cuatro o cinco peldaños, pero luego cometí el error de mirar hacia abajo y sufrí un ataque de vértigo, así que tuvo que subir la señora O’Leary. Fue inevitable que viera las bragas de la señora O’Leary. Son sorprendentemente sexy para alguien que va a la iglesia todos los días y dos veces el domingo. ¡Encaje negro! ¡Con lacitos rojos de raso! Me dio la sensación que la señora O’Leary sabía que le miraba las bragas porque me dijo que la llamara Catlin. Me alegré mucho de que el señor O’Leary viniera a sustituirme. El señor y la señora Singh han colgado una enorme bandera inglesa de la ventana de su dormitorio, que da a la calle. Bert me dijo que era la bandera que había robado cuando estuvo en el ejército.
Nuestra casa es la vergüenza del barrio. Todo lo que ha hecho mi padre ha sido prender en la puerta de la calle una servilleta con los rostros de Carlos y Diana.
Mi padre y yo hemos visto el espectáculo de los fuegos artificiales en la tele. Lo único que puedo decir es que intenté disfrutar pero no pude. Mi padre dice que es una manera de quemar el dinero. Todavía está amargado por no tener trabajo.
Espero que el príncipe se acuerde de quitar la etiqueta con el precio de las suelas de sus zapatos: mi padre se olvidó en su boda. Toda la iglesia pudo leer la etiqueta. Decía: saldo del 40, diez chelines.
Miércoles, 29 de julio
¡¡¡DÍA DE LA BODA REAL!!!
¡Qué orgullo siento de ser inglés!
¡Los extranjeros deben de estar verdes de envidia!
¡Somos los primeros del mundo cuando de ceremonias se trata! Debo confesar que los ojos se me llenaron de lágrimas cuando vi al populacho de Londres, que había estado esperando desde el amanecer, vitorear con entusiasmo a todos las personas ricas, famosas y bien vestidas que pasaban en carruajes y RollsRoyce.
La abuela y Bert Baxter han venido a casa para ver la boda, porque tenemos una tele en color de 24 pulgadas. Al principio se llevaron bien pero, luego, Bert recordó que era comunista y empezó a decir cosas antimonárquicas, como «los ricos ociosos» y «parásitos», así que la abuela lo echó para que viera el «portátil en color» de los Singh.
El príncipe Carlos, a pesar de sus orejas, estaba bastante guapo. Su hermano es guapísimo; lástima que no pudieran hacer un trueque de cabezas, aunque sólo fuera en este día. Lady Diana hizo vibrar las cuerdas de mi corazón con su vestido de color blanco sucio. Incluso ayudó a un anciano a subir el pasillo. Me parece que fue muy gentil por su parte, teniendo en cuenta que era el día de su boda. Asistió un montón de gente famosa. Nancy Reagan, Spike Milligan, Mark Phillips, etc. La reina parecía estar un poco celosa. Supongo que era porque, por una vez, la gente no la miraba a ella.
El príncipe se había acordado de quitar el precio de los zapatos. Me sentí aliviado.
Cuando el príncipe y Diana intercambiaron los anillos, mi abuela empezó a llorar. No había traído pañuelo, así que subí para coger un rollo de papel higiénico. Cuando bajé ya se habían casado. ¡Me perdí el momento histórico de su matrimonio! Hice té durante todo el aburrido intervalo musical, pero volví a escuchar el canto de esa mujer, Kiwi. ¡Vaya un par de pulmones que tiene!
La abuela y yo nos estábamos acomodando para mirar la vuelta triunfal de la pareja al palacio, cuando se oyeron muchos golpes en la puerta principal. No hicimos caso y mi padre tuvo que levantarse de la cama para abrir. Bert, el señor y la señora Singh y todos los pequeños Singh entraron pidiendo refugio. ¡Se había roto su televisor! Mi abuela apretó los labios, no es una entusiasta de la gente negra, marrón o amarilla, ni de los irlandeses, los judíos y los extranjeros. Mi padre los dejó entrar a todos y luego llevó a la abuela en coche a su casa. Los Singh y Bert se sentaron alrededor de la tele y se pusieron a hablar en hindi.
La señora Singh ofreció a todos unas empanadillas de carne. Comí una y tuve que beber un litro de agua. ¡Creí que me ardía la boca! No eran empanadillas de carne.
Estuvimos mirando la televisión hasta que la feliz pareja salió de la estación Victoria en un tren de aspecto muy raro. Bert dijo que parecía raro porque estaba limpio.
La señora O’Leary vino a preguntarnos si podíamos dejarle nuestras sillas viejas para la fiesta del barrio. Como no estaba mi padre le dije que sí y la ayudé a sacarlas a la calle. Afuera todo parecía muy raro, sin coches y con banderas y colgaduras agitadas por el viento.
La señora O’Leary y la señora Singh barrieron la calle. Luego todos ayudamos a colocar en medio las mesas y sillas. Las mujeres hicieron todo el trabajo, los hombres se quedaron en la acera, bebiendo mucho y haciendo chistes sobre las nupcias reales.
El señor Singh colocó los altavoces de su estéreo en las ventanas de su sala de estar y escuchamos un LP de Des O’Connor mientras llenamos las sillas de bocadillos, pasteles de mermelada, embutidos y salchichas con palitos. Luego la señora O’Leary dio un sombrero de disfraz a cada uno y nos sentamos a comer. Al final de la merienda el señor Singh echó un discurso sobre lo maravilloso que es ser británico. Todos lo vitorearon y cantaron «Tierra de esperanza y gloria». Pero sólo el señor Singh se sabía toda la letra. Luego volvió mi padre con cuatro paquetes de cerveza y dos docenas de vasos de papel y pronto todos empezaron a comportarse de forma poco digna.
El señor O’Leary quiso enseñar una giga irlandesa a la señora Singh, pero lo único que consiguió fue enredarse en su sari. ¡Puse mi LP de Abba y subí el volumen tan alto que, pronto, hasta la gente de más de cuarenta años empezó a bailar! Cuando se encendieron los faroles, Sean O’Leary subió para cubrir las bombillas de papel crepé azul, blanco y rojo, para dar más ambiente, y yo cogí las velas que nos quedaban y las puse en las mesas. Nuestra calle tenía un aspecto muy bohemio.
Bert contó algunas mentiras sobre la guerra, mi padre contó chistes. La fiesta duró hasta la una de la madrugada, cuando lo normal es que circulen firmas de protesta si se te ocurre carraspear después de las once.
No bailé. Fui un observador divertido y cínico. Además, me dolían horriblemente los pies.
Jueves, 30 de julio
He visto hasta siete repeticiones de la boda real en la tele.
Viernes, 31 de julio
luna nueva
Estoy hasta el gorro de la boda real.
Pandora, la amiga de los mendigos, vuelve mañana.