Lunes, 1 de junio
día de fiesta en la república de irlanda
Mi padre ha recibido una carta y se ha puesto pálido al leerla: ¡Lo han echado del trabajo! ¡Irá al paro! ¿Cómo vamos a vivir con la miseria que da el gobierno? ¡Tendremos que prescindir del perro! Su comida nos cuesta treinta y cinco peniques diarios y eso sin contar el Winalot. ¡Ya soy hijo de un separado que está en el paro! ¡Será la Seguridad Social la que me compre los zapatos!
Hoy no he ido al colegio; he llamado a la secretaria de la escuela para decirle que mi padre está mentalmente enfermo y necesita cuidados. Parecía asustada y me preguntó si se había puesto violento. Le he dicho que no daba señales de violencia, pero que si las daba llamaría al médico. He preparado para mi padre toda clase de bebidas calientes y dulces para combatir la impresión; ha seguido hablando de calentadores eléctricos, y dice que va a ir a los medios de comunicación y tirará de la manta.
Ha llamado a Doreen Slater, que vino enseguida; traía consigo a un pequeño horrible que se llama Maxwell. Experimenté una profunda impresión al ver a Doreen Slater por primera vez. No entiendo cómo mi padre ha querido tener trato carnal con ella. Está tan flaca como un palillo. No tiene ni pecho ni culo. Es toda recta, de arriba abajo, incluida su nariz, boca y los cabellos. En cuanto entró en la casa, abrazó a mi padre. Maxwell empezó a llorar, el perro empezó a ladrar, así que yo me retiré a la negrura de mi habitación y empecé a contar todas las cosas que se ven debajo de la pintura: ¡ciento diecisiete!
Doreen se marchó a la 1.30 para llevar a Maxwell a su jardín de infancia. Luego compró unas cosas y nos hizo una comida chapucera de espaguetis y queso. Vive sola; Maxwell nació fuera del matrimonio. Me contó su vida mientras lavábamos los platos. Podría ser bastante guapa si estuviera más gordita.
Martes, 2 de junio
luna nueva
Doreen y Maxwell han pasado la noche con nosotros. Maxwell tenía que dormir en el sofá, pero lloró tanto que terminó durmiendo en la cama de matrimonio, con mi padre y Doreen; por consiguiente, mi padre no pudo ampliar sus conocimientos carnales de Doreen. Se puso asquerosamente enfermo, pero no tanto como Maxwell. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
Miércoles, 3 de junio
Hoy he asistido a clase y no fui capaz de concentrarme, seguí pensando en la flacucha. Tiene unos dientes blanquísimos y magníficos (en línea recta, por supuesto). Cuando volví del colegio hizo unas pastas de mermelada. No es tacaña con la mermelada como algunas mujeres que conozco.
Mi padre fuma y bebe muchísimo, pero, según Doreen, se ha vuelto temporalmente impotente. ¡No quiero saberlo! Doreen me habla como si fuera un adulto y no el hijo de su amante, de catorce años, dos meses y un día de edad.
Jueves, 4 de junio
Doreen cogió el teléfono cuando llamó mi madre a primera hora de la mañana. Mi madre quería hablar conmigo. Exigió saber qué hacía Doreen en la casa. Le dije que mi padre tenía un ataque de nervios y que Doreen Slater lo cuidaba. Le conté lo del paro. Dije que bebía mucho, fumaba demasiado y que, en general, no se cuidaba. Luego me fui al colegio. Me sentía rebelde, por eso me puse unos calcetines rojos. Está prohibido terminantemente, pero ya me da igual.
Viernes, 5 de junio
¡La señorita Sproxton descubrió mis calcetines rojos durante la asamblea general de esta mañana! La vieja bruja se chivó a Scruton, el de los ojos saltones. Me llevó a su despacho y me echó un discurso sobre los peligros de ser un inconformista. Luego me envió a casa para que me pusiera los calcetines negros obligatorios. Mi padre estaba en la cama cuando llegué a casa; se estaba curando de su impotencia. Miré Jardín de infancia con Maxwell hasta que bajó. Le conté la historia de los calcetines.
¡De repente se puso como un loco furioso! Llamó al colegio y obligó a que Scruton saliera de la reunión de los celadores en huelga. Gritaba una y otra vez por teléfono: «¡Mi mujer me ha dejado, me han echado de mi trabajo, tengo que cuidar de un niño idiota! —Maxwell, supongo—, ¡y usted tiraniza a mi hijo por el color de sus calcetines!». Scruton dijo que si yo volvía al colegio llevando calcetines negros, todo sería perdonado, pero mi padre dijo que llevaría calcetines del color que me diera la gana. Scruton dijo que quería mantener un cierto nivel. Mi padre dijo que el equipo inglés que jugó la Copa Mundial en 1966 no llevaba calcetines negros ni tampoco los llevó sir Edmund Hillary en 1953. Scruton pareció tranquilizarse entonces. Mi padre colgó. Dijo: «He ganado el primer asalto».
Todo esto podría salir en los periódicos: «Pelea escolar por unos calcetines negros». Mi madre podría leerlo y volvería a casa.
Sábado, 6 de junio
¡Alegría, alegría!, ¡éxtasis! ¡Pandora está organizando una protesta por lo de los calcetines! ¡Hoy ha venido a casa! ¡Sí! ¡Ha estado aquí, en carne y hueso, en nuestro porche y me ha dicho que admira mi actitud! Quería pedirle que entrara, pero la casa está en un estado miserable y no me he atrevido. El lunes por la mañana hará circular una petición por todo el colegio. Dice que soy un luchador por la libertad de los derechos del individuo. Quiere que vaya a su casa mañana por la mañana. ¡También se está formando un comité y el orador principal seré yo! Quiso ver los calcetines rojos, pero le dije que estaban en la lavadora.
Doreen Slater y Maxwell se han ido hoy a su casa. Mi abuela viene esta tarde y tengo que borrar toda sus huellas.
Domingo, 7 de junio
domingo de pentecostés
La abuela ha encontrado el chupete de Maxwell en la cama de mi padre. He mentido; le he dicho que el perro debía haberlo traído de la calle. Ha sido un momento desagradable. No sé mentir bien, me pongo rojo como un tomate y mi abuela tiene una mirada penetrante, parece Supermán. Para despistarla le conté lo de la pelea por los calcetines rojos, pero me contestó que las reglas están para ser cumplidas.
Pandora y el comité me esperaban en el enorme salón de su casa. Pandora es la presidenta, Nigel es el secretario y la amiga de Pandora, Claire Neilson, es la tesorera. Craig Thomas y su hermano Brett son miembros ordinarios. No me dejan tener ningún cargo importante porque soy la víctima.
Los padres de Pandora estaban en la cocina de madera haciendo el crucigrama del Sunday Times. Parece que se llevan bien. Nos trajeron al salón una bandeja con café y galletas digestivas. Pandora me presentó a sus padres. Me dijeron que admiraban la postura que yo había adoptado. Los dos son miembros del Partido Laborista y hablaron de los mártires de Tolpuddle. Me preguntaron si el hecho de que hubiera escogido los calcetines rojos para molestar, tenía algún significado. Mentí y dije que había elegido el rojo porque era un símbolo de la revolución, y luego me puse de un rojo revolucionario. Desde hace poco me estoy volviendo un perfecto mentiroso.
La madre de Pandora me dijo que podía llamarla Tania. ¿No es ruso ese nombre? Su padre me dijo que podía llamarlo Iván. Es muy simpático, me dio un libro para leer: se llama Los filántropos de los pantalones raídos. Aún no le he echado un vistazo, pero como me interesan mucho las colecciones de sellos pienso leerlo esta noche.
Lavé mis calcetines rojos y los puse en el radiador para que se sequen y pueda llevarlos mañana.
Lunes, 8 de junio
Me levanté, y me vestí; me puse los calcetines rojos antes que los calzoncillos o la camisa. Mi padre se quedó en la puerta y me deseó suerte. Me sentía como un héroe. Me reuní con Pandora y el resto del comité en la esquina de nuestra calle; todos llevábamos calcetines rojos. Los de ella eran de Lurex. ¡Es una chica con redaños! Cantamos «No nos moverán» por el camino. Me sentía un poco asustado cuando pasamos por el portalón del colegio, pero Pandora nos alentó con gritos de ánimo.
Alguien tuvo que dar el chivatazo al ojos saltones de Scruton, porque esperaba en el guardarropa del cuarto curso. Estaba muy tranquilo, con los brazos cruzados, mirándonos con sus ojos de huevos pasados por agua. No habló, sólo nos hizo un gesto hacia arriba con la cabeza. Todos los calcetines rojos marcharon escaleras arriba. Mi corazón palpitaba con fuerza. Entró en silencio en su despacho, se sentó detrás de su escritorio y empezó a darse golpecitos en los dientes con un bolígrafo del colegio.
Sonrió de modo espantoso e hizo sonar el timbre que tiene encima de su mesa. Entró su secretaria y él le dijo: «Siéntese porque voy a dictarle una carta, señora Claricoates». La carta iba dirigida a nuestros padres, decía:
Queridos Sr. y Sra.:
Es mi triste deber informarles que su hijo/a se ha burlado deliberadamente de una de las reglas de este colegio.
Opino que esta contravención es muy seria. Por consiguiente, he decidido suspender la asistencia de su hijo/a a clase durante el período de una semana. Los jóvenes de hoy carecen a menudo de una guía moral en sus casas, por lo tanto considero que es mi deber mantener una firme postura en el colegio. Si quieren tratar del asunto conmigo, por favor, no duden en llamar a mi secretaria y pedir hora.
Muy atentamente,
R. G. Scruton
Director del colegio
¡Pandora empezó a decir algo sobre el perjuicio que tendrían sus notas, pero Scruton le ordenó con un rugido que se callara! Hasta la señora Claricoates pegó un respingo. Scruton dijo que podíamos esperar hasta que las cartas estuvieran mecanografiadas, duplicadas y firmadas y que luego debíamos «largarnos a toda máquina del colegio». Esperamos fuera del despacho de Scruton. Pandora lloraba (porque estaba furiosa y frustrada, dijo). La rodeé un poco con mi brazo. La señora Claricoates nos dio nuestras cartas. Sonrió muy amablemente, no debe ser fácil trabajar para un déspota.
Primero fuimos a la casa de Pandora, pero estaba cerrada con llave, así que invité a todo el mundo a mi casa. Por una vez estaba limpia, salvo los pelos del perro. Mi padre se puso como una fiera por lo de la carta. Se supone que es un conservador pero no lo demostró en ese momento.
No puedo remediarlo, pero debí haber llevado calcetines negros el viernes.
Martes, 9 de junio
cuarto creciente
Mi padre ha ido hoy a ver a Scruton y le ha dicho que si no me dejaba volver al colegio llevando los calcetines que yo quisiera, iba a protestar a su representante en el Parlamento. El señor Scruton le preguntó a mi padre que quién es su representante. Mi padre no lo sabía.
Miércoles, 10 de junio
¡Pandora y yo estamos enamorados! ¡Es oficial! Ella se lo ha contado a Claire Neilson, que se lo ha contado a Nigel y que es quien me lo ha contado a mí. Le he dicho a Nigel que dijera a Claire, para que se lo dijera a Pandora, que yo la correspondo con mi amor. Estoy extasiado, loco de alegría. Paso por alto que Pandora fume cinco Benson and Hedges al día y tenga su propio encendedor. Cuando estás enamorado, estas cosas dejan de tener importancia.
Jueves, 11 de junio
Pasé todo el día con mi amor. No puedo escribir mucho, todavía me tiemblan las manos.
Viernes, 12 de junio
He recibido un mensaje en el colegio de Bert Baxter, que quiere verme urgentemente. He ido a su casa con Pandora (somos inseparables). Está enfermo. Tenía un aspecto horrible. Pandora le hizo la cama y puso sábanas limpias (parecía que no le molestaba el olor) y yo telefoneé al médico. Describí los síntomas de Bert. Respiración rara, cara pálida, sudores.
Intentamos limpiar un poco su dormitorio. Bert decía sandeces sin sentido. Pandora dice que deliraba. Lo tuvo cogido de la mano hasta que llegó el médico. El doctor Patel es muy simpático, dijo que Bert necesitaba oxígeno. Me dio un número para que llamara a una ambulancia, y pareció que tardaba siglos en llegar. Pensé que últimamente no me había ocupado de Bert y me sentí como un granuja. Los hombres de la ambulancia bajaron las escaleras con Bert en una camilla. Se atascaron en una de las esquinas de la escalera y tiraron un montón de latas vacías de remolacha. Pandora y yo abrimos un camino en medio de la basura que había en el pasillo de la planta baja y lo sacaron por allí. Lo envolvieron en una manta grande, roja y velluda, antes de sacarlo a la calle. Luego lo metieron en la ambulancia y lo llevaron con la sirena puesta. Yo tenía un nudo grande en la garganta y los ojos húmedos. Habrá sido el polvo.
La casa de Bert está llena de polvo.
Sábado, 13 de junio
Bert está en cuidados intensivos, no le permiten visitas. Les llamo cada cuatro horas para saber cómo está. Finjo ser un pariente. Las enfermeras dicen cosas como «Se encuentra estable».
Sabre está con nosotros. Nuestro perro está en casa de la abuela, porque tiene miedo de los pastores alemanes.
Espero que no se muera Bert. Además del afecto que le tengo, no tengo nada que ponerme para ir al funeral.
Sigo locamente enamorado de P.
Domingo, 14 de junio
domingo de la santísima trinidad
He visto a Bert, está lleno de tubos. Le llevé un bote de remolacha para cuando esté mejor. La enfermera lo guardó en su armario. Le llevé unas tarjetas deseándole que se mejore, una de Pandora y mía, otra de mi abuela, una de mi padre y otra de Sabre.
Bert estaba dormido y no me quedé mucho rato.
Lunes, 15 de junio
El Comité de los Calcetines Rojos ha votado ceder de momento ante Scruton. Los calcetines rojos los llevamos debajo de los negros. Eso hace que nos aprieten los zapatos, pero no nos importa, porque es una cuestión de principios.
Bert ha experimentado una ligera mejoría. Se queda despierto más tiempo. Iré a verlo mañana.
Martes, 16 de junio
A Bert sólo le han dejado ahora unos pocos tubos dentro. Estaba despierto cuando entré en su habitación. No me reconoció al principio, porque me habían puesto una bata y una mascarilla. Creyó que yo era un médico. Dijo: «Sáqueme estos malditos tubos de mis partes íntimas. No soy ningún sistema de metro». Luego, cuando se dio cuenta que era yo, me preguntó por Sabre, tuvimos una larga charla sobre los problemas de comportamiento de Sabre y luego vino una enfermera que me dijo que tenía que irme. Bert me pidió que dijera a sus hijas que estaba en el lecho de muerte; ¡me dio media corona para las llamadas de teléfono! ¡Dos viven en Australia! Dijo que los números estaban apuntados en el dorso de su viejo libro de pagos del ejército.
Mi padre dice que media corona equivale aproximadamente a doce peniques y medio. Me guardaré la media corona. Cuando la toco me da la sensación de algo pesado y sólido y sin duda alguna llegará el día en que se convertirá en pieza de coleccionista.
Miércoles, 17 de junio
luna llena
Pandora y yo hemos buscado por toda la casa de Bert el libro de pagos del ejército. Pandora ha encontrado un montón de postales indecentes de color crema y marrón. Estaban firmadas: «Avec tout mon amour chéri, Lola». Me sentí un poco extraño después de mirarlas, y también Pandora. Nos dimos nuestro primer beso realmente apasionado. Tenía ganas de darle un beso a la francesa, pero como no sé cómo se hace, tuve que contentarme con uno inglés ordinario.
No hay señales del libro de pagos.
Jueves, 18 de junio
Bert ya no tiene ningún tubo. Mañana lo trasladan a una sala normal. Le conté que no encontramos su libro de pagos, pero dice que ya no importa, porque no se está muriendo.
Pandora me ha acompañado esta noche. Se lleva bien con Bert; hablaron de Blossom. Bert le dio unos cuantos consejos para que Blossom esté bien cuidada. Entonces Pandora salió para arreglar las flores que había traído y Bert me preguntó si «me la había tirado ya». A veces no es más que un viejo verde que no merece que lo visiten.
Viernes, 19 de junio
Bert está en una gran nave, llena de viejos con las piernas rotas y pechos vendados. Tiene mucho mejor aspecto con la dentadura postiza puesta. Algunos de los hombres silbaron cuando Pandora entró en la sala. Ojalá no fuera más alta que yo. Bert se ha metido en un buen lío con la enfermera jefe de sala por haber manchado las sábanas del hospital con el zumo de remolacha. Tiene que seguir una dieta de alimentos líquidos.
Sábado, 20 de junio
Espero que Bert vuelva pronto a casa. Mi padre está hasta la coronilla de Sabre y mi abuela está harta de nuestro perro.
El médico de Bert le ha dicho que debe dejar de fumar, pero Bert dice que a los ochenta y nueve años difícilmente vale la pena.
Me pidió que le comprase veinte Woodbines y una caja de cerillas. ¿Qué debo hacer?
Domingo, 21 de junio
primer domingo después de la fiesta de la trinidad. día del padre
No pude dormir anoche preocupado con los Woodbines. Después de un largo examen de conciencia decidí no hacer caso a Bert. ¡Luego me fui al hospital y me enteré de que Bert había comprado sus apestosos cigarrillos en el carrito de servicio del hospital!
Acabo de medir mi cosa. Ha crecido un centímetro. Puede que a lo mejor la necesite pronto.
Lunes, 22 de junio
Me he despertado con dolor de garganta, sin poder tragar saliva y cuando he intentado dar un grito para que me oyeran desde abajo, sólo me ha salido un graznido. He intentado llamar la atención de mi padre dando golpes en el suelo de mi dormitorio con el zapato del colegio, pero mi padre me ha gritado: «Deja de dar esos malditos golpes». Al final, he enviado al perro con un mensaje metido en el collar. He esperado siglos, y luego he oído al perro que ladraba en la calle. ¡No había entregado mi mensaje! Estaba al borde de la desesperación. He tenido que levantarme para ir al retrete; cómo he llegado es un misterio; todo es como una mancha borrosa. Me he puesto en lo alto de la escalera y he graznado todo lo fuerte que he podido, pero mi padre tenía puestos sus discos de Alma Cogan, y he tenido que bajar para decirle que estaba enfermo. Mi padre ha mirado mi garganta y ha dicho: «¡Por Dios, Adrian, tienes unas amígdalas como un par de misiles Polaris! ¿Qué haces aquí abajo? ¡Métete en la cama enseguida, idiota!». Y me ha tomado la temperatura: tenía 42 °C. Para estar muerto.
Ahora es medianoche menos cinco minutos, el médico vendrá por la mañana. Rezo para poder seguir resistiendo hasta entonces. Si pasa lo peor, dispongo que dejo todos mis bienes terrenales a Pandora Braithwaite, del 69 de Elm Tree Avenue. Creo que estoy en mi sano juicio. Es muy difícil saberlo cuando tienes una temperatura de 42 °C.
Martes, 23 de junio
Tengo anginas. Es oficial. Estoy con antibióticos. Pandora se sienta al lado de mi cama y me lee en voz alta. No me atrevo a decirle que no lo haga, cada palabra me retumba en la cabeza como una pedrada.
Miércoles, 24 de junio
Una tarjeta de mi madre para desearme una rápida recuperación. Dentro había un billete de cinco libras. Le he dicho a mi padre que lo gaste en cinco botellas de Lucozade.
Jueves, 25 de junio
luna menguante
En mi delirio, he soñado con lady Diana Spencer; espero que para la boda ya me encuentre mejor. Aún tengo 42 °C de temperatura.
Mi padre no puede dominar a Sabre, así que Pandora se lo ha llevado a su casa (a Sabre, no a mi padre).
Viernes, 26 de junio
El médico dice que nuestro termómetro no funciona bien. Me siento un poco mejor.
Hoy me he levantado veinte minutos. He mirado Play School; hoy le tocaba a Carol Leader, es mi presentadora favorita.
Pandora me ha traído una tarjeta deseándome una «feliz recuperación». La ha hecho ella sola, con rotuladores. Firmada: «Tuya para siempre, Pa».
Hubiera querido darle un beso, pero aún tengo los labios cortados.
Sábado, 27 de junio
¿Por qué no ha venido mi madre a visitarme?
Domingo, 28 de junio
segundo domingo después de la santísima trinidad
Mi madre acaba de marcharse para coger el tren de Sheffield.
Estoy abrumado por la emoción. Tengo una recaída.
Lunes, 29 de junio
Pandora ha ido a ver a Bert Baxter. Dice que las enfermeras están hartas de él, porque no quiere estar en cama ni hacer lo que le mandan. Le van a dar de alta el jueves.
Añoro la paz y la tranquilidad de una sala de hospital. Yo sería un enfermo perfecto.
El padre de Pandora ha puesto a Sabre en una perrera; le cuesta tres libras diarias, pero él dice que merece eso y mucho más.
Martes, 30 de junio
Empiezo el período de convalecencia. Tendré que dar tiempo al tiempo si quiero recuperar mi antiguo vigor.