Domingo, 1 de febrero

cuarto después de la epifanía

Anoche, hubo muchos gritos abajo. Aporrearon el cubo de la basura de la cocina y la puerta trasera estuvo golpeando continuamente. Mis padres podrían ser un poco más considerados. He pasado una etapa emocional y necesito dormir. Aunque no espero que entiendan lo que es estar enamorado. Ya llevan catorce años y medio de casados.

Esta tarde fui a casa de Bert Baxter, pero, gracias a Dios, se había marchado con los Evergreens a Skegness. Sabre estaba asomado a la ventana de la sala de estar. Le hice cuernos con los dedos. Espero que no se acuerde.

Lunes, 2 de febrero

la presentación

¡La señora Lucas ha vuelto! La he visto cómo sacaba los árboles y arbustos de la tierra y los colocaba en la parte de atrás de una furgoneta. Después metió también todos los útiles de jardinería y se marchó. La furgoneta decía: el refugio de las mujeres, pintado en un costado. El señor Lucas vino a casa para hablar con mi madre, y yo bajé para saludarlo, pero estaba demasiado trastornado para fijarse en mí. Pregunté a mi madre si esta noche volvería temprano de su trabajo; estoy harto de esperarla para que me haga la cena. Y no me la ha hecho.

A Nigel lo han echado del comedor del colegio por usar una palabrota para criticar ese pan que nos dan, con un agujero en medio para la salchicha. Dijo que había mucho jodido agujero y poca salchicha. Creo que la señora Leech tuvo mucha razón en echarlo, ¡después de lodo, los alumnos de primero estaban presentes! Nosotros, los de tercero, debemos dar ejemplo. Pandora ha escrito una petición para protestar por esos panes. No pienso firmarla.

Hoy tocan los Buenos Samaritanos. Así que tuve que ir a ver a Bert Baxter. ¡Y me he saltado el examen de álgebra! ¡Ja, ja, ja! Bert me ha regalado un trozo de piedra de Skegness y me ha pedido perdón por haberse quejado al colegio por lo de las tijeras. Me dijo que se sentía solo y necesitaba oír una voz humana. Aunque yo hubiera sido la persona más solitaria del mundo no habría llamado al colegio. Habría llamado al Servicio de la Hora, que te habla cada diez segundos.

Martes, 3 de febrero

Mi madre lleva días sin arreglar la casa. Lo único que hace es ir a trabajar, consolar al señor Lucas, leer y fumar. El motor del coche de mi padre ya no funciona. Tuve que enseñarle dónde coger el autobús para ir al centro. ¡Un hombre de cuarenta años que no sabe dónde está la parada del autobús! Mi padre tenía una pinta tan zarrapastrosa que tuve vergüenza de que me vieran con él. Qué alivio cuando llegó el autobús. Le grité por la ventanilla que está prohibido fumar en la parte de abajo, pero me saludó con la mano y encendió un cigarrillo. ¡Pueden multarte con cincuenta libras por eso! Si yo fuera el encargado de los autobuses, multaría a los fumadores con mil libras y les obligaría a comerse veinte Woodbines.

Mi madre está leyendo El eunuco femenino, de Germain Greer. Dice mi madre que es de esa clase de libros que cambian tu vida. Aunque le eché un vistazo, no ha cambiado la mía. Está lleno de palabras sucias.

Miércoles, 4 de febrero

luna nueva

¡Tuve mi primer sueño nocturno mientras dormía! Así que mi madre tenía razón en cuanto a El eunuco femenino. Ha cambiado mi vida.

El grano se ha hecho más pequeño.

Jueves, 5 de febrero

Mi madre se ha comprado un mono como el que llevan los pintores y los decoradores. Cuando se lo pone se le notan las bragas. Espero que no salga a la calle con el mono puesto.

Mañana le van a perforar las orejas. Creo que se está convirtiendo en una manirrota. La madre de Nigel es una manirrota. Siempre están recibiendo cartas de aviso de que van a cortarles la luz y todo porque la madre de Nigel tiene que comprarse todas las semanas un par de zapatos de tacón alto.

Me gustaría saber adonde va a parar el Subsidio Familiar que, por derecho, debiera ser para mí. Mañana se lo preguntaré a mi madre.

Viernes, 6 de febrero

acceso de la reina al trono, 1952

Es espantoso tener una madre que trabaja. Entra corriendo con grandes bolsas de comida, hace la cena y luego corre a emperifollarse. Pero nunca limpia la casa antes de consolar al señor Lucas. ¡He visto una loncha de bacón que lleva tres días tirada entre la cocina y la nevera!

Le pregunté por el Subsidio Familiar, se rió y me dijo que lo usaba para comprar ginebra y cigarrillos. ¡Si se enteran los de los Servicios Sociales, se le va a caer el pelo!

Sábado, 7 de febrero

Mis padres han estado gritándose sin parar durante horas. Todo empezó con lo del bacón al lado de la nevera y luego siguió con lo mucho que cuesta arreglar el coche de mi padre. Subí a mi habitación y puse mis discos de Abba. Mi padre ha tenido la cara de abrir la puerta de mi habitación de un empujón, para decirme que bajara el volumen. Lo hice. Cuando volvió a bajar, subí el volumen de nuevo.

Nadie ha hecho la cena, así que me he ido a la tienda china de fritos y he comprado un cartón de patatas y un paquete de salsa de soja. Me he sentado en el refugio de la parada de los autobuses y me las he comido, luego he dado un paseo y me he sentido triste. He vuelto a casa. He dado de comer al perro. He leído un poco de El eunuco femenino. Me sentía un poco extraño. Y me he dormido.

Domingo, 8 de febrero

quinto después de la epifanía

Mi padre ha entrado en mi dormitorio esta mañana y me ha dicho que quería charlar conmigo. Miró mi álbum de recortes de Kevin Keegan, volvió a atornillar el pomo de la puerta de mi armario con su cuchillo del ejército suizo y me preguntó sobre mis estudios. Luego dijo que lamentaba lo de ayer y los gritos y dijo que mi madre y él «están pasando por una mala racha». Me preguntó si tenía yo algo que decir. Le dije que me debía treinta y dos peniques por las patatas chinas y la salsa de soja. Me dio una libra. Así que me he ganado sesenta y ocho peniques.

Lunes, 9 de febrero

Esta mañana había un camión de mudanzas delante de la casa del señor Lucas. La señora Lucas y otras mujeres estaban sacando muebles de la casa y los amontonaban en la calle. El señor Lucas miraba desde la ventana de su dormitorio. Parecía un poco asustado. La señora Lucas reía y le señalaba con el dedo y las otras mujeres empezaron a reírse y a cantar «¿Por qué nació tan hermoso?».

Mi madre telefoneó al señor Lucas para preguntarle si se encontraba bien. El señor Lucas dijo que no iría a trabajar hoy porque tenía que vigilar el estéreo y los discos para que no se los llevara su mujer. Mi padre ayudó a la señora Lucas a meter la cocina de gas en el camión y luego ella y mi padre se fueron juntos a la parada del autobús. Yo iba unos metros detrás de ellos, porque mi madre llevaba unos pendientes largos y los dobladillos del pantalón de mi padre estaban caídos. Empezaron a pelear por algo, así que atravesé la calle y di un rodeo más largo hasta el colegio.

Bert Baxter se encontraba hoy perfectamente. Me contó cosas de la Primera Guerra Mundial. Dijo que salvó su vida gracias a una Biblia que siempre llevaba en el bolsillo del pecho. Me enseñó la Biblia, impresa en 1956. Creo que Bert se está volviendo un poco senil.

¡Pandora! ¡Tu recuerdo es un tormento constante!

Martes, 10 de febrero

El señor Lucas va a vivir con nosotros hasta que consiga algunos muebles nuevos.

Mi padre se ha marchado a Matlock para intentar vender calentadores eléctricos a un gran hotel.

Nuestro calentador de gas se acabó. Hace un frío que hiela.

Miércoles, 11 de febrero

cuarto creciente

Mi padre ha llamado desde Matlock para decir que ha perdido su tarjeta del Barclays y no puede volver esta noche, así que el señor Lucas y mi madre pasaron la noche en vela intentando arreglar el calentador. Bajé a las diez para ver si podía ayudar, pero la puerta de la cocina estaba atrancada. El señor Lucas me dijo que no podía abrirla en ese momento preciso porque había llegado a un punto crucial con el calentador y mi madre estaba ayudándole y tenía las manos ocupadas.

Jueves, 12 de febrero

cumpleaños de lincoln

Esta noche encontré a mi madre tiñéndose el pelo en el cuarto de baño. Me ha causado una enorme sorpresa. Durante trece años y medio he creído que tenía una madre pelirroja, y ahora descubro que tiene el cabello castaño claro. Mi madre me ha pedido que no diga nada a mi padre. ¡Vaya cómo debe de ir su matrimonio! ¿Sabrá mi padre que lleva unos sostenes almohadillados? No los cuelga del tendedero para secarlos, pero los he visto metidos al lado del ventilador del ropero. Me pregunto qué otros secretos guardará mi madre.

Viernes, 13 de febrero

¡Ha sido un día del todo fatal para mí!

Pandora ya no se sienta a mi lado en la clase de geografía. Barry Kent sí. Sigue copiando mis trabajos y me mete el globo de chicle en las orejas. Se lo he dicho a la señorita Elf, pero ella también tiene miedo de Barry y no le ha dicho nada.

Pandora estaba hoy para comérsela, llevaba una falda partida y enseñaba las piernas. Tiene una costra en una de sus rodillas. Llevaba la bufanda de fútbol de Nigel atada a la muñeca, pero la señorita Elf la vio y le dijo que se la quitara. La señorita Elf no tiene miedo de Pandora. Le he enviado una tarjeta de San Valentín (a Pandora, no a la señorita Elf).

Sábado, 14 de febrero

día de san valentín

Sólo he recibido una tarjeta de San Valentín. La letra es de mi madre, así que es como si nada. Mi madre ha recibido una tarjeta enorme, tan grande que tuvo que traerla hasta la puerta una furgoneta de Correos. Se puso roja cuando abrió el sobre y vio la tarjeta. ¡Qué maravilla de tarjeta! Había un elefante grande de satén que sostenía con la trompa un ramo de flores de plástico, con un globo que salía de su boca y decía: «Hola, encanto de mi vida, ¡nunca te olvidaré!». No tenía firma, sólo había muchos corazones dibujados con la palabra Pauline escrita dentro. La tarjeta que mi padre le ha mandado es muy pequeña y tiene unas flores violetas en el anverso. Tenía escrito: «Intentémoslo de nuevo».

Aquí están los versos que escribí en la tarjeta de Pandora:

¡Pandora!

Te adoro,

te imploro,

no me rechaces.

Los escribí con la mano izquierda para que no sepa quién se los ha mandado.

Domingo, 15 de febrero

septuagésima

El señor Lucas volvió anoche a su casa vacía. Supongo que está harto de tanta pelea de mis padres por lo del elefante en la tarjeta de San Valentín. Dije a mi padre que mi madre no tiene la culpa de que haya un hombre que la admira en secreto. Mi padre rió desagradablemente y me dijo: «Tienes mucho que aprender, hijo».

A la hora de la comida me largué a casa de mi abuela. Me hizo una comida como Dios manda, con salsa y budines de Yorkshire individuales. Además, siempre tiene tiempo para hacer natillas de verdad.

Llevé al perro conmigo y los tres dimos un paseo para ayudar a bajar la digestión.

Mi abuela no le ha dirigido la palabra a mi madre desde que riñeron por los jerséis. Dice: «¡No volveré a pisar esa casa!». La abuela me preguntó si yo creía en la vida después de la muerte. Dije que no y la abuela me dijo que ella se había hecho de la iglesia Espiritualista y había escuchado a mi abuelo hablar de su ruibarbo. ¡¡Mi abuelo murió hace cuatro años!! Irá el miércoles por la noche a ver si puede volver a ponerse en comunicación con él y quiere que la acompañe. Según ella, a mí me rodea un aura especial.

El perro se atragantó con un hueso de pollo, pero lo pusimos cabeza abajo y le dimos unos golpes fuertes y el hueso salió… He dejado al perro con la abuela para que se recupere del susto. He buscado Septuagésima en mi diccionario de bolsillo. No está. Tendré que buscarla mañana en el diccionario de clase.

Pasé mucho rato sin dormir, pensando en Dios, en la Vida, en la Muerte y en Pandora.

Lunes, 16 de febrero

observancia del cumpleaños de washington

¡¡Una carta de la BBC!! Un sobre blanco y alargado, con la BBC impresa en letras gruesas y rojas. ¡¡Y mi nombre y mis señas en el sobre!! ¿Será que quieren mis poemas? Pues no, por desgracia. Es una carta de un tipo llamado John Tydeman, y aquí está lo que me ha escrito.

Querido Adrian Mole:

Quiero agradecerte los poemas que enviaste a la BBC y que de una forma u otra terminaron encima de mi mesa. Los leí con interés y, teniendo en cuenta tus tiernos años, debo confesar que son prometedores. No obstante, no reúnen la calidad suficiente para incluirlos en algún programa actual de poesía. ¿Has pensado en ofrecerlos a la revista escolar de tu colegio o a la de tu parroquia? (Si la tienes).

Si en el futuro deseas enviar algún trabajo tuyo a la BBC, te sugiero que primero lo mecanografíes y que conserves una copia para ti. La BBC no suele aceptar trabajos escritos a mano y, a pesar de la limpieza de la presentación, tuve algunas dificultades para leer todas las palabras; sobre todo al final de un poema titulado «El grifo» donde hay una desagradable mancha que hizo correr la tinta. (¿Una mancha de té o de una lágrima? Es como si fuera «¡Tu grifo se desborda!»).

Ya que quieres seguir la profesión literaria, te sugiero que te vayas curtiendo y te prepares para aceptar muchos de los futuros rechazos inevitables, que debes recibir con buen humor y el mínimo de dolor personal.

Te deseo lo mejor para tus futuros esfuerzos literarios; y sobre todo, ¡buena suerte! Un saludo,

John Tydeman

P.D. Te adjunto el poema de un tal John Mole que apareció en el Times Literary Supplement de esta semana. ¿Es pariente tuyo? Es muy bueno.

Mis padres han quedado muy impresionados. Saqué la carta varias veces para leerla en el colegio. Esperaba que alguno de los profesores quisiera leerla, pero ninguno lo hizo.

Bert Baxter la leyó mientras yo fregaba sus horribles platos. Dijo: «¡Los de la BBC son un hatajo de drogadictos!». El tío del cuñado de Bert fue vecino de la señora que servía el té en el edificio de la emisora, así que sabe muchas cosas sobre la BBC.

Pandora recibió diecisiete tarjetas de San Valentín. Nigel recibió siete. ¡Hasta Barry Kent, al que todo el mundo odia, recibió tres! Cuando me preguntaron cuántas había recibido yo, me limité a sonreír. En cualquier caso, me apuesto lo que sea a que soy el único en todo el colegio que ha recibido una carta de la BBC.

Martes, 17 de febrero

Barry Kent ha dicho que «me pegaría una paliza» si no le daba veinticinco peniques todos los días. Le he contestado que pierde el tiempo pidiéndome dinero con amenazas. Nunca tengo un céntimo de sobra. Mi madre ingresa todo mi dinero de bolsillo en mi cuenta de ahorros y me da quince peniques al día para comprar una chocolatina Mars. ¡Barry Kent dijo que tendría que darle mi dinero de la comida! Le dije que mi padre paga mis comidas con un talón desde que la comida subió a sesenta peniques diarios, pero Barry Kent me pegó en las pelotas y después se largó diciendo: «Te daré más de esto».

He pedido un trabajo de repartidor de periódicos.

Miércoles, 18 de febrero

luna llena

Me he despertado con dolor en las pelotas. Se lo he contado a mi madre. Quiso mirar, pero yo no quise, y me dijo que entonces tendría que aguantar sin chistar. No me dio una nota para excusarme de jugar, de modo que otra vez tropecé con el barro. Barry Kent me pisó la cabeza durante el partido. El señor Jones lo vio y lo envió a la ducha antes de que terminara el partido.

Ojalá tuviera alguna enfermedad que no doliera para que me excusaran de jugar. Creo que algo así como un corazón débil estaría bien.

He ido a recoger el perro a casa de la abuela. Lo había lavado y le había marcado sus pelitos. Olía como el mostrador de perfumes de Woolworth’s.

Asistí a la reunión Espiritualista con mi abuela. Estaba llena de gente muy vieja. Un loco se levantó y dijo que tenía una radio en su cabeza que le decía lo que tenía que hacer. Nadie le hizo caso y volvió a sentarse. Una mujer llamada Alice Tonks empezó a gruñir, a dar vueltas a los ojos y a hablar con uno que se llamaba Arthur Mayfield, pero mi abuelo no dijo nada. Cuando llegamos a casa mi abuela estaba un poco triste. Le preparé una taza de Horlicks. Me dio cincuenta peniques y volví a casa con el perro.

Empecé a leer Rebelión en la granja, de George Orwell. Creo que, cuando sea mayor, me gustaría ser veterinario.

Jueves, 19 de febrero

fecha del nacimiento del príncipe andrés, 1960

El príncipe Andrés no tiene problemas, lo protegen sus guardaespaldas. No tiene que aguantar a un Barry Kent que le robe su dinero. ¡Los cincuenta peniques, vistos y no vistos! Si supiera kárate, troncharía a Barry Kent por la tráquea.

Nuestra casa está muy tranquila: mis padres no se hablan.

Viernes, 20 de febrero

Hoy, durante la clase de geografía, Barry Kent le ha dicho a la señora Elf que «se fuera al cuerno» y ella lo ha enviado al señor Scruton para que le castigara. Espero que le den cincuenta latigazos. Voy a hacerme amigo de Craig Thomas. Es uno de los chicos más grandes de tercero. Durante el recreo le compré una chocolatina Mars. Fingí que me sentía enfermo y no tenía ganas de comer.

Dijo: «Gracias, Mole». Es la primera vez que me habla. Si juego bien mis cartas, podría formar parte de su pandilla.

Entonces Barry Kent no se atrevería a tocarme.

Mi madre está leyendo otro libro sobre el sexo, uno que se llama El segundo sexo, de una franchute que se llama Simone de Beauvoir. Lo dejó sobre la mesita de la sala de estar, donde todo el mundo podía verlo, ¡hasta la abuela!

Sábado, 21 de febrero

He tenido un sueño maravilloso en el que Sabre atacaba con furia a Barry Kent. El señor Scruton y la señorita Elf miraban. Pandora estaba allí, con su falda partida. Me rodeó con sus brazos y me dijo: «Soy el segundo sexo». Luego, al despertarme, me di cuenta de que había tenido mi segunda eyaculación mientras dormía. Tendré que meter mis pijamas en la lavadora para que no se entere mi madre.

Hoy me he mirado bien la cara en el espejo del cuarto de baño. Tengo cinco granos, además del de la barbilla. Me han salido unos pelos sobre el labio. Me parece que pronto tendré que empezar a afeitarme.

Hoy he acompañado a mi padre al taller; creía que iba a poder recoger su coche, pero aún no está listo. Todas las piezas estaban encima del banco del taller. Los ojos de mi padre se llenaron de lágrimas. Me sentí avergonzado. Fuimos andando hasta Sainsbury’s. Mi padre compró unas latas de salmón, cangrejo, gambas, una tarta de chocolate y un trozo de un repugnante queso blanco cubierto de huesos de uva. En casa, mi madre se puso como una fiera con él porque se había olvidado de comprar el pan, la mantequilla y el papel higiénico. Dice que no se le puede dejar que haga la compra solo. Mi padre está un poco más animado.

Domingo, 22 de febrero

sexuagésima

Mi padre se ha ido a pescar con el perro. El señor Lucas vino a comer y se quedó hasta el té. Se tomó tres platos de tarta de chocolate. Jugamos al Monopoly. El señor Lucas hizo de banquero. Mi madre siempre terminaba en la cárcel. Gané porque fui el único que se concentraba en el juego. Mi padre entró por la puerta principal y el señor Lucas salió por la puerta de atrás. Mi padre dijo que había estado todo el día pensando en comer la tarta de chocolate. No quedaba nada. Mi padre dijo que no había tomado bocado en todo el día ni tampoco había pescado nada. Mi madre le dio para cenar el queso cubierto con huesecillos de uva untados de Ryking. Lo lanzó contra la pared y dijo que él no era un ****** ratón, que era un ****** hombre y mi madre dijo que ¡llevaban mucho tiempo sin que él hubiera hecho ninguna ******! Entonces me echaron de la habitación. Es terrible oír a tu propia madre diciendo palabrotas. La culpa la tienen los libros que lee. Aún no ha planchado mi uniforme del colegio; espero que se acuerde.

He dejado al perro que duerma en mi habitación esta noche; no le gustan las peleas.

Lunes, 23 de febrero

He recibido una carta del señor Cherry, el dueño de la tienda de periódicos, y me dice que mañana ya puedo empezar a entregar los periódicos en las casas. ¡Qué mala suerte!

Bert Baxter está preocupado porque Sabre no quiere comer y no tiene ganas de morder a nadie. Me ha pedido que le lleve al PDSA para que lo examinen. Le he dicho que lo llevaré mañana si no mejora entretanto.

Estoy harto de fregar los platos de Bert. Parece que sólo se alimenta de huevos fritos y no es ninguna broma tener que fregar con agua fría y sin jabón. Tampoco tiene un trapo para secar. La verdad es que nunca hay paños para secar los platos y Sabre ha destrozado todas las toallas de baño, así que no sé cómo puede lavarse Bert. Voy a ver si puedo conseguir que Bert tenga alguna ayuda en su casa. Voy a concentrarme en sacar buenas notas, porque quiero ser veterinario.

Martes, 24 de febrero

san matías

Me he levantado a las seis para empezar con los periódicos. Me han dado Elm Tree Avenue. ¡Vaya calle más elegante! Todos los periódicos que leen allí son muy gruesos: The Times, The Daily Telegraph y The Guardian. ¡Es mi suerte!

Bert dice que Sabre está mejor, que intentó morder al lechero.

He de acostarme temprano esta noche, por lo de los periódicos. He repartido veinticinco Punch, además de los periódicos.

Jueves, 26 de febrero

Hoy se han mezclado unos periódicos con otros. A Elm Tree Avenue le han tocado el Sun y el Mirror y a Corporation Row le han tocado los periódicos gruesos.

No entiendo por qué se puso furioso todo el mundo. Lo lógico es que les gustara leer un periódico diferente de vez en cuando.

Viernes, 27 de febrero

cuarto menguante

A primera hora de la mañana he visto a Pandora, que bajaba por el camino particular del 69 de Elm Tree Avenue. Llevaba una gorra y pantalones de montar, así que no iba al colegio. Hice de manera que no me viera. No quiero que sepa que hago trabajos serviles.

¡Así que ahora sé dónde vive Pandora! Miré bien su casa. Es mucho más grande que la nuestra. Tiene persianas enrollables de madera en todas las ventanas y las habitaciones parecen una selva, de tantas plantas como hay. Miré por la ranura del correo y vi un gato grande, de color jengibre, que estaba comiendo encima de la mesa de la cocina. Reciben The Guardian, Punch, Private Eye y New Society. Pandora lee Jackie, un tebeo para niñas; no es una intelectual como yo. Pero me imagino que tampoco lo será la mujer de Malcolm Muggeridge.

Sábado, 28 de febrero

Pandora tiene una yegua gordita, que se llama Blossom. Le da de comer y la hace saltar sobre unos barriles todas las mañanas antes de ir al colegio. Lo sé porque me escondí detrás del Volvo de su padre y luego la seguí a un campo, al lado de una línea de ferrocarril abandonada. Me escondí tras los restos de un coche para mirarla desde un rincón. Estaba preciosa con su traje de montar, sus pechos se movían que daba gusto. Pronto tendrá que llevar sostén. Mi corazón latía con tanta fuerza en mi garganta que me sentí como un altavoz estereofónico, de modo que me escabullí antes de que pudiera oírme.

La gente se quejó de por qué los periódicos llegaron tarde. Me sobró un The Guardian, y me lo llevé a casa para leerlo. ¡Está lleno de faltas de ortografía! Es un escándalo, cuando piensas que hay mucha gente que sabe escribir bien y está en el paro.