Capítulo 49


—¡Voy a ser madre! —anuncio cuando entro tranquilamente por la puerta una hora después.

Chloe deja el bolígrafo y se gira hacia mí.

—¿Entonces ha ido bien lo de acosarlo? ¿Habéis vuelto y ahora estás embarazada? —Mira el reloj—. Todo antes de las cinco. Bien hecho.

—No estoy embarazada. Sawyer tiene un hijo.

Me quito los zapatos con los pies y abro una lata de refresco de naranja y limón antes de sentarme en el borde de la cama con las piernas cruzadas.

—Espera, ¿qué? —Chloe parece confundida—. Pensaba que estabas de coña.

Nop —digo, balanceando el pie—. ¡Ah! ¿Sabes lo que esto significa, Chloe?

—Mmm, significa muchas cosas —dice, con el ceño fruncido por la preocupación.

—Seré una MILF sin haber parido.

—Ya, bueno. Eso no es en lo primero que he pensado.

—Bueno, mañana tendremos una cita. Los tres.

Dejo a un lado el refresco y abro el portátil, apoyado en mis rodillas.

—¿Entonces Sawyer y tú volvéis a estar juntos?

—Sí. —Asiento—. No exactamente.

—¿Sí? ¿No exactamente?

—Tiene algunas dudas. No cree que me vayan los niños. —Escribo rápidamente en el teclado mientras hablo—. Pero hay algo que Sawyer Camden no sabe sobre mí.

—¿Qué? —pregunta Chloe, que se levanta para registrar nuestra pila de tentempiés.

—Que yo, Everly Jensen, soy parte del dúo de canguros más popular de Ridgefield de toda la historia.

Chloe sonríe ampliamente.

—Éramos un buen equipo.

—El mejor —coincido, y sonrío cuando encuentro lo que estaba buscando en internet. Luego le envío a Sawyer un mensaje diciéndole que me recoja mañana por la mañana a las once menos cuarto.


Salgo de la habitación a las diez y media de la mañana siguiente, con la intención de estar fuera cuando Sawyer llegue para que no tenga que aparcar el coche y salir con Jake. Pero me lo encuentro esperando por mí en el vestíbulo con una versión en miniatura de sí mismo a su lado. Estoy muy segura de que he ovulado al verlo, lo cual sé que es científicamente improbable porque tomo la píldora, pero de todas maneras estoy agradecida de no volver hoy a casa con Sawyer.

Están de pie donde me espera siempre Sawyer, cerca de los buzones, apoyados contra la pared con las manos en los bolsillos en una pose idéntica. Sawyer lleva vaqueros y un jersey gris. Jake viste unos vaqueros y un jersey azul marino con una corbata para niños encima. Es de rayas de color azul marino y rojo y no pega con su atuendo porque no lleva una camisa con cuello.

—Hola. —Les sonrío a los dos mientras me acerco—. Iba a encontrarme contigo fuera para que no tuvieras que aparcar.

Jake sacude la cabeza.

—Cuando recoges a una chica, aparcas el coche y esperas dentro. —El niño levanta la vista, en busca de la confirmación de Sawyer—. ¿Verdad, papá?

—Cierto, campeón. —Sawyer asiente y arruga el rabillo de los ojos, divertido. Es evidente que han tenido una conversación sobre esto cuando aparcaron.

—Pues gracias. —Me agacho al nivel de Jake. No me inclino ni me cierno sobre él. Odio eso. Flexiono las rodillas de forma que nuestras cabezas están al mismo nivel y extiendo la mano.

—Soy Everly.

Me estrecha la mano con fuerza y me dice que se llama Jake. Entonces Sawyer lo coge en brazos y salimos.

—¿Y esa corbata? —Susurro a Sawyer mientras vamos hacia el coche.

Él sacude la cabeza.

—Ni idea. Yo llevaba una corbata cuando lo conocí. Él quería tener una y se la pone todos los días.

Llegamos al aparcamiento, Sawyer me guía al Porsche Cayenne y me abre la puerta del pasajero.

—¡Abrimos las puertas de los coches! ¿Verdad, papá? —Jake me sonríe desde los brazos de Sawyer y yo tengo que morderme el labio para evitar reírme. Es tan mono.

—Bonito todoterreno. —Le guiño el ojo a Sawyer y entro de un salto al vehículo.

Sawyer abrocha a Jake en la sillita de la parte trasera y entonces nos vamos. Llegamos quince minutos después al Museo Please Touch, un museo interactivo. Según mis investigaciones, este es un buen lugar para ir de visita con un niño un domingo por la tarde en febrero.

Sawyer compra las entradas, dejamos los abrigos en el guardarropa y luego nos dirigimos al centro, más allá del mostrador de información.

—¿Qué te gustan más: los coches o los cohetes? —pregunto a Jake, consultando el mapa que hemos cogido en la puerta.

—¡Los coches!

—Entonces vamos a las atracciones de tráfico —digo y nos encaminamos hacia la izquierda a una serie de exposiciones interactivas en las que Jake finge conducir un autobús, cobrar peajes y ponerle gasolina a un coche. Después visitamos la exposición de la estación espacial donde Jake juega a ser piloto de un transbordador espacial.

Sin embargo, pronto descubrimos que su exposición favorita es la del supermercado ShopRite en el piso inferior. Pasa volando por los pasillos de la tienda de mentira con el carrito para niños con una felicidad absoluta y lo va llenando con comida hasta que se desborda.

—Podemos llevarlo al supermercado Whole Foods el próximo fin de semana —comenta Sawyer—. Le va a flipar.

Me río, pero en secreto estoy agradecida de que se haya referido a nosotros. Paramos para comer en la cafetería del museo. Sawyer y yo pedimos hamburguesas mientras que Jake se come medio perrito caliente y alrededor de una docena de galletas saladas con sabor a queso.

—¿Debería asustarme por eso? —me pregunta Sawyer con una expresión seria—. Solo se come la mitad de todo. A lo mejor debería llevarlo al médico.

Pongo la mano sobre la suya y puntualizo que les dan perritos del mismo tamaño a todos los niños y que no es probable que uno de cuatro años coma tanto como un niño mayor. Él asiente y se relaja.

Visitamos la exposición de aventuras en el río después de la comida y Jake se empapa la corbata haciendo carreras de vela. Él la retuerce y luego visitamos el tiovivo.

—Quiero el gato —me dice cuando Sawyer le está comprando una entrada.

—No estoy segura de que haya un gato en el tiovivo, campeón.

Estamos cogidos de las manos, mirando cómo pasan zumbando los animales desde fuera de la zona rodeada por una valla.

—Sí que hay un gato. Lo he visto —me dice con el ceño fruncido para concentrarse mientras lo busca otra vez.

El empleado del museo que hace funcionar el tiovivo confirma hay un gato. Cuatro caballos, cuatro gatos y una variedad pequeña de otros animales. Pero Jake se mantiene firme con lo del gato y nos saluda con cada vuelta que da el tiovivo.

—Esto es divertido —digo, y le doy un codazo a Sawyer.

Él me sonríe como respuesta y aparece el hoyuelo.

—Pero es para siempre, Everly. Hoy es divertido, pero la realidad es que ahora él está conmigo. Todo el tiempo. Tú y yo nunca tendremos viajes espontáneos los fines de semana ni nos acostaremos encima de la encimera de la cocina a mediodía.

—¿Me dejarías si me quedara embarazada?

—No —responde con un largo suspiro, sabiendo a dónde quiero ir a parar con esto.

—Para mí no hay diferencia, Sawyer.

—Pero no es tuyo. Tú puedes marcharte, Everly. No te culparé si te marchas, pero si te vas a quedar, tienes que quedarte. Jake ya ha pasado por mucho.

—La primera vez que estuvimos juntos me dijiste que la vida no es siempre tan perfecta. —Él asiente—. También me dijiste que lo haríamos bien —le recuerdo, señalándonos con un dedo—. Juntos. Así que vamos a hacerlo bien, Sawyer. Y todavía podemos hacer viajes espontáneos de fin de semana, ¿sabes? Puede que sean a Disney, pero podemos hacerlos. Admito que seguramente no nos acostaremos encima de la encimera de la cocina; puede que eso quede descartado de ahora en adelante. Pero, para ser sincera, tu encimera es muy dura. Puedo vivir sin practicar sexo encima de la encimera de la cocina. —Él se pasa la mano por la nuca y asiente—. Es mío, por cierto. Jake. Si es tuyo, entonces también es mío.

—Vale —accede en voz baja y me envuelve los hombros con el brazo.

—¿De dónde ha salido, Sawyer? —Ladeo la cabeza hacia atrás para mirarlo, esperando no estar pasándome de la raya.

—Bueno, Everly, cuando dos adultos se quitan la ropa y el hombre mete una parte de su cuerpo en la mujer, a veces…

—¡Para! —Le doy un puñetazo, entre risas—. Sabes a qué me refiero.

—Rebecca trabajaba para mí —dice, y da un paso atrás mientras se pellizca brevemente el puente de la nariz—. Estuvimos saliendo. Era… —Hace una pausa, pensando—. No era algo serio. Ella me convenía, si te soy tremendamente sincero. Y era una oportunidad para ella.

—¿Una oportunidad en qué sentido? —pregunto, pues no me gusta la palabra.

—Hizo un desfalco de cinco millones de dólares a la empresa y desapareció una semana antes de que Gabe se diera cuenta de que faltaban esos fondos. —Sacude la cabeza—. Solo puedo suponer que no tenía ni idea de que estaba embarazada cuando se marchó porque Jake la habría hecho ganar más dinero. Dios, le habría dado todo por él. —Agarra la valla que hay frente a nosotros, la que rodea el tiovivo, y los nudillos se le ponen blancos—. Pero en su lugar, desapareció y se cambió de nombre. No tengo ni idea de cuál era su plan final, de si iba a volver en algún momento para entregar a Jake a cambio de que se retiraran los cargos contra ella. No lo sé y ella se niega a cooperar.

—¿Pero está en la cárcel? —aclaro.

Asiente, con una sonrisa. Pero es una sonrisa triste, de arrepentimiento.

—Cargos federales. La pillaron por usurpación de identidad y evasión de impuestos. Ni siquiera han añadido aún la pena por desfalco. Desfalcos, debería decir. No fui el único.

—Lo siento —le digo, y hablo en serio. La traición es tan grave que no hay nada que pueda decir para atenuarla.

—Lo peor es que no creo que ella quisiera tener a Jake. Atando cabos, solo pasaba unas semanas con él antes de marcharse otra vez. Para buscar a su próxima víctima, supongo.

Asiento, aunque no lo entiendo.

—Yo tampoco quería tenerlo. —Lo dice en voz baja y yo levanto la vista, sorprendida—. Al principio, supimos que existía el niño y el tiempo indicaba que era mío… —Sacude la cabeza—. Quería que el test de paternidad diera negativo más que nada en el mundo. —Retuerce los labios, arrepentido—. Y entonces lo conocí y al cabo de un minuto no me imaginaba cómo había podido vivir un solo día sin él.

El tiovivo se detiene y caminamos de la mano hacia la salida mientras Jake sale corriendo con una sonrisa en la cara.

—Está exactamente donde debe estar, Sawyer.