Capítulo 16
Hace tres horas
Salgo y saco el móvil del bolsillo mientras camino hacia el coche de Eric para coger mi bolso. Escribo un mensaje rápido a mi compañera de habitación, Chloe, mientras camino. «Te gustará saber que mi último plan para conquistar a Finn Camden se acaba de ir al traste. De manera épica».
«Genial». Responde rápido y sonrío. Chloe nunca se atrevería a planear estratagemas como las mías. Ella suele ser de las que siguen las reglas. Un bocadillo de texto en mi móvil me indica que está volviendo a escribir y entonces recibo un mensaje: «¿Quiero saberlo?».
«Mi plan ahora es un viaje de vuelta a Filadelfia con el capullo del hermano de Finn», escribo con una sonrisa en la cara mientras me apoyo en el coche.
«Oh, un hermano… Estoy intrigada».
«No lo estés», escribo.
Se cierra la puerta principal, echo un vistazo y encuentro a Sawyer caminando hacia mí. Es atractivo, eso lo admito. Si te gustan los hombres altos e increíblemente en forma con mandíbulas esculpidas y pelo abundante y oscuro. Cosa que a ninguna chica le gusta, jamás. Debe de ser una mierda ser él.
Coge mis cosas y me guía hasta un pequeño coche deportivo de color azul metalizado: veo que es un Porsche y pongo los ojos en blanco. Me abre la puerta del asiento del copiloto y luego mete el bolso de viaje en el maletero.
Me acomodo en el asiento del copiloto del coche bajo mientras la puerta del maletero se cierra con un ruido sordo detrás de mí y me abrocho el cinturón, aprovechando la oportunidad para mirarlo mientras cruza por la parte delantera del vehículo. Sus pasos largos son seguros, pausados. Roza el capó con los dedos de la mano izquierda antes de rodear los faros delanteros y llegar a la puerta del conductor.
De repente, estoy inquieta, y yo nunca me siento así.
Este coche es demasiado pequeño para los dos. Me molesta la idea de estar enjaulada en los mismos tres metros cuadrados que él durante todo el camino hasta Filadelfia. Tan solo hace veinte minutos que lo he conocido. ¿Por qué tiene este efecto sobre mí?
La manilla de la puerta hace clic y se sienta frente al volante. Al cabo de un segundo, el motor ronronea. Por el rabillo del ojo, observo como se abrocha el cinturón, pero mantengo la cabeza derecha y me concentro en mis manos, que descansan sobre el regazo, hasta que el silencio se prolonga durante demasiado tiempo. Él me mira fijamente, con el coche al ralentí, y parece estar dispuesto a esperar hasta conseguir mi atención. Giro la cabeza y lo miro a los ojos. Son marrones, otro rasgo que complementa a alto, moreno y guapo. La situación lo divierte, y la mirada se le ilumina mientras habla, lo cual me perturba. ¿Por qué?
—¿Cómo es posible que pienses que Finn Camden es el chico perfecto para ti?
Ahí está el porqué.