Capítulo 8

Hace tres años

Inspecciono el desorden de mi nueva habitación de la residencia Stroh en la Universidad de Pensilvania. La mitad de mi ropa está sobre la cama deshecha. La mesa está cubierta de productos para el aseo. Bolsas llenas de cosas cubren el suelo. Sin embargo, la mininevera está enchufada. Es un comienzo.

—¿Estás segura de que no quieres que nos quedemos y te ayudemos a deshacer las maletas? —Mi madre observa el desorden visiblemente preocupada—. Puedo buscar las sábanas y hacerte la cama, al menos.

—Helen, vamos. Volvamos al coche. Everly va a explotar si seguimos encima de ella. —Mi padre le pone un brazo alrededor de los hombros y le besa la frente—. Solo está a tres horas de casa, cariño.

Mi madre esboza una sonrisa y me abraza.

—Estamos muy orgullosos de ti, Everly.

—Lo sé, mamá.

Papá me guiña el ojo desde la puerta. Ella lo está pasando mal con la idea del nido vacío. Mi padre se lo está tomando bien y ha planeado un viaje sorpresa a París para celebrarlo y ayudarla a distraerse. Se van mañana por la tarde. Comprará cruasanes recién hechos para el desayuno y le dirá que haga las maletas. Mis padres son adorables. Perfectos, la verdad.

Tuvieron a mi hermano unos años después de terminar la universidad y a mí ocho años más tarde, así que todavía son jóvenes. Bueno, jóvenes para ser padres con hijos mayores. Ambos celebraron su quincuagésimo cumpleaños cuando yo estaba en último curso y son gente sana y activa. Yo heredé el pelo oscuro de mi madre; ella lo lleva más corto que yo, pero sigue siendo del mismo color chocolate. El de mi padre se está volviendo gris, pero es mucho más claro que el nuestro. Le queda bien, le da un aire distinguido. Podrían pasar fácilmente por padres de adolescentes en lugar de por padres de una chica de dieciocho y un chico de veintiséis.

Siento una punzada de nostalgia cuando abrazo a mi madre para despedirme y me sorprende. He estado tan concentrada en entrar en esta universidad, en preparar el terreno para conseguir mi futuro perfecto, que nunca me he parado a pensar en qué sentiría al marcharme. Soy tonta. Estoy a ciento ochenta minutos de casa. Ellos volverán en unas semanas para llevarme a cenar, estoy segura. Pero, igualmente, ha llegado la hora. Nunca volveré a vivir en su casa como una niña pequeña.

Se marchan y yo inspecciono el desorden. El lado de la habitación de Chloe está perfecto, por supuesto. Se ha mudado esta mañana, sus maletas están deshechas y no se ve ni una sola caja fuera de lugar. Me desplomo en su cama hecha y abro un mensaje de Finn.

Es la primera vez que tengo su número de móvil. Eric nos envió un mensaje de grupo la semana pasada.

«Everly, este es el número de Finn. Si te arrestan, úsalo».

«Ja, ja», respondí yo.

Y luego Finn escribió: «Si tienes alguna pregunta sobre el campus, envíame un mensaje» seguido de una cara sonriente. Eso era una invitación, ¿verdad?

Me doy un golpecito en el labio con el dedo y pienso en qué debería escribir. «Oye, Finn», empiezo, «acabo de instalarme». Contemplo el desorden. Mis cosas están en la habitación, así que, técnicamente, no estoy mintiendo. «¿Tienes tiempo para darme un tour por el campus?». Le doy a «Enviar».

No estoy totalmente chiflada. Estoy en primero y él es profesor. Esto llevará tiempo. Mis expectativas están establecidas en consecuencia. Empezaremos ligando. Me verá como a alguien inaccesible, pero me lo ganaré por agotamiento. Dispongo de cuatro años. Ese es mi plan. En primer y segundo curso trabaremos amistad. Saldremos con otra gente. Esperaré mi momento. Cuando esté en tercero, ya pensará en mí cuando se pajee. En cuarto, actuaré.

La puerta se abre bamboleándose y Chloe entra con expresión triunfal.

—¡Everly! La biblioteca de aquí es… —Exhala—. ¡Está a solo siete minutos caminando! —Me hago a un lado y ella se deja caer en la cama—. ¿Qué haces?

—Espero a que Finn me conteste.

—Everly. —Chloe gruñe.

—¿Qué? Es totalmente apropiado que Finn me dé un tour por el campus.

—Nada de lo que tienes en la cabeza es apropiado.

Mi teléfono suena. Las dos nos inclinamos sobre la pantalla y leemos juntas.

«Claro», ha respondido. «¿En qué edificio estás?».

«En la residencia Stroh», respondo de inmediato.

«Te veo en la entrada mañana a las ocho de la mañana y te doy el tour. Me aseguraré de que sepas dónde está la biblioteca y dónde conseguir un café decente cuando estés estudiando a medianoche».

¿Ocho de la mañana? Ahora soy yo la que gruñe. No hay manera de que pueda alargarlo desde las ocho de la mañana hasta el almuerzo para comer juntos. Este tío no tiene ni idea.

«¡Hasta las ocho!», respondo y salgo de la cama rodando. Tiro a un lado el teléfono y busco las sábanas en mi bolso de viaje para preparar la cama.

—Hay muchos hombres en el mundo, Everly —dice Chloe, observándome mientras hago la cama—. Finn Camden no es el único tío que hay ahí fuera.

—Por supuesto que no —coincido mientras coloco bien la sábana bajera en las esquinas inferiores del colchón.

—Pero tú estás totalmente convencida de que es él.

—El chico perfecto, sí.

—Yo no lo veo, Everly. —Lo dice suavemente, como si le doliera admitirlo en voz alta—. No veo cómo vosotros dos haríais una buena pareja y no quiero que dejes pasar al chico perfecto por estar obsesionada con Finn.

Termino con la sábana bajera y me siento.

—Pero no lo estoy, Chloe. Salí con Tim dos años y con Mark todo el verano. Pero son solo chicos, ¿sabes? En una relación duradera, es importante elegir sabiamente. No quiero equivocarme y pasar la mitad de mi vida llevando a los niños de un lado a otro para que vean a sus padres o lidiar con la nueva esposa de mi ex.

—¿Como mi familia? —dice Chloe, y no es una pregunta, sino una afirmación. Su padre ni siquiera fue a su graduación porque estaba demasiado ocupado con su nueva familia.

Asiento.

—Sí, eso es. Y como el setenta por ciento de nuestros compañeros de clase. Así que si elijo sabiamente puedo evitar un montón de dolor. Solo tengo que ser lista.

—Ese es un objetivo muy ambicioso, Everly Jensen.

Sonrío ampliamente.

—Sabes que me encantan los retos.

Ella asiente.

—Prométeme algo.

—Lo que sea.

—No pierdas mucho el tiempo persiguiendo al chico equivocado o puede que dejes pasar de largo al chico perfecto.

—Hecho. Si aparece alguien mejor que Finn Camden, le daré una oportunidad.