Capítulo 31
—Chloe, prométeme que no vas a quedarte encerrada estudiando todo el fin de semana.
Estoy metiendo cosas en un bolso de viaje para pasar la noche fuera y Chloe tiene la cabeza hundida en el portátil del escritorio.
—Prometido —dice con la mano levantada por encima de la cabeza y los dedos cruzados.
—Ay, Chloe.
—Ay, Everly.
Nos quedamos mirando y ninguna de las dos habla. Finalmente, suelta:
—Tendré tiempo de sobra para divertirme en unos meses. Después de que me gradúe y tenga un trabajo fijo.
—Trabajo fijo —repito—. Suenas como si tuvieras sesenta años.
Se apoya en la silla y me saca la lengua.
—Lo que tú digas. ¿Qué planes tienes para después de la graduación?
Mierda. No tengo ni idea.
—Mmm, voy a comunicar cosas —digo y asiento con seguridad.
—¿Has echado un vistazo a las ofertas de empleo últimamente para ver qué podría interesarte?
—No, Chloe, estamos en diciembre.
Es tan sensata que molesta.
—Quizá Sawyer te pueda contratar. —Se encoge de hombros y yo me estremezco. Eso no es lo que quiero. Sé que no lo dice con ninguna intención, pero duele. No estoy ideando un plan fantasioso en el que Sawyer me da un trabajo innecesario o me pide matrimonio para evitar buscar empleo. Me pondré las pilas. Siempre lo hago.
—Descubriré lo que quiero antes de graduarnos, Chloe. Es solo que aún no lo sé. No soy como tú. No he querido ser profesora desde primero de primaria cuando la señorita Stowe te dejó ser su secretaria durante un día.
—Ese fue el mejor día de mi vida —coincide con un suspiro de felicidad.
Lanzo las Louboutin en la bolsa y busco mi sujetador negro de encaje en el cajón. Sé que está aquí, en alguna parte.
—¿Qué vais a hacer Sawyer y tú hoy? —Levanta una mano—. Aparte de lo obvio. Sé que va a follarte hasta la saciedad. Bla, bla, bla.
Se ha girado para mirarme, con los pies sobre la silla y los brazos alrededor de ellos.
—Vamos a ir a Reading Terminal esta tarde —le digo, mencionando una antigua estación de tren que hay en el centro de Filadelfia y que se ha convertido en una especie de mercado cubierto—. Después no sé qué haremos. —Me siento en el borde de la cama y sonrío ampliamente—. Pero probablemente follar.
—Bueno, diviértete. —Arruga la nariz—. Espera, no estoy segura de que «diviértete» sea lo apropiado en este caso.
—Oh, es lo apropiado. Nos divertimos mucho —respondo, poniendo énfasis en «mucho».
—No necesito esa imagen, gracias.
—¿Por qué no me dejas presentarte a alguien, Chloe? Apuesto a que su oficina está llena de tíos geniales. Ya he visto a uno que está muy bueno, pero la secretaria de Sawyer lleva detrás de él desde hace como un eón, así que tengo que juntarlos. Pero estoy segura de que hay un montón de tíos interesantes.
—No. —Niega con la cabeza, pero parece un poco triste—. No, gracias. Ya has hecho suficiente para ayudarme con mi vida sentimental.
Exhalo, frustrada. Pones a alguien en una web de citas una vez sin su conocimiento y de repente ya no quieren tu ayuda. Qué poco razonable es.
—¿Sabes, Chloe? De acuerdo con mi experiencia, el sexo es incluso mejor después de la universidad.
—Todavía estás en la universidad, Everly —responde, tan sensata como siempre.
Está adorable con unos pantalones de chándal y una camiseta de manga larga de punto. Tiene el pelo recogido en un moño revuelto y algunos mechones rojos entretejidos en él. Es sexy de la manera más modesta. Y de verdad que necesito lograr que eche un polvo.
Muevo la muñeca rápidamente para quitarle importancia.
—Sabes a lo que me refiero. A hombres graduados.
—¿Hombres graduados? ¿No es eso un poco formal?
—Te va a volver a crecer el himen, Chloe. Eso es todo lo que digo.
—No es verdad. Eso no pasa —resopla.
—Sí, pasa —replico, y luego me levanto y voy en busca de mis bragas de encaje a juego con el sujetador en el cajón de la ropa interior.
Chloe está en silencio, pero escucho el golpeteo de las teclas del portátil.
—No pasa —insiste un momento después.
—¡Pero lo has buscado! —Apunto al techo con el dedo, triunfante, con la certeza de que eso me da la razón.
—¿Tan bueno es Sawyer en comparación con cualquier otro con el que te hayas acostado? —Se muerde el labio y frunce el ceño, como si no fuese posible que hubiese tanta diferencia.
—Te lo prometo, sí. Antes me gustaba el sexo y nunca he tenido malas experiencias, pero… —Hago una pausa y busco una forma de explicarlo—. Es mucho mejor, Chloe. Es mejor. Obviamente, me gusta más él, pero es más que eso. Es más que esta conexión que tenemos, que es un fenómeno que hace que se te remuevan las entrañas. —Vuelvo a hacer una pausa, pensativa—. Aunque no me gustara, el sexo sería increíble.
Chloe me mira mientras hablo y se vuelve morder el labio con la cabeza ladeada, mientras balancea sus gafas de pasta de empollona con los dedos.
—Vale —dice por fin, y me doy por satisfecha porque un «vale» de Chloe no indica desdén. Un «vale» de Chloe quiere decir que me ha escuchado y que lo está pensando.
Asiento satisfecha porque he cumplido con mi trabajo de asegurarme de que no le vuelve a crecer el himen. Porque eso sí que pasa.