Capítulo 2
Hace
dieciséis años
Me aferro a la nueva mochila de Tarta de Fresa que tengo en el regazo y miro de nuevo por la ventana. Estamos acercándonos, y mi trabajo es asegurarme de que me bajo en la parada de autobús correcta. Este año estoy en primero de primaria, no soy un bebé de preescolar y puedo coger el autobús del colegio para ir a casa. Mi hermano Eric me viene a buscar a la parada. Es un adolescente y ese es su trabajo: recogerme. Sé que no se olvidará de hacerlo porque me quiere. Además, mamá ha dicho que lo castigaría durante una semana si se olvidaba.
El autobús gira en Norrans Drive. Esta es mi parada. Agarro la mochila con más fuerza y observo la distancia que hay hasta la puerta.
—¡Everly! —Timmy Stuart asoma la cabeza por encima del asiento que tengo delante.
Le falta un diente y su pelo es un desastre. Es un desastre porque me dejó que se lo cortara. Mamá dice que necesito que me tengan vigilada, pero no creo que el corte de pelo le hubiera quedado mejor si ella me hubiera estado observando, así que tampoco creo que eso sea verdad.
—Te he guardado uno de mis lápices nuevos —dice mientras lo levanta.
Le devuelvo la sonrisa. A este niño le gusto desde la guardería. La verdad es que debería dejar de estropearle el pelo.
—Gracias, Timmy —contesto, y meto el lápiz en un bolsillo lateral de la mochila—. ¿Quieres una de mis gomas? —le ofrezco mientras levanto una goma rosa con forma de fresa que él acepta.
El autobús se para y me dirijo a la parte delantera. Veo a Eric esperando mientras las puertas se abren con un silbido. Me cuelgo la mochila en los hombros y bajo saltando los escalones hasta la acera. Apuesto a que puedo conseguir que Eric deje que me coma algunas golosinas de las reservas que tiene en su habitación en lugar del yogur que debería merendar.
Sin embargo, al cabo de un segundo freno en seco y me olvido de las golosinas. Hay un chico con Eric. Nunca lo había visto. Debe de ser un amigo nuevo del instituto; Eric está en primero de secundaria. Su amigo es mono. Muy mono.
—¿Esta es tu hermana, Eric? —El chico me sonríe.
—Sip, esta es Bever…
—Everly —lo interrumpo—. Me llamo Everly.
—No según mamá y papá.
Dejo de contemplar al chico el tiempo suficiente para lanzarle una mirada de odio a Eric. El chico ríe.
—¿Y qué tal si te llamo Fresa? —pregunta y me tiende la mano como si fuera una adulta y no una niña—. Yo me llamo Finn.
Le estrecho la mano, y mi corazón de seis años acaba de tomar una decisión. Voy a casarme con Finn.
Entonces él se inclina y me revuelve el pelo.
Vaya. Parece que tengo mucho trabajo por delante.