Capítulo 46
Camino de vuelta a mi residencia por la avenida Baltimore. Cuando paso la calle 40 ya he dejado de sentirme triste por Sawyer. Ahora estoy enfadada. Y siento algo de curiosidad. Pero sobre todo, estoy enfadada. Noté algo raro la semana pasada cuando me encontré con él en el despacho, el día de su cumpleaños. Y canceló lo del siguiente fin de semana porque ocurrió algo. ¿Por qué no me habló sobre ello?
En su lugar, me revaluó. Eso fue lo que dijo: revaluar. Como si yo fuera la adquisición de una empresa. Pero Sawyer nunca ha sido ese tipo de chico. Estaba tan enamorado de mí como yo lo estoy de él. Lo sé, pero sigo repasando la ruptura en mi cabeza. El tono de su voz, sacar el tema de su hermano. Quizá nunca me quiso. Quizá yo solo era un reto. Seducir a la chica que estaba enamorada tontamente de su hermano desde la infancia.
«Una estupidez. Eso es una estupidez. No seas ese tipo de chica, me digo a mí misma. No dejes que te haga dudar de lo que vales. No permitas que te haga cuestionarte la relación más sincera y real que has tenido nunca. No puede quitarte eso. Fue real».
Podría haber estado fingiendo, jugando conmigo, pero no es tan buen actor. Nadie es tan buen actor.
Chloe está en la habitación cuando vuelvo. Suelto un gruñido cuando la veo sentada en su escritorio, tecleando en el ordenador.
—Conque todo el día fuera, ¿eh? —digo, y tiro la bolsa de Pringles y la comida para peces en la cama. Luego me quito el abrigo con un movimiento de hombros.
—Solo te he dicho todo eso para que salieras de la habitación. Me fui corriendo a la biblioteca —responde—. Y di de comer a los peces. —Asiente hacia el bote, que ha vuelto a mi escritorio.
—¡He caminado tres kilómetros para comprar más comida para peces!
—Lo siento. Necesitabas una intervención. —No parece sentirlo mucho—. Además, pareces más contenta. Creo que el paseo te ha ido bien.
—Supongo.
—¿Entonces qué vas a hacer hoy? —pregunta Chloe, que se levanta y hurga en la bolsa de Wawa. Saca un paquete de Pringles sabor barbacoa y lo abre.
—Voy a espiar a Sawyer.
—Eso suena bien. —Asiente—. Me alegra ver que vuelves a ser tú misma.
—¿Quieres ayudar? Será como en los viejos tiempos. Excepto que espiaremos a Sawyer, no a Finn. Y lo haremos en el Ritz-Carlton en lugar de espiar desde el ático a través de los conductos de ventilación de la casa de mis padres.
—Mmm. —Chloe finge que se lo piensa—. Tentador, pero creo que paso.
—No puede ser, Chloe. —Suspiro y me siento en el borde de mi cama—. ¿Cómo pueden haber terminado las cosas así? O sea, ¿me estaba imaginando cosas entre nosotros que no existían?
—No —contesta suavemente mientras recorre la lata de patatas con el dedo—. Nunca he visto a un hombre mirar a una mujer como él te mira a ti. Ese tío está loco por ti.
—Estaba. Estaba loco por mí.
—No ha cambiado su situación sentimental en Facebook.
—Probablemente se le haya olvidado.
—¿Porque Sawyer Camden es un hombre que olvida los detalles, Everly? —Chloe niega con la cabeza—. Creo que no.
Me muerdo el labio. Sé que lo que dice es verdad. ¿Y ahora qué voy a hacer al respecto?