Tener, usar
ES posible que un largo ejercicio de análisis y relecturas de la Ode Marítima de Pessoa haya provocado la simplificación de mis sueños de mar. Sin advertirlo, todo mi trabajo sobre el tema fue un combate contra la dispersión aparente de esa oda que comienza como canto a la industria portuaria y naval y sus tecnologías y a través del tema del masoquismo y la entrega del cuerpo a la violencia industrial encuentra la solidaridad en la pareja de marinos y el alma embargada por la felicidad de la soledad y la tristeza en plenitud.
En un grupo de poemas sobre el mar emprendí, sin saberlo, un trabajo inverso: desmontar las raíces del fetichismo de mar que siempre me rondó. Como resultado, conseguí tres o cuatro poemas y gané una relación irónica con los distintos componentes de mi fetichismo marino.
Sin embargo mi pasión por la vida de mar y sus objetos técnicos sigue intacta, aunque ya no pueda imponerse sin una previa concesión de mi voluntad. Desde un pedazo deshilachado de cabo dangforth hasta un complejo kit de GPS conectado a una notebook con cartografía, cualquier fragmento de tecnología náutica me despierta un intenso deseo de apropiación y empleo.
La meta es poseer estos elementos destinados a burlar la inercia de la naturaleza y, con ellos, corregir la inercia de la naturaleza urbana humana.
En la Ode Triunfal, tan afín y contemporánea a la Marítima, en pleno éxtasis del fetichismo de la modernidad, Pessoa descubre que «un presupuesto y un parlamento son tan bellos como una mariposa». Y efectivamente, cualquier detalle de construcción naval, tejeduría de velas y cabos, aparejos, compases, cables, sextantes, instalaciones eléctricas y mecánicas, o dispositivos electrónicos de manipulación y control, puede conmover con su belleza técnica al aficionado a los barcos tanto como el diseño de vetas y ocelos de un ala de mariposa fascina y transporta al poeta entomólogo a las emociones más sublimes que brinda la naturaleza.
¿Habrá pasado Nabokov por períodos prolongados de repetición de sueños de caza y acecho de lepidópteros? ¿Se habrá representado en sueños en medio de la pradera despoblada, calzado con sus botas de marchar y armado de binoculares y redes viviendo la pasión de la espera del espécimen codiciado?
Poco sabremos de esto. Cada poeta tiene sus mariposas, sus redes, sus corrientes y su estación meteorológica de acero, bronce y nácar. Siempre en el fetichismo pasional algo se roba ferozmente a la naturaleza.