Al lado de Yuma, aunque más cercano con la frontera de Arizona. Una localidad industrial poderosa, Sutton. De seguro no les habrá gustado que se remuevan viejas historias y...

 

Un alarido desgarrador interrumpió al sheriff.

 

Un espeluznante grito femenino que resonó con fuerza en todo el hotel. Jeffrey Sutton lo identificó.

Era Carol Wilder quien gritaba.

 

* * *

 

Janet sonrió levemente.

 

—Ya te he dicho que puedes ir con toda tranquilidad. Carol. Me encuentro perfectamente. Sólo un poco aturdida por tantas horas de sueño, pero estoy bien. No te miento.

 

Carol se contempló unos instantes frente al longitudinal espejo del armario. Tomó un bolso de mano girando hacia su compañera Janet, que todavía permanecía en el lecho.

 

—Ahí tienes el desayuno, Janet. Antes de que lo termines, estaré de regreso. Si debo esperar turno, no me quedaré, ¿de acuerdo?

 

—No seas tonta, Carol. Te hace mucha falta un buen retoque en la peluquería. ¡Estás horrorosa!

 

Las dos muchachas rieron al unísono. Carol se encaminó hacia la puerta. Agitó alegremente la mano.

 

—¡Hasta pronto!

—Carol...

—¿Si?

 

—¿Está Jeffrey en la habitación? —interrogó Janet, dirigiendo una mirada a la puerta que comunicaba con la estancia contigua.

 

—No. Bajó hace ya un par de horas. Primero pasó por aquí para ver si estabas ya despierta, pero tú continuabas durmiendo feliz y tranquila. Ignoro si todavía está Mark. ¿Quieres qué...?

 

—No, Carol, déjalo —interrumpió Janet—. Voy a darme un baño para despejar mi aturdimiento.

 

—Primero toma el desayuno. ¡Hasta luego! Carol abandonó la estancia.

 

Janet saltó de inmediato del lecho. Sus piernas flaquearon al entrar en contacto con el suelo. Sin duda los efectos del somnífero. Con torpe paso acudió hacia la puerta deslizando la barra de cierre del cerrojo.

 

Seguidamente se encaminó hacia la puerta que comunicaba con la estancia contigua colocando también el cierre.

Sí.

 

Tenía miedo.

Un injustificable pánico.

 

Janet se estremeció cruzando los brazos sobre su pecho. Lucía una négligé muy cortita.