Prólogo a la versión alemana de los Quatre Mouvements de Charles Fourier[38]
Después de que hace unos años el Instituto de Investigación Social editara un importante y antiguo texto de teoría de la sociedad, el Esquisse de Condorcet[39], sigue ahora un segundo, los Quatre Mouvements de Charles Fourier. La sugerencia de su publicación partió del Prof. Gottfried Salomon-Delatour, quien a su regreso como catedrático emérito de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Johann Wolfgang Goethe, pronunció conferencias y dirigió seminarios en el Instituto. La lamentada muerte repentina de Salomon dio al traste con importantes planes concebidos sobre todo en relación con la actividad editorial. Ya se había interesado por la traducción del libro y esbozado una introducción; su viuda puso amablemente a disposición del Instituto el fragmento. No era sino una primera anotación de sus ideas. Hubo que redactar, respetándolas, una introducción final independiente. Esta difícil tarea la llevó a cabo Elisabeth Lenk, que fue alumna de Salomon y había asistido a sus seminarios, con tanta delicadeza y devoción como productiva energía intelectual. Ella consiguió la cuadratura del círculo que era conservar lo esbozado por Salomon y al mismo tiempo producir algo enteramente propio que dice mucho en su favor.
Estamos sumamente agradecidos a la Dra. Gertrud von Holzhausen por la traducción; no escatimó tiempo y esfuerzos aplicándose a modificar y mejorar las soluciones a los numerosos problemas que plantea la interpretación de la obra de Fourier. La preparación del tomo corrió a cargo de Frau Dra. Margarete Adorno. No hay nada que añadir al contenido y a la interpretación teórica de los Quatre Mouvements presentes en la introducción. Solo hemos de decir que, a la vista de la dogmatización de teoremas socialistas que por motivos políticos se ha producido en el bloque oriental, cobran nueva actualidad unas ideas que había sido tempranamente proscritas por utópicas en dicho bloque. El nada revolucionario Fourier ocupa entre los utopistas una posición extrema. Ningún otro se vio tan indefenso frente a la acusación de utopismo; pero ningún otro había sido la debilidad de la doctrina en tal grado fruto de la voluntad de concretar la idea de un estado mejor de humanidad. La prohibición de imaginar un mundo como debería ser en nombre de la cientificidad del socialismo no solo ha beneficiado a este. El veredicto sobre la fantasía como fantasmagoría se ajustaba a una praxis que era un fin en sí misma y se hallaba cada vez más engarzada en lo existente de lo que una vez quiso salir. Fourier hizo una crítica despiadada de esta renuncia. A nadie es tan aplicable como a él el verso que Karl Kraus escribió tras la muerte de Peter Altenberg: «Un loco abandona el mundo, y el mundo se queda idiota».
Mayo de 1966