Lo necesitamos
En uno de esos pequeños tomos que, cuando los mencionamos, no nos ahorrarnos el epíteto de «bonito» —antes se los llamaba cultamente «antologías»—; en una de estas bonitas antologías, encontré recientemente una recomendación impresa que decía lo siguiente: «Usted necesita pensar, al menos una vez al día, en otras cosas que el dinero y los negocios. Cada día, un pensamiento de Beethoven - Bonsels - Dehmel - Eucken - Fichte - Flaischlen - Goethe - Hauptmann - Hebbel - Hesse - Hölderlin - Huch - Keller - Keyserling - Lienhard - Morgenstern - Nietzsche - Raabe - Storm - Wagner y otros». Quien haya soportado la sintaxis de la frase, encontrará en el reino de estos ilustres literatos una fuente de posibilidades para la fantasía: podrá viajar en un instante, impulsado por alas de la poesía, de la sonata Claro de luna a la India (lástima que Mendelssohn no empiece por B), aunque su equilibrio moral quede severamente comprometido; si aún seguía al imperativo categórico de tener luz en el corazón, allí comprueba que las cosas no andan a derechas, porque el que nunca ha comido su pan con lágrimas no conoce los poderes celestiales, entre los que finalmente hay que contar aquella luz que antes se derramaba en su corazón. También puede pasarle que confunda a Nietzsche con el Pastor famélico[16] y otras cosas —aparte de que no sabrá si Huch es un señor o una señora ni a cuál de los Keyserling tiene que confiarse, si al que viajó por la India o al más autóctono. Por supuesto se le dirá sin ánimo de desilusionarlo que no se trata de eso, que el orden alfabético es un producto del azar, y que los pensamientos de esos grandes están clasificados temáticamente, o quizá ordenados históricamente, con lo que la reseña del editor constituiría un breve historia de la literatura alemana de Goethe a Lienhard. ¡Pero es posible que se trate ese azar! ¡Es posible que se atribuya al poder del alfabeto el derecho a sistematizar limpiamente la incapacidad para elegir! Y finalmente:
¿Qué se puede hacer con un alfabeto que permite emparejar a Beethoven con Bonsels, pero también a Flaischen con Goethe? ¿No es para desear volverse analfabeto para escapar de él?
1925