Sin embargo

En el semanario TV Hören und Sehen del 20 de agosto de 1966 aparecen, con motivo de una emisión de Radio Stuttgart, unas líneas sobre García Lorca. Uno podría muy bien, después de saltarse algunas columnas de «chismorreo» en las que no falta el nombre del redactor, alegrarse de ello si la proximidad de esas columnas no le quitasen a uno las ganas de leer. Pero allí se lee lo siguiente: «Aunque Lorca nunca fue políticamente activo, su compromiso político fue fatal para él. Al comenzar la Guerra Civil Española fue arrestado y fusilado en Víznar en 1936 por la Guardia Civil amiga de la Falange. Sin embargo, se le considera uno de los más importantes poetas españoles». La lógica que niega la implicación política activa y confirma el compromiso político es en todo caso un reflejo lateral de la parte de «chismorreo». Pero la tolerancia termina allí donde se informa de que el caracterizado como político-apolítico fue fusilado por los falangistas o sus cómplices e, inmediatamente después, se constata que, sin embargo, se considera a Lorca uno de los más importantes poetas españoles. Se podría creer que se dice esto pensando en España, donde el régimen cuyas bandas asesinaron al poeta todavía existe y puede tener interés en disimular la fama internacional de Lorca. Pero no se está hablando de España, sino simplemente de la significación de Lorca, seguramente también de la que tiene en nuestro país. Luego hay que suponer que el hecho de que uno de los literatos más importantes de la época fuera asesinado por fascistas, y, según sugiere esa información, siendo inocente, basta para hacerlo tan sospechoso que solo de manera falsa, y como perdonándolo, se puede conceder su importancia tras haber reconocido su éxito. Otras cosas por el estilo pueden figurar en una revista de programación de extraordinaria difusión sin que, al parecer, nadie se indigne. Ello dice sobre el clima que se difunde por Alemania más que los opacos asuntos de la alta política. Por lo visto solo se puede pensar en las víctimas del fascismo como si ellas fuesen los propios criminales que las asesinaron; de lo contrario no solo el señor Franco se sentiría herido, sino también la sensibilidad de su pueblo, que amenazante vuelve a resurgir. Verdaderamente no hacen falta fotografías falsificadas para denunciar una infamia a la que, preocupadas por su tirada, se pliegan las revistas burguesas ilustradas.

1966