Capítulo 5
Mamá fue, como ellos solían decir al terminar el siglo, una mujer de trato difícil. Ella fue el miembro más respetado de los Ángeles Azules, e incluso luego de su pelea con Romy y su huida de Cavern City, su nombre fue adoptado sólo por aquellos motociclistas que se movieron rápidamente por los desfiladeros y garabatearon sobre muchas paredes.
María Bartley-Rand, La Flor de la Vida: El Viaje Más Allá de la Protocultura
Aquello no era más que un pueblo pequeño -estrictamente una región fronteriza de calle principal, ruinoso y sucio- y aquel no era más que un bar pequeño, pero al menos el lugar ofrecía cerveza fría (aun cuando era fabricada localmente y de gusto amargo), sombra, y una cantante secundada por una banda informal decente.
Después de que todas las batallas terminen
Después de que toda la pelea esté lista
¿Serás tú el primero
En encontrarte solo con tu corazón
Buscando la respuesta?
Rook Bartley levantó su copa y bebió a la salud de la cantante. La canción era suave y triste, precisamente lo que necesitaba para pasarse lentamente a la melancolía, viaje a través de recuerdos respecto a los cuales ella no podía hacer nada.
Rook dio una mirada alrededor del lugar por encima del borde de su copa. El lugar estaba poco iluminado y pobremente ventilado pero sorprendentemente limpio y ordenado para un fonducho en los yermos. Allí estaba la clasificación usual de tipos, Forrajeadores en su mayoría, manteniéndose en las esquinas, abrigando tragos y pensamientos privados. Una pareja o dos abrazándose en el espacio despejado que pasaba por una pista de baile. Y varios chicos malos en la fila de adelante, botas sobre la mesa, anteojos de sol de medianoche. Rook juzgó que ellos eran gente del lugar por el modo en que estaban recorriendo con las miradas el lugar en busca de acción, su básica profesión de rufianes sintiéndose a salvo en el estéril pedazo de césped que ellos habían asegurado para sí. Rook retornó a su trago, no impresionada.
Ella era una mujer de dieciocho años de edad, de baja estatura y bien proporcionada con una cabellera larga de color rubio-rojizo y un rostro del cual más de un hombre se había enamorado. Ella estaba vistiendo un bodysuit de mangas cortas de color rojo y blanco que se adhería a ella en los lugares apropiados. Aquel estaba adornado con fundas de antebrazos, un práctico cinturón azul, y botas, un equipo diseñado para hacer juego con el mecha que ella conducía, un Cyclone rojo que había liberado de un depósito de armas justo luego de su separación de los Ángeles Azules, el ataque de las Serpientes...
Cuando se siente como si el mañana nunca llegará
Cuando parece como si la noche no terminaría
¿Puedes pretender
Que tú no estás realmente solo?
Tú estás fuera de aquí por tu cuenta (soldado solitario)
Tú estás fuera de aquí por tu cuenta (soldado solitario)
Rook reposó su espalda en el respaldo de la silla para estudiar a la cantante líder del grupo, una cantante de rock muy conocida en los yermos que se llamaba así misma Yellow Dancer. La canción había tomado un inesperado salto a cuatro y cuatro, la guitarra y los teclados aullando, y Yellow estaba apartada hacia un lado del escenario, aplaudiendo con ritmo y concediendo a la banda su momento en las luces. Ella era alta y un poco ancha de hombros, Rook pensó, pero atractiva de cierta manera que gustaba tanto a hombres como a mujeres. Su cabello era largo pero áspero, teñido ligeramente de color lavanda y sujeto por una banda de cuero verde que era adornada con una sardineta que quedaba en el centro de su frente. Las vestimentas de escenario de Yellow no eran en modo alguno elaboradas -zapatillas, pantalones muy ajustados, y un top sin tirantes decorado en púrpura- pero eran bien propios para su estatura y embellecían su figura.
Yellow volvió al micrófono para agradecer los aplausos. Ella estaba siendo modesta y sonriendo hasta que uno de los chicos malos decidió cambiar el ritmo un poco.
"¡Oye, muñeca!" él soltó un grito, levantándose de la mesa y aproximándose al escenario. "A mí y a mis amigos no nos gusta tu música. Apesta, ¿oíste?"
Rook ya se lo esperaba. Era el de mentón puntiagudo y anteojos de sol, el líder aparente de la pandilla. Él estaba vistiendo jeans apretados metidos en botas hasta la canilla de gamuza y una camisa de mangas cortas dejada sin abotonar.
"Es basura, no música," él insultó a la cantante.
Rook quiso saber cómo Yellow se las arreglaría; los de la banda eran gente del lugar, como lo era la mayoría de los que estaban allí. Ni uno estaba exactamente mostrándose capaz de enfrentar su defensa, pero tampoco ella estaba mostrando signos de preocupación.
"Bueno, ¿y por qué no les dan a estas personas un ejemplo de lo que ustedes consideran música?" ella se burló en respuesta.
Algunos de la multitud encontraron la réplica divertida, lo cual sólo logró abochornar al crítico de Yellow. Antes que arriesgarse a ponerse en ridículo, él decidió enseñarle una lección rápida y dio un paso hacia adelante lanzando un derechazo relámpago.
"Te daré un ejemplo," él dijo al mismo tiempo.
Pero Yellow fue aún más rápida; todavía manteniendo su posición, ella esquivó el golpe bajando su cabeza hacia la izquierda, dejando un vacío en su estela. El brazo del bribón se deslizó limpiamente hacia la nada, enrollándose él mismo alrededor del pie del micrófono, y quedando completamente sin balance. La multitud se burló, y Yellow sonrió. Pero en aquel instante, su agresor se compuso, se dio vuelta, y alcanzó a golpearla en la cara con su mano izquierda abierta.
La cabeza de Yellow hizo ruido y se fue hacia atrás, pero no por mucho tiempo. Ella replicó con un derechazo, también con la mano abierta pero un poco encorvada para poner a sus uñas en juego. El hombre tomó toda la fuerza del golpe con su sien y su mejilla; sus anteojos fueron golpeados de lado, y sangre había brotado.
"Ahora estamos a mano," ella dijo al líder, cuya espalda todavía estaba volteada hacia ella. Pero ahora ella tenía que responder al resto de la pandilla también; ellos habían dejado sus mesas y se estaban aproximando a ella amenazantemente. "¿Por qué no olvidamos todo esto, amigos?" ella les dijo. "La función de lucha libre no esta fijada sino hasta el Sábado por la noche, y no querríamos estropear el programa, ¿o sí?"
Rook tuvo que reír; o ella sabía lo que estaba haciendo o era una de ésos que hacía cosas peligrosas por diversión. Rook tenía razones para creer que era el primer motivo, sin embargo. Yellow estaba preparada como una trampa para saltar de repente, sus piernas delicadamente flexionadas, sus puños en forma de garras. Al mismo tiempo, ella estaba manteniendo un ojo sobre aquel que ella ya había herido y estaba más que lista para él cuando éste se abalanzó sobre ella.
"¡Pequeña bruja!" el hombre refunfuñó. "¡Te mataré!"
Él entró en acción y asestó un gancho largo con su izquierda con poco de la rapidez que había caracterizado a su primer golpe y nada de la ambivalencia del segundo. Pero una vez más, Yellow salió ilesa, y el impulso condujo al hombre fuera del escenario, prácticamente a los brazos de sus secuaces.
"He disfrutado nuestra pequeña lección de baile," Yellow bromeó, alejándose retrocediendo un poco. "Pero si no les molesta, este lugar me está pagando para cantar." Sus ojos se movieron rápidamente a la izquierda y a la derecha, trazando un escape si fuera necesario. "Por supuesto, podemos continuar en donde nos quedamos luego de la función -te vendría bien una lección de fox-trot, sabes- y si todos se portan bien, les enseñaré rumba..."
La pandilla la estaba rodeando, y Rook estaba comenzando a repensar su evaluación más temprana de Yellow Dancer. Cualquier cosa que ocurra ahora, ella en parte lo ha merecido. Mientras tanto el dueño del club había aparecido en el escenario para interceder. Pero Rook tuvo que reír nuevamente, el grog juntándose en su nariz. No sólo fue el petimetre entrado en los setenta años, sino que él comenzó su pequeño discurso refiriéndose a los adversarios de Yellow como ¡caballeros!
"Si no pueden controlarse," él continuó, su bigote blanco sacudiéndose bruscamente, "¡Voy a tener que pedirles que se retiren!"
Tú y que ejército, Rook se dijo a sí misma, citando el remate de una antigua broma T'Sentrati.
Uno de los rufianes, un pequeño adefesio de apariencia maliciosa en musculosa, había sacado de repente un cuchillo durante el intento de reprimenda del anciano. Él arrojó el cuchillo con un tiro de revés, haciéndolo pasar silbando al lado de la cabeza del dueño y clavándolo directamente en la pared de madera terciada detrás del escenario.
"¡Preste atención a sus modales, abuelo!" el joven previno.
Rook suspiró cansadamente, tragó los dos últimos traguitos de su bebida, y se levantó de la mesa.
"Vaya, ustedes muchachos seguro tienen agallas," ella dijo a los miembros agrupados de la pandilla. Ellos se voltearon lentamente hacia ella tal como ella supuso que lo harían, miradas de descreimiento en sus caras. "¿Creen que pueden arreglárselas con ella ustedes solos?"
Esto trajo de inmediato silbatinas y retos de los otros del lugar. Rook sonrió para beneficio de la audiencia y guiñó el ojo al líder de la pandilla. Ella había estado en este tipo de escenas demasiadas veces para poder contarlas, y conocía a la clase del líder tan bien como a ella misma. Ella estaba confiada de que podría con él, y aquello eliminaría la necesidad de pelear mano a mano con los otros. Todo lo que tenía que hacer era ir tras el orgullo del líder, y ella ya había dado un buen primer paso en aquella dirección...
"Rubia, toma mi consejo y no te entrometas o serás la próxima," él le advirtió.
Rook miró a la distancia indiferentemente. "Tal vez si dos de ustedes la sujetan mientras los otros corren por ayuda... Así podrán tener una oportunidad."
Las silbatinas se incrementaron en volumen y originalidad. Hasta el líder esbozó una sonrisa de aprecio. Él acomodó sus anteojos de sol y dio a Rook una ojeada. "Una comediante." Él se mofó. "Que lástima para ti que yo tenga poco sentido del humor, porque voy a hacer que te arrepientas de haber ingresado alguna vez aquí."
El pequeño y detestable lanzador de cuchillos exhibió una segunda cuchilla de hoja angosta, pero el líder le indicó con un gesto que retroceda. "Ella es mía," él dijo a sus muchachos, y se lanzó él mismo a la carga.
Rook tuvo mucho tiempo para prepararse y ponerse en una posición adecuada; más ella ya había valuado las fortalezas y debilidades del sujeto. Él estaba abalanzándose sobre ella con toda sus fuerzas, gritando con todos sus pulmones, sus manos a la altura de sus hombros. Sobre las yemas de sus pies ahora, Rook se agachó y trajo su brazo derecho enfrente de su cara, su codo apuntado hacia fuera. Cuando el líder estaba al alcance, ella se dobló hacia atrás, luego se levantó de repente y asestó su golpe, golpeando al hombre directamente en la laringe.
Instantáneamente, él cayó sobre sus rodillas, sus manos agarrando su garganta. "Por poco me matas," él alcanzó a decir con voz áspera.
"Bueno, por qué no lo intentas otra vez quizás ahora sí lo logre," Rook le respondió.
El salón estaba lleno de aplausos y vítores ahora; incluso algunos de los miembros de la pandilla estaban riendo.
Rook oyó a Yellow Dancer decir, "Creo que encontró la horma de sus zapatos," justo después de que el líder rezongó y gritó, "¡Dejen de reírse!"
Luego el esgrimidor de cuchillos comenzó a entrar en acción...
***
Fuera del bar, dos Cyclones se agregaban a la fila de motocicletas y de varios vehículos híbridos que se alineaban en la calle principal del pueblo. Scott y Rand dieron un vistazo a las motocicletas y al bar e intercambiaron miradas interrogativas.
"¿Quieres que entremos?" Rand preguntó.
Scott se encogió de hombros y se sacó el casco. "¿Qué tenemos que perder?"
"Eso no es lo que quería oír," Rand comenzó a decir, pero Annie ya se había bajado del Cyclone y enfilado hacia la puerta.
"Vamos, Rand. Estoy muerta de sed."
Rand exhaló fuertemente y desmontó queriendo saber cómo él había dejado que las cosas se salieran de control. Es sólo otra ciudad, él se había dicho a sí mismo. Un lugar en donde él podría sentirse bien dejando a Annie y diciendo un último adiós a Scott. Luego sería regresar a la vida solitaria y a los caminos abiertos. Pero aquello había sido hace tres días y varios pueblos, ni uno de los cuales satisfizo sus necesidades. Él tampoco tenía especialmente buenos sentimientos respecto a este pueblo. Dos hileras de estructuras prefabricadas de alta tecnología en ruinas divididas longitudinalmente por la carretera norteña y apretujadas entre las paredes de piedra de un árido cañón, el lugar tenía una apariencia sucia, calamitosa. Parecía como si el pueblo se hubiese rendido mucho antes de la llegada del Invid.
"Ellos al menos podrían limpiar el lugar," Rand dijo a Scott. "Grupo de perezosos..."
"Supongo que las personas del campo hacen las cosas diferentes," Scott dijo de un modo condescendiente.
Rand frunció el entrecejo. "Al menos tenemos el suficiente respeto por nosotros para no dejar que nuestras casas se conviertan en pocilgas. ¿Deseas saber por qué yo preferiría vivir de la tierra, Scott? Bien, mira a tu alrededor."
"Oh, dejen de discutir, ustedes dos," Annie dijo, atravesando las puertas oscilantes de la cantina. "Esta pocilga no está tan mal. ¿Qué creen que hacen para divertirse por aquí?"
Dentro, la primer cosa que se presentó a sus ojos fue una pelea con cuchillos.
Una joven y atractiva mujer en un bodysuit rojo se estaba alistando para pelear contra un joven de apariencia maliciosa esgrimiendo lo que parecía ser un cuchillo de caza. Los espectadores estaban vitoreando y dando palabras de aliento a ambos sujetos. En el escenario del lugar, una mujer alta y delgada y un anciano de cabellos blancos decían a gritos que detengan la pelea.
Scott se paró en seco. "¿¡Es ella!?"
"¿Quién?" dijo Annie.
"Ella es quien nos ayudó el otro día -¡la chica del Cyclone!"
Los ojos de Rand se abrieron. "¿La chica del Cyclone? ¡Y ahora me lo dices!... ¿Y bien qué estamos esperando? Vamos-"
"No, espera un minuto." Scott extendió su brazo para sujetar a Rand. "Estoy seguro de que ella se las puede arreglar muy bien sola."
"Pero la van a matar," dijo Annie.
Scott negó con su cabeza. "No, no lo creo."
Rand decidió que Scott podría estar en lo correcto. La mujer se movía como una bailarina, esquivando cada acuchillada y arremetida del joven, sus cabellos rubios moviéndose en su rostro. Uno de los hombres de la multitud estaba alentando al hombre del cuchillo con sus propias amenazas.
"¡Déjate de alardear! ¡Clávaselo, hombre! ¡Clávaselo!"
Pero la mujer no iba a permitir que ocurra eso. Ella retrocedía con calculada deliberación, girando y doblándose en los momentos indicados. Rand pudo ver que el rufián estaba perdiendo la paciencia y volviéndose descuidado con su guardia; él también notó que esto no estaba sucediendo con la mujer de rojo. Ella se colocó, piernas separadas, y esperando por él. Muy seguro de sí, el joven intentó asestar un revés al asalto y quedó con los brazos abiertos de par en par; la mujer se prolongó por debajo de aquel y completó su giró con una patada larga que asestó en la cara de aquel, arrojándolo contra una de las mesas. El hombre cayó al piso al colapsar la mesa debajo de él, pero un segundo hombre, un rufián alto, de piel oscura, vistiendo un gorro con orejeras, sujetó a la mujer por detrás aplicando una llave nelson. Ella trató de liberarse pero se encontró subyugada. Al mismo tiempo un tercer miembro de la pandilla se acercó caminando de un modo no apresurado y tomó el cuchillo de su camarada derrotado. Él golpeó amenazadoramente la punta de la hoja del cuchillo contra la mejilla de la mujer.
"Ya puedes irte despidiendo de tu lindo rostro, nena," Rand oyó al hombre decir.
Scott ya estaba metiéndose, al igual que lo estaba la cantante, quien había comenzado a agarrar el cuchillo clavado en la pared detrás del escenario. Pero Rand se movió más rápido que ambos. Él recogió una copa a medio llenar pesada de una mesa cercana y la arrojó, golpeando al cuchillo que el líder de la pandilla sostenía en su mano. Al gritar el joven y dejar caer el cuchillo, asiendo su mano golpeada, Rand dijo a gritos, "¡Agáchate!" y lanzó una segunda copa.
Rook vio a ésta dirigirse hacia ella y se estrechó entre los brazos del hombre, sus brazos totalmente extendidos al deslizarse ella hacia abajo. La copa golpeó en el rostro del hombre, y su asimiento sobre ella colapsó; él estaba agarrándose la nariz y quejándose cuando Rook llevó su bota hacia abajo sobre el empeine del hombre y se alejó fuera de alcance.
"¡Te mataré por esto!" el hombre dijo a gritos. Pero cuando él retiró sus manos de su cara, se encontró a sí mismo mirando con asombro al blaster desenvainado de Scott.
"¡Salgan de aquí todos ustedes!" Scott les dijo.
Las armas eran una visión bastante común en los yermos, pero un blaster era rara vez visto.
Tomados por sorpresa, los miembros de la pandilla comenzaron a retroceder hacia las puertas oscilantes. "Ganaste esta vez, soldado," el líder dijo por encima de su hombro. "Pero la guerra aún no termina."
En un momento los sonidos de motocicletas acelerando y partiendo llenaron el lugar.
Rook miró altivamente a sus rescatadores; ella los reconoció como a aquellos tres que ella había salvado de la contienda con los Invid en Laako tres días antes. Uno de ellos, el pelirrojo llamado Rand, estaba observándola apreciativamente.
"¿Por qué tuvieron que entrometerse?" Rook dijo ásperamente, y dejó el bar.
"Creo que es difícil complacer a ciertas personas," Rand se despachó después de ella.
"¡Presumida!" dijo Annie, haciendo una mueca y gesticulando.
"Bien, estoy agradecida por su ayuda," dijo una melodiosa voz.
Rand se volvió y casi se cayó. ¡Era Yellow Dancer! Él no la había reconocido anteriormente y difícilmente podía creer lo que estaban viendo sus ojos ahora. "No puede ser," él tartamudeó, siéndole imposible controlar su excitación. "Te he visto al menos veinte veces, pero nunca pensé que tendría la oportunidad..." Él giró e hizo una desesperada acometida por una servilleta y se la entregó a Yellow. "Sé que es ridículo, ¿pero... es para mi hermana menor, tú sabes?"
Yellow sonrió a sabiendas. El dueño del bar tomó una pluma del bolsillo de su chaqueta y se la pasó a ella. "Para tu hermana menor," dijo Yellow, riéndose entre dientes. "Como siempre..."
Annie vio la mirada de perplejidad de Scott y dijo, "Es Yellow Dancer. ¿Nunca oíste hablar de ella?"
Scott sonrió tenuemente y sacudió su cabeza.
"Vaya, tú realmente estás mal informado, Scott."
Scott ignoró el comentario y se volteó hacia el dueño. "Esa pandilla, ¿Quiénes son?"
El hombre se encogió de hombros. "Los canallas de siempre. Tipos como ellos abundan por todas partes."
"¿Si, pero que hay de las autoridades locales -han pensado en pedirles que hagan algo?"
Rand elevó sus ojos hacia el techo en un gesto dramático y se volteó avergonzado.
El dueño miró fijamente a Scott por un momento, luego dijo, "Señor, ellos son las autoridades locales."