Capítulo 1

La armada de naves Robotech que T. R. Edwards había acumulado para su planificada invasión y conquista de la Tierra sería dispuesta para ese mismo propósito años después cuando el Almirante Hunter la envió contra los Invid. Sumando ironía a ironía, debería ser mencionado que las naves de guerra tenían serios defectos de diseño los cuales fueron inadvertidos durante su uso en Tirol. Asumiendo que este hubiera sido el caso aun cuando Edwards se las hubiera ingeniado para perseverar, la misión hubiese fallado. El destino falló en entregar a Edwards la corona que él sentía justificada llevar y así mismo falló en entregar a Hunter una rápida victoria que él sentía justificada reclamar.

Selig Kahler, La Campaña Tiroliana

Una flota de naves de guerra Robotech se movió en formación de ataque sobre la Luna, una escuela mixta de brillantes predadores, resplandecientes donde el distante sol tocaba sus cascos blindados y aletas de aleación. Cada uno transportaba en sus barrigas una veintena ó más de Veritechs Fighters, bruñido mecha transformable desarrollado y perfeccionado en el curso de los pasados treinta años. Dentro de cada uno había un piloto preparado para morir por un mundo nunca visto. La guerra estaba a la cabeza de la agenda, pero en una estrecha cabina de carga a bordo de una de las embarcaciones de comando un joven hombre estaba pensando en el amor.

Él era de agradable apariencia, un bien afeitado joven entrado en los veinte, con las largas piernas de su padre y los muy abiertos ojos de su madre. Él llevaba su cabello azul oscuro peinado hacia atrás desde su gran frente -salvo por aquel indisciplinado mechón que siempre parecía querer caer hacia delante- haciendo parecer a sus orejas más prominentes de lo que realmente eran. Él vestía el uniforme de la Fuerza Expedicionaria -sencillo gris apretado- vistiendo pantalones metidos dentro de botas de caña larga y un top ornamentado con cuello elevado y mangas cortas llevados sobre un traje corporal de tela sintética colorado-carmesí. El escudo del Grupo Marte adornaba la camisa del joven hombre.

Su nombre era Scott Bernard -Teniente Scott Bernard- y este era un regreso de varias clases. Ese hecho, unido con las ansiedades que él sentía respecto a la inminente batalla, lo habían puesto en un apasionado estado de ánimo. La afortunada receptora de este no tan repentino deseo era una bonita adolescente de ojos negros llamada Marlene, unas buenas seis pulgadas más baja que Scott, con cabellos de color marrón chocolate con leche y piernas bien proporcionadas realzadas por la corta pollera del uniforme.

Scott tenía en sus manos la pequeña cara acopada de Marlene mientras él miraba amorosamente en sus ojos. A medida que sus manos se deslizaban por los estrechos hombros de ella, él la atrajo hacia él, su boca completamente contra la de ella, asfixiando la protesta que la naturaleza más precavida de ella deseó expresar e incitándola a responder. Por lo que ella, con una queja de placer, colocó sus manos para presionar contra el pecho de él.

"Cásate conmigo, Marlene," él dijo después de que ella interrumpió su abrazo. Él se escuchó decirlo y casi aplaudió, simplemente por haber tenido finalmente el valor para preguntárselo; la respuesta de Marlene fue un particular número.

Su sorprendido boqueo probablemente dijo lo mismo: que ella tampoco podía creer que él finalmente había encontrado el tiempo para eso. Ella se volvió dando la espalda, con sus manos nerviosas en actitud de rezo.

"Bien, ¿lo harás?" Scott insistió.

"Es un poco repentino," ella dijo evasivamente. Pero Scott no logró escuchar su tono y reaccionó como si él hubiese sido abofeteado.

"Tendrás que hablar con mi padre primero," Marlene continuó en el mismo tono, su espalda todavía hacia él. "También con Mamá." Cuando ella se dio vuelta, Scott estaba mirando con asombro su relajada riña.

"¡Pero ellos están de regreso en Tirol!" él balbuceó. "Ellos no podrían estar aquí para..." luego él captó su sonrisa e inmediatamente entendió. Literalmente él la conocía de toda la vida, y todavía no podía decir cuándo ella le estaba tomando el pelo.

Marlene le estaba sonriendo ahora, con ojos rebosantes de alegría. Pero el repentino chillido de las sirenas interrumpió su felicidad.

"Operación de transposición completada," dijo una voz en el PA. "Todos los comandantes de ala repórtense al puente para instrucciones finales y asignaciones de combate."

Los labios de Scott eran una línea fina cuando la miró.

"Respóndeme, Marlene. Podría no tener otra oportunidad para preguntártelo."

***

El puente de la nave comando era estrecho, cosa práctica, con dos estaciones de trabajo comprimidas entre puertos de observación desplegados a su alrededor y cuatro estaciones más consecutivas por detrás de las dos primeras. No era sin embargo de la amplitud y calma que había caracterizado al puente del SDF-1; aquí cada uno tenía un asiento, y todos ponían al deber primero. Tomó algo así como la primera vista de la Tierra para producir alguna conversación casual, e incluso entonces los comentarios habían sorprendido a algunos.

"Estoy tan emocionada," estaba diciendo una mujer técnico. "A duras penas puedo esperar para ver cómo luce la Tierra después de todos estos años."

El Comandante Gardner sentado en la estación delantera del par de estribor, escuchó esto y rió amargamente para sí mismo. Él había servido bajo las órdenes de Gloval durante la Primera Guerra Robotech y había estado con Hunter entonces. Su denso cabello y bigote se habían vuelto plateados en los últimos años, pero él todavía conservaba una juvenil energía y la firme lealtad de su joven tripulación.

La mujer técnico que había hablado tenía no menos de diecisiete años, nacida en la profundidad del espacio como la mayoría de sus compañeros de nave. Gardner deseó por un momento haber podido mostrar a la joven la Tierra de hace cuarenta años, abundante en vida, salvaje y maravillosa y dichosamente ignorante de la próxima oleada...

"¿Que importa?" le respondió su compañero del tablero de mando. "Para mí un planeta es igual a otro. Las naves Robotech son todo lo que he conocido -todo lo que quiero conocer."

"¿No tienes ningún interés en pisar tu planeta de origen? Nuestros padres nacieron aquí. Sus padres, justo detrás de los primeros antepasados."

Gardner pudo casi oír claramente a través del puente el encogimiento de hombros del copiloto en señal de indiferencia.

"Solo otra colonia Invid, coloréalo como quieras. Así este lugar es azul y Spheris era marrón. Eso no significa nada para mí."

"Hablando como un verdadero romántico."

El copiloto resopló. "¿Consigues tú un pensamiento romántico sobre los Invid cavando alrededor de nuestro mundo buscando Protocultura?"

El Comandante Gardner estaba atento a la respuesta cuando la puerta de ingreso al puente siseó abriéndose repentinamente y el Teniente Bernard ingresó.

"El Grupo Alpha está poco más o menos listo para el despegue," reportó Bernard.

Gardner murmuró, "Bien," y se levantó del contorneado asiento, indicando a uno de los técnicos encender el sistema PA (sistema de altavoces) de la nave.

"La mayoría de ustedes sabe lo que estoy a punto de decir," él comenzó. "Pero para aquellos que no saben lo que significa esta misión, es simplemente esto: varios meses atrás nos percatamos de que el Sensor Nébula del Invid había localizado alguna nueva y aparentemente enorme provisión de las Flores de la Vida. La fuente de las transmisiones resultó ser la misma Tierra."

"La Regis se movió rápidamente para asegurar las Flores, con la misma sanguinaria intensión que ella demostró en Spheris, Haydon IV, y en otra docena de mundos que yo no les debo recordar. Tampoco debería tener que recordarles sobre lo que vamos a enfrentar en la Tierra. Parece probable que los Invid hayan diezmado las fuerzas de Wolff, pero nosotros ascendemos a más de cuatro veces las unidades bajo su comando."

Scott cayó en la cuenta de que los técnicos del puente, con ojos fijos en Gardner y poniendo caras de desconsuelo, estaban dando apoyo en silencio a las palabras del comandante. Marlene ingresó al puente a la mitad de las instrucciones, susurrando sus disculpas y tomando asiento en su estación de trabajo.

"El Almirante Hunter nos encargó una vasta operación militar para invadir y reclamar nuestro mundo," dijo Gardner. "Sé que puedo contar con cada uno de ustedes para permanecer firmes tras la convicción del almirante de que podemos sentar las bases para su segunda oleada." Él inclinó su cabeza. "Esperemos que Dios tenga misericordia de nuestras almas."

Un corto silencio fue interrumpido por un informe del navegante:

"Órbita terrestre en tres minutos, Comandante. Colocando presentación visual en el monitor, señor."

Todos se voltearon para mirar hacia las pantallas del frente. Esquemáticos orbitales se presentaron y fueron reemplazados por una vista completa de la Tierra. Ellos siempre habían visto fotos e imágenes de vídeo en abundancia, pero a pesar de eso la vista inspiró temor.

"Es hermoso," dijo alguien. Y comparado a Fantoma o Tirol, ciertamente lo era: polos de nieve blanca, océanos azules, y diversas masas de tierra, la totalidad decorado por revueltas nubes.

Una computadora generó una grilla montada sobre la imagen a la vez que la nave comando continuó acercándose. En su estación, Marlene dijo, "Entonces así es como luce la Tierra... lo había olvidado."

El comandante requirió que la exploración sea iniciada, y en un momento la grilla estaba resaltando un área localizada en uno de los continentes del norte. Listas de datos eran mostrados a través de un monitor adyacente.

"Magnificación total e intensificación de color," Gardner vociferó.

Marlene se inclinó para estudiar su pantalla. El monitor delantero estaba mostrando una encolerizada imagen roja, no atenuada en lo más mínimo por la atractiva capa nubosa de la Tierra. Ella sabía qué era esto pero pidió a la computadora comparar las lecturas actuales con aquellas almacenadas en sus bancos de memoria. Ella sintió que Scott estaba mirando curiosamente por encima del elevado respaldo de su silla.

"Eso es, señor," ella dijo de repente, su pantalla centelleaba estroboscópicamente. "La colmena central. Designación... Punto Réflex," Marlene leyó de la lista de datos. "Obteniendo lecturas de flujos de energía y múltiples contactos de radar... esperando instrucciones."

Gardner la miró brevemente, luego volvió su atención hacia delante. "Quiero visuales tan pronto como sea posible," él instruyó a uno de los técnicos.

"Transporte de Shock Troopers," Marlene dijo al mismo tiempo.

Las ventanas de la nariz de Gardner se ensancharon. "Prepárense para contraatacar."

Los técnicos estaban inclinados sobre los tableros de mando presionando comandos, el puente era un verdadero show de luces provenientes de centelleantes pantallas.

"Dos minutos para contacto," el navegante informó a Gardner.

"Todas las secciones prepárense..."

"Piloto-espacial automático apagado... escudos de la nave elevados..."

Marlene pulsó ligeramente una serie de interruptores. "La red de comunicaciones está abierta..."

"Muy bien," dijo Gardner concluyentemente. "Transmitan la señal de partida a todos los Veritechs."

"Un minuto y contando, señor."

El comandante se volteó hacia Scott.

"Ahora depende de sus escuadras, Teniente. Tenemos que penetrar sus líneas y poner estas naves en tierra." Scott lo saludó, y Gardner le respondió el saludo. "Buena suerte," el comandante agregó.

"Puede contar con nosotros."

Marlene se había vuelto en su estación, esperando verlo al pasar. Al mismo tiempo que Scott se inclinó para besarla, ella sonrió y lo sorprendió colocando en sus manos un medallón holográfico en forma de corazón.

"Llévate esto contigo," dijo ella mientras él estaba contemplando la cosa. "Es mi modo de decir 'buena suerte'."

Scott se lo agradeció y se inclinó para cobrar aquel beso después de todo. Transfigurado encontró a Gardner y a los técnicos sonriéndole, él dio otro animado saludo y arremetió fuera del puente.

"'Adiós, mi amor,'" uno de los técnicos situados detrás de Marlene imitó poco después de que Scott se fuera. "'Y aquí tienes un símbolo de mi eterno amor'."

Marlene asomó su cabeza por el borde de la silla. Marf y uno a quien le gustaba ser llamado Red estaban riendo. "¡Basta!," les dijo ella. Ella estaba acostumbrada a las tomadas de pelo -el tiempo privado era difícil de conseguir a bordo de la nave, y las libres expresiones de afecto de Scott sólo echaban más leña al fuego- pero no estaba de humor para aquella en ese momento.

"¿Qué ocurre, Marlene?" Red preguntó por encima de sus hombros. "¿No sabes que la ausencia hace que el amor crezca más aún?."

Ella giró en su acojinado asiento y ocultó su rostro en sus manos. "No se como podría," ella se compuso, repentinamente al borde de las lágrimas.

"No dejes que te molesten, Marlene," exclamó uno de sus defensores de las estaciones delanteras mientras Red reía.

"Vuelve, Scott," ella suplicó. "Daría mi vida para mantenerte a salvo."

***

La nave comando de Gardner era en realidad uno de los tantos cruceros de transporte de la flota -naves de apariencia delicada que se asemejaban a cisnes en vuelo, con largos, escalonados cuellos con delgadas alas en forma de flecha, debajo de cada uno de los cuales había adherido un tipo de vagón cerrado portaaviones Veritech.

Ahora Scott, con su cuerpo acorazado en armadura color verde-lima, estaba sujetándose dentro de uno de los Veritechs. Quince años habían visto sólo cambios menores en la armadura y embarcación. El equipo de diseño Robotech de Lang había mantenido los "cascos pensantes" y sensores -adornados guantes y botas que fueron tan característicos de la primera generación de pilotos VT. La misma armadura se había vuelto un poco voluminosa debido al hecho de que esta tercera generación de guerreros se veían involucrados en misiones de ataque terrestre tan a menudo como lo estaban en repentinos ataques espaciales; pero de ninguna manera era el gladiatorio estilo preferido por las contrapartes de Lang en el Ejército de la Cruz del Sur.

"El motor principal y los impulsores están en máximo estado, señor," un técnico de lanzamiento situado en el borde del receptáculo del Veritech se lo comunicó a Scott antes de que él baje la cubierta de su cabina. "Buena suerte y buena caza."

Scott le hizo rápidas señas con su dedo pulgar izquierdo hacia arriba (en señal de todo ok) mientras la cubierta de la cabina se selló ella misma. "Gracias, amigo," dijo Scott. "Te veré en la Tierra."

Destellos de luces verdes y rojas de los displays de la cabina del avión se reflejaban a través del matizado visor del casco de Scott al tiempo que él activaba y empleaba uno tras otro los complejos sistemas del Veritech. "Aquí el Comandante Scott Bernard del Vigésimo Primer Escuadrón de Asalto Táctico Blindado, División Marte," él anunció por medio de la red de comunicaciones. "La condición es verde, y estamos listos para despegar."

"El compartimento de vuelo está abierto," el controlador le comunicó. "Listos para despegue, Comandante."

Scott dio la orden de despegue al tiempo que las puertas de los compartimentos porta aviones se retrajeron. Los océanos de la Tierra de color azul profundo salpicados de nubes ocuparon totalmente su campo de visión. El espectáculo produjo una sensación de vértigo que él nunca había experimentado antes; era difícil para él comprender a un planeta con tanta agua, un mundo líquido que ofrecía tan poca superficie... pero Scott era rápido para contenerse.

"Ala de ataque División Marte," él dijo a través de la red de comunicaciones, "¡hagámoslo!."

El Veritech se bamboleó un poco a medida que las cintas transportadoras de los receptáculos comenzaron a mover a los guerreros hacia la parte delantera de los compartimentos. Scott vio que los arpeos de las torres marcadoras del curso de vuelo que conducirían el mecha desde la correa de transmisión al vacío ya se habían unido. Él se dispuso en los controles, instó a su cuerpo a relajarse, a su mente a fusionarse con los sistemas del VT. En un momento él sintió que los arpeos se soltaban, el guerrero a la deriva ingrávidamente, antes de que él emplee los impulsores que lo alejarían de la nave de transporte.

"Ciertamente, lucen animados," dijo Scott al tiempo que sus pilotos de flanco se pusieron a lo largo para indicar su disposición. "Una vez que nos alistemos con la formación principal, quiero que tengan los ojos abiertos y los dedos en el gatillo." Ahora el espacio terrestre estaba lleno con mechas, unos dos mil Veritechs en descenso suave sobre un mundo silencioso. Scott escuchó la voz del Comandante Gardner a través de la red de comunicaciones.

"Todos los comandantes de ala mantengan formación de batalla... prepárense para separarse para combate individual a la primera señal de hostilidad del enemigo. No deberían tardar en aparecer..."

Es improbable que muchos de los hombres y mujeres que componían la División Marte (así nombrada por el Dr. Lang para transmitir un sentimiento de cariño hacia la Tierra y sus mundos hermanos) reconozcan la singularidad de su posición: su invasión representaba la primera y deliberada ofensiva de la raza humana contra las fuerzas extraterrestres. Hasta ese punto la Tierra siempre estaba a la defensiva, primero rechazando sorprendentemente a los Zentraedi, luego a aquellos Maestros Tirolianos de los gigantes Zentraedi, y recientemente (y sin éxito) a los mismos Invid. En este sentido el día era un memorable evento, si no el punto decisivo que Hunter y otros numerosos habían anhelado que sería...

Scott era uno de los primeros en ver la nave enemiga; se encontraba por debajo de él a las nueve en punto, emergiendo a través de la atmósfera terrestre a una velocidad alarmante. Un transporte de tropas Invid, uno de los así llamados Mollusk Carriers (transportes tipo moluscos).

"Aquí están," dijo Scott a sus pilotos de flanco, haciendo al mismo tiempo gestos con su mano. La fortaleza en forma de concha de almeja estaba ahora abierta, revelando a los Shock Troopers, mechas Invid, en formación de batalla. "A mi señal cáiganles encima."

Un segundo después, cuando Scott miró nuevamente, una columna Invid despegaba y se unía en un ascenso para entrar en batalla, los cascos de las naves en forma de cangrejo y las armas en forma de pinzas destellaban en color marrón-dorado en la intensa luz del Sol. "Si, creo que ahora veremos signos de hostilidad," Scott murmuró para sí cuando su escuadrón se dirigió para enfrentar al enemigo en el borde del espacio.

Al comando de Scott los pilotos del vigésimo primero dispararon grupos de misiles seguidores de calor, los cuales se movieron velozmente hacia la ascendente columna. Efímeras explosiones de violenta lucha brotaron contra el azul y blanco fondo de la Tierra. Los VTs continuaron sus silenciosos descensos, liberando segundas y terceras descargas simultáneas de demonios de puntas rojas contra aquella horda la cual había abatido a su mundo. Incontables mechas Invid fueron fritos y destruidos por las llamas, pero no los suficientes para tener importancia. Por cada uno derribado había tres que sobrevivían, y aquellos que rompieron las líneas de fuego comenzaron a devolver el golpe. Scott sabía que había criaturas dentro de cada una de aquellas colosales naves, burlas bípedas de la forma humana, con enormes armas y cabezas que semejaban alargados hocicos.

A diferencia de las fuerzas enemigas de la Primera y Segunda Guerra Robotech, los Invid dependían de su número antes que del poder de fuego. Era verdad, los Zentraedi tenían aparentemente una interminable provisión de Battlepods y una armada de alrededor de cuatro millones de naves, pero de una manera general la guerra fue peleada en condiciones convencionales. Tener que hacer frente a los Maestros fue aún en mayor grado el caso, con el número de mechas en ambos lados sustancialmente reducido. Con los Invid, sin embargo, la raza humana encontró a un modo de pensar en enjambre para rivalizar con cualquiera que la naturaleza haya producido. Y como era de esperarse, sean tropas de hormigas o enjambres de abejas asesinas, los Invid llevaban aguijón.

Como Scott y los otros sabían de sus previos encuentros, las primeras descargas de artillería eran las que más contaban. Una vez separado de su columna, la nave individual Invid era deslumbrantemente maniobrable y siempre imparable. El acercarse rodeando era favorable para dos aproximaciones: abriendo violentamente el mecha con las garras de aleación de sus pinzas, y abrazando la nave y literalmente golpeándola hasta la muerte con cargas liberadas por los sistemas de Protocultura de las naves. Scott vio ambas variaciones de ésta ocurriendo mientras él hizo lo mejor que pudo para mantener a su propio guerrero fuera de alcance.

Veritechs y naves Invid iban de un lado al otro del campo de batalla, las tropas de la División Marte y los mechas Invid en mortales persecuciones, moviéndose en todas direcciones en los niveles superiores de la estratosfera en medio de rondas de trazadores, trayectorias de misiles, y rayos láseres que se disparaban desde las naves comando. Scott vio a uno de su equipo eliminado por un manotazo de garra que abrió el Veritech desde la cola a la nariz, la preciada atmósfera fue aspirada desde la fracturada cabina, dentro el piloto estaba agitándose por su vida. En otra parte del espacio cercano, varios Veritechs flotaban abandonados luego de los desamorados abrazos Invid.

Scott se dio cuenta de su desesperante situación y ordenó a su escuadrón reconfigurar a modo Battloid.

La Mechamorfosis, o selección de modo, era todavía controlada por una palanca de tres posiciones de la cabina del piloto, conjuntamente con el mandato del piloto del mecha, el cual interactúa con los sistemas gobernados por la Protocultura del guerrero. A diferencia de los Veritechs de la primera generación en donde la totalidad de las partes participaban en la reconfiguración, los incrementados bultos y generadores de energía de los Alphas Acorazados (esenciales para las misiones espaciales y terrestres que representaban a la Fuerza Expedicionaria) permanecían intactos durante el proceso. La porción delantera de la nave se comprimía para lograr esto, los brazos se desplegaban de detrás de la cabina mientras la cabina del piloto y la cúpula de la antena del radar rotaban hacia arriba describiendo un arco de 180º, permitiendo ahora que la torreta del láser de la parte inferior se convierta en la cabeza del Battloid, y el rifle / cañón de la parte inferior se convierta en el arma que era empuñada en la mano derecha del mecha.

Así transformado, el escuadrón de Scott se abalanzó sobre los Invid para volver a confrontarlos, impulsores azules brillaban en el lado oscuro de la Tierra.

Mientras tanto, una segunda oleada de Veritechs era lanzada desde los transportes para responder a otra columna del Invid aproximándose rápidamente desde el sector Delta.

Las pantallas de Scott mostraron coordenadas e indicaciones del segundo Mollusk Carrier, incluso antes de que él tenga contacto visual. Él ordenó a su equipo a formarse en su dirección y arrojarse ellos mismos contra la columna. Una y otra vez los buscadores de calor encontraban sus marcas y eliminaban grandes cantidades de naves Invid; y una y otra vez infiernos de flores color naranja se encendían. Pero reforzados, los Invid lanzaron un contragolpe. Las naves de choque irrumpieron a través de las líneas del frente y fueron ellas mismas por los transportes en carreras suicidas y ataques en masa. Rayos de partículas, descargados desde las armas de proa, barrieron como insecticida a través de sus tropas, aniquilando nave tras nave.

El equipo de Scott se reagrupó y dio persecución a cualquiera que haya sobrevivido, ráfagas en series provenientes de las armas de los VTs hacían estallar a las pinzas en despojos y perforaban las corazas. No obstante, Scott podía oír los gritos de muerte de los desafortunados penetrando la cacofonía de órdenes y reacciones de la red táctica. VTs y naves Invid salidas de sus naves de transporte, estaban trabados en grotescas posturas, obscenos abrazos. Aquí, una pinza Invid estaba aparentemente enganchada en la cubierta de cristal de la cabina de la nave que ella había atrapado; allí, otra asía un VT para sí misma, intercambiando relampagueantes rayos de muerte.

Scott, gotas de sudor surcando su frente, estaba en persecución de dos naves Invid que estaban acercándose al transporte del Comandante Gardner; él había oído el llamado de ayuda de la aterrada Marlene sólo un momento antes y ahora tenía a una de las naves enemigas fijada en la mira de su arma. Él disparó una vez, haciendo un agujero a través de la ingle, y sonrió diabólicamente mientras el enemigo se desintegraba en un pequeño estallido de luz color carmesí. El segundo Invid, con sus pinzas alzadas para la acción, estaba moviéndose en dirección a los puertos de observación. Pero un disparo del cañón de Scott lo inutilizó antes de que llegara a una distancia preocupante.

"Vi dos, y los fulminé de un golpe," dijo Scott a Marlene a través de la red de comunicaciones, un confiado tono retornó a su voz. Los Invid estaban replegándose hacia todos los flancos.

"Buen trabajo, Comandante, " Gardner lo felicitó antes de que Marlene tuviera una oportunidad para hablar. "Comunica a tu equipo que comiencen su aproximación atmosférica. Nuestros escudos de energía termal están seriamente dañados."

"Mensaje recibido," dijo Scott, al mismo tiempo que agitaba su arma para hacer señas a sus pilotos de flanco. "Nosotros los escoltaremos."

Scott vio a los impulsores del transporte descargar una explosión de tres segundos, realineando a la nave para su lento descenso. Él se acomodó y tomó los datos de los cálculos para el ingreso orbital alojados en la pantalla de datos, alimentó con éstos al piloto automático, y retornó su atención al radar de amplio rango. Repentinamente Marlene estaba en la red nuevamente, alertándolo de una unidad de bandidos moviéndose hacia él a las cuatro en punto. Él dio un vistazo por sobre su hombro y los avistó brevemente al mismo tiempo que sus indicaciones los estaban registrando en la pantalla del radar del mecha.

"Los veo," él le respondió claramente.

Scott permitió a la media docena de Invid acercársele y rodearlo, permitiendo a su computadora de objetivos de a bordo poder fijar a todos ellos. Fue un riesgo calculado pero tuvo su recompensa un momento después cuando los compartimentos deltoides del Battloid se abrieron y cada uno lanzó misiles que dieron en sus blancos. Scott se impulsó lejos de los silenciosos fuegos artificiales y chequeó nuevamente su pantalla: No había señal de actividad del enemigo.

"Estamos a salvo, Comandante," él reportó, levantando el visor de su casco pensante.

La cara de Gardner apareció ahora en una pequeña pantalla de comunicaciones de la cabina. "¡Scott! Debemos tratar de escabullirnos y dar en el Punto Réflex antes de que los zánganos de la Regis tengan la oportunidad para reagruparse. ¿Entendido?"

"Mensaje recibido Comandante," Scott respondió. Ante una señal del HUD; él bajó el visor del casco, la superficie interna de aquel estaba mostrando vectores de aproximación y datos numéricos. Él abrió la red táctica. "Nuestro acimut de entrada es 1-2-1-1... Reconfigurando para desviación orbital."

Scott armó el escudo del Veritech luego de haber cambiado de modo y conducido al guerrero al lado del descendente transporte de Gardner. La temperatura del casco de su propia nave estaba alcanzando niveles críticos, y él razonó que lo mismo debía estar ocurriendo con la nave de Gardner. Un vistazo le dijo que él estaba en lo correcto y más. El lado de abajo del crucero de comando estaba radiando un intenso brillo que sugería un ángulo de aproximación impropio. Scott esperó que el crucero lo corrija por sí mismo, y cuando no lo hizo, él se comunicó por la red.

"Le recomiendo recalcular el horizonte de entrada, Comandante. La nave parece estar ingresando demasiado rápido."

"No puede ser evitado, Scott. Tenemos que hacerlo. Nuestros escudos no soportarán otro ataque."

"Señor, usted no vivirá para ver otro ataque si no reajusta el rumbo de su curso." Scott dijo más firmemente. "Esa nave no fue construida para este tipo de atracción gravitatoria. ¡La va a desarmar en pedazos!."

Scott trató de suprimir un sentimiento creciente de pánico. Él oyó a Marlene decir a Gardner que los escudos de energía termal de reserva estaban completamente agotados. Gardner le ordenó iniciar el retroceso.

Scott estiró su cuello para ver mejor si el retroceso estaba teniendo algún efecto, sus entrañas como un nudo presionaban contra su diafragma. Él vio romperse algo y salir despedido de la sección de la cola del transporte, brillar y quemarse. Él estaba tratando de mantener la proximidad con la nave, pero como resultado sus propios displays estaban repentinamente mostrando advertencias por igual razón. Debo disminuir la velocidad si no quiero adornar una gran parte del paisaje.

Scott haló el selector de modo a la posición G y salió de su miedo temporalmente para pensar en el cambio del Veritech a modo Guardián. A medida que las piernas del mecha descendían, articulando en reversa, él empleó los impulsores de los pies, cortando sustancialmente su velocidad. Al mismo tiempo, el transporte de Gardner lo pasó estrepitosamente en una descontrolada zambullida.

"¡Comandante, retroceda!" él exclamó en la red de comunicaciones. "¡Marlene!."

Atrapado entre el autosacrificio y la desesperación, Scott pudo hacer poco más que atestiguar un agonizante y lento deterioro de la nave comando -el fin de todo lo que él consideraba valioso en el mundo. El transporte era ahora una brillante brasa, esparciendo fragmentos de ella misma en el vacío. El calor intenso ya habría hervido la sangre de aquellos dentro de...

¡Marlene!

Su mente trató de salvarlo del horror negando los eventos, protegiéndolo como un capullo casi en la misma manera en que el Veritech lo hacía. Al menos apartando su mirada fija, sólo que ahora a asuntos más graves. Por donde quiera que él miraba las naves de la flota estaban separándose, llameando al tiempo que se zambullían en la traicionera suavidad azul de la Tierra, alas y estabilizadores doblados por el calor, delicados cuellos partidos en dos, aleación derretida cayendo como lágrimas de plata en la noche.

A los Veritechs les estaba yendo mejor, pero columnas de Invid estaban en ascenso para proporcionar su propia práctica de injusticia.

Ellos primero embistieron a los indefensos transportes y las naves comando, ayudando al trastorno inclemente de su genio con hendidas y desgarramientos situados intencionalmente, extendiendo aún más ruina en toda la flota. Scott vio actos de heroísmo y futilidad: un Battloid ya incapacitado y cayendo de espaldas en la atmósfera vaciando el poder de fuego de su cañón contra el enemigo; dos recalentados Veritechs intentando defender un transporte contra docenas de garras de los guerreros Invid; otro VT, con sus propulsores llameantes, en carrera kamikaze en dirección de la cabeza de la columna.

Scott instruyó a su nave para desechar el pack de aumento posterior e incrementó su velocidad, se encontraba condenado a caer en la atmósfera. Había todavía una posibilidad remota de que alguno de la tripulación de Gardner haya salido airoso en las cápsulas de evacuación. Sólo si los Invid pudieran ser mantenidos lejos del desvalido transporte.

"¡Por favor, retrocedan!" Scott estaba exclamando a través de sus rechinantes dientes. "Por favor, por favor..."

Luego, de repente, los triples impulsores del transporte se apagaron, y un instante posterior la nave se sumió en una silenciosa bola de fuego que estalló en pedazos.

¡Marlene! Scott protestó contra el cielo, sus puños asestaban golpes contra la cubierta de cristal de la cabina y el tablero de mando al tiempo que el Veritech inició una rápida e ingobernada caída.