Capítulo 13

Tenía sin embargo que ser demostrado que la Invid Regis era capaz de tratar directamente con cada uno de sus distantes zánganos -naves Scouts, Troopers y Pincer- antes de que Scott Bernard la obligara a revelar sus planes prematuramente, por decirlo así. Los comentadores han indicado al incidente en Roca Negra como un ejemplo de los cambios en la organización jerárquica previa, en la cual cada reina de colmena (algo por el estilo) era hecha responsable por sus soldados.

Bloom Nesterfig, La Organización Social de los Invid

En el Café de José, el rústico alcalde de Roca Negra, un hombre fornido y bigotudo llamado Pedro, recibía informe del brutal ataque a Rook, Annie, y Lancer.

"¡Ellos los molieron a palos!" él bramó ahora, trayendo su enorme puño sobre una de las mesas y levantándose en toda su estatura de un metro y noventa centímetros. Su inglés, como el de José, tenía un acento español.

"Sí," la esposa de José, María, continuó. Ella era una mujer pequeña y bonita que usualmente llevaba su cabello de color castaño rojizo en una trenza suelta sobre un hombro. "Ellos colocaron a tres de ellos en la parte posterior del camión, y luego se alejaron presurosos a alguna parte. Pero yo pienso que los otros dos se escaparon."

José miraba a su esposa desde el otro lado de la habitación pero no decía nada. Le preocupaba tenerla mezclada en estos asuntos, pero ella había sido inflexible sobre comunicar el ataque al alcalde, y cuando ella estaba decidida sobre algo, no había nada que José pudiera hacer para detenerla. Él sólo esperaba que los bribones que capturaron a los tres forasteros no se enterasen de las declaraciones de ella.

"Esos vagabundos buenos para nada metieron la pata esta vez," dijo Pedro, poniéndose en camino hacia la puerta.

Las delgadas manos de María estaban descansando contra su pecho. "¿No los dejarás causarles daño a los otros, entonces?"

"¡Cuando les ponga las manos encima, les mostraré quien gobierna este pueblo!" el alcalde dijo sin mirar hacia atrás.

Josh miró las puertas moverse de aquí para allá. ¿A quién desearía exponerse? él se preguntó a sí mismo. ¿Los bribones o los forasteros quienes habían venido en busca de Alfred Nader? Roca Negra podría caer fácilmente víctima de la violencia de uno u otro lado...

Entretanto, Rand y Lunk corrían velozmente hacia el puente para reunirse con Lancer y los otros, ignorantes de que el lado malo del pueblo ya se había dado a conocer.

"¿Pero por qué nos atacarían?" Rand preguntó. "¿Sólo para conducirnos fuera del pueblo, o qué? ¿Y dónde diablos está Scott, en todo caso?"

"Algo tiene que ver con la desaparición del viejo Nader," Lunk dijo firmemente. Él tenía el libro fuera de nuevo y lo estaba contemplando mientras conducía.

"Si eso es verdad, deberíamos repensar tu idea de tratar de llevar ese libro hasta él," Rand sugirió.

Lunk sacudió su gran cabeza. "Uh, uh, camarada, de ninguna manera. Yo dije que entregaría esta cosa sin importar las adversidades. Y si Nader está vivo, yo lo encontraré."

"Bravo," Rand contestó, cruzándose de brazos. "Sólo espero que no consigas que nos maten a ambos en el proceso." La van se estaba acercando al puente ahora, y Lancer no estaba a la vista. "Deberían estar aquí. ¿Dónde están?"

"No hay señales de los Cyclones tampoco," Lunk añadió, deteniendo a la van y descendiendo del vehículo. Él miró hacia el terraplén, luego hacia abajo a las marcas de neumáticos en las huellas del camino de tierra que no pertenecían a la van. "Verifica esto," él le dijo a Rand. "Algo ha estado por aquí más temprano -un camión por como lucen."

Rand y Lunk se inclinaron para inspeccionar las huellas y haciéndolo no se percataron de los hombres que aparecieron de debajo del puente. Pero Rand había pensado en traer la pistola automática con él y la levantó amenazadoramente al avanzar los hombres. Sin embargo, un segundo grupo se unió al primero después de un momento, y aunque con cachiporras, hachas, y herramientas de granja bajo sus brazos, ellos eran unos catorce hombres.

"Algunos de ustedes van a morir con migo," Rand los previno.

Él estaba de pie espalda con espalda con Lunk en el centro del ancho círculo que se estaba formando alrededor de ellos.

"Fíjate en ese enorme matón con el cuchillo," Rand oyó a Lunk decir. Él no tenía ninguna intención de darse vuelta para echar un vistazo pero se tuvo que preguntar por el tamaño del hombre si Lunk lo estaba llamando enorme. "Si hay un hombre sin sentido de humor, ése es él."

"Bueno, este sujeto con el hacha no es exactamente mi idea de un comediante, tampoco" Rand respondió para permitir a Lunk conocer cómo estaban las cosas en su lado del círculo.

"Repugnante montón de gorilas..." Lunk gruñó, agachándose y llamando con señas a uno de los hombres para que se aproxime a él.

"¿Qué están esperando?" Rand comenzó a decir, cuando uno del círculo dijo, "Tenemos a sus amigos."

Rand sintió a Lunk enderezarse detrás de él. "Baja el arma," Lunk le dijo a él.

"¿Vamos a dejar que nos capturen?"

Lunk ya tenía sus enormes brazos levantados. "Tómalo con calma," él dijo a Rand en voz baja. "Mi suposición es que ellos nos llevarán con Lancer y las muchachas. Entonces nos escaparemos, ¿estás de acuerdo?"

"Bueno, si tú lo dices así..." Rand tragó en seco y arrojó la pistola automática al suelo, para la sorpresa del círculo. "Es tu juego," él se encogió de hombros al acercarse los hombres para atar sus muñecas.

***

Un ratito más tarde, en la parte posterior del mismo camión el cual había sorprendido a Lancer, Rook, y Annie en el puente, Lunk había cambiado de opinión. El camión había entrado a la plaza y se estaba moviendo lentamente más allá del Café de José. Lunk reconoció al dueño de pie en la entrada y dijo: "¡Allí está ese sujeto José! ¡Apuesto a que él sabe donde están nuestros amigos!"

Y lo próximo que Rand supo, fue que Lunk se estaba poniendo de pie y abriéndose camino con sus hombros hacia la calle. Rand saltó fuera del camión y estaba justo detrás de él. Luego de que ambos rodaron, se pusieron de pie, y se echaron a correr desesperadamente para alcanzar la entrada del café, propulsados por los disparos de la mismísima arma que Rand había entregado sólo momentos antes.

Lunk embistió a través de las puertas oscilantes a toda velocidad, golpeando el débil bloqueo de José a medio camino a través de la habitación.

"¡Algunas veces yo tengo mis dudas acerca de ti, socio!" Rand dijo, sin aliento y esquivando los disparos que estaban ingresando al bar desde la calle. El camión estaba dando marcha atrás, vertiendo hombres que estaban rodeando el café. "Espero que tengas listo otro plan," él agregó, notando por primera vez que había una mujer en la habitación.

Lunk estaba detrás de la barra, cortando las cuerdas que amarraban sus manos con un cuchillo que él había agarrado entre sus dientes. José estaba de piernas cruzadas en el piso, sacudiendo su cabeza como para restituir el conocimiento. La mujer estaba arrodillada a su lado. Lunk se liberó a sí mismo y arrojó el cuchillo a Rand, quien tuvo que atraparlo con ambas manos y duplicar el acto tipo Houdini de su amigo.

"Bien, ¿Y ahora qué?" Rand se las arregló con su boca llena.

Lunk sonrió y sacó un blaster de mano de debajo de su camisa. "Sorpresa," él dijo, poniendo el arma en las costillas de José. "Ahora, mi reservado amigo, vamos a tener una pequeña conversación."

Rand dio un vistazo cauteloso hacia fuera de las puertas oscilantes y se dio vuelta hacia Lunk. "Odio ser aguafiestas, pero hay verdaderamente una multitud reuniéndose allí afuera, y ya que sólo tenemos un blast-"

"En un minuto," Lunk lo interrumpió. "Comienza a hablar," él dijo a José, ignorando el ruego de la esposa del hombre.

José engulló difícilmente. "¿Sobre qué? No es mi problema."

"¡Puedes empezar con dónde están nuestros amigos -y no te andes con rodeos!"

"María," él dijo, mirando implorantemente a su esposa. "¿Qué debo hacer?"

"Por favor créanos," ella le dijo a Lunk desde al lado de su esposo. "No sabemos lo que les pasó a sus amigos. Sólo Pedro sabe lo que les sucedió."

"Muy bien. Entonces preséntenos a Pedro."

"Él es el alcalde," María continuó. "Él da todas las órdenes."

"¡María!" José dijo a gritos, tratando de detenerla.

"¡Entonces llévanos con él -ahora!"

"¿Pero ahora?" dijo José. "No podremos pasar por esta turba." Él indicó con un ademán hacia la puerta.

"Tengo una idea," Rand dijo desde la puerta. "José, hasta ahora has hecho una muy buena actuación, y ahora vas a hacer una actuación en nuestro beneficio..."

***

José tiró de Rand y Lunk por las puertas oscilantes del café unos cuantos minutos más tarde, guiándoles con una traílla de cuero. Sus manos estaban ahora amarradas en frente de ellos con servilletas de tela de color blanco que María había ayudado a anudar, una de las cuales ocultaba debidamente el blaster de Lunk. Los ciudadanos fueron impresionados convenientemente (aunque algo perplejos) y se acercaron para reasumir la custodia de sus prisioneros, pero José los apartó con un ademán.

"Pedro me ha pedido que los lleve con él. Él quiere que ustedes se queden aquí y capturen a su compañero cuando aparezca."

"Lo estás haciendo muy bien," Lunk lo felicitó en voz baja. "Ahora sólo mantente caminando. Sácanos fuera de aquí y salvarás tu pellejo. Dile al conductor que nos lleve con Pedro."

José indicó con la mano a la desocupada van que uno de los aldeanos la había conducido desde el puente. "¿Es este el vehículo de ellos?"

El hombre de detrás del volante asintió con la cabeza. José empujó a sus prisioneros dentro de los asientos traseros y se les unió allí. María viajaba como guardia armado.

"Estén alertas por su camarada," José les recordó a los hombres al ordenar a la van ponerse en marcha.

Lejos del café, Lunk desató el nudo de tela y sacó el blaster para que lo vea el conductor. Él ordenó a José y al conductor bajarse de la van cuando ellos alcanzaron las oficinas del alcalde.

"Ahora que no se les ocurra ninguna idea ridícula cuando estemos adentro," Lunk les advirtió, reforzando su punto con el arma. "No quiero herir a nadie, pero haré lo que sea necesario."

"¿Me quieres a mi, también?" dijo el conductor, Gómez.

"Tú, también," dijo Rand, dándole un ligero empujón.

El edificio era una estructura de madera de dos pisos con las puertas de ingreso altas y de dinteles curvados. Lunk y Rand permanecieron detrás de los dos hombres cuando subían las escaleras hacia el piso superior, pero una vez en la oficina, José y Gómez irrumpieron por las puertas gritando advertencias a sus amigos de dentro. Lunk estaba a sólo un paso detrás de ellos, sin embargo, y disparó un tiro hacia el techo para aquietar la habitación.

Allí había una docena poco más o menos de vecinos del pueblo en la oficina, sin contar a Lancer, Rook, y Annie, quienes estaban con las manos y los pies atados sobre el piso en el centro de la espaciosa habitación.

"¡Manos arriba!" Lunk bramó.

"Vaya, hola, muchachos," dijo Rook cuando llovía yeso sobre ella debido al disparo hacia el techo de Lunk.

"¿Donde está Scott?" Lancer preguntó.

Rand se aproximó para liberar a sus amigos mientras que Lunk amenazaba con proveer de aire acondicionado a la habitación a menos que alguien lo condujera con el alcalde.

"Ése soy yo," dijo un hombre robusto sentado a la mesa.

"Ten cuidado, Pedro," Josh le advirtió.

Lunk dirigió el blaster hacia él. "Tenemos unas cuantas preguntas para usted."

"Como dónde ocultaron los Cyclones," Rand dijo, moviéndose al lado de Lunk. Lancer y Rook tenían algunas desagradables magulladuras, y una nueva ira era evidente en la voz de Rand.

Pero el alcalde no estaba impresionado. "Nosotros los tenemos, y tenemos la intención de quedárnoslos," él dijo a Rand. "Ustedes son libres para irse, pero nosotros conservaremos las máquinas."

Rand mostró sus dientes. "Escúcheme, señor, y escúcheme bien: Nosotros damos las órdenes ahora, no usted."

"Den todas las órdenes que quieran, pero nosotros haremos lo que tengamos que hacer."

Rand hizo un sonido de impaciencia y arrebató el blaster de las manos de Lunk. "Habla con él, Lunk, antes de que yo haga algo que podría lamentar."

El enorme hombre inclinó su cabeza en aprobación y caminó hacia adelante. "Muy bien, Sr. Alcalde, olvide los Cyclones por un momento. Lo que deseo saber ahora es la verdad sobre Alfred Nader."

"Yo no conozco a nadie llamado Nader," Pedro dijo, encontrándose con la mirada iracunda de Lunk. Pero los sofocados resuellos de los demás en la habitación decían una historia diferente.

Lunk golpeó con estrépito sus puños contra la mesa. "¡Estoy arto de oír mentiras, amigo!"

Rand colocó una mano sobre el brazo de su amigo. "Aguarda un minuto," él comenzó a decir. Pero repentinamente el edificio estaba temblando. Annie señaló hacia la ventana: Rand vio destellos de color naranja brillante encenderse en los cielos sobre la meseta.

"¡Discos de aniquilación!" dijo Rand. "¡Naves de patrulla Invid!"

"Ahora al menos sabemos donde ha estado Scott," Lancer hizo oír su voz.

Rand giró hacia el alcalde, furioso ahora.

"¡Su tiempo se acabó, Pedro! ¡Necesitamos esos Cyclones!"

El alcalde permaneció con los labios firmes. "Nosotros no deseamos combatir nunca más en nuestra aldea."

"Si no salimos y ayudamos a nuestro amigo, ya no habrá aldea," Lancer se hizo notar.

Pedro se mofó de él. "¿Creen ustedes héroes que van a repeler un ataque Invid solos?"

"Será mejor que nos deje intentarlo," Rand dijo al mismo tiempo que los sonidos de las explosiones distantes se infiltraban en la habitación.

"¡No debo poner en peligro al pueblo!"

"Nosotros estamos tratando de ayudar a su pueblo," Rook le dijo.

Lunk volvió a tomar el blaster de Rand y lo levantó. "¡Es suficiente! No seré un espectador mientras mi amigo muere por esta apestosa excusa de un pueblo. ¡Pedro, tienes diez segundos!"

"¡Espera!" José dijo, poniéndose de pie en la línea de tiro proyectada. Él giró hacia Gómez. "Diles donde están ocultos los Cyclones."

"Tú serás responsable por esto, José," el alcalde gritó. "Si alguna cosa le ocurriese a nuestro pueblo-"

"Entonces tomaré la responsabilidad," José respondió, girando rápidamente sobre sí.

"Están en la bodega," Gómez dijo suavemente.

***

La bodega era un granero situado cerca del puente, una instalación de almacenamiento de cachivaches para cereales, herramientas de granja, y herrumbrados ejemplos de antigua Robotechnología. Los Cyclones habían sido llevados rodando hacia una esquina y cubiertos con un par de lonas enmohecidas.

Lancer, Rook, y Rand se dirigieron directamente hacia sus máquinas, las activaron, y montaron alejándose hacia el sonido de las armas. Annie y Lunk les desearon suerte y vieron como los Cyclones se reconfiguraban al modo Armadura de Batalla. Lunk estaba regresando a la van cuando oyó su nombre ser mencionado. Era Pedro, viéndose algo tímido y conciliatorio.

"¿Lunk, estás resuelto a llevar a su término esto?"

Lunk gesticuló hacia los ahora distantes Cyclones y dijo ásperamente, "Eso debe responder a tu pregunta."

Pedro inclinó la cabeza con malhumor. "entonces hay algo que quiero que veas," él dijo, guiando a Lunk de regreso dentro del granero. Adentro, él indicó con la mano un objeto oculto debajo de un paño de nylon y retiró la cubierta.

"Quiero darte esto."

Lunk lo reconoció por su nombre de jerga -un "Stinger"- un cañón automático de poco peso no más grande que una ametralladora M-70 de finales de siglo que funcionaba con Protocultura y descargaba penetrantes ráfagas de potencia de fuego Reflex. Los Stingers fueron las armas de elección de la temprana resistencia, pero con el control de los Invid sobre la Protocultura, el arma había pasado rápidamente a desuso. Ésta lucía como si nunca hubiese sido disparada, y también como si no hubiese sido bien cuidada.

"Ésta fue dada a nuestro pueblo por un grupo de luchadores de la libertad," Pedro comenzó a explicar mientras Lunk inspeccionaba el arma. "Antes de convertirme en el alcalde, cuando... Nader estaba vivo." Lunk se puso derecho al oír mencionar el nombre.

La voz de Pedro asumió un tono más enérgico. "Pero Nader no quiso que sea usada. Él creía en realidad que nosotros podíamos hacer una paz separada con los Invid y ocultó el arma, temeroso de que el defendernos pudiera acabar en la muerte de todos nosotros. Pero muchos de los ciudadanos malinterpretaron su preocupación; ellos lo acusaron de cobardía y algo peor. Cuando él continuó con la intención de no revelar donde tenía oculta la cosa... ellos lo golpearon hasta matarlo. Ellos quemaron su casa, ellos..."

Lunk vio que Pedro estaba sollozando. "De modo que ése es su pequeño y sucio secreto... la razón de por qué esos hombres nos atacaron. Ustedes están avergonzados de lo que sucedió aquí."

Pedro inclinó la cabeza. "Puede que Dios tenga piedad de nosotros. Para cuando encontramos el arma, era demasiado tarde para hacer algo. Los Invid lo habían destruido todo."

"Y ahora es usted el que se siente responsable por este lugar. Usted ha heredado el legado de Nader."

"Podrías decir eso."

La intensa mirada de Lunk se atenuó. "Pedro, quizás lo haya juzgado mal."

"Y yo, a ti," retornó el alcalde. "Un error bastante común en estos días."

***

Fuera en las planicies las cosas tenían un aspecto sombrío para Scott y el equipo. La llegada de loa Cyclones había quitado la presión sobre él hasta cierto punto, pero los Invid aún los excedían en número, tres a uno.

Shock Troopers nuevamente. Scott no estaba seguro de porque ellos habían aparecido. Era posible que uno de los Scouts con los que ellos se habían enredado más temprano hubiese escapado. Él había visto al primero de los Troopers al momento que el equipo había estado ingresando a Roca Negra y había vuelto atrás para enfrentarlo. Pero tras el primero vino un segundo, luego un tercero y un cuarto, y antes de que Scott lo supiera, él estaba en medio de un contingente completo de unidades Pincer.

Él hizo descender al Alpha para ejecutar un ataque ahora, yendo tras tres Invid a nivel del suelo quienes habían inmovilizado a Rook y a Rand con fuego de cañones. El ya craterizado y fundido terreno estaba siendo hecho pedazos por discos de aniquilación, el aire por encima recalentado y trazado con líneas entrecruzadas de las estelas de los misiles lanzados desde los tubos de los antebrazos de los Cyclones. Scott descargó una multitud de buscadores de calor en la parte inferior de su zambullida y ascendió agudamente, mirando hacia atrás sobre su hombro derecho para vislumbrar los resultados de su ejecución. Dos naves Invid eran restos ardientes, en ruinas y sangrando el nutriente verde. Otra estaba mal dañada pero todavía en pie, una de sus pinzas arrancada a lo lejos.

Scott giró su cabeza al tiempo que pensó al Alpha a través de un tonel y vio a la van de Lunk moviéndose muy velozmente a través de las arenas, aparentemente en curso de colisión con otras tres naves Invid. Alertas por el acercamiento de la van, los Troopers despegaron, formándose en una configuración triangular para habérselas con ella.

Pero en un momento fue obvio que ellos habían juzgado mal a Lunk.

Scott avistó un destello brillante al frente de la van un instante antes de que uno de las naves explotara en medio del aire. Un segundo destello y otro Invid fue volado en pedazos. Scott se dio cuenta de que Lunk había montado algún tipo de cañón en la van. Aparentemente los Invid también reconocieron el arma, porque estaban de pronto evitando a la van. Rook, Rand, y Lancer se aprovecharon de la oportunidad para repartir golpes de muerte propios, arreglándoselas para derribar a dos Troopers adicionales con tiros certeros a los exploradores ópticos de las naves.

Scott sonrió ampliamente y pronunció un grito breve, de triunfo, a los cielos fuera de la cubierta corrediza de la cabina del Alpha. No sólo ellos habían batido la desigualdad, ellos habían ganado la batalla.

¡El Invid restante estaba en realidad mostrando los talones y huyendo del área!

Era la primera vez que Scott los había visto replegarse.

***

Lunk regresó a Roca Negra solo. Él tuvo una charla prolongada con Pedro y Josh sobre Alfred Nader. Ambos hombres habían conocido al hijo de Nader, el amigo de Lunk, y estaban apenados de oír que él había sido asesinado.

La batalla en las planicies no había afectado el resto de la actitud del pueblo hacia Lunk, pero él entendió esto y se compadeció de la cruz que ellos tenían que cargar. Él tenía la suya propia, y el peso emocional de ella no había sido disminuido ni un poco por esta breve detención en Roca Negra. En realidad, él se sentía aún más confundido que antes. ¿Se habría vuelto Nader un simpatizante a la larga? ¿Habría sido su pueblo sólo otro lugar donde las personas estaban demasiado ocupadas manteniendo su paz separada para dar apoyo a una causa de una paz mayor?

Lunk pasó cierto tiempo en privado en lo que una vez había sido el rancho de Nader, recogiendo aceitunas maduras del árbol y bebiendo agua fresca del aljibe. Lunk conservó el libro. Más que el objeto de una promesa ahora, se había vuelto un símbolo de confusión, de desconfianza y traición... conjunto de marcas que se grabaron en el torturado y asediado paisaje de la Tierra y sobre la trama misma de la vida humana.