Capítulo 14
El psicohistoriador Adler Ripple sigue la traición de Jonathan Wolff hasta su ilícita aventura amorosa con Lynn-Minmei. Él la había conocido en Little Luna (el satélite fábrica Robotech), durante la boda de los Hunters y se enamoró de ella mientras ambos estuvieron, prácticamente, varados en Tirol. Es probable que ellos se hubieran casado si los Sentinels no se hubiesen interpuesto entre ellos. (Minmei había jurado evitar a los soldados luego de su breve y desastrosa tentativa con Rick Hunter. Irónicamente, ella atrapó el ramillete nupcial en la boda de Hunter y en cierto sentido se sintió destinada a casarse con Wolff. La subsiguiente degradación en la que ella cayó puede ser atribuida en parte a su conocimiento sobre la esposa e hijo que Wolff había dejado atrás en la Tierra.) Ripple afirma que la decisión de Wolff de regresar a ka Tierra fue motivada por el rompimiento del compromiso con Lynn-Minmei. Wolff se convenció repentinamente de que él podría continuar donde él había quedado con la familia que él había abandonado. Cuando aquello no ocurrió, él se volcó a la bebida y a las drogas y se embarcó en una campaña de autodestrucción. (Información que sólo recientemente a salido a la luz sugiere que Wolff también tuvo una breve aventura amorosa con Dana Sterling -la hija de Max y Miriya, quien regresó con la nave de Wolff al espacio con la hiperpropulsión perfeccionada por su ex camarada de la Cruz del Sur, el Dr. Louie Nichols- y que Wolff se había enterado de que los Invid tenían de rehenes a ambos su esposa Catherine y a su hijo Johnny.)
Selig Kahler, La Campaña Tiroliana
Una semana de viaje incesante trajo cambios dramáticos en ambos en el terreno y en el clima social de los poblados por los cuales el equipo pasó. La tierra estaba densamente forestada excepto donde había sido despejada para las cooperativas agrícolas y las aldeas. El sistema de caminos estaba bien mantenido, y los alimentos y provisiones eran fácilmente obtenidos. Lunk sabía la razón de esto: Ellos se estaban acercando a una de las granjas de Protocultura Invid, donde los obreros humanos eran forzados a trabajar asiduamente sin cesar en vastos jardines, manteniendo y cosechando la planta nutriente de los alienígenas, la Flor de la Vida. Pero donde el equipo había esperado encontrar ejércitos de Scouts y Troopers, ellos no encontraron ni uno; y en lugar de un populacho esclavizado, encontraron a personas en un humor celebrante. Se decía que los Invid habían detenido sus patrullas poco más de un mes atrás, y había rumores en el sentido de que esto tenía algo que ver con el arribo de un pelotón de soldados Robotech quienes estaban actualmente comprometidos en un asalto en la propia granja de Protocultura.
Scott estaba seguro de que esta unidad estaba compuesta de hombres y mujeres del ala de ataque de la División Marte. Uno de los puntos de reunión preelegidos establecido por el comandante de la misión estaba localizado a unos ochocientos kilómetros al norte de las coordenadas actuales del equipo, y era probable que un grupo disidente de la fuerza principal se haya movido hacia el sur para enfrentar a los Invid en la granja. Scott estuvo tentado de llevar al Alpha hacia el norte para verlo por sí mismo, pero su sentido de lealtad no le permitió dejar a sus amigos a su suerte. Al menos no hasta que cada uno de ellos haya encontrado alguna especie de paz o, mejor aún, un hogar. No era ningún secreto para ninguno de ellos que el equipo era más como una familia que la máquina militar invencible que cada miembro algunas veces imaginaba ser. Y ello era algo que ninguno de ellos daba por sentado, menos Scott de todos ellos, la víctima más reciente del salvajismo desapasionado de la guerra.
Así ellos permanecieron juntos y finalmente encontraron el camino a la ciudad donde los soldados Robotech estaban supuestamente guarnecidos. Era un lugar inmenso, por lejos más grande que cualquiera de los lugares por los cuales ellos habían pasado hasta ahora, una antigua base militar (cuyos edificios habían sido adaptados para el uso civil) que se había desarrollado dentro de los límites de una depresión enorme en la corteza desnuda de la Tierra, encerrada por las inclementes paredes de un acantilado artificial. La ciudad ahora tenía hoteles, restaurantes, y una población próspera de cinco mil o más.
Scott dejó al Alpha oculto en las afueras de la ciudad y dio alcance al tazón con Lancer y los otros. Como los recién llegados, ellos fueron interrogados e inspeccionados en la entrada principal -una cerca de seguridad inmensa vigilada desde arriba por guardias armados apostados en torres ultra tecnológicas cercanas- pero finalmente fueron permitidos a entrar.
Scott, ya buscando rostros familiares, estaba tal vez algo más esperanzado que los otros si no menos confundido. Allí había efectivamente soldados por todo el lugar, pero ellos eran difícilmente las tropas que Scott estaba convencido encontraría. Tampoco eran de la División Marte. Sus uniformes ceñidos y de cuellos altos eran del mismo color azul hielo que el de Scott, pero las insignias de la unidad eran diferentes de cualquiera que él había visto. Scott echó un vistazo a su alrededor un poco más, seguro de que encontraría lo que él estaba buscando. Aquí estaban tres soldados tambaleándose afuera de un bar; allí, tres más bebiendo en una esquina. Otras tropas en jeeps y transportes de personal estaban paseando alocadamente por las estrechas calles, basura y botellas de licor vacías en su estela. Incluso Annie estaba pasmada.
"¿Que ocurre en este lugar?" ella preguntó desde la van. Ella estaba de pie en el asiento en la parte trasera al descubierto, sus brazos colgando sobre las barras antivuelco del vehículo.
"No hay escasez de Protocultura, eso es seguro," Rand observó, indicando con un gesto a los deambulantes jeeps.
Scott escuchó una conversación cercana -soldados, recién llegados por como se oían: "¡Esta ciudad es lo máximo!" uno de ellos dijo. "Increíble," dijo otro. "No pensé que alguna vez sentiría de este modo nuevamente."
Scott oyó el chillido de neumáticos detrás de él y se dio vuelta. Un jeep estaba acelerando ebriamente desde la puerta principal, moviéndose en zigzag calle arriba, cuatro soldados riéndose en su interior. Aquel se detuvo junto a Scott, uno de los soldados ofreciendo una botella por fuera del techo.
Cuando Scott se rehusó, el hombre dijo: "¿Cuál es tu problema, amigo?" Sus ojos vidriosos se percataron del resto del grupo. "Ustedes muchachos lucen como si una guerra se estuviera llevando a cabo."
"¿Qué hay sobre los Invid, soldado?" Scott gruñó. "Un par de tragos de esa cosa y lo olvida, ¿huh?"
Los soldados se miraron unos a otros, mudos por un momento, luego rieron. "¿Dónde ha estado, Coronel?" preguntó el chofer. "Ellos son historia. Les hemos estado pateando el trasero por todo este sector."
"No es ninguna mentira," dijo otro. "Mientras permanezca aquí, no tiene nada de que preocuparse. Así que, disfrute. El hombre lo tiene cubierto."
"Usted puede conseguir cualquier cosa que desee aquí, ¿me comprende?"
"¿Qué hombre? ¿De qué están hablando?" Scott dijo a gritos cuando el jeep chilló alejándose.
"¡Descanse, Coronel!" uno de ellos dijo a gritos, provocando risa a los otros.
Era la misma escena dondequiera que ellos iban: todos hablando maravillas del pueblo como si fuese un paraíso. Soldados borrachos, prostitutas, estafadores, Forrajeadores, vagabundos, y buscavidas, todos puestos juntos en la misma olla, jaraneando y alzando sus copas en brindis por el misterioso hombre que aseguraba todo esto para ellos. La búsqueda por alimento y bebida guió al equipo dentro de uno de los muchos bares a lo largo de la calle. El intento de Annie de flirtear con el patilludo cantinero finalizó con la ida de aquel justo cuando Lunk estaba por ordenar. Lunk estaba mirando a su alrededor en busca de algo para arrojar al sujeto, cuando un soldado irrumpió por las puertas oscilantes del bar.
"¡Wolff está de regreso!" él dijo a gritos a la multitud con todos sus pulmones.
Casi todos recibieron el mensaje -por el mero volumen o a la mención del nombre mismo- y muchos se dirigieron a la puerta. Otros, demasiado ebrios para moverse, hasta consiguieron alzar sus cabezas de varias tablas de mesas. Scott agarró a un soldado al alcance de su mano y lo hizo girar.
"¿Quién es Wolff?" él demandó del hombre.
"El Wolff, hermano," el hombre farfulló. "El Wolff."
"¿Jonathan Wolff?" dijo Scott.
El hombre chasqueó sus dedos, señaló, y guiñó el ojo a Scott, luego se marchó hacia la puerta.
Rand vio una mirada de incredulidad en la cara de Scott, pero antes de que él pudiera preguntar al respecto, Scott estaba abriéndose camino a empujones a través de la multitud saliente y acometiendo hacia la calle.
Rand y los otros siguieron a Scott afuera y lo encontraron en medio de una turba que se había congregado alrededor del jeep. Scott estaba parado tiesamente cerca del bordillo, la boca medio abierta por la sorpresa, mirando fijamente al hombre que estaba descendiendo del lado del conductor del vehículo. Una celebridad, Rand pensó. Era eso o un oficial Robotech que se creía uno. El hombre era de contextura media pero de hombros cuadrados y musculosos. Él tenía cabello castaño, espeso y peinado hacia atrás, cejas bien definidas, y un bigote, cortado en el centro. Estaba llevando puesto anteojos oscuros y un uniforme de color gris resaltado por un cinturón ancho de color negro y una chalina roja. Había, sin embargo, algo severo y falto de gracia en él que hizo a Rand sorprenderse de la recepción que él estaba recibiendo.
Las personas en la multitud estaban disparando preguntas a diestra y siniestra, algunas de las cuales Wolff se tomó el tiempo para responder y a otras las ignoró. Al mismo tiempo, un soldado herido que estaba en la parte de atrás del jeep estaba colmando de alabanzas a Wolff. "Él salvó mi vida," el hombre exclamó. "Me levantó y me cargó en su espalda a través de las líneas Invid... luego regresó por las latas de Protocultura que él sabía que necesitábamos..."
"¡Celebremos!" dijo a gritos un hombre de color detrás de Rand. "¡Las bebidas son cortesía de la casa!"
Pero Rand oyó a alguien más murmurar: "Wolff es un maldito héroe cada vez que regresa. ¿Cómo te imaginas eso?"
Scott giró rápidamente al oír el comentario, su cara sombría y enfadada, pero no dijo nada. Hasta que él se volvió nuevamente hacia Jonathan Wolff. Entonces Rand lo oyó decir: "No puedo creer que él esté vivo - ¡vivo!"
***
Coronel Jonathan Wolff... Se graduó primero en su clase de la Academia Robotech en la Isla Macross pero perdió el salto inadvertido del SDF-1 a Plutón y la odisea de dos años que le siguió. Sin embargo, él se había distinguido durante ese período por criticar abiertamente la decisión del Concilio de volverle la espalda a la tripulación de la fortaleza y desconocer a la población civil y fue determinado en su oposición a Russo, Hayes, y Edwards y al plan de ellos para usar el Gran Cañón contra los Zentraedi. Él se destacó nuevamente durante el período de reconstrucción de dos años del planeta y fue finalmente escogido personalmente por el Almirante Hunter para encabezar la división de la base terrestre de la Fuerza Expedicionaria Robotech.
Pero fue en Tirol que el nombre de Wolff se convirtió en leyenda y sus fuerzas especiales -conocidas por entonces como el Wolff Pack- ascendieron hasta la gloria. Durante toda la campaña Tiroliana contra los Invid, fueron las fuerzas de Wolff quienes cambiaron el curso de la batalla una y otra vez. Y fue Wolff quien vino a jugar un rol crucial en el cisma que casi destruye a la Misión Pionero.
Aún eso no fue suficiente para el hombre. Dejando al Dr. Lang y a su grupo Saturno a cargo de las cosas en Tirol, Wolff partió con Hunter y aquel grupo de luchadores galácticos de la libertad que se llamaban a sí mismos los Sentinels. Para Spheris, Garuda, Haydon IV, para cada mundo que había caído en manos de los Invid, para cada mundo reducido a colonias de esclavos por el Regente y su ilimitado ejército de inorgánicos.
Luego, por razones poco comprendidas, él se había ofrecido como voluntario para una tarea más peligrosa: seguirle la pista al Mayor John Carpenter en procura de retornar una nave de guerra a la Tierra que todos ellos habían dejado atrás. Una Tierra que había sido devastada por los mismos Maestros Tirolianos que la Misión Pionero había pretendido destronar y ahora enfrentaba una amenaza aún mayor de la raza que esos mismos Maestros habían vuelto salvaje e indomable.
Wolff dejó Tirol, pero no antes de haber salvado la vida de un joven que lo idolatraba desde lejos... un asistente del célebre Dr. Lang llamado Scott Bernard...
Calladamente, Scott repasaba los hechos y recuerdos mientras esperaba por una oportunidad para hablar con Wolff. Era bastante increíble que el hombre haya logrado regresar de Tirol, dado el entonces estado primitivo de las unidades hiperpropulsoras, pero para Scott el encontrarlo a él ahora, después de todos estos años, era no menos que milagroso.
De lo que él se había ingeniado para reconstruir desde la primera vista de Wolff más temprano en el día, Scott se enteró de que Wolff había llegado a la Tierra poco después de la destrucción de la armada de los Maestros Robotech, aproximadamente dos años antes de la llegada de los Invid. Su Wolff Pack había liderado la contraofensiva pero había sido diezmado conjuntamente con la mayoría del Ejército de la Cruz del Sur. Pero Wolff había sobrevivido. Conducido bajo tierra, él había encabezado la resistencia y desde entonces había estado en actividad continuamente, moviéndose de lugar en lugar para reclutar y explorar, esperando por el momento cuando el resto de la Fuerza Expedicionaria retornare para librar la batalla final.
Sin embargo, la ruidosa atmósfera del pueblo molestaba a Scott. ¿Dónde estaba la disciplina que había hecho al Pack un equipo tan respetado? ¿Y por qué las tropas no estaban siendo organizadas para un asalto coordinado contra el Punto Reflex? ¿Por qué, de hecho, Wolff estaba aquí, tan lejos al sur de la colmena central, y dónde estaban los sobrevivientes de la División Marte?
Scott tenía todas estas cosas en su mente cuando él ingresó al cuarto privado de Wolff aquella noche y ofreció un saludo.
"Teniente Comandante Scott Bernard, Fuerza Expedicionaria Robotech, División Marte."
Wolff estaba en la cama, las mangas de su camisa arremangadas. "¿División Marte?" él dijo, extendiéndose para alcanzar sus anteojos oscuros; luego él rió brevemente: "Bien, uno de ustedes lo logró después de todo."
Scott bajó su mano de su frente, algo aturdido. "¿Entonces usted no se ha reunido con ninguno de los sobrevivientes, señor?"
Wolff se levantó de la cama y caminó hacia la cómoda. "¿Teniente -Bernard, dijo usted? -usted es el primero que he visto." Cuando él vio a Scott boquiabierto, él rió de nuevo. "Bienvenido a la Tierra, Teniente. ¿Gusta un trago?"
Scott rehusó y observó a Wolff prepararse un trago largo para él mismo. La pequeña habitación olía a sudor rancio y licor y estaba sucia con los restos de comidas a medio comer y botellas vacías. Scott notó que la mano de Wolff temblaba cuando él bajaba el trago.
"Bueno, dejémonos de ceremonias, Bernard," Wolff dijo profusamente. "Toma asiento. Me puedes contar sobre tu malaventurada ofensiva y yo te contaré sobre la mía."
"Señor, en realidad no estoy aquí para socializar..."
"Oh, ya veo," Wolff dijo desde el sofá, con seriedad fingida. "¿Qué es todo esto, entonces?"
Scott miró con fijeza al hombre antes de contestar, aplacando un impulso para darse vuelta y dejar la habitación antes de que las cosas empeorasen. "¿Usted no me recuerda, o sí, señor? Yo lo conocí en Tirol. Yo era parte del grupo Saturno, un asistente del Dr. Lang."
La sonrisa falsa de Wolff se enderezó; él volvió su cara lejos de Scott. "Eso fue hace mucho tiempo, Bernard. Y a muchos kilómetros de aquí." Él puso la copa a un lado. "Me disculpo por esto, Bernard. Perdimos a un buen número de hombres buenos hoy. Y faltan unos cuantos."
"Señor, sobre este pueblo... El Wolff Pack-"
"¡Esto no es el Wolff Pack, Teniente!" Wolff ladró.
"El Wolff Pack está muerto, hasta el último de ellos." Él se levantó y regresó a la botella. "Sé lo que está pensando, Bernard. Que el noble Jonathan Wolff no es más que un fantasma de su antigua personalidad y que no puede controlar a sus tropas. Pero usted no conoce toda la historia, Bernard. ¡Ni la mitad de ella!"
Wolff frunció el ceño y colocó el trago a un lado sin probarlo. "Estos hombres no son soldados -ellos son bribones y ladrones y Forrajeadores y cada uno de los tipos de gentuza que este planeta ha producido durante los pasados quince años. Yo hago lo que puedo con los pocos soldados reales con los que me cruzo en el camino. Pero esto es la Tierra, no Tirol. Y nuestro enemigo se comporta diferente aquí...Como todos nosotros lo hacemos."
Scott no estaba seguro de qué decir, así que él simplemente fue al grano. "Me gustaría ser parte de su equipo, señor."
Ahora era el turno de Wolff de fijar la vista. "Usted obviamente sabe en lo que se está metiendo, Bernard."
"Me he abierto paso a la fuerza a través de miles de kilómetros, si eso es lo que quiere decir."
Las cejas de Wolff fueron hacia arriba detrás de los anteojos oscuros. "Impresionante."
"En realidad," Scott dijo agitadamente, "si son buenas tropas las que está buscando-"
"No," Wolff lo interrumpió firmemente. "No me importan cuan buenos sean. Si no son expertos Robotech, no los quiero." Él volvió su espalda a Scott para mirar fijamente al exterior por la ventana.
"Pero, señor-"
"Eso será todo por ahora, Bernard."
Scott se calló la boca y saludó. "¿Sus órdenes?"
"Oh -a las quinientas en punto en la entrada principal," Wolff dijo sin darse vuelta.
***
Cuatro motociclistas de Cyclone ataviados en armadura de batalla dejaron la base al amanecer, ascendieron el acantilado, y se dirigieron hacia los exuberantes bosques a una hora hacia el este. Wolff, Todd, Wilson, y Bernard. Scott no había hecho ninguna mención de su reunión con Wolff a Rand o a los otros. Él había ido a dormir con ellos en una habitación que ellos se las habían arreglado para asegurar en uno de los cuarteles de la base convertidos en hoteles y había salido furtivamente bajo la protección de la oscuridad después de dejar garabateada una nota de explicación en su bolsa de dormir. Él tuvo que admitir que se sentía extraño e incómodo estar sin ellos, su familia substituta y personal "wolf pack." Pero él se dijo a sí mismo que era tiempo de comenzar a distanciarse de ellos; sus nuevas lealtades tendrían que corresponder a Wolff y cualesquiera misiones puestas delante de ellos.
Los cuatro hombres dejaron sus Cyclones en el bosque y siguieron la guía de Wolff a lo largo de un tenue sendero que seguía un curso sobre colinas bajas hacia un claro enorme. A través del follaje, Scott vislumbró un hemisferio colosal de color rojo sangre de cierta clase. Le inquietaba el que ellos hayan dejado a los Cyclones detrás y el estar acercándose a la granja de Protocultura Invid armados sólo con armas de mano. La explicación de Wolff tenía sentido -que ellos no serían capaces de acercarse al lugar en mechas propulsados con Protocultura- pero aún así, era difícil de imaginar que simples H-90's pudieran causar muchos daños.
Fue sólo cuando ellos alcanzaron el borde del claro que Wolff puso en claro el resto del plan: Era imperativo que ellos se alzaren con suficiente Protocultura para aprovisionar de combustible a la operación de rescate masiva que Wolff estaba planeando. Cada misión previa lo había acercado a esta meta, y la de hoy podría completar las necesidades del equipo de rescate. Además de eso, los cuatro simplemente tenían que abstenerse de ser freídos por los discos de aniquilación. Scott tenía una vista clara de la granja ahora y entendió el por qué Wolff no había intentado describir el lugar más temprano -tenía que ser visto para ser creído. Eso era un hemisferio, correcto, pero uno que se elevaba más de noventa metros a lo alto y era casi de un kilómetro y medio en la circunferencia. Era un tipo de domo geodésico de apariencia orgánica, de color rojo sangre, iluminado desde adentro por una luz pulsante. Y desde su base de tecno-sistemas se extendían diez proyecciones como tentáculos, cada un de por lo menos quince metros. Scott imaginó que debía haberse asemejado a una medusa vista desde arriba.
Wolff susurró una advertencia a sus hombres. "No se engañen sólo porque no ven a ningún Invid. Ellos están por allí, pueden estar seguros de ello." Wolff tenía el visor del casco de su Cyclone levantado; él llevaba puesto sus anteojos oscuros.
Scott tuvo que admitir que el hombre estaba tranquilo y alerta, no era el Wolff borracho, y auto-compasivo que él había visto la noche anterior sino el Wolff que había llevado al Pack por el camino de la gloria.
"Hay dos puntos de ingreso sobre los cimientos. La Protocultura está almacenada justo dentro de estos," Wolff dijo, señalando con un ademán hacia dos portales en arco en la porción membranosa de la pared hemisférica. Él dijo a Todd y a Wilson que tomen el portal sur. "Bernard y yo tomaremos el otro."
Los tres asintieron con sus cabezas.
"No se sobrecarguen," Wolff añadió. "Sólo tomen lo que puedan cargar sin sobrecargarse. Recuerden, podrían necesitar una mano libre para esos blasteres." Wolff sonrió falsamente. "Pero espero que ello no pase."
Wilson y Todd partieron, usando a uno de los tentáculos para cubrirse. Wolff hizo señas a Scott para que se adelante un momento más tarde.
A medio camino a lo largo de uno de los tentáculos segmentados, Wolff y Scott se detuvieron, agazapándose con sus espaldas contra la cosa, esperando que Wilson y Todd alcancen el portal sur.
Pero algo inesperado ocurrió al momento que Wilson lo estaba atravesando.
"¡Wolff!" Scott oyó a Todd gritar sobre la red táctica del equipo. "¡Hay un campo de fuerza de algún tipo!" Él y Wolff giraron al mismo tiempo: Wilson parecía estar suspendido en la entrada, los brazos levantados sobre su cabeza, su cuerpo sacudiéndose como si energía estuviese atravesando por su traje. La tierra estaba rugiendo de repente, y antes de que ellos pudieran dar un paso hacia sus dos camaradas, un Trooper Invid hizo erupción de la tierra ni a seis metros delante de ellos.
El shock de ver a la cosa debió haber sido suficiente para romper la carga que retenía a Wilson, Scott supuso, porque ahora ambos él y Todd estaban regresando hacia el bosque corriendo, esquivando un manotazo de pinza en el camino. Scott y Wolff adoptaron una táctica similar; sólo para encontrar su ruta de regreso a la seguridad bloqueada por un segundo Invid. El Trooper emergió con suficiente fuerza para tirar al suelo a Scott.
Un tercer Trooper había interceptado la retirada de Wilson y de Todd a la vez, y los dos hombres estaban vaciando las cargas de sus blasteres contra aquel.
Wolff estaba gritando a Scott para que se ponga de pie, todo ese tiempo vertiendo energía de su arma de mano en la cara del alienígena. Periféricamente, Scott vio un destello de luz blanca y experimentó una onda de chamuscante calor; él se dio vuelta a tiempo para ver a Wilson y a Todd desintegrarse debajo de una tormenta de discos de aniquilación, sus profundos gritos un sonido desgarrador por la red.
Wolff, entretanto, se las había arreglado para ahuyentar al Invid que se había aparecido en forma amenazadora sobre ellos sólo un minuto antes. Scott no pudo explicarse cómo él había conseguido quitárselo de encima pero no se detuvo a preguntárselo. Él estaba de pie ahora, las órdenes de Wolff para que se de a la fuga en sus oídos. La línea de árboles estaba a sólo unos quince metros de distancia, y él se echó a correr locamente para huir...