10. EL EXPRESIDIARIO SUIZO

Crecí viendo a mi padre leyendo los libros de Erich von Däniken, el escritor suizo que asegura que en el pasado hemos sido visitados por seres de otros mundos. Pruebas de ello, según él, están por todas partes: en las misteriosas líneas de Nazca en Perú, en los grabados en la roca de las pirámides mayas, en la estatuaria sumeria o en las pirámides de Egipto. Los antiguos habrían recibido su sabiduría, sus conocimientos de astronomía, de altas matemáticas y de sofisticada ingeniería de viajeros espaciales que visitaron nuestro planeta en tiempos remotos.

La Biblia de mi padre estaba toda subrayada con un resaltador verde claro. A lo largo del libro del Génesis había párrafos enteros marcados y con anotaciones en los bordes. A veces me explicaba las hipótesis de esos expedicionarios intergalácticos que habían visitado a nuestros ancestros para transmitirles conocimientos y ayudarlos a perfeccionar su incipiente tecnología.

Hoy en día von Däniken sale en distintos programas de televisión dando declaraciones y explicando sus hipótesis, pero para mí siempre será ese escritor que mi padre leía con auténtica pasión en ediciones en francés o en inglés que él compraba durante sus estadías como becario en el extranjero.

Dudo mucho que mi padre supiera que von Däniken había sido procesado y llevado a juicio por fraude al estafar a varias entidades bancarias. Algún abogado dijo que el suizo había utilizado el dinero para llevar la vida de un auténtico playboy. Lo condenaron a tres años y medio de prisión.

No obstante, en secreto, von Däniken era también otro individuo: un hombre que estaba obsesionado con la visita de alienígenas milenarios a nuestro planeta. De hecho, cuando estaba en pleno proceso judicial, apareció su primera obra en librerías, Recuerdos del futuro, y fue un éxito rotundo.

En sus largas y tediosas jornadas como prisionero se dedicó a estudiar, a tomar notas y a trabajar en su segundo libro, Regreso a las estrellas. No es difícil imaginarlo en la biblioteca de la cárcel pidiendo obras sobre Teotihuacán, sobre Machu Picchu o sobre la mitología sumeria. Gracias a las regalías de la primera publicación, que empezaba a ser traducida a varios idiomas, pudo pagar sus deudas y lo soltaron un año después. Entonces lanzó su segunda investigación, que había escrito en su celda día tras día sin interrupciones ni descansos de ninguna clase. La fama fue inmediata y la academia y los científicos de línea dura lo criticaron y lo tacharon de charlatán. Algunos incluso utilizaron su pasado judicial para demostrar que, en efecto, era un embaucador.

Aun así, sus libros se fueron imponiendo poco a poco y lograron que millones de lectores alrededor del mundo, como mi padre, soñaran con una realidad asombrosa en la cual seres de otras galaxias y otras constelaciones nos visitaron para echarnos una mano en este largo camino de la civilización y el perfeccionamiento de nosotros mismos.