Capítulo 8
Puedo resumir el discurso de la Directora Solom en cuatro palabras: Bienvenidos al campamento de entrenamiento.
Por supuesto, había mucho más. Mostraron una película con imágenes de los cohetes construidos por los científicos de Delcroix, y los hospitales con niños que son curados de enfermedades horribles por los doctores de Delcroix. Había escenas de estudiantes practicando deportes, actuando y bailando.
Pero entonces la película termino y la Directora Solom comenzó a hablar. Era una mujer pequeña, tal vez de unos cinco pies de alta, así que ella no podía usar un podio ya que probablemente desaparecería completamente. Ella debía ser casi tan vieja como la abuela, pero en lugar de parecer suave, indefensa, ella parecía ser una mujer que no se lo pensaría dos veces para ponerte de cabeza y darte un codazo en el estomago si le respondías. Estaba sentada en la mitad de la audiencia, pero aun así quería estremecerme ante la mirada de sus ojos mientras se marchaban bajando por el escenario, gritándonos las reglas por una hora.
La jornada escolar comenzaba a las siete y cuarenta y cinco y terminaba a las tres y media. Había horas obligatorias de estudio entre las siete y media y las nueve y media, cuando tenías que quedarte en tu habitación o ir a la biblioteca. Se apagaban las luces a las diez y media. Había reglas sobre cuando se podía visitar al sexo opuesto, cuando podías usar el computador y que tan fuerte podías poner tu música. Incluso tenían reglas para cuando puedes usar tu teléfono celular. Esa parte no me molestaba, claro está, porque no tenía uno.
La resolución, la directora Solom nos la había dicho, era un edificio de ladrillo de cuatro pisos en forma de U, justo detrás de la escuela. En cada piso, la habitación de las chicas estaba a un lado, y la de los chicos al otro. El centro de la U era una gran sala común. Había un teléfono de propiedad colectiva, pero solo podías usarlo si habías reservado un espacio de tiempo con antelación.
Dudaba que hubiera mucha competencia por el teléfono comunitario. Si Delcroix tenía algo en común con mi escuela seria que yo era la única persona sin celular. Sin embargo, esto era un asco ya que solo había unas pocas horas al día en las que nos dejaban usar el teléfono. No se nos permitía estar en la sala común en horas escolares, o en horas de estudio, o después de que apagaran las luces.
Boot Camp, te lo dije. Boot Camp.
Fui en busca de mi habitación justo después de la conferencia, mientras que los otros estudiantes de primer año seguían dando vueltas y hablando. Me imagine que esa era la única forma que tenía para evitar hablar con Hennie y Esther. Me las arregle para perderme entre la multitud mientras salimos del auditorio y salí corriendo del edificio atravesando por el pasto de la residencia. Al igual que en la sala principal, la residencia era imponente, estructurada de ladrillo rojo. Pero mientras que la sala principal parecía estar construida para intimidar, con sus grandes columnas blancas y leones de mármol, la residencia trataba de hacerse pasar por la casa de alguien, con cortinas en la ventana, y pensamientos de colores rosa y purpura en el exterior.
Pero nadie podía realmente confundirlo con un hogar. Tenias que usar una tarjeta de identificación, la cual fue la primera cosa que nos dieron esta mañana para abrir una cerradura electrónica en la puerta del exterior.
Cada habitación tenía un teclado en la puerta, donde tecleabas otro código de seguridad. Dijeron que era para no tener que llevar llaves por todo el lugar, pero esto me hacía sentir como si estuviera viviendo en un banco, siempre presionando botones y esperando a la luz verde para poder ir a cualquier lugar.
Trevor y otras dos personas del personal se encontraban riendo cuando entre caminando. Parecían sorprendidos de verme.
‚Eso fue r{pido,‛ dijo Trevor. ‚¿Corriste hasta aquí o algo así? ¿La directora Solom te asusto tanto?‛
‚Solo quería ir a mi cuarto, si eso est{ bien,‛ dije. En realidad no estaba de {nimo para que Trevor se burlara de mí.
Por un segundo, Trevor realmente pareció preocupado. ‚¿Todo est{ bien?‛
‚Bien. ¿Puedes decirme a que habitación tengo que ir?‛
El se quedo mirándome con esos desconcertantes ojos azules, y tuve la incómoda sensación de que de alguna forma podía ver dentro de mi cerebro. ‚Seguro.‛ El cogió una caja y saco un sobre. ‚Habitación 422. El código de acceso a la puerta aun esta en el
interior. No lo pierdas. Compartes habitación con Catherine Arkane. Sube las escaleras y toma a la izquierda. Esta cerca del final.‛
Asentí con la cabeza y empecé a irme. Solo cuando llegue a la base de las escaleras, sentí una mano en mi manga. Trevor me había seguido. Trague saliva, esperando una conferencia sobre ser respetuoso con los estudiantes mayores pero en vez de eso conseguí una mirada seria.
‚Sí alguien te hace pasar un mal rato, solo déjamelo saber ¿Est{ bien?‛
‚Uh… est{ bien. Gracias.‛
Como si alguna vez hubiera iniciado una conversación con Trevor.
Corrí escaleras arribe y encontré mi habitación, sin ningún problema. La tarjeta dentro del sobre me dio un código de seis números.
Los pulse en el teclado hasta que escuche el chasquido de la puerta, y mire el interior. Dos troncos descansaban en la mitad de la pequeña, y estéril futura habitación: Mi adictiva, y elegante, sin defectos, negra y plateada con una etiqueta impresa al final que decía ‚Catalina Arkane.‛ El otro lado de la habitación tenía un techo inclinado, con una cama escondida en el desván de la ventana. Otra cama había sido empujada al rincón. Los escritorios y los aparadores se alineaban en las otras paredes.
Cerré la puerta tras de mí y me tire en el colchón rayado de la cama bajo la ventana.
Cerrando mis ojos, me imagine a Cam poniendo su brazo alrededor de mis hombros. Era una imagen hermosa, pero por alguna razón despareció un segundo después y fue reemplazada por la imagen de Jack, su rostro pálido apoyándose en el asiento del auto bus, los ojos cerrados. ¿Qué había dicho? Mantienen a los chicos malos afuera, ¿o a nosotros adentro?
Qué raro. Me imagine la primera vez que lo vi, ojos salvajes, gafas de sol muy cerca.
Jack era una mala noticia, sin importar que él fuera alguien en Delcroix con él que en realidad sentía que podía hablar. No podía permitirme el lujo de meterme con alguien como Jack. No cuando estaba al borde de una monstruosa libertad para mí misma.
Me puse de rodillas y mire por la ventana, pero la única cosa que pude ver era la espesura del bosque siempre verde que rodeaba la escuela. Busque un cierre, pero la ventana no se abrió. El edificio era frío a pesar de que hacían por lo menos unos noventa grados en el exterior. Supuse que había un aire acondicionado central y que por esa razón ellos no querían que nosotros abriéramos las ventanas.
Difícil de creer que en pocos minutos, Jack pasaría justo por el pasillo, desempacaría sus cosas al igual que yo debería desempacar las mías. Me pregunte qué clase de cosas traería a la escuela un tipo como Jack. Ya que el no parecía el tipo que tiene fotos y adornos.
La habitación de Cam estaría en el segundo piso con los otros estudiantes de tercer año. Me imagine su habitación cálida y amigable. El tendría un montón de fotos en las paredes. Probablemente Trevor estaría en algunas fotos, junto con otros amigos de Cam.
Apuesto que él tiene muchos amigos. Y una novia. Probablemente, una novia hermosa.
Esa era una idea deprimente, así que decidí concentrarme en desempacar.
No paso mucho tiempo. Puse mi reproductor de CD en el tocador al lado de la cama de la ventana, guarde la ropa, arroje unos lápices y cuadernos en un cajón del escritorio, y puse mis sabanas y edredones sobre la cama. Puse la foto de la abuela y yo sobre el alfeizar de la ventana.
Eso era todo lo que tenía.
Escuche algunos ruidos en el pasillo y a continuación, unas risas y gritos fuera de mi habitación. Los otros estaban empezando a llegar. Me recosté en la cama y recogí la foto de la abuela. Era una locura, pero de repente me di cuenta que esta sería la primera noche que estaría toda la noche lejos de ella. No había tenido amigos con los que dormir fuera de casa, y mis compañeras de futbol solo habían sido para la fecha. Una sensación de dolor comenzó en mi pecho al pensar en ella. ¿Y si ella necesitaba ayuda para cocinar la cena? ¿Quién iba a cargar las vajillas, o revolver la sopa mientras ella revoloteaba alrededor y se olvidaba de lo que estaba haciendo?
Me quede allí durante un minuto o dos, mientras los sonidos del pasillo se hacían más fuertes. Luego oí el clic de la puerta, y alguien la empujo con tanta fuerza para abrirla que golpeo contra la pared y regreso unos centímetros.
Una delgada, chica de rostro tostado con pantalones cortos hasta la rodilla de la marina, y una camisa blanca con botones se quedo de pie en la puerta. Tenía el pelo largo y negro retirado de la cara con una cinta roja. Ella no era poco atractiva, pero sus labios
finos estaban apretados, sus manos en las caderas como si estuviera examinando la habitación. Me puse de pie.
‚Hola, soy Dancia-‚
‚Veo que tomaste la cama buena,‛ espeto.
Retrocedí. ‚Lo siento, no me di cuenta de que podría—‚
‚Seguro, como sea. Quédatela. Soy Catherine. Gusto en conocerte.‛ Ella hablaba en tonos cortos, y su mirada se desvió arriba y debajo de mis ropas, y luego alrededor de la habitación, quedándose en la foto de la abuela y yo.
‚Así que,‛ dijo ella. ‚¿De dónde eres?‛
‚Danville.‛
‚¿En serio?‛ ella sonaba aterrada. ‚¿Dónde hiciste la secundaria?‛
Parpadee. ‚En la secundaria de Danville.‛
‚¿Qué hacen tus padres?‛
‚Mis padres est{n muertos. Vivo con mi abuela. Ella no hace nada, en realidad, aparte de ir al médico y mirar el precio correcto.‛ Tenía unas ganas horribles e infantiles de sacarle la lengua.
‚Ya veo.‛
Catherine se movió torpemente hacia su tocador, hizo una pausa para reorganizar su posición así que no podía ver, luego dio un golpecito a la cerradura de combinación.
Abrió su maletero y saco una foto con marco plateado. Era ella, llevando el uniforme escolar de falda plisada azul marino, camisa blanca, y una corbata. Ella estaba estrechando la mano del Sr Judan.
‚Fui reclutada personalmente por el Sr Judan,‛ dijo ella, colocando la foto sobre el escritorio y d{ndole una palmadita cariñosa. ‚El vino a mi colegio. Yo asistía a la escuela Santa María para niñas en San Francisco. Es una escuela muy prestigiosa y solo acepta cuarenta alumnas por clase, y yo era la mejor alumna todos los años. El año pasado yo había tomado el SAT11 y obtuve un puntaje perfecto en la sección de matemáticas. El Sr Judan me había dicho que yo era un mago de las matemáticas. Ese es el porque me querían aquí en Delcroix.‛
11 SAT: Scholastic Assessment Test, es decir, Prueba de evaluación escolástica.
‚Oh.‛ Estaba segura de que debería estar impresionada por toda esa información, y desde que ya la había molestado por haber tomado la cama bajo la ventana, ser de Danville, y tener unos padres muertos, decidí no contarle que Judan también había ido a reclutarme, y decirme que ellos me querían aquí por mi valentía inusual. ‚Eso es genial.‛
Me senté en mi cama y arranque el dobladillo de mis pantalones.
Iba a ser difícil no odiar a Catherine Arkane.
Pensé en lo que Esther me había dicho en el auto bus cuando Cam me abrazo: nadie la había reclutado del todo, o tal vez habían llamado a su mamá al trabajo. Esto me hizo preguntarme ¿porque la escuela había enviado a Cam y al Sr Judan para encontrarse con la abuela y yo?.
‚¿Cómo fue?‛ trate de sonar impresionada. ‚Cuando te reclutaron, quiero decir. ¿Se reunieron contigo porque ellos quería?‛
‚Bueno, mi papá estaba ahí también,‛ dijo ella. ‚Voló hasta el final de Washington para estar ahí.‛
‚¿Pero solo él fue? ¿Nadie m{s de Delcroix?‛
Ella inhalo. ‚¿Cómo si el reclutador en jefe no fuera suficiente?‛
Mantuve los ojos en mis pantalones. ¿Así que Cam no la había visitado? Esta información era desconcertante y emocionante a la vez. Amaba la idea de que Cam y yo tuviéramos una conexión especial, pero no podía escapar de la inevitable conclusión de que él y el sr Judan debieron de haberme visitado por error. Debieron de haber conseguido mi nombre por equivocación, o haber incorporado dos números en un test de inteligencia en algún lugar. Catherine Arkane obviamente pertenecía a Delcroix; yo no.
Catherine puso otra foto sobre su escritorio, esta era de ella y un hombre con traje y corbata. ‚Ese es mi papa. El vino a Delcroix. Trabaja en la casa blanca.‛
Mire la foto. El papá de Catherine se parecía a ella- alto, delgado y gruñón.
‚Eso es genial.‛
Catherine dejo la foto sobre el escritorio. ‚Cierto. Genial.‛
Ella saco tres cuadros más de su maletero: en dos de ellas aparecía con su uniforme escolar al lado de hombres vestidos de traje, y una la mostraba a ella abrazando torpemente a una mujer de traje. Me pregunte si alguien en su familia siempre llevaba vaqueros.
‚¿Esa es tu mam{?‛ pregunte.
Ella asintió. Tenía la sensación de que ella había perdido las ganas de hablar conmigo. Estaba oficialmente por debajo de ella.
Saco con suavidad, y movimientos eficientes, como si ya lo hubiera hecho muchas veces antes. Ella parecía saber exactamente donde debería ir cada una de sus fotos sobre el escritorio, y donde todas las prendas cabrían en los cajones. Me puse los auriculares, encendí un CD, y pretendí no mirarla.
Cuando ella termino, se sentó al borde de su cama y se aclaro la garganta. Me senté con cautela.
‚Hora de las reglas b{sicas,‛ dijo ella, y fijo sus oscuros ojos en mí.
‚¿Reglas b{sicas?‛ me quite los auriculares.
‚Mira, empecé el colegio cuando estaba en quinto grado, así que se un poco sobre cómo lidiar con compañeros de habitación. Aquí está la historia. No vas a tocar mis cosas, no harás ruido a la hora de estudiar, y no dejaras las luces encendidas después de las diez. ¿Entendido?‛
Asentí. ¿Qué podía decir? De alguna forma me las había arreglado para tener a una psicópata completa como compañera de habitación. Solo parecía adecuado.
‚Estoy aquí para estudiar y aprender. Creo que es el honor m{s alto posible el haber sido elegida para asistir a Delcroix, y espero que tú también. Intento de hacer que mi padre y el Sr Judan y todas las otras personas que vinieron antes se enorgullezcan. Y no pienso dejar que nada se interponga en el camino de mi éxito. ¿Entiendes?‛
‚Absolutamente,‛ dije. ‚Tienes toda la razón. Esas reglas suenan perfectas. Solo desearía haberlas pensado yo misma.‛
Ella entrecerró los ojos sobre mí, como si estuviera tratando de decidir si estaba bromeando. Mantuve mi rostro impasible. Catherine Arkane, decidí, era como una directora Solom joven. Intensa, motivada, y sin miedo a lanzar un codo si es necesario.
Por suerte, había tratado con personas como Catherine antes, y sabía que lo que había que hacer con ellos era simple: inclinarse en su dirección general, estar de acuerdo con todo lo que digan, y luego mantenerse alejados del infierno de su camino.
Por supuesto, nunca había tenido que vivir con alguien como ella antes.
Eso podría hacer las cosas un poco más difíciles.