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Hay mentiras piadosas que dañan más que las verdades, y se vuelven contra los que no se atreven a enfrentarse a la única cara de la verdad. Espiga Turquesa nunca explicó a la niña lo nefasto del signo de su nacimiento. En lugar de mostrarle las armas con que combatir la fatalidad asociada a su sino, dulcificó la verdad convirtiéndola en mentira. Ehecatl creció pensando que las artes adivinatorias que heredó con su nombre la convertirían en la mejor maga de los alrededores de Cempoal. Protegida por su madre transformada en diosa, rescataría a su hermano de la región de los muertos invocando al Dios Dual, al Señor del Cerca y del Junto.
Pájaro de Agua, su esclava inseparable desde que salió del calmecac, le enseñó las virtudes de las piedras y de las plantas medicinales. La joven se divertía buscando en los cestos donde su esclava guardaba los productos mágicos. Pájaro de Agua le explicaba con paciencia los efectos benéficos de cada objeto que cogía.
—Ésa es la piedra de sangre, sirve para evitar las hemorragias nasales. Ésa, la de oro de lluvia, para espantar los rayos de las tormentas.
Ehecatl no se cansaba de preguntar, pero Pájaro de Agua respondía siempre con la misma paciencia.
—Sirve para curar la fiebre, procura que no se derrame, es bálsamo de copal blanco.
La princesa aprendió remedios para todos los males acompañando a su esclava cada vez que la llamaban para una sanación. Pero su fama comenzó a ennegrecerse con la mala fortuna, una murmuración sobre hechizos malignos crecía a sus espaldas mientras ella intentaba curar a los enfermos. Su destino empezaba a manifestarse, con su carga de muerte y de incertidumbre. Su 4-viento impulsaba su nombre hacia el lado de los hechiceros que dañaban con sus maleficios.
Ehecatl quería volar, su sueño se representaba en un vuelo protegido por el Dios de los Vientos, por la magia blanca, capaz de aplacar la carne enferma y arrojar los hechizos a la orilla del mar. Nunca imaginó que tendría que enfrentarse a las habladurías de los que no aceptan los caprichos de la muerte. De los que no comprenden que a veces los Señores de las Tinieblas tienen más fuerza que las plantas y las piedras medicinales, y atraen a los hombres hacia su reino como si no tuvieran más razones que su propio capricho.
Siempre quiso volar, pero debió acostumbrarse a vivir entre las nubes, huyendo de las lenguas que se empeñan en manchar las bocas de los que deberían callar.
Su tiempo transcurría marcado por el sonido de los tambores y de las caracolas que tocaban los sacerdotes desde los templos. Cuando faltaban unas lunas para la fecha de su veinte cumpleaños, Espiga Turquesa comenzó a pensar en el futuro de su hija. Aunque su fama de hechicera dificultaría encontrar un joven que la aceptara por esposa, había llegado la hora de prepararla para el matrimonio.
Mientras su madre consultaba con las ancianas los mancebos disponibles en la ciudad, se extendió la noticia de la llegada de los nuevos dioses. Venían a salvar a los pueblos sometidos al emperador Moctezuma. Muchas ciudades de la provincia se habían unido a ellos, formando una coalición que lucharía contra el tirano.
Chimalpopoca y sus caciques decidieron aliarse con la Coalición y emparentar a algunas familias con los nuevos teules, tal y como habían hecho otras ciudades de Cempoal.
Unos días antes de su llegada a la ciudad, los caciques seleccionaron ocho vírgenes entre las jóvenes de las familias principales para regalarlas a los dioses. Ehecatl se encontraba entre ellas.