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—Sí, es algo muy provechoso —comentó Arthur, después de que Slartibarfast le contara los puntos más sobresalientes de esta historia—, pero no entiendo qué tiene que ver todo eso con la Tierra, los ratones y lo demás.

—Esta no es más que la mitad de la historia, terráqueo —le advirtió el anciano—. Si quieres saber lo que ocurrió siete millones y medio de años después, en el gran día de la Respuesta, permíteme invitarte a mi despacho, donde podrás observar por ti mismo los acontecimientos en nuestras grabaciones en Sensocine. Es decir, si no quieres dar un paseo rápido por la superficie de la Nueva Tierra. Me temo que está a medio terminar; aún no hemos acabado de enterrar en la corteza los esqueletos de los dinosaurios artificiales, y luego tenemos que poner los períodos Terciario y Cuaternario de la Era Cenozoica, y...

—No, gracias —dijo Arthur—, no sería lo mismo.

—No, no sería igual —convino Slartibarfast, virando en redondo el aerodeslizador y poniendo rumbo de nuevo hacia la pasmosa pared.