Aviso al lector
A diferencia de Violeta y Ulises, del comisario Clouet y del propio monsieur Bonancieux, el ambiente de esta novela —el París de 1904— y algunos de los personajes que desfilan por ella, no son fruto de la imaginación.
Henri y Raymond Poincaré, el prefecto Lépine, el editor Dujols y sus amigos de la Librería de lo Maravilloso y, cómo no, los bohemios de Montmartre, son todos ilustres invitados cuyas vidas pueden rastrearse fácilmente en los libros. Aunque he intentado reflejarlos con rigor y, en general, con respeto, me he tomado pequeñas licencias en cuanto a algunos hechos —el más evidente de todos, sin duda, su participación en esta historia— y he modificado ligeramente el momento en el que sucedieron realmente ciertos acontecimientos para adaptarlos a la conveniencia del relato.
En cuanto a la verdadera identidad de Fulcanelli, el alquimista por excelencia del siglo XX, continúa siendo un misterio y es probable que lo sea ya para siempre, así que me he inclinado por la hipótesis que me parece más plausible, la de Geneviève Dubois en su ensayo Fulcanelli dévoilé.
De todo lo demás, la culpa es mía.