CAPITVLO XVIII

Animales de sangre fría del Pirineo: anfibios y reptiles

TE diré que los reptiles suelen ser terrestres y gustan de buscar el calor en las piedras calentadas por el sol, teniendo gran habilidad para deslizarse por las grietas. En cambio los anfibios suelen tener costumbres acuáticas. Los animales de sangre fría los estudia la ciencia de la Herpetología.

Te hablaré de los reptiles diciéndote en primer lugar que te has asustado sin motivo de aquella culebra, puesto que son animales inofensivos a los que se mata sin motivo, abundando las leyendas en el Pirineo en las que el demonio se convierte en culebra.

Por estas tierras viven la culebra verdiamarilla, rareza del Pirineo que debe protegerse, verdosa con manchas amarillas y del tamaño de 1 metro. Solo se defiende cuando se ve acorralada, pero su picadura es inofensiva. La culebra de Esculapio es verdosa y de tamaño enorme, pudiendo medir 2 metros. Su nombre viene de los cultos a la serpiente como animal sagrado que hacían los romanos en los templos dedicados a Esculapio, rey de la Medicina. Prefiere vivir cerca del agua y es muy rara de encontrar. La culebra lisa europea, es pequeñita, de unos tres palmos y color gris, vive en praderas y bosques y come principalmente lagartijas. Cerca del agua habita la culebra de collar, marrón moteada de negro, con el vientre blanquecino y un collar amarillento en el cuello. Mide hasta 1 metro y se alimenta de ranas y sapos.

La más conocida de las culebras es el lución, en el Pirineo la llaman «escurzón». En realidad no es sino un lagarto que ha perdido las patas en su evolución. Es de color pardo brillante y abunda mucho entre la hierba de las praderas húmedas. En los pueblos le tienen un pánico injustificado. También se llama serpiente de cristal.

Lo más temible es encontrarse con una víbora, pues su picadura es venenosa. Por aquí vive la víbora áspid, de sesenta centímetros de longitud, gris, y con la cabeza triangular. Se esconde bajo las piedras y es peligroso molestarla. En caso de picadura hay que sacar el veneno, ponerse un torniquete y acudir rápidamente al médico. De todas formas no ataca si no se le molesta y no conozco casos de envenenamiento.

Reptiles de menor envergadura son los lagartos verdes, de casi medio metro de longitud, muy ágiles y capaces de entablar feroces luchas por una hembra. En los pueblos utilizaban antiguamente el símbolo del lagarto para espantar a las brujas y los malos espíritus, colocado en las ventanas llamadas motiloneras. En épocas de hambre comían lagarto las gentes de las villas.

Y tomando el sol en los muros, nos observan las lagartijas comunes, de color gris y las lagartijas vivíparas, pardas y con manchas oscuras.

En cuanto a los anfibios, típicos de lugares húmedos, te encontrarás frecuentes sorpresas.

De noche o tras las lluvias, andan por el bosque las vistosas salamandra, negras y amarillas.

En el agua de los ríos e ibones encontrarás unos animales de aspecto prehistórico, con forma de lagartija. Son los inofensivos tritones; el gris tritón pirenaico y el verdoso tritón palmeado.

En las noches cálidas el silencio se rompe con el incesante croar de las ranas que comunican todos sus sentimientos. Si te acercas podrás ver bien la rana común, de color verde oliva, o bien la rana bermeja, más montaraz y de color pardo rojizo. Incluso puede que se trate de la pequeñita rana de San Antón, verde brillante y rara de encontrar. Cuando viene el deshielo los turistas recogen sacos llenos de ranas para comer sus ancas. Muchas veces las recogen en excesiva cantidad.

En los días húmedos aparecerán los sapos, con su piel verrugosa. Las gentes los desprecian y los creen animales malignos, haciéndolos frecuentemente sufrir. Si te acercas a ellos verás una línea oscura en el lomo del sapo corredor, un color pardo en el sapo común y un color grisáceo en el sapo partero, más pequeñito y virtuoso en el cuidado de sus hijos.

—De verdad que son interesantes este tipo de animales. Desde hoy no volveré a temerlos ni a despreciarlos, sino que me dedicaré a admirarlos. Ahora me tengo que ir, pues aún me queda buen trecho por andar —dijo mi amigo.