CAPITVLO LXIII

El camino de regreso

ATRAVESANDO abruptas y secas tierras como la de Palomera, donde aún cantaban albadas, llegué a la cuenca minera de Teruel, pueblos donde la vida era dura y poca la recompensa. Una gigantesca chimenea de 200 metros de altura emanaba un humo negro. Era una central térmica utilizada para producir energía. Aquel denso humo contaminaba la atmósfera y unos conejos huían de allí para poder respirar tranquilos.

Preferible sería utilizar otras formas para producir energía que no contaminasen como las centrales térmicas y nucleares. Aragón, que es rico en sol, podría hacer uso de la energía solar, con buen provecho.

Atravesando los secos Monegros y las sierras de Jaulín y Valmadrid, pueblecitos muy secos, atisbé la ciudad. Me apetecía volver a los lugares que me traían buenos recuerdos, pasear por los parques, y contar a la gente cuanto había aprendido.