ARCHIVOS DE LA FAMILIA PETROKOV

Carta con fecha del 1 de Enero de 1979

Querido Matthew,

La decisión ha sido tomada. El Silencio tiene que ser implementado. Tu padre y yo sabíamos que iba a suceder. Hemos estado haciendo planes.

Os amo tanto, mis bebés. Este plan, solo se hará si nosotros morimos. No voy a mentirte, no trataré de ocultar la verdad. A veces, creo que estoy siendo una hipócrita, que condena a los otros por dejar que el Consejo condicione las emociones fuera de sus hijos cuando voy a poneros a ti y a Emily en peligro de muerte, pero yo te conozco con mi corazón de madre.

Yo sé que mi Matty es un artista, que solamente eres plenamente tú cuando tu cara está manchada de pintura y los dedos salpicados de un millar de colores diferentes.

Yo sé que a mi dulce Emily le encanta cantar, que ella te sigue a todas partes de la casa porque te adora tanto.

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Yo sé que tu padre preferiría volverse loco un millar de veces a apagar vuestras luces brillantes.

Así que vamos a hacer esto. Y vamos a esperar que haya un Dios.

Con todo el amor en mi corazón,

Mamá.

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a situación en Sri Lanka ha sido contenida. ―La resonante voz mental de Henry llenó la bóveda psíquica de la cámara del

― Consejo. ―El Ancla en cuestión, ahora está bajo supervisión constante.

―Ya lo estaba ―señaló Tatiana.

―Sí ―dijo Shoshanna―, pero antes, tenía un grado de autonomía–como todos sabemos, las Anclas son tan a menudo cardinales que es casi imposible supervisarlos, sin una enorme pérdida de mano de obra.

―Pero en este caso ―continuó Henry―, la mano de obra está garantizada. Tengo mi guardia personal sobre él, pero si el Consejo está de acuerdo, me gustaría que un miembro de la Brigada de las Flecha se uniera al equipo.

Kaleb sintió un golpe en su mente telepática. Al abrir el canal, se encontró con la voz de Nikita entrando en su cabeza. Estaban trabajando juntos de nuevo.

Habían notado lo mismo.

―Henry, de todos modos, ya no era el miembro beta del par.

―Si han encontrado una manera de equilibrar sus egos ―comentó Nikita ―, se arriesgan a convertirse en la fuerza más poderosa en el Consejo.

El hecho de que los pensamientos de Nikita habían seguido al suyo no era inesperado -había una razón por la que él se había aliado con la Consejera con sede en San Francisco. Su mente era su herramienta más poderosa, y a diferencia de los demás, ella no tenía pensamientos de hacerse cargo de la Red.

Nikita sólo estaba interesada en sus propios intereses comerciales. La hacía una excelente socia para un hombre que estaba interesado en hacerse con el control sobre la propia PsyNet.

―De acuerdo ―dijo Kaleb a la cuestión de la Flecha sometida a votación rápida.

Anthony Kyriakus fue el único miembro que no estuvo de acuerdo de inmediato.

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―Ming, mi pregunta es para usted. He oído un rumor de que sus Flechas ya no están bajo su total control.

Kaleb también había oído ese rumor en particular, tenía, de hecho, la intención de explorar el tema más a fondo. Ahora, esperó a ver qué decía Ming.

―Los rumores son incorrectos ―dijo Ming―. El único problema de control se refiere a la reacción de varios Flechas después de muchos años de servicio con el régimen de Jax.

―¿Todavía estás usando Jax? ―preguntó Tatiana.

―Nada más ha demostrado ser tan eficaz a la hora de mantener un silencio absoluto.

Era más que eso, supo Kaleb. Jax -reconocido por la mayoría sólo como un azote para los Psy- había sido creado para un propósito muy específico. Cuando se administraba en la dosis adecuada, calibrado con precisión para la persona, el Jax tenía una manera de borrar la personalidad sin borrar la mente.

Un equilibrio muy precario.

―Los que tuvieron la reacción ―preguntó― ¿Han sido atendidos?

―Los he puesto en una instalación diseñada para contener a las Flechas que han comenzado a degenerarse.

Shoshanna habló justo después de Ming.

―¿Por qué no están muertos? Seguramente ya no son útiles.

―Las Flechas ―dijo Ming, el énfasis sutil recordándoles que una vez lo había sido él mismo―, sólo tienen una regla inquebrantable–nunca dejar a otra Flecha atrás. Es parte de la estructura psicológica que les permite funcionar. Si elimino a los individuos defectuosos, con el tiempo dará lugar a la desintegración de la lealtad casi ciega que une a las Flechas unos a otros y a mí.

―Eso ―dijo Tatiana―, suena casi como un apego emocional.

―No es más emocional que una chica en la impronta de su madre ―dijo Ming―.

Yo soy su líder y han acordado seguir conmigo, siempre y cuando no se rompa la regla subyacente, ellos van a hacer exactamente eso.

―¿Cómo pudo una regla jamás entrar en juego? ―preguntó Shoshanna, dejando al descubierto su ignorancia de ese aspecto de la naturaleza humana.

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Kaleb había hecho su investigación. Él sabía de Zaid Adelaja, el primer Flecha.

Sabía también, que el hombre había sido un soldado convertido en asesino. Y

como soldado, sin importar su raza, vivió y murió por el equipo. Haciendo caso omiso de la respuesta de Ming a la pregunta de Shoshanna, revolvió sus archivos, en busca de la ubicación del lugar en que Ming enviaba a sus Flechas a morir.

No lo tenía.

Pero la tendría cuando terminara ese día.

—También tenemos otro tema para discutir.

Comenzó a hablarles de las manchas oscuras en la Red, haciendo su trabajo aparente como el consejero con mayor sintonía con la MentalNet. Pero la verdad es que estaba viendo y escuchando. Cada consejero tendría una respuesta diferente a este conocimiento, y cuando llegase el momento, cada consejero o bien viviría o moriría con esa respuesta.

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ra de noche cuando el airjet aterrizó, después de haber volado a baja velocidad dando así la oportunidad a la brújula interna de Katya de centrarse. Finalmente se detuvo en algún lugar del sur de Alaska, con un aire gélido. Gracias a Michel, Dev estaba equipado con un buen traje para el clima frío, mientras que Katia llevaba una gruesa bufanda y una chaqueta demasiado grande para su pequeño cuerpo. Podría mantenerla caliente por el momento, pensó Dev críticamente, pero de ninguna forma podría adentrarla más en Alaska de esa manera.

―Vamos a ordenar algo de ropa para mañana por la mañana ―dijo él, cogiendo las llaves del vehículo todo terreno que Maggie había organizado después de su llamada desde el airjet―. La cabaña que Maggie ha reservado para nosotros está conectada a un albergue turístico. Deberían tener una tienda de algún tipo.

La expresión de Katya fue triste. ―No tuve en cuenta el frío de aquí cuando decidí escaparme.

Surgiendo sus instintos más posesivos al recordar el gran peligro en el que se había puesto a sí misma, él le cogió la mano. ―Vas a estar bien en el coche durante el viaje.

Ese viaje llevó apenas veinte minutos.

―Tu secretaria es muy eficiente ―dijo Katya mientras Dev abría la puerta del coche para revelar una nueva bolsa de lona a la izquierda del armario. Resultó tener de todo lo que pudiera necesitar en los próximos días, ropa incluida.

―¿Por qué crees que la pago tan bien? ―Dejando a un lado su propia bolsa de lona, le dio una centelleante sonrisa que había estado ausente en todo el día.

Ella no se había dado cuenta de lo mucho que la había echado de menos hasta entonces.

―Este lugar es precioso ―dijo ella, desviando sus ojos hacia la enorme cama mullida a la izquierda de la habitación―. Pero todavía siento como que deberíamos seguir adelante.

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―Estás a punto de caer de cansancio, y yo tampoco estoy en la mejor forma, a pesar de la siesta que me diste anoche.

Ella enderezó los hombros. ―Me niego a sentirme culpable.

―Ha sido mi propio fallo sangriento el no asegurarme de controlarte para que escaparas. ―Frunció el ceño―. Vamos a tomar unas horas de sueño, y luego vamos a salir a la carretera con la cabeza clara. Probablemente llegaremos mucho más lejos.

A pesar de la urgencia que recorrió sus venas, ella no podía discutir con su lógica.

―Está bien. ―Sus ojos fueron a la derecha, a la segunda habitación. Se mordió el labio―. ¿Dev?

―¿Hmm? ―Él se encogió de hombros sacándose la chaqueta y la dejó caer en el sofá antes de inclinarse para quitarse las botas.

Ella ya se había quitado el abrigo, dejandose vestida con sus jeans y un suéter.

―¿Qué habitación quieres? ―No era la pregunta que quería hacer, pero el valor la abandonó en el último minuto.

―Izquierda o derecha, no me importa. ―Se encogió de hombros, terminó con las botas y se puso de pie, un hombre grande con una sombra en la mandíbula... y los ojos llenos de calor fundido―. Siempre y cuando entiendas que compartiremos la misma cama.

El mundo amenazaba con derrumbarse bajo sus pies. ―No sé —susurró―.

¿Estás pensando en tomarme el pelo un poco más?

―Tal vez. ―Una palabra juguetona, pero su rostro era todo ángulos duros―. Y

esta vez, puedes protestar tan fuerte como quieras, los otros invitados han salido en un viaje nocturno, y la señora que nos atendió era humana.

Él estaba hablando con una calma absoluta... pero sin hacer esfuerzo alguno para ocultar la parte sobresaliente de su excitación.

―Necesito una ducha. ―Era cierto, pero salió corriendo abruptamente.

―No tardes demasiado. ―Levantando los dedos hacia su camisa, comenzó a desabrochar los botones―. Tienes que conseguir dormir algo esta noche.

Abrumada, agarró sus cosas y se metió en el cuarto de baño. La ducha limpió la arena, pero no hizo nada para enfriar su cuerpo. Después de salir, se secó el pelo rápidamente y estaba a punto de ponerse los pantalones sueltos de lana y 216

una sudadera cuando vaciló, llenando su mente con los recuerdos de la manera que Dev la había clavado contra la pared, todo calor y energía masculina apenas liberada.

Todo su cuerpo se convirtió en una gran pulsación.

Tragando, se puso una camiseta de lana de manga larga sobre nada más que la piel desnuda. Si Dev la quería, no iba a poner más obstáculos en su camino.

Ansiaba sus caricias. En un primer momento, después de despertarse, había pensado que cualquier caricia humana bastaría. Pero se había dado cuenta de la diferencia en esos esos días: le dolía cuando no la tocaban, pero la idea de ser tocada por cualquiera le ponía la piel de gallina.

Su cuerpo quería a Dev y solamente a Dev.

Tomando una respiración profunda, salió del cuarto de baño con el petate y abrió la puerta... para encontrarse frente a un barrido denudo de carne musculosa, el pecho justo ahí frente a ella para acariciarlo, tocarlo, besarlo, con sus manos agarrando el marco de la puerta por encima de su cabeza. Habiendo decidido después de la última noche que ella lo tomaría de cualquier manera y cada vez que lo pudiese conseguir, presionó sus labios contra el calor áspero de él, la suavidad de su piel contrastando deliciosamente con los pelos rizados salpicados sobre él. Una mano se metió en su pelo, acercándola a él. La tela de los vaqueros contra sus muslos desnudos era una abrasión suave mientras él invadía su espacio, empujando su erección contra la suavidad de su abdomen.

Suave y duro. Masculino y femenino. Su piel se apretaba de pura necesidad.

―¿Quieres algo, Katya? ―Una voz ronca de hombre, su mano manteniéndola quieta. Tomando la insinuación, comenzó a besar un camino a través su pecho.

Fue la más exquisita de las tareas —él era tan brutalmente masculino que era imposible sentir nada excepto la deliciosa, sensual mujer.

―¿Me estás escuchando? ―Un susurro en su oído, un pequeño mordisco que la hizo coger aliento, poniéndola de puntillas.

Él dudó. ―¿Te gustó eso?

Incapaz de responder con palabras, ella simplemente inclinó su cabeza para darle un acceso más fácil. Tomándolo, él mordisqueó bajando por su garganta antes de desenredar la mano de su pelo y cerrándola en su cuello con una suave posesividad. El toque la hizo estremecerse y agarrar su cintura más fuerte. Y

cuando él levantó la cabeza para presionar su boca más exigente contra la suya, se abrió a la vez para él.

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El mordisco en su labio inferior, el pinchazo agudo de dolor, envió un torrente líquido a la unión de sus muslos. Los ojos de Dev brillaban cuando levantó la cabeza. ―¿Es el dolor o el control?

Sus dedos se cerraron sobre su piel mientras sus mejillas se llenban de vergüenza. ―Soy anormal.

Él mordió su labio de nuevo, esta vez más fuerte. Todo lo que ella que podía hacer era mantenerse de pie.

―No ―dijo él, acariciando con su dedo el pulso palpitante de su cuello―, lo que eres es sexy como el infierno. ―Otro beso, uno que amenazaba con hacerla caer directamente al suelo, lleno de hambre y de demanda.

―La cama ―susurró ella contra su boca―. Por favor.

Soltando la jamba de la puerta, la levantó en sus brazos en un único movimiento suave. Ninguno de los dos dijo una palabra hasta que él la colocó en el esponjoso edredón blanco, su cuerpo bloqueando la luz mientras se acercaba a ella.

―Ahora ―dijo, poniendo una mano sobre su muslo, por debajo de la lana de su camiseta―, contesta la pregunta.

―No lo sé ―dijo con honestidad, incapaz de dejar de pasar las manos sobre sus hombros, sus brazos―. Pero me gusta cuando me abrazas.

La mano de Dev la acarició hacia arriba. Una exhalación áspera.

―No llevas bragas. ―Frotando el pulgar por el pliegue sensible de su muslo, bajó su cuerpo hasta que todo lo que podía ver era Dev, su piel, sus ojos, él―.

¿Es esto lo que deseas? ¿Estar cubierta por mí?

―Sí. ―Se arqueó hacia él, con ganas de sentir su peso, sentirse aplastada por la cruda vitalidad de él―. Más cerca.

―Es la sensación ―murmuró, ahuecándola por un eléctrico segundo antes de regresar a su anterior caricia enloquecedora―, después de la oscuridad.

La rompió que él hubiera entendido.

―No había nada allí ―susurró ella, acariciando con la nariz su garganta, llevándolo a sus pulmones―. Cuando cortaron mis sentidos, cuando me pusieron dentro de la cámara donde ni siquiera podía sentir mi piel... Era como si estuviera flotando en la nada. Me volvía un poco más loca con cada hora que pasaba.

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Dev llevó su cuerpo hacia abajo otro poco, lo que le permitió sentir parte de su peso. Cuando se estremeció y rozó con los dientes su garganta, él siseó.

―Cuanto mayor es el contacto, mejor te sientes.

―Sí. ―Ella frotó su cuerpo contra él, o lo intentó. Era demasiado pesado, sujetándola. Su piel resplandecía en olas de placer―. Pero esto... sólo contigo, Dev. Confío en ti.

Empujó un muslo entre los suyos, abriendo sus brazos, reclamándola.

―Esa es una confesión peligrosa de hacer para un hombre como yo.

―Desplazándose un poco, colocó sus codos por encima de ella, un muro sólido de músculo y fuerza―. Me llevaré todo lo que ofreces.

―¿Sin dar nada a cambio? ―De alguna manera encontró la fuerza para preguntar.

Un destello de diversión sensual. ―Espera y verás.

Y ella sabía que esta noche sería una noche que recordaría por el resto de su vida. De alguna manera, en este lugar, todo lo demás se había desvanecido.

Aquí, estaban sólo Dev, sólo Katya, y un calor sexual que amenazaba con consumirlos a ambos.

Cuando Dev se puso de rodillas, no pudo evitar su agudo grito de decepción. Él puso una mano en su pecho.

―Espera. ―Y entonces se bajó de la cama y se dirigió a la sala de estar. Tentador como era ir tras él, ella obedeció la orden. Era otro muro, otra línea de control.

Los psicólogos tendrían un día de campo conmigo, pensó, pero si esto la ayudaba a lidiar con la normalidad, entonces ¿quiénes eran ellos para juzgar? Ninguno de ellos había pasado interminables horas sin sentido flotando en la oscuridad, siendo incluso incapaz de sentir su propia piel, sus propios dedos, su propio rostro.

Había sido como si hubiera muerto, sola en un universo frío e indiferente.

―Tan numerosos pensamientos ―murmuró Dev, caminando de regreso a la sala con su bufanda tenso en sus manos, con las puntas envueltas alrededor de sus puños―. Puedo escucharte pensar. Es como un pequeño golpeteo en la parte posterior de mi cabeza.

Sus ojos le siguieron mientras se movía por la habitación con una confianza perezosa, sus dedos se curvaron en el edredón. ―¿Te importa?

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―No. ―La cama bajó mientras él se subía, rondando a lo largo de su cuerpo―.

¿En qué estabas pensando?

―En esta necesidad que tengo, esta necesidad de límites ―susurró―. No me paraliza. Me escapé de ti, después de todo.

Una pequeña sonrisa sugirió toda clase de maldad. ―¿Aún no te he castigar por eso?

―Dev. ―Él estaba burlandose de ella otra vez, y este hombre... Dios, era pura adicción.

Tomando sus muñecas en sus manos, las levantó por encima de su cabeza.

―No, no estás paralizada. Acabas de encontrar la manera de hacerle frente.

Ella lo miró a los ojos. ―¿Te molesta?

Envolvió la bufanda alrededor de sus muñecas, tirando con la fuerza suficiente como para que ella pudiera sentir la deliciosa presión contra su piel, luego ató los extremos alrededor de las barras de la cabecera.

―En caso de que no lo hayas notado ―murmuró, mientras sus dedos desabrochaban los botones de su camisa uno por uno―, me gusta tener el control. ―Una gran mano se cerró posesivamente alrededor de la redondez de su pecho desnudo.

―¡Dev!

Lo acarició y lo apretó con especial atención lentamente, besándola cada vez que trataba de meterle prisa. El sudor empezó a brillar en su cuerpo y no había ido más allá de sus senos.

―Vas a llevarme a la locura ―le acusó.

―Te prometo hacerlo bueno. ―Una sonrisa lenta apareció mientras comenzaba a besar un camino hasta la línea central de su pecho, haciendo una pausa para atormentar sus pechos con pequeños mordiscos que la hacían arquear su cuerpo hacia arriba en una súplica silenciosa.

Cuando se negó a ceder, le bombardeó con peticiones telepáticas mezcladas con la fiebre de su hambre. Sus ojos brillaban. ―¿Jugando sucio, nena?

Era, se dio cuenta, la primera vez que él jamás había usado una expresión cariñosa. Algo cambió dentro de ella, pero no sabía lo que era, no entendía por qué su corazón latía con una aflicción repentinamente dolorosa. ―Yo digo que todo es justo en la cama.

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―Recuerda, tú lo has dicho. ―Continuó su camino hacia abajo, presionando besos sobre la depresión de su estómago, la curva de su ombligo. Sus ojos se abrieron al darse cuenta de lo que pensaba hacer.

―¿Por qué? ―preguntó ella, con voz ronca.

―¿Por qué, qué? ―Un movimiento de su lengua justo por la sensible piel debajo de su ombligo.

Tuvo que tomar varias respiraciones profundas antes de que pudiera responder. ―¿Por qué harías algo así? ¿Qué placer te da?

Los ojos oscuros se encontraron con los suyos. ―¿No quieres lamerme, Katya?

La imagen hizo que explotaran sus terminaciones nerviosas. De repente, era lo único en que podía pensar. ―Déjame probar y ver.

Él se rió entre dientes. ―Buen intento, pero tengo que ir primero. ―Sus manos fuertes en la parte superior de sus muslos empujaron sus piernas.

La intimidad no adulterada de eso la sacudió. Estaba preparada para sentir cada centímetro cuadrado de su piel, cada roce de su aliento en su contra.

Nunca se había sentido más real, más viva.

―Dev. ―Fue un susurro, un ruego, una exigencia.

Él golpeó su dedo pulgar sobre la piel ultrasensible de la cara interna del muslo.

Todavía estaba tratando de absorber todo cuando él bajó la cabeza y le dio la caricia más íntima de todas. El grito de ella salió en una nota irregular, y se encontró agarrando la bufanda para evitar salir de la cama.

No es que se hubiera podido ir.

Unas manos fuertes la mantenían en su lugar mientras su cuerpo trataba de escapar de la sobrecarga de sensaciones y acercarse, al mismo tiempo. Las luces parpadearon detrás de sus ojos, y pensó que seguramente, seguramente, algo de esto podría filtrarse en la red. Pero no podía pensar en eso, sólo podía ahogarse en las olas de placer.

La abrasión de los dientes.

Todo su cuerpo se congeló en un arco casi doloroso. Y luego se fracturó... en un millón de chispas brillantes. Los temblores se extendieron desde el interior de su centro hacia el exterior, ondulando a través de ella como un fuego viviente.

Sollozaba con dolor exquisito en el momento en que se vino abajo.

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―Shh. ―Dev hizo su recorrido de regreso a su cuerpo, suavizándolo con un beso que era tan posesivo como su mano en el pecho―. Eres tan hermosa, Katya.

De algún modo, encontró una pizca de sentido. ―¿No soy demasiado huesuda?

Él le apretó el pecho. ―No es lo que cuenta. Y podemos trabajar en el resto.

―Voy a golpearte por eso ―amenazó―. Tan pronto como recupere el aliento.

Su sonrisa era masculina y satisfecha e increíblemente magnífica. —Entonces debería asegurarme de que nunca lo hagas. ―Esta vez, su beso fue lento, pero tan hambriento que se quedó sin aliento en su boca, con ganas de darle todo y cualquier cosa que él quisiera. Su mano se deslizó hacia abajo, sobre sus costillas, a la curva de su cintura.

―¿Cómo están tus escudos?

―Impenetrables. ―Ella se echó a reír y le salió del alma―. Los muy cabrones me encerraron, pero apuesto a que nunca se dieron cuenta de que me estaban dando carta blanca para hacer lo que quisiera.

Devraj oyó la risa, pero también sintió el dolor detrás de la risa. Le desgarró el corazón el saber que nunca sería capaz de borrar los recuerdos de la devastación de su mente. Pero también hubo un feroz sentido de orgullo.

―Les ganaste una vez. Vas a volver a hacerlo.

Esos enormes ojos color avellana se ampliaron. ―Eso suena como una orden.

―No lo olvides. ―La acarició pasando su pulgar sobre el pezón. Cuando ella tomó una susurrante respiración, el sentido protector de su ira se calmó. No había sido capaz de ayudarla entonces, pero la protegería muy bien ahora. No importa de qué.

―Así que, ¿dónde estábamos?

―Mis manos ―dijo, levantando la boca a la suya―. Quiero tocarte.

Él se mordió los labios. ―Hmm.

―Dev.

Sonriendo a la ácida demanda femenina, él levantó la mano y deshizo los suaves lazos. Sus manos se dirigieron inmediatamente a sus hombros, acariciando y dándoles forma. Era obvio que le gustaba su cuerpo, y él era lo suficiente hombre como para jactarse con la atención. Sumergiendo la cabeza, la 222

besó con juguetones pellizcos pequeños y mordiscos mientras ella se tomaba su tiempo para conocerlo.

Por supuesto, su polla tenía otras ideas. Estaba tan jodidamente excitado que era un milagro que pudiera formar una frase. Cuando las errantes manos de Katya se movieron sobre su pecho, amenazando con descender, él la detuvo.

—No esta vez. —Presionando contra ella, llegó entre sus cuerpos para separar sus rizos.

Ella hizo un sonido intrínsecamente femenino de deleite, y que, junto con el calor húmedo de ella, fue su perdición. Sabía que debía haber llegado a deshacerse de sus pantalones y su ropa interior, pero no tenía ningún recuerdo de eso. Ella estaba mojada y resbaladiza y salvaje bajo sus dedos cuando él volvió a pestañear, y su control se fue.

Deslizando una mano debajo de uno de sus muslos, la instó para cerrar las piernas detrás de su cuerpo. Ella siguió sus pasos con un entusiasmo que hacía sudar gotas a lo largo de su columna vertebral, su polla latía al ritmo de cada latido de su palpitante corazón. Apoyándose en un codo, se guió en su interior... y tuvo que apretar los dientes jurando mientras ella se apretaba alrededor de la punta roja de su erección, un caliente guante húmedo, un ajuste tan perfecto que pensó que podría desmayarse de puro placer.

―¡Dev! ―Las uñas se clavaron en su espalda mientras empujaba hacia adentro, tratando de ir lento, pero sabiendo que no iba a durar―. Oh, Dios, más, por favor.

Era toda la invitación que su cuerpo necesitaba. Rompiendo el control, la penetró profundamente, tan profundamente, atrapando su grito con su boca.

Por un instante, pensó que podría haber ido demasiado lejos, recordando demasiado tarde que nunca había hecho esto antes, pero luego ella se apretó contra él y puso las caderas en una dulce bienvenida femenina.

―Katya ―dijo en su oído, tratando de respirar, para no perderse por completo.

Introdujo sus dedos en su pelo. ―Se siente tan bien.

La simple afirmación, hecha con esa voz eróticamente ronca, robó los pequeños fragmentos de control que le quedaban. Poniendo una mano en su cadera, la inmovilizó en su lugar mientras comenzaba una carrera dentro y fuera de ella a un ritmo duro y constante mientras la tenía agarrada a él.

No duraría mucho tiempo. Pero estaba bien, le dijo su cerebro gastándole una broma. Debido a que ella se rompía con él mientras el placer recorría su piel en 223

una ola ardiente. Por un instante, sintió un tirón extraño, como si algo se tensara en su interior, pero luego la sensación acabó, como si hubiera sido sumariamente cortada. No tuvo tiempo para considerar la extraña sensación, porque todo su cuerpo estalló en ese mismo instante, cada nervio y tendón tenso con el éxtasis.

EARTHTWO COMMAND LOG: ESTACIÓN SUNSHINE

18 de septiembre 2080: Su estado se ha observado. Un equipo de supervisión estará volando el día 28 para tomar la decisión en cuanto a cualquier posible evacuación. Hasta entonces continuar las operaciones de acuerdo a las instrucciones originales.

224

ev? ―susurró ligeramente Katya en el oído del hombre que la estaba aplastando a la cama, su sólido masculino cuerpo, una manta maravillosa. ¿Quién necesitaba

respirar? ―¿Dev?

Esta vez, consiguió un gruñido.

Sonriendo, apretó los labios en su mandíbula, amando la rugosidad bajo sus labios.

―Me gusta el sexo.

Ella vio el borde de una sonrisa, y sonrió a su vez. ―Realmente me gusta. ―

Frotando su talón sobre la parte posterior de la pierna, pasó la mano por su musculoso brazo, sólo con ganas de tocarlo―. ¿Cuándo podemos volver a hacerlo?

Sonaba como si se ahogara mientras él decía: ―No estás actuando como una Psy.

―Tal vez si tuvieran relaciones sexuales contigo, ellos también cambiarían de opinión. ―Frunció el ceño―. ¿Dev?

―Lo sé, te gusta el sexo. Dame un par de minutos. ―Era una queja mientras se reía.

―No. ―Inhaló el olor de sudor y hombre de él en sus pulmones, disfrutando de las sensaciones―. ¿Está pensando en tener relaciones sexuales con otra persona?

Él pellizcó su pezón lo suficientemente duro para hacerla saltar.

―Eso es lo que te pasa por hacer preguntas tontas. ―Una lenta sonrisa cruzó su rostro.

―Eso me dolió.

―Estás prácticamente pidiendo problemas.

―¿Voy a conseguirlos? ―Ella le mordió la oreja de nuevo.

225

Su mano se curvó alrededor de su pecho. ―Sigue con esto y no vas a dormir esta noche.

―Me parece bien.

Gimiendo, se apoyó en sus antebrazos. ―No más sexo para tí. Nos limpiamos del sudor, y luego dormimos un poco. Tenemos que estar listos para salir al amanecer.

Ella se acercó para presionar besos a lo largo de su pecho, acunando su excitación cada vez mayor contra el bajo vientre. Maldiciendo, la dejó seguir su juego, pero sólo por un minuto.

―Ducha.― Y esta vez, no estaba cediendo. Se encontró siendo empujada a una ducha rápida, caliente, y luego cayeron en la cama.

―Duerme. ―Era una orden en su oído, mientras que su cuerpo se cerraba alrededor de ella, protector, y sí, definitivamente muy posesivo. El muslo que él empujó entre los suyos aseguró que ella no iría a ninguna parte sin él.

Por primera vez, su compulsión de ir hacia el norte no era una idea abrumadora en su mente. Y a pesar del calor entre ellos que quemaba al rojo vivo, eso no encabezaba la lista. No, era la ternura del beso de Dev pegado a la curva de su cuello, la intensidad de su dominio. Él estaba, se dio cuenta, cuidando de ella.

Era una sensación extraña, una que arrasó con calor a través de sus miembros, volviéndolos pesados. Pero encontró el deseo de desenredar sus piernas y girar para poder meter la cabeza bajo su barbilla y colocar su mano sobre su corazón.

Él metió la pierna entre las suyas de nuevo. Sonriendo, ella se acurrucó. Su sueño fue suave, sin sueños, pacífico.

Seis horas más tarde, el precioso interludio era una cosa del pasado. El coche estaba caliente, pero Katya se acurrucó en su chaqueta mientras Dev los conducía fuera de la casa de campo con gran determinación. El temor que él había silenciado con la calidez de su abrazo protector tenía mella en su corazón una vez más. No sabía si era a causa de lo que había sentido, de lo que ella los estaba llevaba hacia... o por el terror de que la obligación había nacido de la nada, de su mente, un lugar de pesadillas y mentiras.

―No pienses en ello. ―Una fría orden del director de Shine.

Su fuerza alimentaba la suya. ―Es difícil no hacerlo ―dijo. ―Puedo sentir que algo me llamaba, pero sé que nunca he estado en esta área antes.

―¿Es posible que te trajeran cerca de aquí?

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―Supongo. Pero... No siento ninguna sensación de familiaridad con nada. ―Los campos de nieve pasaban a ambos lados, mientras se adentraban cada vez más en un territorio en gran parte deshabitado, lo que hizo que un escalofrío le recorriera la espalda, pero no debido a ningún recuerdo de la tortura.

El mundo al otro lado de la ventana era en realidad bastante hermoso, la nieve brillando como fragmentos de diamantes bajo el sol de la mañana, el cielo de un plácido azul que debería hacer imposible que había mal. Pero…

―En mi mente ―susurró―, todo está envuelto en sombras.

El frío, lúcido soldado en Dev le dijo que diera marcha atrás, que lo más probable era que Katya lo conducía a una trampa, pero él siguió conduciendo.

Ahora, iba a seguir el instinto que le había salvado la vida más veces de las que podía contar. Esta mujer, su mujer, necesitaba esto, y él se lo daría.

―Dime algo ―dijo cuando se quedó en silencio, con los ojos fijos en el panorama exterior.

Ella se sobresaltó, como si hubiera roto un trance. ―¿Qué?

―Has mencionado a tus padres, ¿algún recuerdo que quieras compartir? ―Él sólo quería entender su forma de pensar acerca de algo que no fuera la oscuridad que se aproximaba inexorablemente. No tomaría mucho tiempo, pensó. Alcanzarían su meta, ya sea esta noche o temprano a la mañana siguiente.

―Bueno ―dijo después de una larga pausa, ―ya que mis padres tenían un pleno acuerdo de tutela compartida, vivíamos todos juntos en una unidad familiar.

Siempre se consultaban entre sí antes de tomar cualquier decisión acerca de mi bienestar.

―No suena tan mal. ―Era, de hecho, mucho mejor de lo que esperaba.

―No. Fue una buena existencia. ―Cruzándose de brazos, inclinó la cabeza hacia él. ―Pero se trataba simplemente de una existencia. Cuando cumplí los dieciocho años y me mudé, no hubo diferencia en mi vida excepto el hecho de que pude tomar decisiones por mi cuenta a partir de entonces.

―Pensé que los Psy eran muy leales a la familia.

―Sí, pero es un tipo frío de lealtad. Un mes después de llegar a mi mayoría de edad, mis padres, que habían dejado de vivir juntos el día que cumplí dieciocho, disolvieron su acuerdo de tutela compartida, y mis recuerdos me dicen que nunca supe que hablaran entre ellos otra vez. ―Se encogió de 227

hombros―. Habían alcanzado sus objetivos, cumplieron sus contratos. Tengo conexiones con ambas familias, por supuesto, pero cuando cumplí veintiún años, tuve que elegir.

―¿Por qué?

―Debido a que los Psy sólo confían en la lealtad absoluta ―dijo―. Tuve que identificarme formalmente, ya sea con el lado materno o el lado paterno de mi familia.

―¿Qué elegiste? ―preguntó Dev, fascinado por visualizar las elecciones que habían moldeado a la mujer a su lado.

―El paterno ―respondió ella―. La familia de mi padre está involucrada en las actividades científicas, mientras que mi madre está más centrada en la economía. Tenía mucho sentido para mí alinearme con el grupo que me permitiera utilizar mejor mis habilidades.

―¿Y tu madre no se sentía como si hubiera recibido la peor parte del trato?

―Por supuesto que no, genéticamente, sigo siendo medio suya. Pero desde que me co-educó, mi padre tuvo que comprar su parte del contrato ya que su familia obtenía el beneficio de mi formación, habilidades y conexiones.

Dev pestañeó, tratando de entender. ―¿Te compró?

―Es una operación perfectamente normal en la red. ―Ella dejó escapar el aliento―. Todo es tranquilo y práctico y como los negocios. No hay peleas, ni desacuerdos. Todas las contingencias están cubiertas en el acuerdo de la crianza de los hijos y la fertilización.

Dev no podía imaginar una vida tan fría, una relación tan fría. ―Así que, como se te consideraba parte de la familia de tu padre, ¿tenías que contribuir económicamente?

―Sí. Nuestra familia tenía un fondo de inversión central. Lo hice bastante bien fuera de él, tuvimos una buena estrategia de inversión. —Estirando las piernas, dio unos golpecitos con los dedos sobre sus rodillas―. Me pregunto cómo mi muerte afectó las cosas. Probablemente muy poco, mi trabajo para el Consejo elevó el ranking de mi familia en términos de su influencia en la Red, pero era una pequeña colaboración. Perderme no habría causado un gran revuelo.

Al oírla hablar de sí misma de forma tan clínica lo enfureció. ―Sin embargo, tu vida provocará un infierno de gran revuelo.

228

Ella le lanzó una mirada de asombro. ―Supongo que es una manera de ver las cosas. ¿Te puedo preguntar...? ―Una pregunta vacilante.

―¿Qué?

―¿Acerca de tu infancia?

Sus manos se crisparon en el volante.

―¿Qué quieres saber? ―Llegó a sonar como grava.

Ella guardó silencio durante casi un minuto. ―No quieres hablar de ello.

―Hoy, no. ―Ni nunca, si era honesto.

―¿Hay alguien más que tú...? No. ―Sacudió la cabeza―. Te estoy preguntando por tus debilidades.

―¿Era tuya la pregunta? ―Sus ojos estaban huecos cuando ella lo miró.

―De eso se trata. No lo sé.

Mientras que Dev y Katya se adentraban cada vez más en el árido desierto de Alaska, Sascha se sentó junto a Lucas mientras él les llevaba hasta Cruz.

―Yo sé conducir ―señaló ella, simplemente para ver su reacción.

Él le lanzó una mirada con los ojos entornados.

―¿Por qué a propósito sacudes mi cadena?

―Porque puedo. ―Sonrió―. En serio, Sr. Gato Alfa, el embarazo no me convierte en una inválida.

―¿Te estoy tratando como a una inválida?

Ella tuvo que reconocer el punto. ―No.

De hecho, con Lucas ocupado supervisando la construcción de un acuerdo importante, ella en realidad había estado manejando más negocios de la Manada.

―Pero te estás comportando de una manera extraña, yo podría haber conducido hasta Cruz, llevando un centinela como escolta. Entonces habrías tenido la mañana libre para leer los contratos revisados.

229

―Soy capaz de leer los contratos, mientras que tú estás trabajando con el niño.

―Alcanzándola, cerró su mano sobre la suya―. Sabes que no voy a cambiar de opinión.

Ella se llevó la mano a la suya, besando los nudillos. ―Lo sé. Pero tengo que intentarlo.

―¿Por qué? ¿Debido a que me vuelves loco?

―Porque sé que tengo que entrenarte antes de la llegada de nuestro bebé. —

Siempre había sido sobreprotector con los que estaban bajo su cuidado. ―Un leopardo bebé no se lleva bien con una supervisión constante.

Él dejó escapar un suspiro. ―Soy un Alfa. ¿Crees que no lo sé?

Lo envolvió con su amor en el plano psíquico, un beso invisible.

Su mejilla se arrugó con una sonrisa de la que ella no se cansaría nisiquiera cuando llegaría a los mil. ―Sé que estoy siendo un dolor en el culo, Sascha querida, pero es mi humor. Estoy trabajando en dejarlo ir, te prometo que nuestro hijo será un salvaje exactamente igual que Roman y Jules .

Riendo pensando en algunos de los trucos que sacaban los dos cachorros, ella le lanzó un beso en esta ocasión. ―No querían hablar conmigo cuando fui a visitarlos ayer.

―¿Roman y Jules? ―Pura sorpresa―. No lo creo, si fueran mayores, lucharían conmigo para reclamarte.

―Tammy ―la madre de los gemelos― dijo que estaban de mal humor porque habían descubierto que iba a tener un bebé.

―Ah. Los chiquillos están celosos.

Curvando los labios antes el pensamiento de los dos niños que habían traído alegría a su vida desde el instante en que ella les conoció, asintió.

―Yo les abracé y les dije que todavía iba a ser su tía Sascha. Pero no creo que estuvieron convencidos hasta que les dije ellos serían más grandes que el bebé para que pudieran cuidar de él.

―Traidora. ―Una sonrisa afilada―. Jules, creo, va a convertirse en un dominante. Cuidar de las personas es una atracción irresistible.

―¿Qué pasa con Roman? ―Él estaba casi, o incluso más, excitado por la idea.

230

―Es difícil decir con certeza, pero creo que Roman va a seguir los pasos de Tammy. Y a los curanderos les encanta cuidar de las personas.

Los ojos de Sascha se abrieron con la comprensión de que Lucas estaba en lo cierto. Roman tenía la misma energía tranquila que su madre, aunque recubrierta con una vibrante alegría infantil. ―¿Eso sucede a menudo?

¿Curanderos que provienen de la misma familia?

Lucas asintió levemente. ―El árbol genealógico de la familia de Tammy ha suministrado un sanador por lo menos cada segunda generación. El lado materno de mi familia es más esporádico, pero sí tenemos una tasa relativamente alta. Todavía hay unos pocos que aparecen inesperadamente.

―Sabes ―dijo Sascha poco a poco―, podría ser que los curanderos provinieran del mismo árbol genético de los Psy-M. No sé acerca de Tammy, pero tu familia tenía definitivamente miembros Psy.

―Podría ser. ―Deslizándose hacia el carril de salida, él la miró―. ¿Qué pasa con este chico, Cruz? ¿Está haciendo las cosas bien?

―Mejor que bien. ―Sascha no pudo ocultar su orgullo―. Es tan inteligente, Lucas. Le enseño algo una vez, y es así. ―Chasqueó los dedos. ―Es una persona dotada.

―Bueno, cuanto más rápido aprenda a protegerse a sí mismo, mejor.

―¿Te preocupa el Consejo?

Lucas asintió brevemente. ―Dev piensa que Shine ha logrado mantener la verdadera fuerza de algunos de los suyos bajo el radar, pero quiere ser muy cuidadoso.

―No le culpo ―dijo Sascha, mientras una ola de ira se construía por debajo de la superficie de su piel―. Después de lo que hicieron con Jon y Noor.

―Ya casi estamos allí, gatita. ―Un roce de sus nudillos en la mejilla―. Dijiste que Cruz necesita estabilidad absoluta.

Asintiendo con la cabeza, tomó una respiración profunda y comenzó a colocar sus emociones a paso lento. Pero una cosa siguió a su preocupación.

―Sentí a Katya la primera vez que fui a ver a Cruz. ―Intentó no inmiscuirse, pero su capacidad era una parte tan importante de ella, siempre recogiendo, sobre todo resonancias emocionales cuando las emociones eran tan brutalmente 231

fuertes―. Ella está manteniendo tanto en el interior, que físicamente tiene que doler.

Lucas tardó casi un minuto en responder.

―Ella es fuerte ―respondió finalmente―. Hay una voluntad de granito allí.

―Dev es fuerte, también.

Una rápida mirada de pantera de ojos verdes. ―¿Recogiste eso, también?

―Es difícil pasar por alto la intensidad entre ellos. Pero...

―¿Pero?

Dejó caer la cabeza hacia atrás contra el asiento. ―Estoy muy asustada por ellos, Lucas. Porque no importa lo mucho que lo intente, no puedo ver cómo podrían encontrar un final feliz.

232

ing continuó trabajando como si algo repicara contra sus escudos mentales. No fue nada, simplemente un recordatorio de que Ekaterina Haas todavía estaba viva. Él no esperaba que ella durara tanto tiempo, pero por otra parte, los seres humanos eran débiles, fáciles de manipular. Y los Olvidados se habían vuelto más y más humanos con el paso del tiempo.

Tal vez la pequeña durmiente podría completar su tarea, después de todo.

Poniendo el proyecto sin importancia fuera de su mente, se concentró en el problema en cuestión.

―Adén ―dijo él, hablando telepáticamente al médico encargado del seguimiento de la Brigada de Flechas tratada con Jax―, ¿cuántas Flechas han reaccionado negativamente al régimen de Jax en los últimos seis meses?

La respuesta llegó casi al mismo tiempo, el talento principal de Aden era la telepatía.

―Siete. No podemos darnos el lujo de perder tantos.

Ming estuvo de acuerdo. Las Flechas estaban altamente capacitados, muchos desde la infancia. Nunca hubo más de 200 en total, y en la actualidad, el número de Flechas activas se había reducido a ciento sesenta.

―¿Estás cerca de resolver el problema?

―Algo parecido sucedió con Judd Lauren.

Ming reconoció el nombre del solitario Psy Tk-Cell que había sobrevivido a la edad adulta en la pasada generación. La capacidad de Judd Lauren era la de literalmente detener las células del cuerpo, lo que había hecho de él un asesino de un valor incalculable.

―¿No se le retiró el Jax?

―Sí. Junto con la mayoría de los otros Tk. Todos ellos funcionaban bien sin él, los Tk parece que sólo necesitan una estancia muy corta en el régimen. ―Adén 233

no dio más detalles, pero para Ming no era necesario que lo hiciera, sabía que después de cierto período, las vías del cerebro se fijaban permanentemente, haciendo uso de la droga.

―¿La solución funcionará en este caso? ―preguntó.

―Según los datos disponibles, sí. Al parecer, algunas Flechas son en realidad en sobredosis de Jax dado que ya no lo necesitan.

Ming tomó unos minutos para considerar la decisión. Si perdiera el control de las Flechas, posiblemente podrían hacerse cargo de la red. Una Flecha valía miles de soldados normales.

―Pruébalo sobre los que ya se están rompiendo. A ver si tiene algún efecto.

―Me gustaría sugerir un pequeño número de otras personas que puedan estar cerca de ese punto ―dijo Adén―. Puedo enviarle una lista.

―Hágalo. ¿Vasic? ¿Está con el Jax? ―El teletransportador no sólo era una parte muy valiosa de la Brigada, Ming lo utilizaba de forma casi semanal.

―No. No lo ha estado en años. Su cerebro se ha reiniciado.

Agradeciendo por los nombres adicionales que se enviaban a través de Adén, Ming terminó la conversación telepática. Mientras Vasic estuviera con una correa, no había ningún problema.

234

ev llevó el coche en frente del restaurante-bar-hotel-oficina de correos en un parpadeo. En un parpadeo te perderías en medio de la ciudad en medio de la nada. Había llenado el motor lo suficiente para ir durante días, y tenían provisiones, pero necesitaban estirar las piernas al menos.

―Tenemos que pasar la noche. ―dijo él, sabiendo qué respuesta iba a dar Katya antes de que ella abriera la boca.

―Puedo sentirlo como si me rasgara. ―Contempló la negrura en el otro lado del parabrisas, eran sólo las seis, pero la noche había caído con la rapidez de las alas de un cuervo. ―Estamos muy cerca.

Él había estado más que dispuesto a seguir adelante, pero ahora, mirando a la oscuridad total, los copos de nieve, sacudió la cabeza.

―Tenemos que esperar a que amanezca. O podríamos perder lo que estamos buscando.

―No lo haremos. ―Hizo de su mano un puño y tragó. ―Pero tienes razón, no podemos verlo todo. No puedo dormir, pero tal vez podemos esperar hasta que la nieve pase, por lo menos.

Y eso es lo que hicieron. Dev se registró en una de las dos habitaciones del hotel y tomó unas cuantas películas de la gran selección del anciano propietario. Las películas estaban en pequeños discos de cinco centímetros en lugar de los cristales mucho más caros, pero se veían en condiciones razonablemente buenas. Deslizando uno en el reproductor después de decirle a Katya que eligiera, se tendió en la cama, la espalda contra la cabecera, sus piernas estiradas hacia fuera.

Katya estaba en la ventana, se cuerpo esbozado en una solitaria silueta. Pero no estaba sola, nunca volvería a estar aislada.

―Ven aquí ―dijo, levantando un brazo.

Volviendo de su vigilia junto a la ventana, Katya cruzó la habitación con pies silenciosos y se escondió a sí misma contra él.

235

―¿Qué estamos viendo? ―preguntó ella, pero sus ojos se deslizaron al transparente cuadrado, mirando hacia fuera a las tinieblas de la noche.

Ya fuera por ella o por sus propias habilidades, no lo sabía, pero él también podía sentir la fuerza del mal que le esperaba. La abrazó más cerca.

―Los sacrificios que hago por ti, sólo mira.

Estaba intrigada lo suficiente como para prestar atención a la pantalla.

―Orgullo y Prejuicio ―leyó ella―. Es un libro escrito por un humano. ¿Siglo XIX?

―Uh-huh.

―El héroe es… ¿el Sr. Darcy?

―Sí. Según Ti, es la personificación de la perfección masculina. ―Dev abrió una bolsa de patatas fritas que había agarrado y la puso en manos de Katya―. No lo sé, el tipo lleva leotardos.

―Shh. ―Ella comió una patata―. Tengo que prestar atención. El lenguaje es diferente.

Su inquietud se calmó cuando ella se calmó. Era consciente de que su atención iba a la ventana, a la oscuridad, cada cierto tiempo, pero ella también sonrió, y una vez, incluso se rió. Alrededor de las 3 a.m., dijo: ―El sr. Darcy es casi Psi en su caracterización, ¿no te parece?

—Trato de no pensar mucho acerca del señor Darcy.

Riendo, ella puso su mano sobre su pecho.

―No, de verdad. Yo hubiera pensado que el escritor lo basó en una plantilla Psi, pero no estábamos en Silencio en su tiempo. Los Psi eran como seres humanos y cambiantes entonces.

Consideró eso.

―Tengo problemas para imaginar eso.

―Entonces no has estado observando, varios de los personajes de esta historia son Psi ―señaló―. Oh, mira, es el villano.

Él estaba divertido por la forma en que ella reconstruía precisamente toda la historia escena por escena, como la científica que era. Pero tenía corazón, también. La oyó suspirando al final.

236

Él tuvo que besarla entonces, tuvo que probar su felicidad. Porque no iba a durar. Lo inevitable se acercaba rápidamente, podía sentirlo en sus huesos.

Treinta minutos más tarde, estaban de regreso en el coche, viajando hacia algo que ninguno de ellos realmente quería ver… y sin embargo, no podían dejar de ver.

―Creo que tenemos que girar a la derecha en el cruce.

No la cuestionó, tomó la dirección. El cielo comenzó a aclarar finalmente después de casi tres horas de viaje, rayas de color rosa y naranja emergiendo en el este. Pero a pesar de la explosión de color, el mundo permaneció desolado. El puesto en el que se habían quedado había sido el último vestigio de civilización.

―¿Alguna vez has visto la aurora boreal? ―preguntó él, mirando las propias luces del coche atenuándose automáticamente mientras que los sensores recogían la furtiva fluencia del sol a través del cielo.

―No ―suspiró―. Me gustaría, sin embargo.

―Puede que tengas suerte, es justo el momento y estamos lo suficientemente lejos hacia el norte.

―¿Las has visto?

―Sí. Solía venir aquí a visitar a Michel cuando éramos niños. Cuando mi madre estaba viva. ―Le dolía el recuerdo, pero era uno de los buenos. ―Su madre, Cindee, y mi padre son hermano y hermana. ―Cindee había querido cuidarlo después del encarcelamiento de su padre, pero no había podido soportar la culpa en sus bellos ojos.

Incluso como un niño de nueve años había sabido que si entraba en esa casa, ella pasaría el resto de su vida tratando de compensar por un crimen que nunca había sido su culpa. Incluso si no hubiera sido su padre, ese fue un perdón que Dev simplemente no pudo encontrar en sí mismo. En cambio, se había ido en el abrazo de especias aromáticas de su nani, dejando que su calidez derritiera el hielo que había crecido alrededor de su corazón.

―¿Pero Michel no vive en Alaska ahora?

―No, lo hace. Se ha simplemente mudado al Estado de Washington durante el año. Algún tipo de curso de capacitación.

―Sigue siendo un buen amigo ―dijo Katya, obviamente tratando de mantener su tono ligero, aunque sus ojos estaban fijos en la carretera en frente de ellos―.

Debe serlo, para sacar el camión de Jessie porque me estabas buscando.

237

Dev frunció el ceño.

―Todavía no puedo creer que hayas logrado salir de la casa con tres de nosotros entrenados en combate allí.

―La gente tiende a subestimarme. ―Fue la primera vez había escuchado un toque de arrogancia en ella.

Decidió que le gustaba.

―No voy a cometer el mismo error. Y sí, yo y Mischa, somos casi como hermanos. ―Cindee se había asegurado de que los primos se reunieran, que bajaran a West Virginia, donde nani tuvo su casa y estudió, cuando Dev se había negado a ir a Alaska. No había sido capaz de soportar el viaje sin su madre.

―¿Mischa?

—Así es como lo ha siempre llamado su madre ―sonrió Dev―. Él ha renunciado a tratar de conseguir que nadie de la familia use su nombre real la mayor parte del tiempo.

―¿Hay alguien que te llame Devraj?

―Mi nani, mi abuela materna. ―Sin preguntar, él giró a la izquierda.

Katya se inclinó hacia delante, su movimiento casi ausente.

―Sí. ―Puso sus manos sobre el tablero mientras examinaba el camino delante de ellos, pero no había nada que ver. Se retorció de un lado a otro, dejando una visibilidad limitada―. ¿Cómo son las luces?

―Como ver un pedazo de paraíso. ―Hizo una mueca ante las palabras poéticas, pero eran las únicas que tenía. ―Te hace humilde, son tan hermosas. Si no las llegamos a ver en esta ocasión, vamos a venir aquí de nuevo.

―Me gustaría eso. ―Ella le dio una sonrisa forzada―. ¿Visitas mucho a Michel?

―De vez en cuando. ―Dev finalmente había regresado a Alaska cuando Cindee fue ingresada en el hospital después de un grave accidente en el hielo. La culpa de su tía aún persistía, pero había sido suavizada por el tiempo, por haberlo visto crecer como un joven estable. En estos días, podrían tener una conversación casi no contaminada por el pasado―. Él viene a veces, también.

Katya dio a Dev una mirada penetrante, su atención momentáneamente atrapada por la diversión en su voz.

238

―¿Qué hacen los dos para ponerse al día?

―Estábamos acostumbrados a desatar un infierno cuando éramos más jóvenes.

―Una sonrisa maliciosa. ―Estamos más civilizados en estos días.

―De alguna manera, no te creo. ―Pensó en Dev y Michel juntos, oscuramente sexys y encantadoramente maliciosos. Hmm…―Creo que necesito saber más acerca de estos tiempos civilizados.

―Código de honor masculino. No te lo diré.

Un escalofrío se deslizó por su espalda mientras ella le tomaba el pelo.

Moviendo rápidamente su cabeza, vio la estrecha carretera de un solo carril de la derecha.

―Aquí.

Dev ya estaba girando, todo el humor había desaparecido de su rostro. Ahora nada le recordaba tanto como a un cazador, delgado, hambriento y decidido.

De repente estaba muy contenta de que estuviera a su lado, no sabía si habría llegado hasta aquí sola. El miedo en el estómago era un peso pesado, incitándola a las náuseas y un pánico que le decía: corre, querido Dios, ¡corre!

―No ―susurró ella―. No más correr.

Dev le dirigió una rápida mirada antes de volver su atención a la carretera.

―Vamos a terminar con esto. ―Fue un voto.

Dos minutos más tarde, llegaron al final, a una creciente nevada y a una ciudad fantasma.

Los rayos del sol recortaban sobre las casas medio enterradas en la nieve, rebotaba en las ventanas rotas, las señales rasgadas y colgantes.

―¿Cuántos? ―susurró casi para sí misma.

―Quinientos. ―Dev señaló a la severamente curtida por la intemperie, pero todavía en pie, señal a su derecha―. Sunshine, Alaska, población de quinientos.

Sunshine. Cada diminuto pelo en su cuerpo se levantó.

―Este lugar es demasiado pequeño para 500.

―Sí, el letrero es bastante viejo. ―Desenganchó el cinturón de seguridad, y la miró―. ¿Lista?

239

―No. ―Pero se desabrochó su propio cinturón, con la sensación de que estaba dejando de lado su última esperanza de escapar. Temblando, se sacudió el frío, y cuando Dev dio la vuelta al coche, ella estaba esperando para enlazar la mano con él, y caminar hacia el interior de Sunshine, Alaska. La sensación de pavor que la había estado persiguiendo durante el día se instaló en una especie de viciosa miasma, a la vez aterradora… y triste. Eso, no lo había esperado, la sensación de dolor, tan pesada que aplastaba muchos de sus huesos.

―¿Dónde están todos?

Dev no respondió, frunciendo el ceño mientras miraba a su alrededor.

―Estamos en el centro de la ciudad, pero no veo un bar.

―¿Por qué es tan importante?

―La naturaleza humana ―murmuró―. Los bares son algunos de los primeros lugares en erguirse y los últimos en cerrar en cualquier pueblo pequeño.

Estando lejos, probablemente sería el único lugar donde la gente podría socializar. ¿A menos que haya una iglesia? Podría ser un asentamiento religioso.

Ella negó con la cabeza.

―Los edificios son todos muy uniformes. Hasta la iglesia de la Segunda Reforma tiene una forma simbólica que la hace destacar.

Siguieron caminando, la nieve espesa pero manejable alrededor de sus botas.

Ella se alegró de haberse puesto un gorro de lana en la cabeza antes de salir del coche, pero el pelo oscuro de Dev brillaba bajo el frío sol de invierno.

―¿No tienes frío? ―Metiendo la mano en su chaqueta antes de que él pudiera responder, sacó su propio gorro de lana y tiró por encima de la cabeza de él.

―Gracias. ―Fue un comentario distraído mientras tomaba su mano de nuevo.

―Los edificios no están completamente sumergidos ―dijo, mirando a su alrededor―. Este lugar no fue abandonado hace mucho tiempo.

―No ―murmuró Dev―. Mira el camino, está comprimido a la izquierda, ha habido un fuerte viento en algún momento que lo ha empujado todo lo hacía allí.

Ella se volvió y asintió.

240

―No podemos explorar ese lado, no es fácil. ―No había duda de que tenían que entrar. ―Está demasiado tranquilo. ―La ausencia de sonido la lastimaba.

―Escucha mi voz, escucha a nuestros pies aplastando la nieve y el hielo. Hay sonido. ―Le apretó tranquilizadoramente su mano.

Asintiendo, ella dio indicaciones. Llegaron a las primeras construcciones accesibles segundos después.

―Esperemos que esto se abra hacia adentro ―dijo Dev, caminando hacia la puerta―. O tendremos que encontrar algo para cavar ―Bingo.

El crujido de la puerta que abrió era ruidoso, el ruido de sus botas en el suelo llano de plascrete era sordo y con mucho eco. Había nieve el interior de un túnel mientras ella permanecía de pie mirando a su alrededor.

―Parece ser un depósito de suministros. ―Artículos Computronic yacían en el hielo sobre estuches en la izquierda, mientras que las herramientas y la maquinaria estaban en filas ordenadas a la derecha. Frente a ella había una pila de cajas de plástico estampadas con un nombre que le resultaba vagamente familiar.

―EarthTwo ―murmuró en voz baja, moviéndose con Dev mientras se dirigía a ver el equipo.

―Es equipo de minería ―le dijo él, cogiendo una cuerda de aspecto poderoso con una mano.

―Lo es. ―Ella señaló las cajas―. EarthTwo es una pequeña empresa minera especializada en minerales raros. Ellos enviaron a los laboratorios las cosas en las que trabajé. ―Emocionada ahora, tuvo el valor de dejar ir de la mano de Dev y abrir una de las cajas. ―Vacía. ―Incluso esa decepción no desinflaba su excitación. ―No me imaginaba esto, hay algo aquí.

Acercándose, Dev dio un beso realmente apasionado a sus labios.

―Te dije que tu mente estaba bien. Debes aprender a escucharme.

Su corazón se aceleró en un estallido eléctrico al contacto.

―¿Así que tú puedes darme órdenes?

―¿Podría hacerlo? ―Tomó su mano una vez más, su agarre firme—. Vamos a ver qué más podemos encontrar. Parece que este lugar no ha sido alterado desde que la ciudad fue abandonada.

241

―O bien antes. ―Ella señaló hacia las ventanas, todo intacto.

El siguiente lugar en el que entraron no podría haber sido más diferente.

―Es como si un huracán hubiera pasado por aquí ―susurró, mirando fijamente los papeles que cubrían la alfombra, el vidrio roto de la ventana, y lo que es peor, los cables irregulares que surgieron desde un sofá a un lado de la habitación. Mechones de relleno negro, desconcertantemente prístinos, se hallaban esparcidos en los papeles que lo rodeaban… casi como si alguien hubiera intentado rasgar el sofá separadamente, en una furia loca.

Hubo un toque en la parte baja de su espalda.

―Quédate aquí ―dijo Dev, mientras se abría camino hacia el escritorio.

Escuchando con un rincón de su mente mientras él caminaba a través de los cajones, ella se agachó para recoger algunas de las numerosas piezas de papel flotando en el ambiente. El de arriba era una lista de cuentas.

―Nóminas de sueldos ―dijo ella en voz alta―. Creo que esto debe de haber sido la oficina administrativa de EarthTwo.

―La ciudad entera era una operación minería ―dijo Dev, sosteniendo un archivo de papel fino―. Una especie de folleto. Sunshine es propiedad exclusiva de EarthTwo.

―Extraño nombre para una ciudad Psi.

―Hmm ―Dev sacudió el archivo―. He aquí por qué, la ciudad fue fundada hace ciento cincuenta años. Antes del Silencio.

―Tiene que haber algo muy valioso en el suelo alrededor de aquí, entonces

―dijo ella―. O algo que regenera o que las personas sólo necesitaban un poco.

No vi ninguna evidencia de perforación pesada.

―Podría ser cualquier cosa, bajo toda esa nieve, recuerda el equipo. —Puso el prospecto en un bolsillo y cruzó de nuevo la habitación hacía ella―. Va a llegar rápido la oscuridad. Puede ser que tengamos que pasar la noche.

Ella tragó saliva.

―¿Por qué no averiguamos lo que sucedió aquí en primer lugar? ―Sus ojos se iluminaron por algo que había visto, pero no claramente hasta entonces―. Dev, las manchas de color marrón sobre estos papeles… no es suciedad o manchas de la edad, ¿verdad?

242

Miró las hojas en su mano.

―No. ―Su mandíbula se volvió una roca. ―Eso es sangre.

243

os papeles flotaron sobre el suelo en un sereno silencio a la vez que ella aflojaba los dedos. ―Lo puedo ver ahora.

Había un fino rocío en el muro trasero, casi oculto por la forma en que la abolladura había sido golpeada en la plasboard. Y el sofá... algunos de los resortes de metal de aspecto malvado estaban oxidados. Salvo que no estaban mohosos.

Dev tomó su mano. ―Tenemos que ver el resto.

―Espera. ―Agachándose, recogió una de las hojas que habían caído―. Es parte del registro de comandos. Debieron haber imprimido una copia de seguridad en papel, debido al riesgo de fallo en la alimentación.

―¿Por qué no mantenerlo en la PsyNet?

―Se necesita una gran cantidad de energía psíquica para mantener una bóveda en la PsyNet. Algunas empresas prefieren... ―Unos escalofríos serpentearon por su espalda al darse cuenta de lo que tenía. ―Dev…

Dev cogió el papel. ―“Incidente mayor”―leyó―. “Solicito ayuda de emergencia inmediatamente. Repito solicito asistencia de emergencia tan pronto como-”.

Simplemente termina así.

―Una transcripción de voz a impresión ―dijo, tocando una línea del código en la parte superior de la página―. Probablemente configurada para imprimir de forma automática. ―La idea de las impresoras trabajando con eficiencia silenciosa mientras la sangre entraba en erupción alrededor de ellas creó la más macabra de las imágenes―. La fecha es del 25 de Septiembre.

Mientras que ella había estado con Ming, una criatura que él pensó que había roto.

―El interlocutor murió transmitiendo.

―Murió tratando de salvar vidas, por lo que merece ser recordado.

Doblando el papel, Dev se lo guardó en el bolsillo junto con el prospecto.

244

―Vamos.

Ella nunca había querido menos hacer eso. Pero esta gente, pensó, la necesitaba para seguir adelante.

Debido a que ellos también habían sido encerrados en la oscuridad, los momentos finales de sus vidas borrados de su existencia.

―Sí.

El edificio de al lado parecía ser un comedor. Estaba bastante limpio, con sólo una pequeña evidencia de problemas en el área de preparación de alimentos.

―Lo que sea que pasó ―dijo Dev―, sucedió o muy temprano en la mañana o muy tarde en la noche.

―Cuando solamente hubieran estado los trabajadores de cocina aquí.

―¿Por qué una cocina? Pensé que los Psy vivían de barras nutritivas.

―Esa es la norma, pero los psicólogos a veces recomiendan una dieta más variada dentro de una parte aislada de la población. Lo hicieron para el laboratorio. ―Los científicos que trabajaban en el Protocolo de Implante, un protocolo diseñado para convertir la Net en una verdadera mente de colmena, habían sido enterrados bajo cientos de toneladas de tierra, en una construcción que Ming tenía planeado explotar―. Cada cerebro necesita cierta cantidad de estímulos. ―Sus ojos se dirigieron a la sólida puerta de acero en el fondo de la sala. ―El refrigerador. ―Frío penetró en sus huesos.

―Yo haré esto.

―No ―Arrancando uno de los guantes, enredó sus dedos con los de él―. Juntos.

Siguió una pausa en la que, podía verlo, literalmente, luchando contra sus instintos, su rostro en todos sus ángulos brutales.

―Estas son mis pesadillas ―dijo―. Tengo que ver si son reales.

Por último, asintió y se dirigió a la nevera, la puerta se volvía cada vez más monstruosamente grande con cada paso. ―No hay nada en la superficie ―dijo con alivio. Sin sangre, sin rasguños, sin abolladuras.

Avanzando con su mano libre, Dev retorció y tiró.

La niebla helada susurró, por lo que Katya dio un paso hacia atrás asustada.

Diciéndose a sí misma que debía dejar de ser una cobarde, volvió al lado de Dev. ―¿La luz no debería encenderse de forma automática?

245

Mientras hablaba, algo parpadeó y chispeó, un instante después, un fresco resplandor azul llenó el espacio, iluminando el horror en su interior.

―¡Oh, Dios! ―Ella no podía apartar los ojos de la sangrienta huella de la palma de una mano en la parte de atrás, una marca que dejaba un rastro por encima del muro y por el suelo hasta acabar en un montón de sangre―. Ella estaba tratando de escapar ―ya que la huella era demasiado pequeña como para ser la de un hombre, y su mente no podía aceptar ver a un niño en esta locura―, y él la arrastró de nuevo, la mató.

―Más de uno. ―El tono de Dev era cortante como una cuchilla. ―Alguien arrojó los cuerpos aquí. ―Señaló a las otras concentraciones de sangre congelada―.

Nadie más luchó. Tenían que haber estado muertos para ese entonces.

―El personal entero de la cocina. ―Se dio la vuelta, capaz de verlo ahora―.

Quienquiera que fuese, entró y logró matarlos uno por uno. La mujer solo se dio cuenta y trató de escapar.

―Sí. ―Dando un paso atrás, cerró la puerta.

―¿Dónde están los cuerpos? ―Su mente iba de una pared a otra, tratando de dar sentido a una maldad que desafiaba la comprensión. ―No creo que estén al aire libre, bajo la nieve.

Dev negó. ―Supongo que EarthTwo envió un equipo de limpieza.

Ninguno de los dos dijo nada más hasta que habían caminado a través de los edificios restantes a los que podrían acceder. Uno de ellos era un gimnasio, y era territorio virgen. Los próximos cinco edificios habían sido claramente dormitorios. Objetos hechos añicos, ventanas rotas, sangre y el caos reinaban allí, concentrado en su mayor parte en torno a las camas.

―La noche ―susurró―. Estaban dormidos. Es la única manera en la que alguien podría haber llegado a tantos de ellos–tenía que haber telépatas en el grupo.

Habrían avisado a los demás si estuvieran despiertos.

―A menos que...

Ella levantó la vista contemplando una litera, que parecía haber sido rota por la mitad.

―¿A menos que?

―A menos que estemos hablando de más de un asesino.

Una ola de oscuridad, un crujido de la memoria, y las puertas se abrieron.

246

“―Ha habido un incidente grave, señor.

―¿Los detalles? —Esa voz,... la voz de Ming.

Una pausa. ―¿La hembra?

―No ha conseguido lo suficiente, la mente dejó de entender. Cuéntame los detalles.

―EarthTwo recibió una llamada de socorro telepática y electrónica de su operación en Sunshine, Alaska, aproximadamente hace dos horas. La dirección pidió la ayuda del Consejo, dado que esa asistencia es una parte negociadora de su contrato con nosotros.

Fuimos capaces de movilizar a una pequeña unidad de Tk y se teletransportaron a la ubicación.

―¿Cuántos muertos?

―Ciento veinte. ―El interlocutor podría haber estado hablando de acciones y bonos, tan tranquilo era su tono de voz. ―La población era de ciento cincuenta. Tres de ellos fueron heridos gravemente, mientras que seis lograron encontrar escondites.

―Eso los reduce a veintiuno.

―Sí, señor. Al parecer, varios miembros del equipo rompieron el Silencio aproximadamente a la vez, aunque no en una ubicación central. Se atacaron entre sí y atacaron los miembros no fragmentados de la expedición. De los veintiún supervivientes del incidente inicial, diez murieron tratando de atacar el equipo de Tks, mientras que once fueron neutralizados y puestos en estado de coma involuntariamente.

―¿Sunshine?

―Una solitaria avanzadilla. Podemos enviar un equipo para limpiar el desastre inmediatamente, sino tendríamos que coger un significativo número de Tks de mayor prioridad que se encargaran de borrar completamente el campamento.

―¿Es viable la obra sin Tkss?

—Siempre hay un riesgo de detección con el vuelo, los operadores pueden atraer atención no deseada.

Un largo silencio. ―¿Todos los miembros del personal de Sunshine eran Psy?

―Sí.

―Haz que en el registro de EarthTwo conste que el campamento fue abandonado después del brote de un virus letal en el aire. Eso debe mantener a cualquiera alejado de ese lugar por el momento.”

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―¡Katya! ―Dev movió a la mujer en sus brazos, transportándola al exterior al frío ya que se negó a responderle en el dormitorio.

Sus ojos parpadearon. ―¿Dev?

―Soy yo, nena. Vamos, regresa.

―Me acordé, ―le susurró con voz ronca.

―Dímelo en el coche ―Sólo cuando la había acomodado en el asiento trasero y la arrastró cargándola en sus brazos, respiró otra vez―. Tus ojos... ―Fue como si hubiera dejado de existir, o se hubiera ido tan lejos que no podría verla nunca más. Había pensado que el terror no podría acercarse a lo que había vivido de niño. Se había equivocado.

Ella lo abrazó, repartiendo besos por su mandíbula. ―Lo siento, creo que debo de haber caído en algún tipo de trance.

La dejó calmarlo, necesitando sus caricias y saber que ella estaba bien.

―Dime.

Recorriendo hacia arriba su espalda, él cerró su mano sobre su nuca.

El horror se expandió por sus dedos a través de su pecho cuando comenzó a hablar, una invasión dura y despiadada.

―¿Más de veinte personas se volvieron locos a la vez?

―Más que eso, algunos habrían sido asesinados cuando se conectaron por primera vez unos con otros.

―¿Cómo es eso posible? ―La atrajo hacia su regazo, necesitando sentir el calor de su peso. ―He oído que los Psy están rompiéndose cada vez más, pero estamos hablando de un caso de locura colectiva.

―Yo no creía en los rumores ―dijo―. No, hasta que oí eso.

Él esperó.

―Un número de nuestros contactos, míos y de Ashaya, informaron que había historias de ciertas partes de la Net convirtiéndose en “oscuras”, como algo que estaba reuniéndose allí, algo que se comía o enterraba el tejido de la red.

―¿La influencia de la MentalDark?

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―Sí, es una posibilidad. No lo sé. ―Ella sacudió la cabeza―. En la actualidad nadie jamás podría dar un ejemplo, así que no le prestamos mucha atención. No podíamos, teníamos que centrarnos en lo que se podía ver y cambiar.

―Adelante.

―¿Sabes lo que significa estar en una red neuronal? Es como nadar en el mar.

No hay manera de evitar entrar en contacto con los contaminados.

Dev se quitó el gorro de lana con mano impaciente.

―¿Crees que esta “podredumbre” ―dijo, por falta de una palabra mejor―, se filtró en todas las mentes?

―La Red no se cierra por ninguna localización ―respondió Katya—, pero tu situación en la Red está determinada en parte por dónde estás en el mundo.

Este grupo ha estado en Sunshine, y eso significa que habrían ocupado una sección aislada de la Net. Si llegaron juntos, la podredumbre habría empezado a trabajar en ellos al mismo tiempo.

―Algunos de los que fueron asesinados ―dijo Dev, incapaz de imaginar la magnitud de la masacre―, lo más probable es que también hubieran enfermado, si es que habrían vivido un poco más.

―Sí. ―Katya envolvió los brazos alrededor de su cuello. ―Si esto ha sucedido una vez, Dev...

―Tenemos que grabar esto. Necesitamos pruebas.

―El Consejo lo negará. Nadie estará dispuesto a creerlo. ―Una especie de ira apretada llenaba cada sílaba. ―Lo sé. Intentamos esforzarnos tanto en explicarle la verdad a la gente, pero es como si ellos no pueden asumir tanto en un momento. Dirán simplemente que estás tratando de hacer política

―Lo sé. ―Interrumpió el flujo de las palabras frustrantes con un beso.

―Necesito los registros para mi gente.

Un brillo de entendimiento iluminó sus preciosos ojos desde el interior. ―Oh.

Ya veo. ¿Has traído un dispositivo de grabación?

―Mi celular tiene una resolución lo suficientemente alta y un montón de memoria.

Ninguno de los dos dijo nada durante varios minutos, aunque ambos sabían que tenían que salir del coche para documentar lo que habían encontrado. Katia 249

escuchó el latido regular del corazón de Dev y, de alguna manera encontró el coraje.

―Podemos hacer esto.

Él le dio un beso sobre de su cabeza. ―¿Sabes lo que veo cuando miro a la sangre?

―Dime.

―El posible futuro de los Olvidados. ―Él metió la mano por su pelo. ―¿Por qué no dejamos la locura atrás cuando salimos de la Red? ¿Por qué nuestras habilidades siempre tienen que venir junto con tinieblas?

Katya había pasado muchas horas pensando en lo mismo.

―Si no fuera así, los Psy verdaderamente gobernarían el mundo. Ese defecto, nuestro talón de Aquiles, es la única cosa que nos hace frágiles, lo único que frena nuestra arrogancia.

Sus dedos peinaron su pelo, empujando la gorra. ―Con el poder viene la tentación.

―Sí ―Pensó en las personas que habían trabajado en los laboratorios con ella, muchos de ellos dotados, por lo que eran incapaces de ver que lo que estaban haciendo era monstruoso—. Tener demasiado poder, sin ningún control, cambia a una persona en su interior. Y lo que surgió no fue siempre algo humano en el sentido más amplio.

―La emoción es un control. ―Dejó caer la mano de su pelo y cogió la gorra.

―Pero no es la respuesta completa.

―Si lo fuera ―murmuró ella, dejando que le pusiera el sombrero en la cabeza, envolviéndose de su ternura como un escudo―, el Silencio nunca hubiera entrado en vigor.

―Círculos ―Él llegó a abrir la puerta―. ¿Lista?

―Sí. ―Sin embargo era mentira. Nunca estaría preparada para encarar la muerte que manchó Sunshine de un rojo oscuro casi negro. No importaba. Esto tenía que hacerse. Alguien tenía que dar testimonio de la pérdida de tantas mentes, tantos sueños y esperanzas.

—Sí. Vamos.

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