ARCHIVOS DE LA FAMILIA PETROKOV
Carta con fecha del 07 de Junio de 1972
Queridísimo Matthew,
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No se muy bien qué escribir, así que tal vez deba escribirlo como es y permitirte hacerte tu propia opinión. Esta mañana, por la más extraña coincidencia, encontré a Tendaji y Naeem Adelaja.
La familia tenía previsto venir a la zona gubernamental para un encuentro con el Consejo, y seguridad, así que como te puedes imaginar, estaban tensos. Su hermano mayor, Zaid, hay tanto dolor en él, y tanta convicción también. Tan pronto como miré en sus ojos, supe que habría hecho cualquier cosa por Mercury.
Pero me estoy adelantando. Mi trabajo como ayudante del Consejero Moran me permite un determinado control de seguridad, aunque no lo suficientemente alto como para conocer a los Adelajas ahora que se han vuelto tan importantes para nuestra raza. Hoy llegué temprano, porque tenía un informe que completar, y mientras me dirigía a través de la recepción, vi tres hombres entrar en el ascensor que subía al nivel seguro. No supe nada de eso hasta que alguien me llamó por mi nombre.
Cuando me giré, ahí estaba Zaid, sosteniendo el ascensor abierto. Me había recordado de cuando los Adelajas vivían en la misma calle que tu padre y yo; cuando estábamos recién casados. Bien, fui a ellos y los tres chicos salieron otra vez al vestíbulo, y pudimos hablar por unos cuantos minutos antes de su encuentro.
Zaid… Siempre me gustó Zaid. Era un niño tan solemne; sabía en mi corazón que cargaba el peso de un terrible poder. Ahora me recordaba a un soldado, fuerte, determinado, soberbio. Junto a él, sus hermanos gemelos más jóvenes estaban erguidos y tan fríos que casi se sentía el hielo en sus alientos. Tendaji habló por ambos; eran educados, precisamente eso, y su inteligencia no podían ser puestos en duda. Y aún contuve mis sentimientos como si estuviera hablándole a dos sombras; era como si algo crítico estuviera perdido.
No, no estoy diciendo esto de la manera correcta. No perdido, muerto. Asesinado. Como si una parte de ellos hubiera dejado de existir. No dije nada sobre eso, por supuesto, pasé más de ese corto tiempo hablando con Zaid. Esperaba que algún día encontrara la paz. Y
no puedo discutir que hoy, había una sensación de propósito que hablaba de paz en él.
Si eso es verdad, ¿entonces quizás este Silencio tenga una oportunidad? Pero Zaid, con su coraje, su fuerza y su voluntad, no es el futuro. Lo son los gemelos. Y están tan despojados de humanidad, que temo lo que este rumbo hará con la salvaje belleza de nuestra raza. ¿Algún día la PsyNet se volverá oscura?, ¿Nuestras mentes frías y desoladas estrellas?
No lo sé. Y eso me aterra.
Con todo mi amor,
Mamá
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atya dio un salto cuando Dev entró en la terraza acristalada, donde ella estaba viendo las noticias del material archivado, con la esperanza de desencadenar nuevos recuerdos. Los ojos de él se dirigieron a la mezcla de frutos secos en la mano de ella.
Calor quemó a través de sus pómulos. Sus entrañas la empujaban a devolvérselo cuando él se lo dio después de aquel rotundo “no” a ir al norte.
Ahora la frustración, la ira, la necesidad, todo estaba enredado en su interior, robándole la voz. La única cosa qué podía hacer era mirar la fortaleza contenida de él mientras caminaba alrededor del sofá para sentarse junto a ella.
—News Net —dijo él, tomando el mando a distancia—. Esa es la maquina de propaganda del Consejo.
Su parálisis le quebró la arrogante cara.
—No lo es. —Ella intentó conseguir de nuevo el mando a distancia, pero lo mantuvo fuera de su alcance— ¿Qué estás haciendo?
—Aquí. —A su lado, su cuerpo era una línea de fuego contra ella, él cambió a un canal desconocido—. CTX es lo que tienes que estar viendo, son los que despedazaron la historia sobre Ashaya, y actualmente están haciendo una serie sobre el reciente aumento de violencia pública de los Psy.
Era incapaz, ni queriendo, de alejarse de él a pesar de su ira a fuego lento, ella miraba.
—Esto es muy enérgico. — Jamás ningún periodista de la News Net habría gesticulado como un loco, mucho menos utilizaría un lenguaje tan emotivo.
—Hmm.—Acercándose más, Dev robó un poco de su mezcla de frutos secos, haciéndolos estallar dentro de su boca en un suave gesto que desvió su interés de un informe sobre lo que parecía ser algún tipo de crisis política en Sri Lanka.
Tomo una respiración profunda, tratando de concentrarse. Pero el perfume de Dev, rico y salvaje, con un poco de sabor a acero, se asentó sobre sus sentidos, reduciéndola a una esclava de ello. Él le echó un vistazo en ese preciso momento y durante un congelado segundo, todo se detuvo. Dev rompió el contacto eléctrico poniendo su brazo alrededor de sus hombros.
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Ella se resistió. Porque en ese fugaz instante, vislumbró un millar de sombras en sus ojos.
—¿Qué va a pasar cuando regresemos a Nueva York?
—Más tarde, Katya.
Negando con la cabeza, se volvió para empujar su pecho.
—Los pretextos terminaron anoche. —Con la dolorosa honestidad de ese beso.
Cerró la mano sobre la suya, sosteniendo su palma contra sus pectorales anhelaba tener el derecho de acariciarlo.
—Unas horas más —dijo, su expresión rígida con cosas no dichas— ¿Quieres poner fin a esto tan pronto?
No, pensó, no. Aún cuando su relación era una construcción frágil, formada por esperanzas que nunca sobrevivirían a la severa luz del día, ella quería aferrarse a él con todas sus fuerzas. Cediendo, se acomodó junto a él, doblando ligeramente sus dedos en su pecho, sus rodillas raspando contra su muslo mientras se sentaba con sus piernas flexionadas, los pies en dirección opuesta a él.
Su mentón froto su pelo mientras él decía.
—Presta atención.
A su mente turbada le tomo varios segundos comprender la importancia de lo que la periodista estaba diciendo acerca de problemas en la capital legislativa de Sri Lanka.
—Ella esta hablando sobre los Psy—Su boca cayó abierta— ¡El reportero está diciendo que los Psy atacaron un edificio del gobierno!
La mano libre de Dev se posó en su rodilla.
—Solo cuatro personas, —murmuró—, pero eso son cuatro más de las que debieran existir bajo el Silencio.
—¡Ahí esta Shoshanna Scott! —su memoria estaba arruinada, pero lo supo por montones de conocimientos relacionados, se irguió mientras Dev la sostenía.
En la pantalla, la delgada morena esperó hasta que los periodistas se tranquilizaron para hacer su declaración, sus pálidos ojos azules colisionaban contra la oscuridad de su cabello, su piel de color blanco cremoso. Shoshanna Scott era la cara pública del Consejo por una razón, ella tenía una apariencia de 97
tal delicada belleza, que la gente olvidaba que los Psy gobernaban con sus mentes, no con sus cuerpos.
—Esto fue, —empezó en voz clara—, un incidente provocado por el Jax.
Katya no podía creerlo -sus recuerdos, temblorosos como estaban, le dijeron que el Consejo consignaba el problema con las drogas Psy al más oscuro de los rincones.
—La debilidad psicológica, —la Consejera Scott continuaba—, es inherente a quienes sucumben al Jax, desafortunadamente no es una anomalía genética que nosotros podamos revertir.
—Consejera —Un hombre de baja estatura, de pelo negro tieso se puso de pie, con los ojos de un rottweiler.— Hay rumores de que el incidente fue causado por Psy que han cedido a sus emociones. ¿Cuál es su respuesta a eso?
—Es una afirmación ridícula. Un Psy normal no siente.
—Hábil —masculló Dev, acariciando con su mano la pantorrilla femenina rompiendo su concentración—. Ella está marginando a los cuatro, marcándolos efectivamente como no-Psy.
Otro periodista se puso de pie, mientras Katya se dio cuenta que él estaba tirando de sus pies, debajo de ella, colocándolos en su regazo.
—Dev…
—Shhh. —Sus ojos estaban en la pantalla, pero sus dedos continuaba acariciándole suavemente la pantorrilla—. Escucha.
Obligó a su propia atención volver de nuevo a la pantalla, oyendo únicamente la última parte de la pregunta más reciente.
—…Jax es un problema para los Psi?
—Para los débiles entre nosotros, sí —dijo Shoshanna—. Algunos individuos son intrínsecamente defectuosos.
El informe se cortó en ese momento, con el comentarista haciendo un breve análisis.
—Ella recibió el golpe menos perjudicial, —dijo Katya, mientras su piel se relajaba cada vez más con cada lánguido movimiento de Dev—, reconociendo el problema del Jax en lugar de admitir que los Psy están empezando a romper el Silencio.
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—Sí, también es mi opinión. —Su mano se cerró por encima de su tobillo en un apretón que gritaba posesión—. Realmente es no admitir nada, ¿verdad? Todo el mundo sabe de los Psy y el Jax. Es difícil no ver a los adictos. —Su dedo pulgar hizo un movimiento lento por encima de su tobillo.
Sus muslos se apretaron en una respuesta instintiva que apenas entendía.
Arrastrando una bocanada de aire, ella trató de encontrar su línea de pensamiento.
—Pero es el tema más profundo el que es realmente interesante, el carácter público de los colapsos sufridos.
—Estos cuatro no son los primeros —dijo, su aliento se mezclaba con el de ella, mientras sus rostros estaban cada vez más cerca.
—Hubo una oleada de incidentes similares no hace muchos meses. Estarán en los archivos del CTX.
Debería haber sido un pedazo asombroso de información, pero…
—Yo trabajé con Ashaya durante años. Siempre supe que había algo imperfecto acerca de su Silencio. —Y si había una, ¿por qué no más?
—Deja de hacer eso.
Solamente entonces cayó en la cuenta que ella había estado acariciándolo a través del fino algodón de su camiseta.
—Yo…
Su mano fue a su pelo rizado, tirando la cabeza hacia atrás e interrumpiendo sus palabras. Se encontró mirando a un rostro que podrían pertenecer fácilmente a alguna edad oscura de guerra y conquista.
Devraj Santos, pensó ella, realizaba una buena actuación siendo civilizado, pero era una segunda piel, y esto era quien era en su núcleo interior. Duro.
Despiadado. Muy posiblemente inmisericorde.
—Tales ojos grandes —, murmuró— ¿No sabes que no deberías jugar con lo que no puedes manejar?
—Me doy cuenta —dijo a través de una garganta que se había secado tanto como el polvo—, mi posición como espía enemigo probablemente me salvará.
—Excepto que de alguna manera, ella estaba tendida sobre su regazo, sus 99
corazones palpitaban al mismo ritmo.
—Nadie dijo —él murmuró en voz baja, tan atractiva—, que no podía tener ambas cosas. —Sus labios tocaban los suyos.
La intensidad la hizo curvar los dedos.
—Tú no puedes. —Pero sus manos estaba alrededor de su cuello, a pesar de que ella nunca se hubiese atrevido tocar a un hombre así de peligroso, ella no sabía muy bien -no importaba cuán dócil aparentase, no lo era, nunca lo sería.
—¿No? —Otro toque fugaz, la mano que había estado en su pierna se cerró con cuidado alrededor su garganta.
—No —, susurró. —Puedo ser el enemigo o…
—¿O? —Él mordisqueo su labio inferior, un beso pequeño, succionando.
—Exactamente —Salió de forma irregular, los latidos de su corazón palpitando en cada centímetro de su piel.
Él le dio uno de esos besos enloquecedores, haciendo que sus dedos le apretaran el cuello, su cuerpo retorciéndose increíblemente cerca. Algo brilló en sus ojos, un destello de lo que parecía ser oro. Entonces su cabeza bajó y ella se olvidó de todo, pero el placer describió un arco a través de su cuerpo.
Tomando sus labios en un beso lento, tan lento, que la enloqueció dándole lo que ella quería. El calor de él produjo una oleada contra su cuerpo, haciendo que sus pezones dolieran, el suave algodón de su sujetador fue repentinamente insoportable. Una Psy "normal" hubiera retrocedido, apresurada a reiniciar el acondicionamiento. Pero Katya anhelaba las sensaciones, la sensación de estar viva, de existir.
Aquí, con Dev, no había lugar para la locura que la había acosado en la habitación sin luz, el espacio sin forma, donde la temperatura nunca cambiaba, y nadie hablaba con ella durante tanto tiempo, ella se hubiera degradado a una simple humana bondadosa.
Los dientes hundiéndose deliberadamente en su labio inferior.
Abrió los ojos para encontrar que él la observaba con la mirada brillante de un tigre que había avistado su presa.
Cuando soltó su labio del beso húmedo, ella no se movió, sintiendo su pulso contra la palma de su mano, su piel caliente y de alguna curiosa manera más áspera que la de ella, su cuerpo tan grande, tan fuerte que bloqueaba el mundo.
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¿Qué sucedería si se él la cubría con ese calor crudamente masculino, si él simplemente la tomaba de nuevo?
Se estremeció.
Frotando su pulgar sobre del hueco sensible en la base de su cuello, dijo.
—¿Arriba o abajo?"
—¿Qué? —¿Le había leído el pensamiento?
—¿Arriba o abajo? —repitió en voz baja.
De repente estaba muy segura de que ella se encontraba dentro de su mente.
Devraj Santos no era la clase de hombre que “leía” a una mujer. Él no solo tomaría, él exigiría, y si es estas demandas no se cumplían… Él no seria un amante fácil.
Sus siguientes palabras lo probaron.
—¿Quieres que te bese aquí, —El roce de sus nudillos a través de sus pechos—
¿O más abajo? —Una mano grande cerrada sobre su muslo.
Dev sabía que debía parar, que ella le iba a odiar al día siguiente si esto iba más lejos. Pero él había utilizado hasta su última gota de auto-control la noche anterior. Ninguna cantidad de metal sobre la tierra podía detenerlo ahora. Todo lo que él deseaba era desnudarla y degustarla.
—Soy un hijo de puta egoísta.
Sus ojos eran de color verde casi puro cuando ella lo miró.
—No si eres el único que ha besado.
Se quedó helado.
Antes de que pudiera salir de debajo de ella, ella estaba empujando hacia arriba su camiseta, su intención clara. Él no estaba dispuesto a discutir. Solamente la soltó los segundos que tardó en arrancar el suave algodón por encima de su cabeza, él cambió sus posiciones hasta que ella se sentó a horcajadas sobre él, con el pelo brillando a la luz del sol que entraba por los grandes ventanales de la derecha.
—Soy tuyo, —murmuró con voz ronca por la ferocidad de su hambre. —Haz lo que deseas, lo que quieras.
Ella extendió los dedos sobre sus pectorales, el choque de la caricia fue 101
directamente a su polla.
—Yo quiero. . . —Su voz susurró a medida que sus dedos le acariciaron, ligera, tan ligera que todo su cuerpo se arqueó hacia arriba, rogando por más. Ella se estremeció, se inclinó hacia adelante… luego negó con la cabeza.
—No.
Le tomó alrededor de un minuto encontrar su voz. Aun así, salió como grava en bruto.
—¿Estás segura?
—¿Qué pasa cuando insista en ir hacia el norte? —Su mano se deslizó hacia fuera, accidentalmente golpeando la mezcla de frutos secos en el suelo.
Y él supo que el tiempo de las ilusiones había terminado.
—No puedo dejarte ir.
Ojos de color avellana se clavaron en los suyos, la intención en ellos era inconfundible.
—No puedes tratar de retenerme. Vas a fallar.
—No estoy acostumbrado al fracaso.
—Dev, no tengo nada que perder. —Las palabras tranquilas, pero su voluntad, era una llama de acero azul—. Sé que estoy mirando por el cañón de un arma de fuego que se disparará en mi cara. Así que si es necesario, me cortaré las manos para sacarme de las esposas, me romperé mi propio tobillo, haré lo que sea necesario para escapar.
Las imágenes sangrientas se estrellaron contra él, duras, brutales, implacables.
Había escuchado antes tales palabras. De los hombres de su antigua unidad del ejército cuando habían sido acorralados, sin salida. Los siete habían sobrevivido, porque no les importaba si vivían o morían. Mejor seguir luchando antes que vivir como prisionero del enemigo.
Katya haría exactamente lo que decía si intentaba detenerla.
Y él haría todo lo posible para mantenerla.
—Aún eres una amenaza —dijo, sabiendo que estaba destrozando los nuevos y frágiles vínculos entre ellos, dañándolos de un modo irreparable—. Haré lo que sea para contenerte.
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Katya sentía un inicio de sorpresa no deseada.
Dev, se dio cuenta, había sido muy cuidadoso con ella. Ella pensó que lo había conocido, pero no le había mostrado la verdadera naturaleza de su lado despiadado, hasta este momento. A pesar de que su voz era suave, todo acerca de él le dijo que estaba diciendo la verdad sin tapujos. La encerraría y tiraría la llave si era lo que hacía falta.
Y ella no tenía manera de luchar contra él.
Enfurecida por su propia impotencia, por su tonta esperanza de que cambiaría su mente, ella se apartó de él. Sus manos se apretaron sobre sus caderas una mera fracción de segundo antes de dejarla ir. Trasladándose a un sillón independiente, se abrazó a si misma.
—Quiero ver a Ashaya.—Fue una pequeña rebelión, un recordatorio de que ella no estaba tan sola como él podría pensar.
Él no se puso su camiseta, un dios de bronce bajo la luz solar.
—No parecías interesada en hablar con ella cuando te visitó.
—Me daba vergüenza. —No pudo detener sus ojos cuando bebieron de su adictiva belleza, se levantó y se acercó a mirar sin ver a través de las ventanas—
Yo no comprendía entonces el por qué, pero ahora lo sé.
—Ella lo hubiera adivinado…
—¡No importa! —Metiendo su mano a través del pelo que había empezado a aclararse incluso bajo el sol de invierno, apoyó la frente contra el vidrio—.
Tengo que mirarla, contarle lo que hice.
La voz de Dev venía de centímetros detrás de ella.
—Has recordado más.
—Sueños —Tantos sueños horribles—. Pero anoche fue diferente –por un momento fue como si viera a través de una lente que se le ha limpiado la suciedad, por lo que todo era como cristal claro.
Se inclinó hacia adelante, la palma de cada mano a ambos lados de su cabeza.
—¿Cuánto?
Ella se encontró luchando desesperadamente contra el impulso de inclinarse hacia atrás, rendirse a la ilusión una vez más.
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—Trozos, pero suficiente como para saber lo que tengo que decirle Ashaya, advertirla.
Hubo un largo silencio, sólo roto por sus respiraciones, la ventana empañándose, encerrándolos aun mas, en una tranquila intimidad.
—Podrías ser una amenaza a su familia, los niños. Fuiste bastante inflexible acerca ti misma hacia ella cuando lo comenté en la clínica.
Su estómago se apretó.
—Sí... sí, tienes razón. —Sus piernas se debilitaron, ella se apoyó en el cristal y no en él, no estaba segura de si sería capaz dar marcha atrás por segunda vez.
La emoción era un circuito de retroalimentación sin reglas, sin límites. Le asustó cuan susceptible era a este hombre que parecía casi Psy en su capacidad de guardar bajo llave sus emociones cuando se convertían en un inconveniente.
Forzarse a pensar más allá de su turbulenta conciencia de él era casi imposiblemente, pero algo en sus palabras la impulsó.
—Dev—susurró, —tú dijiste niños. Ashaya solamente tiene un hijo.
El calor del sólido cuerpo de Dev la acariciaba mientras hablaba.
—Los dos niños que estaban cautivos en los laboratorios cuando estabas allí…
—Un niño y una niña pequeña. —Tan jóvenes, tan vulnerables.
—Ashaya no les asesinó, les ayudó a escapar.
Ella entro en pánico.
—Espera…
—El Consejo sabe, —le dijo Dev—. Los niños fueron adoptados por una pareja de DarkRiver y después de la deserción de Ashaya, no hubo necesidad de ocultarlo.
Emociones -alivio, preocupación, alegría- la golpearon por todos lados.
—Supuse que Ashaya los sacó, pero nunca estuve segura. —Y ella no había preguntado, consciente de que mientras menos personas conocieran la verdad, mejor—. Supongo, —consiguió decir a través del caos de su cuerpo, de su mente—, yo había empezado a pensar que, puesto que yo no me había visto obligada a dirigirme hacia ella, Shine tenía que ser el objetivo, pero la realidad es que puedo estar programada para golpearla a ella o a los niños. Nunca lo sabré hasta que ese componente específico de la compulsión sea activado. —La 104
mano de ella se cerró en un puño con tanta fuerza, que sintió latir toda la mano—. No me gusta esto, no saber lo que hay en mi propia cabeza.
—¿Hasta dónde llegarías para arreglar eso? —preguntó Dev, y había una oscuridad en su voz que debería haberla asustado.
Pero ella había ido más allá de ese tipo de miedo.
—¡Tan lejos como haga falta!
—¿Dejarías la PsyNet?
Eso la detuvo. Era una pregunta que ella nunca había siquiera considerado.
—No puedo. Necesito la retroalimentación que me proporciona mi conexión a la red. —Los Psy que perdían la retroalimentación morían en cuestión de minutos —Lo sé, recuerdo que, la ShadowNet no puede tener más Psy de pura sangre.
Los músculos de su brazo eran como roca dura.
—No me di cuenta de que los Psy lo sabía.
—No los Psy… bueno, supongo que el Consejo lo hace ahora. —Ella se abrazó a si misma, avergonzada de cómo la habían roto por completo, lo mucho que la habían traicionado—. Ashaya y yo hicimos esa evaluación. En la mejor de las suposiciones. Teníamos que saber, ya ves.
—Sí. —Se hizo un silencio. Entonces, una ola de calor, como si él se hubiera desplazado un centímetro—. Si la ShadowNet pudiese mantener a los pura sangre, los rebeldes tendrían la vía de escape perfecta.
Katya se mordió el labio inferior, deseando que él cerrara definitivamente, la minúscula brecha entre ellos y odiándolo al mismo tiempo, por incitar esa necesidad en su interior. Porque, a diferencia de Dev, ella no sabía cómo seguir fría. Esto quiero, tengo hambre de esto, nunca sería capaz volverlo a encerrar en una caja. Pero ella no se volvió, no le golpeó con sus puños como ella quería.
—No somos mercenarios —dijo ella—. Hay tantas cosas que no podemos hacer, porque estamos atrapados por nuestra necesidad de retroalimentación. Si de alguna manera pudiéramos neutralizar eso… —Cada vez más de sus recuerdos estaban empezando a volver, como si su mente hubiera cogido suficiente fuerza para poder deshacerse del telón, aunque solo fuera lentamente segmento por segmento.
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—Lo que pasa es, Katya —dijo Dev, sus labios apenas rozando su oído como una caricia caliente que casi la rompió—, que la ShadowNet probablemente llevaría a más Psy a la demencia. Es un caos sin forma.
—¿Qué pasa con los que ya están locos? —preguntó, viendo otra dolorosa verdad ¿Qué pasa con los que son como yo?
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ack levantó la vista cuando William entró en el garaje. ―Oye, chico.
―¿Qué pasa?
—Tengo una pregunta. —Todo ojos grandes verde musgo, se subió en su lugar habitual en la parte superior de la caja cerrada de herramientas.
—¿Sí? ¿La tarea? —Dejando de lado la vieja sierra que había utilizado para cortar un trozo de madera en la preparación de la construcción de una casa del árbol, Jack fue a agacharse delante de su hijo, feliz porque Will estaba actuando más como él mismo. Después del pasado incidente... —Me golpeé con eso.
Pero Will no respondió con su habitual puñetazo falso. En su lugar, su labio inferior temblaba. —¿Cómo sabes si tú eres malo?
Jack tocó la rodilla de su hijo, con un nudo de miedo en la garganta. —¿Has hecho algo, Will? —Habían pasado dos meses desde las aves muertas en el césped. No una o dos, decenas de ellas. Parecía que todas hubieran caído simplemente del cielo.
Se había despertado gritando de terror esa mañana, y mientras Melissa había abrazado su cuerpo tembloroso, Jack había salido a la oscuridad de la madrugada para probar a Will que había sido sólo un sueño. Se había encontrado con una pesadilla en su lugar. Pero Jack había enterrado las aves antes de que hubiera luz, y Will nunca lo supo. —Vamos, hijo —dijo Jack, llevando la pequeña mano a su boca para darle un beso cariñoso—.¿Has roto una ventana o algo así?
Sacudió la cabeza. —No. No he hecho nada aún.
Algo en sus palabras hizo que el corazón de Jack se enfriara. —¿Crees que vas a hacer algo?
―Estoy mal —susurró Will—. Me siento muy mal por dentro.
—No, Will, no lo eres. —Él no permitiría que su hijo, su precioso hijo, se convirtiera en una víctima de sus propios dones— Eres un buen chico.
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Pero las lágrimas llenaron los ojos de Will. —Ayúdame, papá.
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ué pasa con los que ya están locos? ¿Qué pasa con los que son como yo?" La pregunta de Katya perseguía a Dev, mientras terminaba de trabajar esa noche tratando de agotarse, en un esfuerzo por olvidar el calor de sus delicadas manos, la calidez de su cuerpo exuberante. Pero el ejercicio hizo muy poco para aliviar su frustración. Él estaba enojado con el destino en sí, ¿por qué traer a Katya a su vida si él estaba destinado únicamente a destruirla?
―Dev.
Miró hacia arriba, después de haber percibido su llegada. ―¿Qué estás haciendo aquí? ―Había tomado todo su control dejarla por la tarde en lugar de presionarla contra el cristal y tomarla de todas las maneras que su cuerpo exigía… y luego hacerlo de nuevo.
―Vuelve a la cama ―dijo, porque no podía confiar en sí mismo. No después de alejarse dos veces, y ahora con la noche como una manta secreta que los ocultaba del mundo.
―Tengo que preguntarte algo. ―Al entrar en el gimnasio, pasó por el acolchado con sus pies descalzos, hasta que fueron separados por un único paso.
Sus dedos se curvaron en sus manos mientras miraba hacia arriba, con los ojos luminosos. ―He estado pensando en lo que pasó esta tarde.
—Katya…
—No, es mi turno para hablar.
Él asintió brevemente, incapaz de hablar más allá de la necesidad en su garganta.
—He decidido ―dijo―, que estaba ciega. Quiero…
―No. ―Apretando la mandíbula, se fue caminando para ponerse junto a ella.
Ella le detuvo con una mano sobre su brazo. ―No sabes lo que iba a preguntar.
Empujándola contra la pared, se encontró con un puñado de pelo suave y sedoso de ella en su mano. ―Sé lo que una mujer tiene en su cabeza cuando me 109
mira de esa manera. ―Y su cuerpo estaba muy feliz de corresponder. Excepto que no podía hacerle eso a ella. No tenía ni idea de lo que estaba pidiendo, lo que ella estaba arriesgando.
Esta tarde, él se había dejado emborrachar por sus hormonas, pero si lo hacía esta noche, sería una elección consciente, una que lo perseguiría para siempre.
―La respuesta es no. Va a seguir siendo no.
Un rubor de color atravesó sus pómulos, tan jodidamente inocente, que él mismo se llamó cada nombre del libro por dejar que las cosas llegaran tan lejos.
Pero entonces ella separó sus labios y él no pudo recordar lo que quería decir.
―¿Por qué no? ―insistió― Hay una conexión entre nosotros.
Era todo lo que podía hacer para no tomar lo que ella estaba ofreciendo. Su polla golpeaba con cada latido de su corazón, dura y dolorosa lista para tomarla, marcarla. ―¿Alguna vez has estado con un hombre, Katya?
—Sabes que no.
Sí, lo sabía. Los Psy no creían en tales placeres íntimos. ―Entonces déjame decirte algo: si hacemos esto, no sólo serán sensaciones físicas lo que tú experimentarás.
Una mirada fija, pero él sintió los finos temblores que serpenteaban sobre su cuerpo, presionándola tan cerca. ―Me sentiré más unida a ti.
―Esa es una manera de decirlo. ―No podía marcharse, no podía dar un paso atrás. ―Esta tarde, aprendiste a odiarme un poco.
Ella no respondió.
―Dime.
―Sí ―dijo, endureciendo la mandíbula―. Sí.
Lo sintió como una jodida lanza directa al corazón, por todo lo que él había sabido ya. ―Si hacemos esto, piensa sobre lo mucho que va a doler cuando tenga que lanzarte a una celda.
Ella se estremeció físicamente. ―Sé que las cosas van a cambiar. Estoy lista.
Sería tan fácil, demasiado fácil dejarla que lo convenza de ello. ―¿Es así?
―Habló con sus labios contra los de ella. ―¿O simplemente estás esperando que te perdone la vida, si follamos?
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Todo su cuerpo se puso tenso por la declaración deliberadamente cruda.
―Déjame ir.
Él la agarró por la cadera manteniéndola en el sitio. ―Ódiame lo suficiente a pesar de todo, o…
―¡Has sacado tu conclusión! ―Ella empujó su pecho con las manos muy enfadada. ―¡Ahora déjame ir! ―Oyó el quiebre de su voz, y lo rompió a él también.
―Que Dios me ayude, pero no puedo evitarlo. ―Aplastándola contra él, la abrazó con fuerza.
Ella no dejó de luchar hasta que él le susurró: ―Shh, te tengo.
Una pausa. ―Ya me has dicho eso antes. ―Sus brazos se deslizaron alrededor de él, su voz en un susurro tembloroso. ―Me salvaste la vida aquella noche.
Las palabras implícitas decían que se trataba de una vida que ya no podía proteger.
Mientras se deslizaban por el suelo, se echó hacia atrás contra la pared y la abrazó tan cerca como fue humanamente posible. Se quedaron así sentados durante horas, hasta que el amanecer manchó su camino más allá del horizonte.
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a situación en Sri Lanka ―dijo Shoshanna a Henry― ¿eras tú el responsable?
― Habían sido un equipo durante años, trabajando para aumentar su poder combinado en el Consejo, pero después del incidente con los prototipos de implantes de Ashaya Aleine, él había cambiado, estaba segura de que había sufrido daño cerebral cuando los implantes no funcionaron correctamente, pero en vez disminuirlo, lo que había sucedido era que habían desatado otra parte de su personalidad, una que podría conducir a su caída.
―¿Y si fuera yo? ―él se sentó frente a ella, sus ojos oscuros, sin expresión.
Ella revisó sus escudos para asegurarse de que estaban herméticamente cerrados con llave. Henry era un telépata, con un gradiente de 9,5. Podía barrer a través de una mente con la velocidad del rayo. Satisfecha, ella todavía estaba segura, se sentó en su propia silla.
―No eras tú ―dijo lentamente―. Eres inteligente. Aprendes de tus errores ―Él nunca lo había confirmado, pero ella sabía que él había estado detrás de la ola de violencia pública de los Psi aproximadamente hacía dos meses, violencia que se había llevado a un renovado apoyo para el Silencio. ―Dada la forma en que funciona la PsiNet, la violencia sólo engendrará más violencia. Y tú quieres el Silencio para sujetar.
―No solo sujetar, querida ―dijo querida sin sentirlo. Ambos habían aprendido a utilizar estos pequeños "humanismos" para hacerse más aceptables para los medios humanos y cambiantes en vez de otros.
―¿No?
―No. Yo quiero que consuman la red, hasta que no haya ni siquiera un susurro de disidencia.
El Silencio puro era lo que quería Shoshanna también, pero…
―¿Qué pasa con el Consejo?
―El perfecto Silencio eliminará la necesidad de un Consejo. ―Él se encontró con su mirada― Todos vamos a pensar con una mente.
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―Imposible. ―Por primera vez, se preguntó si Henry llegaría tan lejos como para matarla para lograr lo que tenía como objetivo― Sin un implante que impulse a una fusión, somos demasiado individualistas para formar una mente universal.
―Uno de nosotros va a estar en lo cierto, el otro no. ¿Vamos a esperar y ver?
Ella hizo un gesto lento, se trasladó a la verdadera razón por la que había solicitado una reunión.
―Somos más fuertes juntos que separados.
―Sí.
―¿Entonces seguimos siendo un equipo?
―No. Nos quedamos como dos Consejeros con objetivos alineados.
Eso no era a lo que estaba acostumbrada a oír de Henry. Sin embargo, era mucho mejor que la situación actual.
―De acuerdo.
―Creo que Nikita puede tener el mismo tipo de acuerdo con el Consejero Krychek.
―Nikita podría llegar a un acuerdo con Satanás si es que existe, durante tanto tiempo como avanzaran sus intereses empresariales.
―¿Y tú no lo harías?
―Por supuesto que sí ―Se levantó de la silla―. Así es como me convertí en una Consejera.
―¿Has podido hablar con Ming?
―Él sabe que utilizamos los prototipos de implantes sin autorización. No se dejará traer a nuestro lado sin un esfuerzo considerable ―hizo una pausa, consideró la posibilidad de compartir la información, y decidió seguir adelante―. No creo que todos los científicos murieran cuando explotó el laboratorio de implantes.
―Muy probable. Ming no perdería mucho potencial, ni por hacer una observación.
―Es posible que pueda estar desarrollando un implante propio.
―Vamos a encontrarlo antes de que termine ―dijo Henry con una confianza 113
sublime.
―Ese tipo de secreto es casi imposible de mantener. Aún no puedes hacer eso.
Henry esperó a que ella respondiera. Ella lo dejó.
Por último, se levantó y caminó hasta pararse enfrente a ella, un hombre alto, de piel color caoba que los medios humanos habían apodado “patricio”. A ella no le importaba nada de eso, sólo su fuerza mental y política.
Ahora, él demostró su perspicacia política, diciendo.
―Los de Sri Lanka rompieron de forma natural el anclaje en esa región, está fluctuando.
Anclajes como Shoshanna bien sabía, eran esenciales para el correcto funcionamiento de la Psy Net. Los anclajes nacen, no se crean, son identificados desde jóvenes y capacitados para utilizar sus habilidades para fusionarse con la red y asegurarse de que se mantenga estable. Pero aquellos Psi únicos también tenían la costumbre de fallar espectacularmente, un número desproporcionado de los asesinos en serie habían salido de las piscinas de las anclas en los últimos tiempos.
―¿Necesitamos tocar el tema en la próxima reunión del Consejo? ―Con algunas cosas, habría mejor ventaja política al tomar la iniciativa.
―Yo me ocuparé de ello.
―Henry, necesitamos los anclajes ―Simplemente no podían ser rehabilitados como los otros que se rompían. La rehabilitación dejaba muy poco funcionamiento en una mente, y los anclajes necesitaban esas mentes para hacer su trabajo.
La expresión de Henry no cambió.
―Él puede estar bajo control con un poco de remodelación telepática sensata.
―Eso podría romper su mente.
―Sé lo que estoy haciendo, he tenido un poco de práctica ―él la miró fijamente.
―Si tenemos éxito, tendremos un ancla que dependerá de nosotros. Esa parte de la Red estaría bajo nuestro control.
Y si ellos fracasaban, nadie lo sabría.
―¿Necesitas mi ayuda?
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―Mantén nevados los medios de comunicación. Yo haré el resto.
Cuando Henry salió de su oficina, Shoshanna hizo una nueva evaluación. Su relación anterior había sido a su favor, Henry había obedecido casi siempre, si no todas, sus órdenes. Sin embargo, si Henry seguía siendo racional, esta nueva asociación podría dar frutos aún mayores.
Henry puede que no quiera gobernar, pero ella sí. También sabía cómo cuidar de materias extrañas después de haber sobrevivido a su uso.
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ev todavía podía sentir la suave curva del cuerpo de Katya escondido contra el suyo mientras él la introducía en un apartamento en el piso doce del edificio Shine. El trayecto en coche desde Manhattan había sido tranquilo en gran medida, pero él no cometió el error de pensar que había renunciado a sus planes de escape, de ir al norte.
Sus ojos se dirigieron a la puerta mientras dejaba su bolso.
―Vas a encerrarme, ¿no es así? ―no era una pregunta, a pesar de que se enmarcó como una.
Le golpeó duro, un golpe a dos manos; no importaba su conocimiento de la maldad, puesto que la había llevado a su vida, Katya seguía cortando a través de sus defensas como un bisturí, dejándolo al descubierto.
―No te puedo tener sin estar controlada en Shine. ―Ella podía estar programada para buscar y destruir archivos, información, personas específicas.
―Fuera de tu control es lo que quieres decir. ―Su mandíbula firme, su delicada estructura ósea definida contra la piel que había comenzado a tener un saludable color dorado.
―Sí. ―La mentira no conduce a nada― Mi gente es lo primero, es algo que no podría olvidar jamás.
Ella le dio la espalda mientras se volvía caminando hacia las ventanas.
―¿Cuánto tiempo vas a tenerme aquí?
Luchando contra el instinto de eliminar la distancia, para capturarla entre sus brazos como lo hizo en Vermont, se metió las manos en los bolsillos de los pantalones de su traje.
―Por ahora, al menos una semana.
―Eso no es una respuesta, Dev.
―Tú sabes la respuesta. ―Se quedó mirando la esbelta línea de su espalda, deseando que se enfrentara a él, para hacerle sentir menos como un monstruo―
Siempre has sabido la respuesta.
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Ella le apretó la mano plana sobre el cristal.
―Me mantendrás aquí todo el tiempo que sea necesario. Incluso si lleva años.
El absoluto vacío de su voz, fue una patada en el estómago. Por primera vez, ella sonaba como uno de los Psi. Como si él hubiera destruido algo en ella.
―No ―dijo―. Vamos a tener respuestas más temprano que tarde. ―El había puesto a cada uno de sus contactos en el juego.
―¿Entonces qué? ―Finalmente, se volvió a mirarlo, con los ojos tan vacíos como su voz. La mujer que había llegado a él la noche anterior simplemente se había… ido. ―Siempre y cuando esté conectada a la PsiNet, soy una amenaza. Y
no hay manera de sacarme de la Red. Punto muerto.
Dev empujaba la puerta de otro apartamento una hora más tarde. Tenía la intención de dirigirse allí directamente después de haberle mostrado a Katya su habitación, pero él no había estado de humor para hablar con un niño traumatizado. No cuando él se sentía como un agresor.
Sus labios ajustados en una delgada línea. Eso no era una coincidencia. Nani había sido correcta, alguien había puesto un montón de pensamientos en la creación de Katya, dadas sus vulnerabilidades diseñadas para reproducirse en sus instintos más profundos. Él podía hacer frente al lloriqueo de traidores mercenarios sin perder el sueño, incluso con aquellos que fueron expulsados por otros odios. Pero él tenía un jodido gran punto ciego cuando se trataba de mujeres que habían sido golpeadas y maltratadas.
El debería haber neutralizado su reacción a la mujer que había encerrado en la suite del piso duodécimo, pero lo único que hizo fue hacerle consciente de la profundidad de su debilidad.
―Dev.
Sacudió la cabeza al oír el sonido de la voz de Glen, miró hacia la puerta abierta a la izquierda.
―¿El chico está ahí?
Glen le dio un pequeño guiño.
―Lo trasladamos aquí después de haber comenzado a recuperar la conciencia.
Es más hogareño que la clínica.
―Eso está bien, ¿pero tienes guardias con él? ―Dev no estaba preocupado por el desarrollo físico del chico, era su fuerza en el plano psíquico la que le 117
preocupaba. Algunas de las capacidades de la nueva generación podrían ser mortales.
―Tag está aquí ―dijo Glen―. Me di cuenta de que íbamos a necesitar otro telépata para controlar esto.
Dev ya había recogido el eco de los rasgos distintivos de la energía mental de Tag. Uno de los muy pocos telépatas verdaderos en la ShadowNet, el otro hombre había tenido una infancia verdaderamente horrible. Hubo algunos que dijeron que era un milagro que no se hubiera vuelto loco. Dev no pensaba que los milagros tuvieran algo que ver, Tag era sólo un duro hijo de puta.
―¿El niño te ha dicho algo más?
Glen se frotó la cara, con una mirada ojerosa que Dev nunca le había visto mirar, como si el peso de la experiencia amenazara con aplastarla.
―¿Glen?
―El niño, Cruz ―la médica comenzó―, está peor que en mal estado. Las drogas no sólo mantuvieron sus vías psíquicas bloqueadas, sino que también detuvieron su desarrollo.
―Vete a la mierda ―al igual que los Psi, y dependiendo de la profundidad de su herencia genética, muchos de los Olvidados no reaccionan bien a los medicamentos humanos― ¿Es daño cerebral? ―Los médicos de hoy pueden arreglar muchísimo, pero ni siquiera ellos pueden sanar las células del cerebro después de que han sido fatalmente comprometidas.
Para su alivio, Glen negó con la cabeza.
―No. Su intelecto está muy bien, es su desarrollo psíquico lo que ha sido seriamente dañado.
―¿No es tan fuerte como pudo haber sido?
Una vez más, Glen le sorprendió moviendo la cabeza.
―El chico es un fuera de serie. Tag dice que es de nivel Cardinal.
Dev contuvo el aliento.
―Eso no debería ser posible ―Los Cardinales eran raros, muy raros, aunque la población podría haber sido perdonada por pensar de otra manera con las recientes deserciones de dos Cardinales de alto nivel de la Red. Pero Sascha Duncan y Faith NightStar formaban parte de un club muy, muy exclusivo. En 118
todo el mundo, hay millones y millones de Psy. Si hay incluso cinco mil Cardinales entre ese número, serían más de los que Dev esperaba― Él no puede tener los ojos de un cardinal ―Estrellas blancas en fondo negro, los ojos de los Psy más poderosamente dotados eran sorprendentemente extraños y únicos.
―No, son humanos ―confirmó Glen―. Su estructura genética es mixta, al igual que el resto de nosotros. Pero cuando Tag disminuyó los escudos que estaba sosteniendo en Cruz, el poder del chico le golpeó como un huracán.
Dev hizo caso omiso de la obvia declaración.
―¿Me estás diciendo este muchacho no tiene escudos propios?
Las bolsas bajo los ojos de Glen parecían crecer cada vez más profundas.
―Sí. Y aunque podría tener la sangre mezclada, tiene un número fenomenal de genes activos Psy, tantos pares recesivos… —Glen negó con la cabeza—. Sus canales psíquicos están bloqueados, siempre y cuando él esté drogado, si se la quitásemos, estallarían de par en par.
―¡Maldita sea! ―Dev se metió las manos por el pelo, con rapidez teniendo en cuenta y descartando opciones―. Va a volverse loco si no buscamos la manera de darle una protección permanente.
―He contemplado bajar un poco la dosis de las drogas ―dijo Glen―. A pesar de que no me gusta poner en nuestros hijos cualquier cosa.
―¿Pero?
―Pero esas drogas, básicamente, lo convierten en un zombi ―miró hacia la puerta, la compasión marcada en todas las líneas de cansancio de su rostro.
―¿Él entiende lo que ha pasado?
―Tag no ha sido capaz de sacárselo; Cruz, probablemente lo ve como su carcelero, lo que no es una gran sorpresa.
Dev retrocedió hacia el interior, el recuerdo de Katya volvió, su voz vacía.
―Voy a hablar con él. ¿Hay algo más que deba saber?
Empujando todo, excepto a Cruz, en la parte posterior de su mente, se quitó la chaqueta del traje, a continuación se deshizo el nudo y se quitó la corbata antes de aflojar los botones superiores de su camisa y arremangarse. No tenía ninguna utilidad entrar en la habitación de un niño pareciendo el director de la escuela.
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―Él no tiene ninguna familia por lo que podemos deducir, el equipo de Aryan lo rastreó en la ShadowNet.
―¿Por qué no lo recogimos si estaba en Linkedin? ―No todos los Olvidados necesitaban la retroalimentación proporcionada por la ShadowNet, como tantas otras cosas, dependía de su complicada estructura genética― Es por eso que nos quedamos constantemente en esos seminarios, para que los adultos tengamos cuidado por si los menores de edad pudiesen necesitar ayuda.
―Debido a que no podía "vérsele"―dijo Glen― el niño estaba completamente aislado.
Eso, sabía Dev, debería haber sido imposible. Todo el mundo tiene a alguien a quien se siente conectado, incluso si esa conexión era malsana ninguno de los dos elegiría.
―¡Oh, infiernos! ―no era de extrañar que el niño estuviera asustado. Tomando una decisión, se frotó la mandíbula― ¿Puede mantener Tag el dominio sobre Cruz desde fuera de la habitación?
―Sí. ¿Quieres estar a solas con él?
En menos de un guiño de Dev, Glen fue a la puerta del dormitorio y saludó a Tag. El corpulento hombre entró en la sala de estar con silenciosos pasos, sus ojos brillaban de furia.
―Yo podría estrangular a sus abuelos.
Dev negó con la cabeza.
―No, si llego a disparar primero. ―Si Cruz hubiera sido traído según el protocolo, le hubiera enseñado a desarrollar y proteger sus poderes desde la infancia. Ahora, tendrían suerte si podían salvar su cordura― Podría tardar un rato. ¿Estás bien para mantener el escudo?
―Puedo hacerlo veinticuatro horas al día si es necesario ―dijo Tag―. El muchacho no está luchando contra mí, no sé cómo. Pero tengo que permanecer dentro de un radio determinado.
―¿Puede que Tiara te haya hechizado?
Tag volvió la cabeza pero no antes de que Dev entreviera el color rojo oscuro a lo largo de la parte superior de sus pómulos.
―Ella acaba de conseguir un jet desde Paris.
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Los ojos de Glen se iluminaron de alegría profana.
―Debes estar deseando ponerte al día con ella.
―Os voy a golpear a los dos sino cerráis la boca.
Contento por la pequeña explosión de diversión, incluso si no estaba ni cerca de aliviar el hielo alrededor de su alma, Dev entró en la habitación de Cruz, cerrando la puerta tras de sí.
Su cabello era oscuro y sedoso, y cortado en una forma de cuenco que hubiera enviado a la mayoría de los niños a gritar con sus madres. Sin embargo, Cruz no tenía una madre que se quejase. Y, hasta las últimas horas, probablemente no se hubiera dado cuenta de lo que parecía. Ahora, el niño era enorme, sus ojos oscuros siguieron a Dev mientras agarraba una silla y tiraba de ella hacia adelante para quedar sentado en la cabecera de Cruz. Fue entonces cuando llegó el primer choque.
Glen había dicho que los ojos de Cruz eran humanos. No lo eran. Estando cerca, Dev vio el extraño destello de oro oscuro en las profundidades del iris casi negro. Extraordinario. ¿Por qué nadie se dio cuenta? Mirando atrás, se encontró con la respuesta, era posible que los medicamentos hubieran ensuciado completamente a Cruz apagando su mirada, también.
―Soy Dev ―dijo, y esperó. Cruz era un fantasma para sus sentidos psíquicos, tan leve que no existía.
El muchacho no dijo ni una palabra.
Sonriendo, Dev tomó un rumbo diferente.
―No vas a creer esto, pero una vez tuve tu edad. Si yo hubiera tenido ese corte de pelo, hubiera causado un grave daño a la peluquería.
Un parpadeo. Nada más.
―¿Quieres que busque a alguien para arreglarlo?
Otro parpadeo, pero más lento esta vez.
Dev sonrió
―O podrías dejártelo. Parece que a las mujeres les resulta mono en un niño.
Probablemente te mimaran hasta casi la muerte.
Cruz se llevó una mano a su pelo, tirando de él hacia delante como si quisiera ver el color.
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―Mi mamá me cortaba el pelo. ―Su voz era tranquila… y llena de una feroz energía psíquica que no tenía capacidad para controlar.