CAPÍTULO V
TÍTULO V
De regreso a la cueva
Llevaban caminando más de diez jornadas siguiendo la corriente que el río llevaba. Caminaban algo alejados del mismo río para evitar a los muchos animales que llegaban a él y a las fieras que los acompañaban.
―¡No te atrases Buck, o no llegaremos nunca! ―dijo Drako que iba en cabeza.
―Menos mal que decidimos regresar, ni Buck ni Hulk hubiesen aguantado la larga caminata que teníamos por delante ―dijo Elsa a Cala.
Buck y Hulk caminaban juntos y los dos se apoyaban en sus varas para caminar. Hulk, viendo que cada vez estaban más cerca de la cueva, recordó que allí, se quedó sin curar los picores que algunos tenían por no saber bien la clase de hojas que tenía que usar.
―¡Huy, huy…!, tengo que averiguar la clase de hojas que son ―se dijo para sí Hulk, murmurando con la boca cerrada.
―¿Qué hablas tú sin abrir la boca? ―preguntó Buck, que iba a su lado.
―¿Quién yo…?
―¿Qué te hablan los espíritus susurrando? ―preguntó Buck.
―¡Uhm…!
Hulk, quiso aprovecharse de esta conversación para decir:
―Sí, los espíritus me dicen que recoja algunas hojas de las que quitan los gusanos ―dijo Hulk.
―¡Ah…!
―¿Y…, para que las quieres si aquí nadie se queja de esos picores? ―respondió Buck, rascándose la cabeza señal que estaba pensando, y siguió diciendo:
―¿A ver, a ver, si los que tienen los picores son ellos?
―¡Uhm…! ― murmuró Hulk.
―¡Oye Buck!, tú que tienes buena vista cuando pasemos cerca de esos árboles podías coger algunas de esas hojas y dármelas a mí para que las guarde para los espíritus ―dijo Hulk.
―¡Buena vista yo…! ¡Ja, ja, ja…! ―empezó a reír Buck, como si le hubiesen contado alguna gracia.
Elsa, que caminaba delante al escuchar las risas le dio una palmada en la espalda a Cala y le dijo:
―¿Qué gracia habrán contado estos para reír tanto?
Drako que iba el primero también se volteó al escuchar las risas.
―¡Uf…!, estos se ríen solos, sin querer compartir la gracia con nadie.
―¿Por qué os reis tanto? ―gritó Drako, con ganas de reír también.
―Hulk, que dice que yo tengo buena vista, y soy el que menos ve de todos nosotros ¡ja, ja, ja!
―¡Huy, huy…!, Buck, se ríe por tener poca vista. La mucha edad que tiene le hace desvariar ―dijo Cala a Elsa.
Viendo Hulk que su estrategia no había funcionado pensó que era mejor esperar, y algo más adelante lo volvería a intentar cambiando la pregunta, que sin lugar a dudas había equivocado.
Algo más de once jornadas después vieron cómo el río que venían siguiendo llegaba a su fin y se perdía dentro de la Gran Charca.
―¡Por fin llegamos! ¡Ahí está la Gran Charca! ―dijo Drako, que iba delante de los demás.
―Ahora nos tenemos que organizar ya que a partir de aquí hay pocos animales a los que poder cazar, y agua…, no sabemos si hay ―dijo Hulk, y continuó diciendo:
―Hay que llenar algunas bolsas con agua por si no la encontramos durante el camino a la cueva, también, hay que cazar algún animal mediano y llevar los frutos que podamos llevar, de esta manera no llegaremos a la cueva con las camillas porteadoras vacías.
A todos les pareció bien la explicación de Hulk, y antes de abandonar el río, llenaron varias bolsas con agua buena de beber
También, no lejos de donde estaban, un buen número de medianos animales con cuernos comían hierba ajenos a todo lo que pasaba.
El grupo, preparó la estrategia de caza como solían hacer, estrategia, que habían podido mejorar bastante, después de algunos fracasos que tuvieron.
Cazaron a uno de estos animales que cargaron sobre una de las camillas porteadoras. Después, pusieron sobre su cuerpo un buen montón de plantas olorosas para que no atrajesen a algún depredador.
Con todo reanudaron el camino en dirección a la línea de árboles que marcaba el inicio del bosque.
Una vez allí, Hulk dijo que Elsa y Cala subiesen a unos árboles con frutos y que llenasen las bolsas que pudieren llevar en la otra camilla libre que quedaba.
Ya era bastante tarde y decidieron acampar allí por esa noche.
Fue en la madrugada siguiente, cuando a Hulk se le ocurrió la estrategia para que Buck recogiese las hojas de árbol que él quería sin que se diese cuenta que era una treta para que las fuese a buscar.
Se le ocurrió que, si él era porteador, no podía dejar la camilla para ir a buscar las hojas del árbol, así es que se puso de porteador en una de las dos camillas, diciendo que Buck, andaba peor de lo que andaba él, y por eso ocupaba su lugar para que él caminase mejor.
A todos extrañó la decisión tan rara que tomó Hulk, pero todos pensaron, que era debido a que se perdía parte del pensar por la edad avanzada que tenía.
―¡Uf!, cómo le ha afectado la edad a Hulk ―murmuró Drako.
Los cuatro porteadores caminaban, mientras Buck con su vara, andaba vigilante para que nada pasara al grupo.
―¡Eh…, Buck!
―¡Dime! ―Buck, se acercó al lado de Hulk para saber por qué le llamaba.
―Ya que no eres porteador y nada tienes que hacer, ¿podrías coger unas hojas de las que quitan los picores que tienen algunos en su interior?
―¡Uhm…!, ¿son las que los espíritus te pidieron antes? ―respondió Buck.
―Sí.
―¡Vale!
Poco después volvía Buck con muchas ramas que tenían estas hojas:
―¿Hay bastantes con estas? ―preguntó Buck, enseñándole muchas ramas con hojas.
―¿A…ver, a ver? ―dijo Hulk, parando de andar para mirar bien las hojas que le enseñaba Buck.
―¡Huy, huy…!, pero si son las mismas que recogí yo en la cueva ―gritó Hulk.
―¿Cómo dices…?
―¡De esas tengo yo muchas en la cueva! ―susurró para sí, Hulk.
―¡Uhm…!, cosas mías y de los espíritus ―respondió Hulk.
―¡Toma!, lleva ahora tú la camilla ―dijo Hulk, dejando la camilla en el suelo.
―¿Qué…?
―Pero…, ¿qué haces tú? ―preguntó el otro porteador.
―¡Huy, huy…!, que mal está, que mal ―susurró Buck, agachándose para coger la camilla.
―¡Continuad caminando! ―dijo Hulk.
―¿Qué cosas tiene, que cosas? ―susurró Cala a Drako.
Después de caminar durante esa jornada casi media jornada, Cala que iba delante dijo:
―¡Ahí está la explanada de la cueva!
Nadie de la cueva esperaba que volviesen los cinco compañeros que hacía bastante abandonaron la cueva. Los tres niños, fueron los primeros en ver a los recién llegados y no recordando quienes eran, corrieron hacia la cueva.
De la cueva salieron Bika y Aila, provistas de sus varas pensando que eran extraños los que llegaban.
―¡Ey! ¡Ey! ¡Ey!, si son nuestros compañeros ―gritaban las dos mujeres dando saltos sin parar.
Los niños, como recordando quienes eran, también empezaron a saltar, y corriendo llegaron hasta la primera de las camillas porteadoras:
―Eso ¿Qué es? ¿Qué es, qué es? ―tirando de las pieles de Cala que era la porteadora que iba delante de los demás.
―¡Parad, parad niños, dejadnos caminar para poder descargar las camillas! ―dijo Cala.
―¿Frutas…? ¿Traéis frutos maduros? ―preguntó Aila.
―¡Muchos, traemos muchos frutos maduros! ―dijo Drako.
―¡Mmmm! ¡Mmmm! ―decía Aila, levantando la nariz para oler mejor.
Después de saludarse como tenían por costumbre dándose unos pequeños golpes en la cabeza, Hulk preguntó:
―¿Dónde están los demás?
―Están cazando animales de agua, apenas si nos quedaban ya ―respondió Bika, que era la mujer mayor del grupo.
―¡Uhm…!, descargaremos las dos camillas y les esperaremos sentados en una buena piedra ―respondió Drako.
Hulk, por su parte, corriendo entró en la cueva para revisar si su habitáculo estaba igual que él lo había dejado. Sobre todo, fue a mirar la clase de hojas que tenía guardadas para curar los picores, si eran iguales a las que Buck le había dado.
―¡Iguales son a las que yo tenía! ―murmuró en voz baja.
Se alegró al ver que el habitáculo estaba igual a como él lo había dejado, y satisfecho salió de la cueva para juntarse con los demás.
―¡Nadie tocó nada mientras tú no estabas, Hulk! ―dijo Bika.
―¡Uhm…!, seguramente el miedo les apartó de mí habitáculo ―respondió Hulk, acariciándose el mentón de la cara.
―¿Miedo…?
―Si tú no estabas ¿Qué podías hacer? ―preguntó Bika.
―¿Y…, los espíritus que allí están…? ―dijo Hulk.
―¿Qué se quedaron los espíritus allí cuando tú te fuiste? ―preguntó Bika, agitando la mano.
―Sí, sí, allí están aún todos, ¡ven conmigo y veras! ―dijo Hulk.
―¿Qué…?
―¿Qué vaya yo…?
―¡Huy, huy! ¿Qué… miedo me dan? ―respondió asustada. Bika.
―¡Vienes, o no vienes! ―dijo Hulk, cogiéndola por el brazo.
―¡Suelta, suelta, que no voy ahí! ―respondió Bika, muy asustada.
―¡Uhm…!
―¡Eh…!, malandrines ¿quién de vosotros tiene picores? ―gritó a los tres niños que entretenidos tocaban los cuernos del animal que habían dejado sobre la losa de descuartizar.
―¿Picores…?
―¡Ninguno de nosotros tenemos picores! ―respondió Deco, procurando no rascarse.
―¡Huy, huy, con lo tranquilos que vivíamos antes…! ―susurró Emma.
Bika, la mujer mayor se acercó a Buck y le dijo:
―¡Cuenta, cuéntame cosas de las que has visto!
―¿Contar…? ¡Mira cómo tengo esta rodilla de hinchada por tanto andar! ―contestó Buck.
―¡Oh…!
―Y…, ¿por qué no volviste antes, en vez de tanto andar? ―preguntó Bika, que andaba apoyándose en una garrota.
―¡Uhm…!, llegamos más lejos caminando que lo hicieron los espíritus ―contestó.
―¡¿Tan lejos…?! ―dijo Bika, agitando la mano.
―¡O…más, diría yo! ―respondió, acariciándose el mentón de la cara.
―¿Y, por que no caminabas apoyándote en una garrota como hago yo? ―preguntó.
―¡Ey! Entonces, ¿cómo podría llevar la camilla porteadora?
―¡Ah…!
Estaban hablando cuando escucharon la señal de que los compañeros que estaban cazando en la Gran Charca regresaban.
Los niños corriendo fueron a avisarles que los otros habían llegado.
―¡Están ahí, están ahí! ―gritaban sin parar
―¿Quién está ahí?, ¿quién? ―preguntó Ator.
―¡El Chamán y los demás! ―gritaba Deco.
―¿Cómo…?
Corrieron los cuatro que eran portando las dos camillas hacia la cueva.
―¡Huy…! ¡Ya habéis llegado! ―gritó Ator, dejando la camilla en el suelo.
Los demás porteadores hicieron lo mismo, y corrieron para encontrarse con sus compañeros que también fueron al encuentro de los que llegaban.
Saltaban, los que podían saltar de la gran alegría que tenían, todos gritaban, inclusive los niños que llevados por la alegría de los demás daban saltos tirándose tierra en la cabeza.
―¡Oye tú! ¿Por qué estamos contentos nosotros, si el Chamán nos querrá curar los picores? ―dijo Emma a Deco, que saltaba sin parar.
―¡Huy, huy…!, ya no me acordaba yo ―dijo Deco, tapándose la boca.
―Y…, tú ¿Por qué saltas tanto, Dina? ―dijo Emma.
―¿Yo…? ¡Porque veo a Deco, que también lo hace! ―contestó.
Después de los muchos golpes que se dieron en la cabeza indicando la alegría del encuentro, los cuatro porteadores llevaron las dos camillas al lugar del despiece, y vieron al mediano animal con cuernos tumbado sobre la losa de descuartizar.
―¡Mmmm…!, tenemos comida variada, y después el relato ―dijo Bade, relamiéndose.
―¡También hay frutos variados! ―dijo Drako.
―¿Sí…?
―¡Huy, huy…! ―decían algunos, frotándose las manos.
Mientras, Bika, que era la mujer mayor, había sacado de la cueva la otra garrota que tenía guardada y se la había dado a Buck, para que pudiese andar.
―¡Uhm…!, con esta garrota se anda mejor ―dijo, al apoyarse en la garrota que Bika le había dado.
Hulk, al ver caminar a Buck apoyándose en la garrota dijo:
―¡Ja, ja, ja…! Pero…Buck ¿Qué haces con esa garrota?
―¡Pues con ella no arrastró los pies como haces tú! ―contestó.
―¿Qué…? ¿Qué yo arrastro los pies al caminar? ―preguntó, rascándose la cabeza.
―Sí, sí ―contestaron muchos.
―¡Uhm…!