CAPÍTULO IV

TÍTULO III

 

 

El nuevo Chamán 

 

Unas cuantas jornadas después y la cueva ya disponía de las comodidades necesarias para ocuparla durante mucho tiempo.

Casi al fondo de la cueva se formaba una gran oquedad sin fisuras que servía de vasija para almacenar agua. Esta, la podían transportar, en vasijas especiales para el agua, desde un pequeño riachuelo (que distaba a varios lanzamientos de piedra de donde estaban ellos), hasta la oquedad que había en el interior de la cueva.

De los varios habitáculos que había se eligieron tres que eran los más apropiados para sus necesidades: el primero, se destinó, como así lo había pedido Hulk, para su uso personal, el segundo, se destinó para la despensa de la comida que podían almacenar, bien sean; raíces, bulbos comestibles o frutos variados. También allí podrían dejar algún animal de tierra, muerto y sin descuartizar, ya que la carne de los animales tanto de agua como de tierra, la colgaban en la valla especial que en el exterior construían.

El tercero de los habitáculos lo reservaron para dormir, estaba situado en un lugar más resguardado y a mayor altura que los demás. Allí, le llegaba una poca luz de la que desprendía la fogata. Desde allí, en caso de ataque de alguna fiera, era más fácil defenderse que en otro lugar de la cueva.

Nada sabían en caso de tormenta si la cueva se inundaría o no lo haría, era cuestión de esperar a que esto sucediera para saber realmente lo confortable que podía ser.

Decidieron desde un principio ya que su grupo era pequeño (al contrario de lo que estaban acostumbrados en la otra cueva en la que, por los muchos que eran, se veían obligados a encender la fogata en el centro de la plaza para que a su alrededor cupiesen tantas piedras como miembros del grupo eran, con ello, ocupaban un gran espacio por ser muchos sus ocupantes. Después, unos voluntarios trasladaban el fuego a la entrada de la cueva para que les protegiese), encender la fogata en la misma entrada de la cueva y sentarse alrededor de ella, de esta manera, evitaban el trabajo de trasladar cada jornada el fuego a la misma entrada, cosa que así se hacía en la otra cueva.

Hulk, pidió que se hiciese una votación para que eligiesen al nuevo Chamán:

―Ator, quiero que después de la comida se haga una votación para elegir como tenemos por costumbre al nuevo Chamán. Yo, tengo que empezar a preparar los nuevos brebajes que curen las enfermedades que cualquiera pueda tener.

―Sí, sí, así se hará, Hulk ―contestó Ator.

Desde el acontecimiento con la fiera, todos de alguna manera evitaban la relación con Hulk, le temían a él, y a lo que los espíritus le pudieren contar sobre los demás.

Hulk, también lo había notado y le gustaba que los demás le temiesen, esa era una de las normas para ser Chamán.

Después de la comida Ator anunció a todos, que votarían para elegir al nuevo Chamán del grupo, también dijo que Hulk era, después de todo lo que había pasado, el mejor y el único candidato para ese cargo. Él, ya tiene asignado el habitáculo de Chamán con un gran estante en el que cabían muchas vasijas con las variadas pócimas que puedan contener.

―¿Estáis todos de acuerdo en que Hulk sea el Chamán del grupo a partir de ahora? ―dijo Ator.

―Sí, ¿sí no hay otro? ¿a quién más podríamos elegir? ―dijo Bade, que era el gracioso del grupo.

―¡Uhm…! ¿Podrías hacerlo tú, que eres el más gracioso del grupo? ―contestó un compañero.

―Aila también es graciosa ¡que se presente ella también! ―dijo otro.

―¡Sí, sí! ¡Yo quiero ser la Chamán! ―dijo Aila, pensando que podía ser Chamán.

―Pero…Aila, ¿Hablas tú con los espíritus? ―preguntó Bade.

―¿Hablar con los espíritus…?

―¡Huy, huy! ¡Ah…no!, que me da mucho miedo a mí ―respondió temblando.

―Entonces…, ¿cómo vas a ser la Chamán si tienes miedo a los espíritus? ―preguntó Bade, riendo.

―¡Uf…! ¿No sabía que para ser la Chamán había que hablar con los espíritus? ―contestó Aila, asustada.

Todos rieron la gracia y la ingenuidad de Aila, que viéndose el centro de atención siguió diciendo:

―Hulk, ¿Desde cuándo sabes tú preparar las pócimas para curar enfermedades?

―¡Uhm…! ―decía, mientras se acariciaba el mentón de la cara, como intentando recordar.

Todos expectantes esperaban la respuesta de Hulk. Este, viendo que peligraba su puesto de Chamán si no contestaba, dijo:

―Desde siempre que recuerde yo preparaba pócimas a escondidas para que nadie las viese, y menos la Chamán.

―¿Te curó alguna enfermedad alguna de esas pócimas? ―preguntó otro.

―¡Puf…! ¡Yo nunca estuve enfermo, posiblemente fuese por mis pócimas! ―contestó Hulk.

―¡Ah…!

―¡Eh…! ¡Yo tampoco estuve nunca enferma y no probé tus pócimas ―dijo Beka.

―¡Ni yo! ―dijo otro.

Otros más, dijeron lo mismo y Hulk dijo:

―Bu…Bueno, hablaré con los espíritus para que enferme a todos, y así probaréis las pócimas que haga a partir de ahora.

―¿Qué…?

―¿Cómo dice este? ―preguntó otro.

―Dice, que hablará con los espíritus para que enfermen a todos…

―¿Cuantas veces te tengo que decir que no me repitas las cosas? ¡Eh!

―¡Ah…, bueno! Entonces… ¿Por qué lo preguntaste? ―respondió el compañero.

Algo más apartado:

―Pe…Pero Hulk, ¿si aún no eres Chamán? ¿Cómo vas a hablar con los espíritus? ―dijo Ator.

―¡Ah…bueno!, esperaré a que me elijáis vosotros ―contestó.

―¡Huy, huy!, yo…, no elijó a este ―dijo un compañero al que estaba a su lado.

―Dice, ¡que enfermaremos todos cuando sea Chamán! ―dijo otra.

―Entonces, ¿quién ira a cazar si estamos todos enfermos?

―¿Qué dices tú de ir a cazar? ―preguntó uno.

―Hulk dice, que no vayamos más a cazar, por lo visto, él cazará por todos.

―¡Ah…sí! ¿A partir de cuándo no vamos a cazar? ―preguntó este.

―¡Ah…, no sé!

―¡Pregúntalo, pregúntalo a tú compañero!

―¡Oye…tú!, este me pregunta, que a partir de cuándo no vamos a cazar.

―¡Ah…! ¿Qué ya no cazamos más?

―¿Quién cazará pues?

―Hulk, Hulk será el cazador.

―¡Ah…!

―¿Qué cuchicheáis vosotros? ―preguntó Hulk.

―¿Qué… cuándo empiezas a cazar?

―¿Quién…?

―¡Tú!

―¿Yo…? ¿Quién ha dicho eso?

―¡Tú! ¿Es que ya no te acuerdas, Hulk? ¡Sí que perdiste la cabeza, sí que olvidaste todo!

―¡Oye tú!, dice que no se acuerda que tenía que ir a cazar ―dijo al compañero de antes.

―¡Uf…! ¿Qué mala memoria tiene…?

―¡Huy, huy…! ¿Y quiere ser Chamán…? ―dijo el otro, tapándose la boca.

En vista de lo que estaba pasando y que se estaba haciendo tarde, Ator dijo a todos:

―¡Es tarde ya, mejor continuamos en la próxima jornada!

―¡Uf…!, menos mal, ya me daba vueltas la cabeza con tanto pensar ―dijeron algunos.

―Sí, sí, hasta Hulk ha perdido la memoria ―contestaba otro, agitando la mano.

Hulk confundido, ya no sabía bien lo que había pasado, así es que preguntó al jefe:

―¡Oye Ator! ¿Me han elegido Chamán?

―¡Uhm…! Pues…, no, sé, estaba distraído ―contestó, rascándose la cabeza para pensar.

―¡Eh, vosotros! ¿Habéis elegido a Hulk como Chamán? ―preguntó Ator, en vista que él no recordaba.

―¡Uhm…! Creo que sí…―contestó Bika, que era la mujer mayor.

―¿Y los demás? ¿Qué decís? ―siguió preguntando Ator.

―Sí, Hulk es el Chamán, mato a la fiera y nos salvó a todos ―contestó Draco en nombre de todos.

―Sí, sí, él es el Chamán ―dijeron muchos.

En voz baja, dijo Aila:

―Pero…y la caza ¿Qué?

Los que estaban a su lado rieron la gracia de Aila, y los demás, al ver reír a sus compañeros reían también sin saber por qué lo hacían.

Ator, se levantó de su asiento de piedra y dijo a todos que entrasen en la cueva para dormir, que los últimos, arreglasen la fogata para que protegiese la entrada de la cueva.

Fue en la madrugada de la jornada siguiente cuando reunidos delante de la cueva, Ator les dijo, que formasen dos grupos de trabajo: un grupo, que iría a cazar animales de agua y que traerían agua para llenar la pila de piedra del interior de la cueva, y el otro grupo, que iría al bosque para escarbar la tierra en busca de; raíces, gusanos cabezones y bulbos comestibles.

Algunos se alegraron de la noticia, ya que la carne que estuvieron comiendo de la fiera poco les gustaba, y se alegraron que por fin se hubiese terminado.

Hulk, se apuntó como voluntario, junto a otros cuatro, al grupo que iría al bosque a escarbar la tierra.

En la cueva se quedó Aila, que seguía diciendo que estaba engordando con lo poco que comía.

―¡Uf…! Aila, desde que dice que está engordando no va a trabajar, tendré que decir yo lo mismo que tampoco tengo ganas de escarbar la tierra. ―dijo un compañero.

―Pero tú, no haces tanta gracia como ella cuando lo dice, todos nos reímos y a todos hace gracia ―contesto el compañero.

―¡Pues haré prácticas para gracioso, ya que tampoco tengo ganas de trabajar! ―contestó.

―¿Cuándo vas a empezar? ―preguntó el compañero.

―¿A…empezar?

―¡Sí!, es que me gusta reír ―contestó

―¡Ah!

―¡Menos hablar y vayámonos a trabajar! ―gritó Ator.

Cada grupo marchó por su lado para realizar su trabajo, Aila con la mano les despedía desde la entrada de la cueva.

―¡Mira, mírala!, encima se burla de nosotros! ―dijo Buck a su compañero.

―¡Bah…!, es que es muy graciosa ―contestó este, sonriendo

Los cinco que componían el grupo que marchó al bosque, después de caminar durante un buen rato, encontraron el lugar que les pareció mejor para escarbar.

―¡Eh! ¡Parad aquí!, este lugar parece bueno para escarbar ―dijo, Hulk que hacía de jefe de ese grupo.

―¡Repartíos y empezad a escarbar! ―dijo Hulk.

Se colocaron cada uno en un lugar formando una especie de pequeña parcela que tenían que escarbar.

Poco después, uno, dijo a su compañero:

―Hulk, ¿dónde está que no le veo con nosotros?

―¡Uf…!, pues es verdad, yo tampoco le veo ―contestó.

―¡Eh…, vosotros! ¿Dónde está Hulk? ―preguntó a los demás.

―¡Ah…, no sé! ¡Aquí agachado cavando poco se puede ver! ―contestó el compañero.

―¿Dónde habrá ido?

―¿A…ver si ahora que es Chamán se dedica a no trabajar y a hablar con los espíritus?

―¡Uf! ¡Vaya suerte!

―¿A ti te gustaría hablar con los espíritus? ―le preguntó el compañero.

―¡Ea…! ¡Calla! ¡Calla, que yo tengo mucho miedo a eso!

Los cuatro siguieron escarbando la tierra en busca de: raíces, bulbos o lo que encontrasen. Ya tenían muchas bolsas llenas cuando vieron llegar a Hulk.

―¡Eh…! ¿De dónde sales tú? ―preguntó un compañero.

―¿Yo…?

―Sí…, tú ―respondió.

―¡Oye… que yo soy el Chamán!

―¡Ah…! ¿Y los Chamanes no trabajan?

―¡Uhm…!

―¡Yo sí trabajo! ¡Mira la bolsa repleta que llevo! ―contestó Hulk.

―¿Qué llevas en esa bolsa! ―preguntó el compañero.

Hulk, sacó de su interior muchas y variadas hojas de plantas.

―¡Uf! ¿Eso es lo que te gusta comer a ti?

―¡Eh, mirad, mirad lo que come Hulk! ―grito el compañero para que los demás lo oyesen.

―¿Eso… comen los Chamanes? ―y continuó diciendo:

―¡Huy, huy! Así yo no quiero ser Chamán.

―¡Eh! ¡Eh! ¡Que esto, no es para comer yo!, a mí me gusta la carne y todo lo que a vosotros os gusta ―contestó Hulk, y siguió diciendo:

―¡Esto, es para preparar las pócimas que os curaran de las enfermedades!

―¿Enfermedades…? ―preguntó Beka.

―Sí…, ahora recuerdo que dijo que cuando fuese Chamán estaríamos enfermos todos.

―¡Es verdad! ¡Cómo pude olvidarlo! ―dijo otro, rascándose la cabeza.

―¡Eh, eh…! ¡Que no fue así! ¡No! ―dijo Hulk.

―¿No…?

―¡Dije, que prepararía las pócimas para curar a quien estuviese enfermo! ―respondió Hulk.

―¡Ah…!

Mientras tanto, el otro grupo dirigido por Ator cazaba animales de agua en la Gran Charca.

―¡Ator, ya tenemos la camilla casi llena! ―dijo Buck.

―¡Ah…, vale, vale!, ¡cacemos unos pocos más y ya hay suficientes!

Antes de volver a la cueva llenaron las vasijas que llevaban del cercano riachuelo para reponer de agua la oquedad de la piedra que en la cueva había.

Los dos grupos llegaron a la cueva casi al mismo tiempo y en la misma entrada se encontraron, allí les esperaba Aila, que se había quedado sola.

―¡Ah! ¡¿Ya estáis de vuelta todos? ¿Traéis muchos frutos maduros? ―preguntó Aila, tocando todas las bolsas que había.

Todos sin poderse aguantar empezaron a reír al escuchar a Aila:

―¡Ja, ja, ja! ¡Jua, jua, jua…! ¡Je, je, je! ―es graciosa Aila, ¿qué graciosa es? ―decían una y otra vez muchos de los que reían.