Niños en el pasillo
Al parecer la mayoría de los vecinos estaban viviendo fenómenos parecidos y, en ocasiones, incluso peores. Algunos llegaron a ser «agredidos» por aquellas sombras. Sin embargo, nadie se atrevía a hablar por miedo a quedar como un loco. Pero algo inevitable en una comunidad de vecinos es que ciertas «anécdotas» acaben saliendo a la luz. Con el paso de los años, a raíz de un primer testimonio, la mayoría acabó hablando de verdaderas noches de horror en el interior de sus inmuebles…
Ana González Gómez vivía en el primer piso, desde donde tenían acceso al patio. Toda la familia se juntaba allí muchas noches para cenar al aire libre. Alrededor del patio se extendía el largo pasillo con grandes ventanales que comunicaba, a su vez, con los dormitorios. Durante varias noches la familia vivió una escena propia de otro tiempo. Mientras cenaban en un ambiente agradable, se dieron cuenta de cómo las cortinas de las ventanas empezaban a moverse desde el interior. Entonces, observaban cómo tras los cristales, dentro de su propia casa, un grupo de niños de unos 8 años correteaba por el pasillo…
—Siempre los veían como en dos dimensiones; parecían planos y no se les veía la cara; la tenían como negra. Los veían además como en blanco y negro —me contaba Carmen García—. Entonces empezaban a golpear los cristales, como si estuvieran haciendo una travesura. Los golpeaban con fuerza. Y cuando la familia corría al interior de la casa los veían desplazarse por el pasillo y se metían en la última habitación. Cuando llegaban allí, los niños habían desaparecido. No había ni rastro.
Lo más curioso es que el testimonio de Ana González sobre la visión de «infantes de otro tiempo» en su hogar no era único en el edificio. Pero ella no lo sabía. Al parecer, en el bloque de pisos de enfrente habían tenido lugar fenómenos similares. La familia en cuestión acabó poniendo el piso en venta a raíz de una última visión.
Los padres se habían marchado de viaje y, aprovechando el momento, uno de los hijos decidió hacer una fiesta en casa. La gente fue llegando a la hora estipulada, pero de repente ocurrió algo. Cuando uno de los amigos se dirigía a la cocina vio un grupo de niños sin piernas, como flotando en mitad del pasillo. Aquellos niños sonreían ingrávidos, sin hacer ningún otro gesto, como observando desde otra dimensión. El joven empezó a gritar y salió corriendo de la casa. Cuando el resto corrió al pasillo para ver qué ocurría fueron también testigos y echaron a correr despavoridos. La casa quedó abierta de par en par. La música seguía sonando en medio de aquel ambiente enrarecido. Los niños quizá siguieron allí en completa oscuridad, mirando al vacío durante horas… Porque los jóvenes no volvieron para recoger sus pertenencias. Semanas después, la familia puso la vivienda en venta. Se marcharon de allí y nunca más volvieron.