Los monjes del dormitorio
Para el testigo que vive una experiencia que le supera por lo inexplicable, conocer a otros que se han enfrentado también a lo imposible es como una forma de terapia. Al menos sienten que no están tan solos, que otros han vivido lo mismo, que la incertidumbre que les aqueja no es única. De esa forma, Carmen García se convirtió en portavoz de otros muchos vecinos del edificio. Intentaba indagar en su tiempo libre y preguntaba a unos y a otros si también habían notado algo extraño en sus inmuebles. En definitiva, hizo una admirable investigación por cuenta propia, recogiendo diferentes testimonios.
Uno de ellos le contó cómo una madrugada, al ir a acostarse, notó que algo le observaba desde el final del corredor. Al acercarse descubrió una sombra de más de dos metros de altura que parecía observarlo en silencio, para segundos después desaparecer al final del pasillo. Otros hablaban de una figura espigada a la que llegaba a distinguírsele una túnica marrón y una capucha del mismo color. El testimonio más terrible es el de una pareja que se ocultaba mutuamente este tipo de visiones para no sugestionarse. Pero ambos las veían de forma habitual. «Por ejemplo en más de una noche, el marido —aseguraba Carmen García—, al acudir al aseo, lo había visto allí, en mitad del pasillo, como aguardándolo. Después de mirarlo, se iba». Una de las noches la esposa no pudo reprimir el grito cuando volvió a verlo agazapado en el pasillo. Fue entonces cuando hablaron el uno con el otro, como ocultándose un enorme secreto, y confesaron haber visto aquella figura en más de una noche. Curiosamente, a partir de ese día, el fenómeno pareció volverse mucho más agresivo. En ocasiones, ambos se desvelaban con una fuerte presión en el pecho, para darse cuenta de que la gran sombra se cernía sobre ellos en el dormitorio. Aquello fue el punto de inflexión, el momento en que decidieron que no podían continuar con aquello que estaba llegando a afectar a su propia salud. También pusieron el piso en venta días después. Huelga decir que ellos tampoco regresaron a su antigua vivienda.