Con la iglesia hemos topado
Todo parecía transcurrir con inusitada tranquilidad cuando, en junio de 1988, se dio carpetazo a este espinoso asunto. Hablar de unos cuerpos torturados por la Inquisición no era del gusto de todos, pese a haber pasado ya suficiente tiempo como para no sentirse responsable de una atrocidad de tal calibre.
Florián Belinchón, actual Secretario de la Hermandad de San Isidro, me explicaba cómo en la actualidad ellos disponen de la custodia de las momias, pero tienen expresamente prohibida su exhibición por orden directa del Obispado de Cuenca.
A finales de los años ochenta, desde la ermita de San Isidro se hizo una petición para deshacerse de la responsabilidad que conllevaba encargarse los cuerpos, pidiendo incluso su inhumación si fuera necesario para que éstas descansaran en paz. Se planteó también la posibilidad de que fueran estudiadas por expertos para saber algo más sobre su origen, cediéndolas a quien quisiera analizarlas. Pero la respuesta que recibieron del Obispado fue bastante desalentadora…
Con un informe emitido el 27 de junio y firmado por León Chicote Pozo, entonces Fiscal General diocesano, se decía que aquellas momias «procedían del osario común de la iglesia de Santa Cruz, que carecen de valor histórico y arqueológico y que no tienen relación alguna con la Inquisición».[26] Además, explicaba que aquellos cuerpos habían sido expuestos «ofreciendo un espectáculo horroroso, trágico, desagradable y macabro, porque han sido expuestas con el peor de los gustos necrófagos, con toda falta de respeto a las personas que pertenecieron».
Se ordenaba entonces retirar las momias para que no fueran exhibidas, amenazando incluso con la clausura del lugar en caso de no acatar esta orden, ya que, según el informe del Obispado: «La exposición pública de las momias relacionándolas con la Inquisición constituye, sin duda, un acto continuado gravemente injurioso».
Se impedía, por tanto, cualquier posibilidad de estudio de los cuerpos. Sin embargo, de forma aventurada, se negaba cualquier relación con la Inquisición, pese a la existencia de firmes indicios que afianzaban dicha teoría.
Para terminar, antes del sello del Obispado y la firma de León Chicote, aparecía una última frase a modo de conclusión y amenaza: «Quien profana una cosa sagrada, mueble o inmueble, debe ser castigado con una pena justa».
Si bien aquel documento parecía dejar clara la intención del Obispado con respecto a la exhibición de las momias, no podía terminar mi investigación sin haber visto con mis propios ojos a sus auténticas protagonistas. Por ello, antes de mi viaje a Cuenca, me puse en contacto con el obispado solicitando un permiso para ver aquellos cuerpos. Tras varios días se pusieron en contacto conmigo para solicitarme que redactara un escrito que ellos estudiarían y valorarían en la próxima sesión ordinaria del mes.
Escribí aquella solicitud explicándoles que queríamos grabar unas imágenes de dichas momias para el programa de televisión Cuarto Milenio, ya que estábamos realizando un reportaje sobre su historia. Aproveché para explicarles que ya contábamos con unas imágenes de dichos cuerpos que habían sido emitidas por TVE en uno de los míticos programas del profesor Jiménez del Oso, pero que no tenían demasiada calidad, por lo que precisábamos de algo de mayor actualidad. Firmé el documento, quedando enteramente a su disposición, y esperé impaciente su respuesta. Tardó un mes en llegar y, pese a haber pasado más de veinte años de la primera misiva del Obispado, ésta no era mucho más alentadora:
De: Vicario General - Diócesis de Cuenca [XXX@eacsl. com]
Para: Javier Pérez Campos [javier.perez.mp@gmail. com]
Enviado: Sábado 08/10/2011 10:45
Estimado don Javier:
Una vez celebrada la reunión del cabildo de la Catedral de Cuenca y oído su parecer, le comunico que no será posible realizar la grabación de los restos que se encuentran en la ermita de San Isidro. Tras las imágenes grabadas por Televisión Española (con las que ya cuenta), el Obispado de Cuenca no ha vuelto a autorizar ninguna otra grabación ya que, por encima de todo, se encuentra el respeto que, desde la fe cristiana, se profesa a los restos mortales de cualquier persona y de cualquier tiempo. Por ello y como Vicario General de esta Diócesis, siento denegarles esta autorización.
Reciba mi más cordial saludo y sigo a su disposición.
Fdo: XXX
Informe enviado por el Obispado de Cuenca con respecto a las momias de Cuenca.
Había topado con un aparentemente infranqueable muro de hormigón. La burocracia impedía que pudiera acceder al último eslabón —a la vez el primero— de esta historia. Pero, como ya me había ocurrido en otras ocasiones, la casualidad y el instinto iban a jugar a mi favor…