Epílogo
Poco antes de terminar este libro, uno de mis luchadores participó en una pelea a consecuencia de la cual un hombre perdió la vida. Mi luchador, Charlie Ward, ganó por KO técnico en el tercer asalto de su combate contra el adversario portugués João Carvalho en el Estadio Nacional de Dublín, el sábado 9 de abril de 2016. Fue un combate muy reñido que podría haber ganado cualquiera de los dos. João estuvo a punto de tumbar a Charlie en un par de ocasiones, pero la balanza osciló ligeramente a favor de Charlie en el último asalto. Después de derribar a João con un gancho de derecha, siguió golpeándolo hasta que el árbitro intervino para poner fin al combate.
Aquella misma noche me enteré de que habían llevado a João al Hospital Beaumont, tras haberse quejado en el vestuario de que no se sentía bien después de la pelea. João acabó siendo sometido a una cirugía cerebral de urgencia. Cuando murió no habían pasado ni cuarenta y ocho horas desde el combate.
Dado que yo estaba en el rincón contrario, la muerte de João me afectó mucho. La noche en que me enteré de la trágica noticia no pude dormir. Me sentía fatal. João había viajado hasta Irlanda para hacer algo que le gustaba, algo a lo que había dedicado su vida. Pensar en lo que estaría pasando su familia me tenía destrozado.
Habiendo dedicado muchos pensamientos a todo este asunto, reconozco francamente que me pregunté si de verdad quería continuar con esto. Pero cuando me hice esta pregunta, no sentí que dejarlo fuera el camino adecuado.
Después de una cosa como esta, tus emociones cambian constantemente. A mí me resultó duro, pero para Charlie fue particularmente difícil. A veces puedes pensar racionalmente y aceptar que solo estabas compitiendo dentro de las reglas de un encuentro deportivo. Pero otras veces estás hecho una ruina emocional y empiezas a preguntarte —sin saber por qué— si lo que pasó fue culpa tuya. Es algo con lo que Charlie va a tener que vivir, pero lo va a hacer con toda la ayuda que necesite de sus entrenadores y compañeros de equipo.
Encontró algo de paz mental pocos días después, cuando el hermano de João apareció en una entrevista de televisión en la que insistió en que la culpa no era de nadie, que João amaba aquel deporte y que nada le habría impedido perseguir su sueño de ganarse la vida con las MMA. Los dos luchadores entraron en la jaula con la misma intención. Charlie sabe que si la moneda hubiera caído del otro lado, el perjudicado habría sido él.
He estado en el rincón en casi mil peleas, y puedo decir sinceramente que esta no destacó por ser más violenta que cualquier otra. Hubo mucha lucha cuerpo a cuerpo y pareció un combate bastante fatigoso. Cuando oí que João se había derrumbado en el vestuario, supuse inmediatamente que habría sido por agotamiento. También Charlie, aunque había ganado la pelea, estaba bastante fatigado. No parecía que ninguno de los dos luchadores hubiera encajado una gran cantidad de golpes fuertes. Probablemente, en todo el combate se conectaron menos puñetazos que los que se ven en un solo asalto de un combate de boxeo profesional. Desde luego, yo no lo describiría como particularmente brutal.
En realidad, el final me recordó la pelea de Conor McGregor contra Chad Mendes. Con João en la posición de la tortuga, Charlie se abalanzó y asestó nueve golpes más, la mayoría de los cuales dieron en el hombro y el antebrazo de João. Si recordamos la victoria de Conor sobre Mendes, alguna gente se había quejado de que en su opinión el combate se había detenido demasiado pronto. En cambio, en esta ocasión los críticos decían que el árbitro había intervenido demasiado tarde entre João y Charlie. Es fácil quejarse a posteriori, pero lo cierto es que en su momento no pareció inadecuado. El árbitro le dio a João una oportunidad de recuperarse cuando cayó derribado. En cuanto un par de golpes conectó con su cabeza y quedó claro que João no estaba contraatacando ni defendiéndose de manera inteligente, el árbitro intervino.
No vi a João en los vestuarios después de la pelea, pero otros que lo vieron dijeron que al principio parecía bien. Hasta le pidió a Conor una foto juntos. No parecía que hubiera nada fuera de lo normal en la situación, y esto acentúa la sensación de horror tras un desenlace tan trágico.
La muerte de João se convirtió en una gran noticia a nivel mundial, lo cual demuestra lo rara e imprevista que es una muerte en las MMA. Durante días me llovieron llamadas y mensajes de todos los grandes medios del mundo. Al final tuve que cambiar de número porque el teléfono no paraba de sonar. Muchos de los medios reaccionaron exigiendo la prohibición de las artes marciales mixtas, y los periodistas estaban deseando oír mi opinión.
En un momento así te sientes desorientado. Era difícil para todos los relacionados con el SBG. Todos los luchadores y entrenadores del gimnasio estaban siendo acosados por los medios. Era casi como si no pudiéramos estar de duelo porque teníamos que formar este frente público para intentar presentar nuestro deporte de un modo positivo cuando estaba siendo bombardeado.
En todos los deportes ocurren tragedias, y no siempre hay un culpable. Hace poco leí un artículo que decía que por cada diez ascensos con éxito al monte Everest hay una muerte. Y, sin embargo, no parece que haya ningún clamor para que se prohíba el montañismo. Ha habido muertes en muchos deportes —ciclismo, rugby, boxeo, etcétera—, pero la gente insiste en que las MMA son diferentes porque consisten en golpear a tu contrincante. Yo creo que, si hubiera que prohibir un deporte, la decisión habría que tomarla basándose en el concepto y la intención. Un deporte solo debería prohibirse si se demostrara que es desproporcionadamente peligroso en comparación con otros deportes. Las estadísticas demuestran que, en términos de lesiones y fallecimientos, las MMA no son ni mucho menos la actividad deportiva más peligrosa. Si no se exige que se prohíban otros deportes, ¿por qué tendrían que ser diferentes las MMA?
Prohibir un deporte a causa de una muerte dejaría al mundo con pocos o ningún deporte. Si ese es tu proceso de razonamiento, más vale que te quedes en casa viendo la tele durante el resto de tu vida. Pero tampoco es esa la opción más segura. No ejercer ninguna actividad deportiva en tu vida es mucho más peligroso para tu salud que competir en un deporte. Forma parte de la naturaleza humana poner a prueba nuestros límites físicos. A algunos les gusta dar patadas a un balón o trepar a una montaña; otros prefieren competir en artes marciales. Así ha sido la vida durante mucho tiempo, y no va a cambiar.
Cuando escribo esto, está en marcha una investigación sobre las causas exactas de la muerte de João Carvalho. ¿Había un problema anterior o el daño se debió a alguno de los golpes que recibió? No conozco la respuesta, pero estoy seguro de que se acabará aclarando.
Después de la pelea, uno de los principales temas de conversación fue el hecho de que las artes marciales mixtas no están reconocidas por Sport Ireland (el anterior Consejo Deportivo Irlandés), el organismo estatal de deportes. Sin reconocimiento ni regulación gubernamental, no hay criterios a los que puedan adherirse las MMA en Irlanda. En la actualidad, cualquier persona puede organizar una velada de MMA en este país, y no existen requisitos mínimos de funcionamiento, atención médica ni ninguna otra cosa. No debería ser así. Por lo general, un promotor es un empresario cuya prioridad es obtener beneficios, y el nivel de atención que reciben los luchadores no debería quedar a su albedrío. Nadie puede impedirte organizar una velada de MMA con criterios mínimos si tú quieres hacerlo así. Los propietarios de gimnasios como yo podemos decidir no cooperar con un promotor así, pero él siempre encontrará luchadores dispuestos.
La compañía que organizó el combate entre Charlie Ward y João Carvalho fue Total Extreme Fighting. Justo después de la pelea, tuve que correr a los vestuarios para preparar a otro de mis luchadores, Luka Jelčić, que iba a competir más adelante en la misma velada. Por lo tanto, no estaba en condiciones de examinar detenidamente los servicios médicos disponibles aquella noche. Sin embargo, a primera vista todo parecía de mucho nivel. De hecho, los médicos hacían exámenes de lesiones en la cabeza en todos los descansos entre asaltos de cada combate, algo que no había visto nunca. A mí me pareció que las cosas se estaban haciendo como es debido, pero, dicho esto, no estoy en condiciones de evaluar la competencia de los médicos ni de determinar si se siguieron por completo los protocolos adecuados. No estaba supervisando todos los aspectos del espectáculo, pero, por lo que pude ver, todo parecía estar en orden.
La muerte de João Carvalho ha servido de recordatorio de que, aunque estas tragedias son sumamente raras, en las MMA hay riesgos y peligros. Es algo que nunca he tratado de ocultar. Soy apasionado en la defensa de mi deporte y sus criterios de seguridad, pero no tengo la cabeza enterrada en la arena. Por eso es tan importante una regulación de las MMA en Irlanda. No podemos eliminar los riesgos que implican, pero con ayuda del gobierno podríamos minimizar la posibilidad de que vuelva a ocurrir una tragedia tan terrible.
No se puede encontrar un lado bueno en la muerte de una persona, pero tenemos que asegurarnos de reaccionar de la manera adecuada. Siempre he abogado por una regulación de las MMA en Irlanda, y aunque es absolutamente lamentable que se haya necesitado una muerte que sirva de catalizador para que las autoridades compartan el deseo de alcanzar ese objetivo, al menos ahora parece que vamos en buena dirección.
En mi función de presidente de la Irish Amateur Pankration Association —una organización que representa a las artes marciales mixtas en Irlanda—, he entablado conversaciones preliminares con funcionarios del gobierno y de Sport Ireland. Me gustaría seguir el modelo de Suecia, donde desde 2007 existe un organismo nacional que regula todos los aspectos de las MMA.
Sigue siendo muy difícil que se reconozcan las MMA en Irlanda. Todavía hay mucho trabajo por hacer. Pero conseguir ese objetivo sería un paso más importante para nuestro deporte en Irlanda que cualquier título mundial o cualquier velada de la UFC.
Por desgracia, no podemos garantizar que no volverá a producirse ningún fallecimiento. Pero lo que sí sé es que quiero hacer todo lo posible por asegurarnos de que todo individuo que compita en artes marciales mixtas en Irlanda —y en todo el mundo, dicho sea de paso— vuelva después con su familia en perfecto estado de salud.
Cuando le hablo a la gente de las partes más difíciles de mi recorrido, siempre parecen suponer que lo único que me mantuvo en marcha fue la idea de que algún día entrenaría a un campeón de la UFC y a la mayor estrella que ha visto este deporte. Como si yo supiera, cuando pedí un crédito para alquilar un cobertizo detrás de una casa en Phibsboro, que iba a participar en algunas de las grandes ocasiones de la historia de las artes marciales mixtas. Por supuesto, aquel era el sueño, pero solo un pequeñísimo porcentaje de personas llegan a experimentar la cumbre de su profesión. Dado el reciente éxito que ha tenido el SBG, puedo entender que la gente me mire hoy y llegue a la conclusión de que las cosas tenían que ser así. Pero la verdad es que no.
Ha sido un viaje en montaña rusa. Por el camino ha habido tantos momentos bajos como puntos culminantes. A veces habría tenido más sentido dejarlo e intentar otra cosa, pero desde luego me alegro de no haberlo hecho. Mi compromiso a largo plazo con este deporte no dependía del éxito en la UFC. Para ser completamente sincero, eso no ha sido más que un premio añadido, aunque un premio bastante grande. Lo único que yo quería era ganarme la vida con las MMA. Mientras pudiera hacerlo, estaría en ello de por vida. Hay otros muchos entrenadores en Irlanda que han participado desde los primeros tiempos. No han tenido luchadores que triunfen en la UFC, pero el deporte les entusiasma tanto ahora como entonces. Yo habría podido muy bien encontrarme en esa misma situación.
Estoy sumamente agradecido por haber trabajado con una generación dorada de luchadores de nuestra pequeña isla, capitaneados casualmente por uno de los más notables atletas y personajes de la historia de las artes marciales mixtas y, por qué no decirlo, de todo el deporte irlandés. Hay quien dice que fue una casualidad que surgieran al mismo tiempo tantos luchadores con tanto talento, pero en realidad no creo que fuera cuestión de talento. Tal como yo lo veo, la coincidencia fue que aparecieran al mismo tiempo tantos luchadores con una ética del trabajo tan increíble y con tantas ganas de aprender.
He sido el primer luchador de MMA de Irlanda, el primer cinturón negro de jiu-jitsu brasileño y el primer entrenador de un campeón de la UFC. Sí, son grandes logros para recrearse en ellos, pero al final de la jornada no es eso lo que me produce más satisfacción. La sensación dominante cuando repaso mi vida es que la he pasado haciendo algo que me encanta. No existe mayor satisfacción que esa.
Para un entrenador de MMA, la cumbre es entrenar a un campeón de la UFC. Yo ya lo he logrado, pero aún parece que estuviéramos empezando. A este nivel de nuestro deporte, me siento todavía como un principiante. Conor McGregor es mi primer campeón mundial. Está encabezando mi primera oleada. Pero creo que el trabajo más duro está aún por hacer. Busquemos a los adolescentes, de catorce, quince y dieciséis años, y moldeémoslos hasta convertirlos en atletas de primera clase. Ahora sé mucho más de lo que sabía cuando Conor hizo su debut en la UFC. Estoy aprendiendo cada día, y ahora que se acerca mi cuarenta cumpleaños espero continuar este ciclo de formación por lo menos durante veinte años más. En este deporte nunca llegas a dominarlo todo, simplemente porque son demasiadas cosas. Seré un aprendiz de esto hasta el día de mi muerte.
Tampoco se trata solo de competir. El SBG trabaja con personas de todos los niveles, que tienen una gran variedad de objetivos. La gran mayoría de nuestros socios no se entrena para pelear. Para ellos, el entrenamiento forma parte de su estilo de vida. A lo largo de los años hemos tenido algunos grandes éxitos con personas que habían estado soportando tiempos difíciles pero encontraron un nuevo motivo para vivir tras entrar a formar parte del SBG. Me produce tanta satisfacción ver que alguien alcanza su objetivo de mantenerse en forma como las grandes victorias de mis luchadores profesionales.
Durante muchos años, mi familia no veía bien mi compromiso con las artes marciales mixtas. Pero es importante no confundir esto con la falta de apoyo. El meollo de la cuestión es que sin su apoyo no habría podido llegar tan lejos. En los primeros tiempos, ellos sentían que habría aprovechado mejor mi tiempo utilizando mi título para buscar un trabajo «normal» en lugar de pelear con gente en cobertizos, y ¿quién podría reprochárselo? Habría sido una negligencia por su parte no darme ese consejo. Visto en retrospectiva, abandonar una buena carrera para dedicarse a entrenar constantemente era una pura locura, pero para mí era una obsesión. Mi familia se dio cuenta. Al ver lo bien que han salido las cosas, nadie se alegra más por mí que mi padre, Alan, mi madre, Margaret, mi hermana, Ann, y mi hermano, James. Su apoyo significa para mí más de lo que nunca podré expresar. Sin el estímulo que recibí de mis padres, sin la ayuda de Ann durante tantos años y sin la inspiración que recibo de James, el éxito no habría llegado y este libro no estaría en sus manos.
Cuando nació, el SBG Irlanda era un grupito de principiantes en un cobertizo pequeño, húmedo y maloliente. Ahora tenemos más de setecientos socios en un gimnasio de vanguardia. Para atender a la creciente demanda, nos estamos expandiendo a nuevas instalaciones en Swords, al norte de Dublín, y en Tallaght, al suroeste. Ahora tenemos implantación nacional, con diez gimnasios satélites por toda Irlanda que están afiliados al SBG. Ahora una persona puede apuntarse al SGB y adquirir en seis meses un nivel de conocimientos que yo tardé seis años en alcanzar.
Tenemos un campeón mundial de la UFC y varios aspirantes, más un grupo de prometedores jóvenes que están ascendiendo rápidamente en los principales espectáculos del circuito europeo. El número sigue aumentando, pero la filosofía general sigue siendo la misma.
Tal vez resulte adecuado que esta historia de éxito contra todo pronóstico termine con una derrota. En el Straight Blast Gym a veces ganamos, a veces perdemos, pero siempre aprendemos. Esta actitud ya la teníamos cuando éramos un equipo minúsculo, del que nadie había oído hablar en la UFC. Perseveramos y hemos recorrido todo el camino hasta la cumbre. Ahora que hemos llegado, vamos a mantenernos leales al mismo lema que nos ha traído hasta aquí. Ahora es más importante que nunca, porque una derrota no nos va a enviar de vuelta al punto de partida. Tenemos por delante desafíos que pondrán a prueba nuestra capacidad de absorber las lecciones que nos enseña el deporte al máximo nivel. Sé que algunos de estos desafíos resultarán en victorias y otros en derrotas. Pero todos ellos me entusiasman. Independientemente del resultado de cualquier competición, los verdaderos ganadores son los que más aprenden.