Juana Bolena
Hampton Court, Navidad de 1540
El rey se ha vuelto contra la familia de su esposa y contra su propia sobrina, y nadie dice una sola palabra, sino que todos mantienen la cabeza gacha y abrigan la esperanza de que dicha caída en desgracia no se vuelva hacia ellos. Charles Howard, advertido de antemano por alguien más valiente que el resto de nosotros, ha huido río abajo en un barco de pescadores, ha suplicado que le hicieran hueco en un buque de cabotaje y ha zarpado en dirección a Francia. Va a sumarse al número cada vez más elevado de exiliados que no pueden vivir en la Inglaterra de Enrique: papistas, reformistas, hombres y mujeres atrapados en las nuevas leyes contra la traición, y hombres y mujeres cuyo único delito es el de ser parientes de alguien a quien el rey ha señalado como traidor. Cuanto más crece su número, más suspicaz y temeroso se vuelve este rey. Su propio padre conquistó Inglaterra con un puñado de hombres desafectos que se encontraban exiliados del rey Ricardo. Él mejor que nadie sabe que la tiranía se granjea el odio, y que si hay un número suficiente de exiliados, de pretendientes, éstos pueden derrocar a un monarca.
De modo que Charles se encuentra a salvo en Francia, esperando a que muera el rey. En cierto sentido su vida es mejor que la nuestra. Está separado de su hogar y de su familia, pero es libre; mientras que nosotros estamos aquí, pero apenas nos atrevemos a respirar. Lady Margaret vuelve a estar encerrada en su antigua prisión de la abadía de Syon. Lloró amargamente al saber que el rey iba a encarcelarla de nuevo. Dice que cuenta con tres estancias por las que pasear y una vista lateral del río. Dice que sólo tiene veinte años y que los días se le hacen muy monótonos. Dice que los días pasan muy despacio y que las noches son eternas. Dice que lo único que quiere es que le permitan amar a un hombre bueno, casarse con él y ser feliz.
Todos sabemos que el rey jamás permitirá tal cosa. Éste invierno, la felicidad se ha convertido en el bien más escaso de todo el reino. Nadie será feliz, salvo él.