[117-121]. En septiembre de 1811 escribió Byron, en una carta dirigida a Francis Hodgson, que estaba a punto de ordenarse sacerdote, lo siguiente: «... la base de tu religión es una injusticia; el Hijo de Dios, el puro, el inmaculado, el inocente es sacrificado por el culpable. Esto prueba su heroísmo, pero no elimina la culpa del hombre, del mismo modo que un colegial que se prestara voluntariamente a ser azotado en lugar de otro no exculparía al borrico de su falta ni le libraría de la vara. Degradas al Creador, en primer lugar convirtiéndolo en niño y, en segundo, haciendo de él un tirano por castigar a un ser inocente a quien le hace existir para sufrir una terrible muerte en beneficio de millones de sinvergüenzas que probablemente serán condenados por toda la eternidad».<<