[40] Tras la toma de conciencia de que ni la Tierra ni el Sol son el centro del universo y de que todos los seres humanos, como todos los seres vivos, proceden por evolución de otras especies animales, el actual ataque a las interpretaciones religiosas del mundo sería la posibilidad de explicar éste sin recurrir a un Dios creador. Véase, al respecto, P. W. Atkins, Cómo crear el mundo, Barcelona, Crítica, 1985.<<