AFRODISÍACOS

Desde épocas remotas los hombres han buscado fuerza extra para su libido. Muchos siglos antes de la invención de los filtros para café o cigarrillos, los «filtros de amor» desempeñaban un papel importante. En la mitología griega los dioses consideraban afrodisíaca la sangre de centauro mezclada con sangre de hidra. En la actualidad, y con un poco de suerte, la sangre de centauro se puede comprar en los buenos supermercados, pero la de hidra sólo se consigue después de largos trámites burocráticos en Secretarías de Recursos Hídricos, y con recomendación.

La cría de centauros con miras a obtener su afrodisíaca sangre fue un negocio próspero durante la edad dorada de Atenas. La centauricultura no sólo permitía un enorme ahorro en riendas y frenos, sino que aportaba un caballo que conversaba con el dueño sentado en la sala y tomaba el té con las señoras. Lamentablemente, la suciedad que dejaba a su paso arruinaba alfombras y sofás, y al cabo se abandonó esta industria semihípica.

Jenofonte aseguraba que «si se untan las partes naturales del hombre con polvo de la cola del ciervo molido con vino, se excitan en él los deseos amorosos»; aunque no queda claro si se excitaban los deseos del hombre o los del ciervo.

En el Kama Sutra la dificultad subsiste: allí se recomienda nada menos que «el polvo obtenido de hojas de vato-brantha, plumas del pájaro jiwanjiva y huesos de pavo real, molido a la madrugada bajo la luna llena otoñal y macerado con piedras del Ganges». ¡Demasiado trabajo para un polvo!

También en dicho libro se asegura que «para que una mujer no pueda amar a ningún otro hombre, se la debe embadurnar con polvo de kantala y brotes de vajnasunhi, sumergidos en arsénico rojo y azufre, mezclado con excrementos de mono». Lo que no dice es cómo conseguir que la mujer se deje embadurnar con esa porquería. ¡Si hasta al mono le daba asco! El mismo tratado afirma que «enamora a una mujer el hombre que frota su miembro con estramonio blanco y pimienta negra», pero prudentemente no dice nada del efecto en el miembro.

En China era usado como afrodisíaco el opio, «la religión de los pueblos», según Carlos Marx. También se consideraba que el ging-seng brindaba una energía sexual ilimitada. En la actualidad se ha podido comprobar científicamente que lo que brinda el ging-seng son ganancias ilimitadas a los laboratorios.

En la Edad Media se usaron los preparados de un coleóptero llamado cantárida o mosca española, insecto fácilmente identificable por el alegre sonido de sus castañuelas.

El cacao era usado por los aborígenes americanos, aunque como laxante. Con él se fabricó el chocolate, bebida sagrada. El primer europeo que lo probó fue Hernán Cortés (después de hacerlo, expresó: «¡Hombre, esto combinaría muy bien con los churros!»). A su llegada a Europa fue acogido como afrodisíaco (el chocolate, no Cortés). Con la ayuda de la imaginación, los churros, por su forma, también pueden servir como afrodisíaco.

Luis XIV, el Rey Sol, célebre por sus rayos y sus costumbres disolutas, fue el primero que cultivó los espárragos con fines afrodisíacos y los introdujo en la corte de Versalles y en varios otros lugares.

Las ostras también son consideradas excitantes del apetito sexual. En sus memorias, Giacomo Casanova cuenta que sedujo a dos monjas ofreciéndoles «ostras y champagne», aunque luego las monjas aseguraron que habían accedido entendiendo que Casanova les ofrecía «hostias y champagne».

El ajenjo es un licor verde que se fabricaba en Francia, de efecto excitante. Se decía que su consumo habitual llevaba a la muerte. Desoyendo esa advertencia lo consumieron artistas como Verlaine, Rimbaud y Toulouse-Lautrec. Y, en efecto, todos ellos murieron.

Modernamente han sido usados productos científicos derivados del descubrimiento de las hormonas sexuales. El propionato de testosterona en solución aceitosa, aplicado en inyección intramuscular, puede ser el complemento ideal de una apasionada cena a la luz de la luna.

Tiene fama de estimulante la célebre sopa oriental de nidos de golondrina. En occidente son reemplazables por nidos de cóndor o avestruz. En cuanto a los nidos, deben ser livianos o, de lo contrario, rompen los huevos.

El alimento a base de carne es excitante. Los hombres argentinos, grandes consumidores de carne vacuna, se consideran amantes infatigables y superiores a todos los demás. Es que la ingestión de carne también puede producir profundos delirios.

Los afrodisíacos denominados «canibalísticos» incluyen la idea de que si se mastican y comen los testículos de un animal vigoroso —una vez separados del animal, preferiblemente— se absorberá su energía. En la actualidad, en los países desarrollados, su consumo ha sido denunciado y condenado por numerosas Sociedades Protectoras de Testículos.

Las coníferas producen resinas y aceites estimulantes, como la trementina, cuyo nombre anuncia el incontrolable efecto que provoca. De allí que popularmente se les conozca como coñíferas.

En cuanto a los minerales, se han usado como exacerbantes compuestos a base de fósforo, pues se dice que el fósforo «enciende la llama del amor» y otras llamas. También se ha considerado afrodisíaco al oro, aunque su efecto sigue siendo más bien de tipo económico.

El afrodisíaco más usado en nuestra sociedad es el perfume. Coco Chanel dijo que una mujer debía perfumar su cuerpo ahí donde esperaba ser besada. La resignada Coco, mujer de muy pocos atractivos, no se perfumaba nunca.

Entre los perfumes considerados más afrodisíacos podemos mencionar el almizcle, el ámbar gris y el humo de parrillada.

Suministrados en forma permanente, los afrodisíacos pueden producir en la mujer lo que se llama «furor uterino». Si es sólo en forma transitoria o pasajera, producen «furor interino».

En realidad nunca se ha encontrado una sustancia probadamente afrodisíaca. Hay un componente psicológico en el afrodisíaco, y es la fe en la eficacia del preparado, puesto que la autosugestión puede ser altamente eficaz.

Por fortuna, el sexo en sí mismo es un afrodisíaco. Si se hace el amor frecuentemente se duerme mejor, lo que permite tener las hormonas sexuales en un nivel alto para poder mantener una actividad sexual frecuente.

Además, es muy económico y no paga IVA.