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Comienzan a colocar las losas
Y en el año vigesimoprimero comenzaron a colocar las losas del recubrimiento, de dieciséis toneladas cada una. La primera hilada, la de abajo, fue la más fácil. Ya la segunda resultaba complicada, puesto que no era tarea sencilla subir mármoles tan pesados sin los escalones (ahora las laderas eran casi lisas): ¿dónde apoyar entonces máquinas que pudieran elevarlos?
Para este problema Tofis fabricó cuatro poyos de madera y hierro, provistos de tres patas y roldanas (F y B). Dos losas eran elevadas simultáneamente. Y era necesario hacerlo así, no para ahorrar tiempo sino para que el desequilibrio no desbaratase el sistema. Una vez que los poyos estaban colocados, había que aprovecharlos (pues su instalación era muy difícil) para subir todas las losas del sector, una arriba de la otra, sin preocuparse de que al lado quedasen lugares vacíos (hasta que éstos fuesen llenados). Empezaban subiendo las de los extremos y de ahí avanzaban hasta el centro de la ladera. Ya en el medio, un solo poyo (colocado en el vértice de la Pirámide) servía para colocar todo el recubrimiento del sector: de abajo hasta la cúspide. Las losas más difíciles de colocar, por lo incómodas, eran las de los bordes. Eran losas triangulares y resultaba necesario perforarlas para que no zafasen las agarraderas. Luego, ya fijas a éstas, los huecos de los recubrimientos eran rellenados con yeso. Este material empleábase también para otro fin. En el sitio que ocuparía la losa, previamente depositaban una gruesa capa de yeso seco, en polvo, que a su vez servía para el deslizamiento de la propia losa por disminución de los frotamientos. Ya colocada, se echaba agua entre las junturas y el yeso fraguaba.
Tensores encargados de sujetar los cuatro poyos mantenían estable el sistema. Del otro lado de la Pirámide, sobre las arenas, decenas de egipcios tiraban desde los extremos H y D de las cuerdas (ver figura pág. 273).
Los poyos, los tensores y las cuerdas eran colocados mediante escaleras de palma que permitían el trepaje hasta la altura que fuese. No era indispensable que tales escaleras fuesen muy sólidas, puesto que se acostaban sobre la propia Pirámide y ésta las sostenía.
Ya colocada la línea vertical de losas, los poyos se corrían más hacia arriba (siempre apoyándolos sobre las aristas de la ladera) a fin de instalar una nueva línea.
Cada losa era atrapada (en A y E) por unas agarraderas articuladas, de bronce, con cuerdas de bronce trenzado que mantenían unidos los brazos de las agarraderas. Estas cuerdas de sujetamiento estaban puestas a firme mediante torniquetes. Ya en su sitio la losa, el torniquete era cortado. Las agarraderas se bajaban hasta la base de la Pirámide y allí se sujetaba una nueva losa.
Estas piedras de recubrimiento, por su enorme peso, tendían a rayar (a medida que subían) los planos ya colocados. Esto se disminuyó al mínimo introduciendo, entre las losas ya instaladas y la que subía, varillas de cobre que hacían de rodillos. El mármol igual sufría rayaduras, pero para eso estaba el pulido final, una vez colocado todo el recubrimiento. Algunas varillas (eran de muy poco diámetro) quedaron para siempre atrapadas entre losa y ladera, pues por razones operativas no fue posible sacarlas. Pero no molestaban excesivamente, puesto que el pulido final rebajaría cualquier desnivel.
También por razones operativas fue indispensable terminar primero una ladera, luego otra, y otra, así hasta completar las cuatro.
Día llegó, entonces (aunque ni los propios egipcios lo creían), en que colocaron los veinticinco mil bloques o placas del recubrimiento. Sólo faltaba el pulido final.
El día de la colocación de la primera losa, diremos de todos modos, coincidió con el jubileo del Faraón (treinta años de reinado). Todo jubileo (antes y después de Kheops) era una ceremonia magnífica, con viajes en barcas, visitas al templo del Dios principal y muchísimos gastos en numerario. Sólo con este Rey la ceremonia (que también se realizó) fue reducida al mínimo de los mínimos, ya que el Faraón consideraba que la fiesta de Rejuvenecimiento[32] era la propia Pirámide y que, por ende, estaba exento de la obligación de realizar procesiones con toda la pompa… y el costo consiguiente.